Por M.W.
Hablar con un economista de
primer nivel acerca de la gente común no es un ejercicio sencillo.
Ni usual. Página/12 intentó hacerlo con Pablo Gerchunoff,
jefe de asesores del Ministerio de Economía, posiblemente el mejor
comunicador del equipo de José Luis Machinea. Trató de imaginar
con él de qué les sirve el blindaje a algunos de hipotéticos
personajes de clase media: un kiosquero, una empleada pública (pelirroja
para más datos), un productor de vinos del interior y el dueño
de una batata hecha remise. Gerchunoff pintó un futuro mejor que
el pasado, aunque dejó en claro que no sabe cuándo comenzará
a sentirse mejor la gente de carne y hueso. Pero, se entusiasma, si
todos creemos que tenemos una estrategia de crecimiento viable, la reactivación
vendrá casi sola. El diálogo ocurrió por radio,
en el programa En la vereda, de Radio Ciudad, que conduce
Quique Pesoa. He aquí sus tramos esenciales.
¿Qué le va a pasar a José Yunyun, el kiosquero
de la esquina, de Sarmiento y Montevideo? Vive más o menos al día,
pero no puede hacer stock, porque está muy justo, hace un año
que está en mora con el monotributo y este año ha sido duro
para él, porque ha habido una contracción en la venta de
cigarrillos.
A José Yunyun, lo único que puede mejorarle el nivel
de vida es que la economía crezca. La pregunta es si hay algún
vínculo entre el blindaje y el crecimiento de la economía.
Creo lo hay y muy fuerte. Punto uno: el blindaje no fue para salvar
a los acreedores, como dirían los fundamentalistas ortodoxos
republicanos. Es para evitar una situación muy crítica que
venía asomando en la economía argentina: el riesgo de que
no pagara la deuda. Si no pagaba la deuda, la situación de José
Yunyun iba a ser mucho peor: las tasas iban a ser más altas, los
stocks se iban a volver carísimos, el desempleo iba a ser más
alto, la gente iba a gastar menos y, como consecuencia la vida de él,
de su familia y de sus amigos iba a empeorar. He ahí el primer
aspecto del blindaje: su carácter preventivo, evitar un mal mayor.
Lo segundo es que los bancos les prestan a quienes tienen plata y si nosotros
ahora blindaje mediante tenemos plata barata, los banqueros
se van a sentir tentados a prestarnos más barato. Gradualmente
va a bajar más la tasa de interés. No se tratará
de haberle evitado un mal mayor a José Yunyun: eso tiene un efecto
sobre ese crecimiento y le va a mejorar la vida porque va a vender más
chocolatines y cigarrillos.
Mi prima la pelirroja, que es empleada pública y ganaba un
sueldo pasable, tuvo un recorte este año. ¿Qué puede
esperar para el 2001?
Que no tenga ningún nuevo recorte y que mantenga el empleo.
¿Es una expectativa entusiasmante para mi prima, que ya sufrió
un recorte, es separada y encima el ex marido no le pasa alimentos?
No, cero de expectativa entusiasmante como consecuencia del blindaje.
Pero hay que mirar la dinámica que estoy contando; aun para un
empleado público la vida es más feliz si toda la economía
privada se moviliza. Uno no puede tomar al sector público como
una isla. A ella le va a ir mejor porque justamente a la economía
como conjunto le va a ir mejor. Y va a tener mejores salarios, porque
habrá mejorado la productividad del sector público... o
su marido, que trabajaba en una empresa, le va a pasar alimentos. Es muy
probable que su marido tenga un trabajo, o que tenga la seguridad que
va a conservar el trabajo, tal vez le va a pasar alimentos.
El marido de la pelirroja se llama Jaime Bergantín, fue empleado
público, pero sacó un retiro voluntario, compró un
remise, no lo puede amortizar, y en cuatro o cinco años se le va
a hacer crema el remise...
Si usted me cree que la economía va a crecer, y que los recursos
inexplotados de la economía se van a poner en movimiento; que va
a haber un proceso de desarrollo, que no parte del blindaje sino de tener
una estrategia de crecimiento viable en la Argentina... entonces la vida
será mejor.
¿Existe esa estrategia?
Sí. Para entenderla, hay que partir justamente de eso que
menos explotamos nosotros. Cuando uno se mira a sí mismo, de pronto
se da cuenta de que ciertas cosas que no está explotando lo suficiente;
que uno en vez de diez cuadras puede correr veinte, o puede nadar diez
piletas en vez de cinco. Voy a dar algunos ejemplos: ninguna economía
en un mundo abierto puede crecer si no invierte y no exporta. ¿Qué
hicimos desde octubre? Bajamos los impuestos a la inversión 2000
millones de pesos y aumentamos la rentabilidad de la inversión
casi 20 por ciento. Es un cambio dramático y muy importante, que
no pudo ser apreciado del todo, porque se produjo contemporáneamente
con la crisis política derivada de la renuncia del vicepresidente.
Además, no se trata sólo de invertir. ¿Sabe que la
Argentina es el país más cerrado del mundo en términos
de exportaciones?
¿Qué significa eso?
Que es el país que menos exporta en relación con su
ingreso. No hay ningún país en el mundo, salvo Brasil, que
exporte tan poco.
¿Por qué?
Porque la Argentina no ha desarrollado un abanico de bienes para
exportar más amplio que vayan más allá de la vieja
Pampa húmeda. Déjeme ponerles ejemplos: el Asia oriental
importa 800 mil millones de dólares, casi tres veces lo que produce
la Argentina. ¿Saben cuál es la participación argentina
en las importaciones de esos países? Les exporta un cuarto de un
punto porcentual. La Argentina le vende el medio por ciento de las importaciones
totales de alimentos a Japón. Brasil y Chile, que no son países
alimentarios por excelencia, le exportan más. ¿Sabe por
ejemplo que Brasil exporta más a los Estados Unidos que la Argentina?
¿Pero que también exportan más a Estados Unidos Colombia,
Venezuela, Chile, Costa Rica, República Dominicana y Honduras?
Una duda: ¿con Estados Unidos no pasa que la economía
argentina es bastante similar, competitiva y no complementaria?
Sí, pero ése es un punto pasivo, porque parte de que
no podemos diversificar nuestra estructura productiva para generar algunos
bienes que sí le podamos vender a Estados Unidos. Es cierto que
trigo y maíz no, y que soja tampoco. ¿Por qué