Por Esteban Pintos
Por sobre todas las cosas,
él. Como ajeno en estado Maradona, podría decirse
a todo: al circo armado en la playa de estacionamiento de un supermercado,
con hombres de negro (patovicas de discoteca), ejecutivos y empresarios,
un animador (Ernesto Cherquis Bialo) que repetía la expresión
disco compactado cuando se refería a disco compacto,
unas 300 personas con mayoría de pibes y de pibes hinchas de Boca
que puteaban a Pelé, y una breve conferencia de prensa en donde
volvió a repetir su amor por Dalma y Gianinna, sus dardos para
la FIFA y Pelé (ahora sumó a Beckenbauer y Platini entre
sus blancos favoritos), su discurso populista y una salida ocurrente detrás
de otra. Del tipo cuando me iba a encontrar con Pelé, pensé
en decirle ¿Y...? ¿Qué se siente ser segundo?.
Todos, los monos, los payasos y los dueños del circo, festejaron
el chiste.
La excusa de esta nueva corporización en Argentina de Diego Maradona
era la presentación de los dos cd dobles que contienen
parte de las grabaciones ya editadas en el libro Yo soy el Diego de la
gente, uno de los cinco más vendidos del año. Los discos
compactos, que se venden en disquerías, supermercados y kioscos
(a 15,90 $), también apuntan a ser tanques de la industria discográfica
en esta época de fiestas y regalos: en el cierre del acto,
sonrientes Carlos Avila (por la empresa Torneos y Competencias, el único
silbado de los presentes) y Hugo Piombi (por Sony Music Argentina) entregaron
al protagonista el certificado de disco de platino por la venta en
realidad, se trata de pedidos anticipados de 60.000 copias. Después
de todo, cuando ya se iba y del circo nada más quedaba, Diego regaló
un instante mágico: recibió un par de pelotas, las dominó
como hipnotizándolas con su zurda (una se posó un buen rato
en su cabecita loca) y las arrojó a su pequeña pero fervorosa
hinchada, pegándole como él sólo ha podido en la
historia del fútbol. Ahí Diego la estrella de rock
(lentes oscuros, palabras balbuceadas, dispersión) volvió
a ser Diego el inmenso jugador de fútbol.
Maradona llegó pasadas las cinco de la tarde, siempre acompañado
por Guillermo Coppola que recibió una socarrona ovación
del público, definitivamente encumbrándolo en un rol de
Isidoro Cañones, pero de verdad y con una fervorosa arenga-presentación
de Ernesto Cherquis Bialo. Dialogó con el periodista que firma
el libro llamativamente no participó Daniel Arcucci, el otro
autor y comenzó con su batería de chistes, salidas
y frases tajantes. Diego divide el mundo entre los que están con
él y los que están contra él. Sobre la curiosa ceremonia
de premiación organizada por la FIFA y que ha reavivado el fervor
maradoniano (y por consiguiente la feroz oposición a Pelé,
síntoma maradonista), detalló que estaba todo bien
dividido. Los corruptos de un lado y los que jugamos a la pelota, del
otro. De un lado, estaban Pelé, Platini, Beckenbauer, que ahora
organiza el Mundial de Alemania y compró algunos votos, pero bueno,
nadie dice nada... Y del otro lado, estaba el carro de pescado, que comandaba
yo, con Rivaldo, Figo, Eusebio y todos los jugadores del Milan. Pero fui
para respetar a la gente que me votó. Y si saludé a Pelé,
saludé a Blatter, saludé a Havelange, que nos robaron a
los argentinos y esto se los digo en la cara, no tengo ningún problema...
Saludar fue un síntoma de respeto. Y lo cortés no quita
lo valiente.
Lanzan serie de monedas
Además de la presentación del CD doble con extractos
de las entrevistas que le formularon para escribir el volumen Yo
soy el Diego de la gente, Diego Maradona tuvo ayer otro motivo para
festejar, pues también fue lanzada una serie de monedas con
su cara, emprendimiento a cargo de la empresa Dodici.com. Las distintas
series (confeccionadas en cinco materiales: níquel, alpaca,
plata, platino y oro) pesan alrededor de 13 gramos, poseen un diámetro
de 30 milímetros y un espesor de 2, 3 milímetros.
En el anverso está la cara del Diez, mientras que en el reverso
aparece Diego besando la Copa del Mundo de México 86,
con el seleccionado argentino de fútbol. Cada uno de estos
objetos se comercializará a diez pesos (la moneda de níquel)
y a quince (la de alpaca).
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