Por Sergio Moreno
La histeria provocada en el
Gobierno por la solapeada que Ernesto Belli le pegó al presidente
Fernando de la Rúa en el programa de Marcelo Tinelli ha tenido,
hasta el momento, dos consecuencias inmediatas: la realización
de un sumario administrativo para los integrantes de la custodia presidencial
y la avocación de algunos funcionarios a la búsqueda de
una figura penal para castigar de alguna forma al audaz integrante de
HIJOS. Pero, además, la falla en el sistema de seguridad del Presidente
reavivó una vieja puja entablada entre los oficiales que comandan
la Casa Militar responsable de la custodia en la Casa Rosada,
la Policía Federal de la cual se nutren los integrantes de
la custodia y la SIDE que, comoinformó en exclusiva Página/12
el 7 de julio de este año, tiene preparado una tropa de 40 agentes
entrenados para reemplazar a los actuales guardaespaldas del jefe de Estado.
El general Julio Hang es el jefe de la Casa Militar, dependencia responsable
de la seguridad del Presidente dentro de la Rosada y de la Unidad
Custodia, un grupo de oficiales de la Policía Federal especialmente
entrenados, entre los que se encuentran ex miembros de Interpol y abogados.
Cuando la Alianza comenzaba a trajinar sus días en el Gobierno,
hace poco más de un año, los militares realizaron un par
de movimientos para desplazar a los federales de dicha unidad: propusieron
que el Presidente utilice helicópteros del Ejército para
sus traslados e intentaron ralear a algunos policías. Estos, ofuscados,
denunciaron ante el ministro del Interior, Federico Storani de quien
depende la Federal malos tratos por parte de los militares
que trabajan en la Rosada. La mediación oportuna de Storani impidió
que las chispas se transformen en fuego. Anteayer, luego del episodio
en Videomatch, fueron precisamente Storani y Hang quienes
decidieron, tras una larga reunión, solicitar al jefe de la Federal,
comisario general Rubén Santos, que abra un sumario administrativo
para investigar la conducta de los custodios que acompañaron a
De la Rúa al estudio C de Telefé.
Con los federales y todo el aparato de seguridad en la picota, los viejos
recelos y anhelos volvieron a florecer. Ya se sienten
los ruidos de los sables, metaforizó ayer ante este diario
un funcionario del Gobierno. Sables que habían vuelto a afilarse
el 28 de octubre pasado, frente al Comité Nacional de la UCR, cuando
el mismo Belli ingresó al auto de De la Rúa gritándole
también por la libertad de los presos de La Tablada. La diferencia
entre ambos episodios protagonizados por el militante de HIJOS y el Presidente
es que este último fue presenciado en directo por tres millones
de personas. La variación de ratings entre ambos incidentes fue
directamente proporcional a las emociones desatadas en torno al cuidado
de la espalda presidencial. Aquella vez, en el comité radical,
la pelea no pasó de un módico enojo de un par de funcionarios.
En esta oportunidad, los casi treinta puntos de Videomatch
inflamaron los ánimos y la interna de los guardaespaldas.
Un alto funcionario del Ministerio del Interior se puso en alerta: no
vaya a ser que, a partir de este episodio quieran volver a colgarle alguna
cuenta a Santos (jefe de la Federal). Para tratar de joderlo le sobredimensionan
cualquier cosa que pasa, dijo ayer a Página/12.
Tercero en discordia
El tercer lado del triángulo lo aporta una vez másla
SIDE. El 7 de julio de este año, Página/12 reveló
en exclusiva que los espías criollos estaban armando un grupo para
ocupar el lugar de los guardaespaldas presidenciales. La idea fue del
ex jefe del organismo Fernando de Santibañes que aspiraba a reproducir
en menor escala el grupo de elite del United States Secret
Service para rodear a su amigo el Presidente. El Servicio Secreto norteamericano
depende del Departamento del Tesoro. Es un organismo cuya misión
es velar por la seguridad del presidente, vicepresidente, familiares,
candidatos presidenciales y jefes de Estados que visitan los Estados Unidos.
Los sordos mote recibido por los intercomunicadores
que llevan permanentemente en sus orejas para dar y recibir órdenes
no se despegan de sus protegidos y son fácilmente identificables
aunque visten de civil. De Santibañes, enamorado de todo lo que
huela a Estados Unidos, pergeñó un cuerpo de elite, integrado
por espías criollos, para que corran al lado de De la Rúa.
El tres de julio pasado se realizó el primer curso de entrenamiento
de los 40 espías que quedaron tras una preselección entre
73 postulantes. El reclutamiento se efectuó dentro de la SIDE al
que se apuntaron principalmente agentes operativos. El programa estuvo
comandado por el director del área 85, Contrainteligencia, el mayor
(R) del Cuerpo deIngenieros del Ejército Alejandro Brousson (alias
Antonio Busquet) y el ex sargento Luis Campos, a quien llaman Campitos,
fue el jefe instructor en los ejercicios de marras, efectuados en las
dependencias del Primer Cuerpo de Ejército, en Campo de Mayo. Campitos
es secretario inorgánico de Brousson en la base que la SIDE tiene
en la calle Estados Unidos al 4000 y estuvo preso por integrar la banda
de Máximo Nicoletti, un ex montonero devenido colaboracionista
de la Marina durante los años de plomo.
Los planes de la SIDE revelados por este diario no fueron desmentidos
en su oportunidad por el Gobierno. En esa época, mientras De Santibañes
comenzaba a andar el camino que lo eyectaría del cargo no
de la intimidad del Presidente, Storani anunció que opinaría
sobre el asunto cuando se lo comunicaran oficialmente dando a entender
que la idea de un reemplazo de la custodia presidencial no era una de
sus prioridades y el proyecto pasó al freezer. No obstante, los
cursos de entrenamiento de espías continuaron. Y finalizaron. Hoy
en la Dirección de Contrainteligencia revistan 40 agentes supuestamente
entrenados para ejercer el rol, listos para salir a la cancha.
De Santibañes ya no está en la SIDE, lo reemplazó
Carlos Becerra. Quien sí está y sigue siendo el subjefe
del organismo es Darío Richarte, heredado por Becerra de la gestión
anterior. Richarte, integrante de la juventud Antoniana que
comanda el hijo mayor del Presidente, ha sido un defensor del ex banquero
y de Brousson, quien llegara a la Secretaría de Inteligencia luego
de haber sido expulsado del Ministerio del Interior en 1993, cuando lo
encabezaba Gustavo Beliz, acusado de haber mandado a espiar a organizaciones
estudiantiles y sindicales.
Los planes de De Santibañes ejecutados por Brousson y Campitos
eran también los planes de Richarte. Se cumplieron a medias: el
cambio de mano en la custodia presidencial no se produjo, pero ahora tiene
40 espías listos para ocupar el lugar al que todos miran histéricamente
gracias a un muchacho inerme que gritó su demanda frente las cámaras
más calientes de la televisión argentina.
Un lunar pequeño
El vocero del presidente Fernando de la Rúa, Ricardo Ostuni,
aseguró ayer que si bien la Casa Militar continúa
investigando el incidente que protagonizó el presidente Fernando
de la Rúa en el programa Videomatch, parecería
que no hubo negligencia grave por parte de la custodia
del jefe del Estado. Luego de afirmar que el episodio en el que
un joven se abalanzó sobre el Presidente para reclamarle
por los presos de La Tablada fue un pequeño lunar dentro
de lo que hubiera sido terminar el año con buena onda,
Ostuni intentó deslindar la responsabilidad en el episodio
del secretario de Comunicación, Darío Lopérfido.
Presumo que todo se hace con la intención de coadyuvar
a la difusión de imagen, a terminar este año con toda
simpatía, dijo Ostuni, y respondió así
a las críticas que recibió Lopérfido por ser
quien se ocupó de gestionar la aparición de De la
Rúa en el programa de Tinelli. Es un imponderable que
nadie pudo haber previsto, excepto que el análisis que haga
la Casa Militar arroje alguna negligencia grave, que pareciera que
no la hubo, agregó.
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OPINION
Por Alicia Entel *
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La imagen y la persona
Me parece que no funciona esta cosa de que Fernando de la Rúa
sea interpelado desde el humor o desde programas de entretenimientos.
Cuando se construye la imagen de alguien, esa imagen no puede estar
alejada de los rasgos esenciales de esa persona. Tuvimos un presidente
pícaro que iba a los programas de humor y hasta zafaba. De
la Rúa no tiene esa imagen e incluso me parece bien que no
la tenga porque la expectativa con él era otra. Por otra
parte, el incidente que ocurrió en el programa de Tinelli
me parece una cuestión sumamente paradojal: por un lado,
es sabido que De la Rúa tiene asesores caros que intentan
cuidar su imagen, pero por otro lo descuidaron físicamente.
Recibió una agresión evitable. Ningún presidente,
ningún funcionario jerárquico puede pasear por el
espacio público sin saber que está poniendo el cuerpo.
Y el cuerpo del Presidente ya no es sólo suyo: es un cuerpo
social. Finalmente, mi deseo para las fiestas es que De la Rúa
cambie imagen y contenido.
* Especialista en comunicación.
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OPINION
Por Graciela Römer*
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Efectos de la banalización
La modalidad de irrumpir en la escena del alto rating fue típica
del esquema de comunicación de Carlos Menem, cuyo perfil
de personalidad se adaptaba a los códigos de la televisión
abierta. Pero lo del jueves demuestra que no existen formulas universales
de comunicación. Las estrategias tienen que tomar en cuenta
las fortalezas y las debilidades de las personas. En este marco,
cualquier enfoque estratégico para mejorar la imagen oficial,
que está claramente deteriorada, debería hacer un
diagnóstico claro de la causa del debilitamiento más
que de la utilización de fórmulas estereotipadas que
no producen generalmente buen resultado. Los que le dijeron al Presidente
que era una buena idea ir al programa de Tinelli no tuvieron en
cuenta sus características propias: su manejo de los tiempos,
sus actitudes corporales. Y no percibieron los niveles histriónicos
que requiere enfrentarse a un personaje como ese conductor. Yo no
le hubiera recomendado ese programa. Creo que estamos en un momento
de neutralizar los efectos tóxicos de la banalización
de la política tan fuertes durante los noventa y De la Rúa
encarnó durante la campaña esa promesa. Sin embargo,
el Presidente tiene atributos para reconvertir su imagen sin forzarse.
*Consultora
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OPINION
Por Enrique Zuleta Puceiro *
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Lista de desaciertos
El sofocón del Presidente ante la audiencia más
importante de la televisión argentina debe ser apuntado en
la larga lista de desaciertos de los importadores vernáculos
de la idea del Presidente-Candidato-Permanente de moda hace algún
tiempo entre los image makers de Madison Avenue o Washington, con
Dick Morris a la cabeza. Fernando de la Rúa viene pagando
demasiado caro los costos derivados de una inflación artificial
y desmedida de expectativas.
La misma imagen que pudo ser decisiva a la hora de ganar
votos pasa así a ser una pesada carga a la hora de gobernar.
Una vez que el candidato triunfante está en funciones, las
cualidades de honestidad, moderación, manejo cauteloso de
los tiempos y gradualismo que atrajeron en su momento a un electorado
moderado y harto de pilotos de tormentas pasan a ser
interpretadas como carencia de liderazgo, falta de firmeza y debilidad.
La primera tentación es volver al terreno siempre familiar
de la campaña permanente, cuando en realidad lo que la sociedad
espera es algo muy diferente. De la Rúa es posiblemente el
político más completo de la Argentina actual y no
tiene nada que demostrar. ¿Qué fue entonces a buscar
al vértigo de VideoMatch? Pregunta de muy difícil
respuesta. La ansiedad suele ser muy mala consejera y ha vuelto
a jugar una mala pasada. El castigo es injusto, cruel y desmedido
para la imagen aunque no necesariamente para la investidura presidencial.
* Consultor.
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OPINION
Por Luis Sthulman*
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Un imitador dañino
No me parece mal que el Presidente haya ido al programa de Marcelo
Tinelli. El personaje que lo imitaba ya se había hecho muy
conocido, le estaba haciendo mucho daño a De la Rúa
y había que hacer algo para enfrentarlo. Lo que sí
creo que todo estaba mal organizado. La responsabilidad por el incidente
con el chico es compartida entre el canal y la custodia presidencial.
A nos ser que hayan pensando que al Presidente lo iba a cuidar el
Oso Arturo. A partir del incidente, De la Rúa se puso nervioso.
Tinelli no supo manejar la situación y la organización
era mala al punto que cuando se fue el Presidente, nadie lo acompañó.
*Consultor
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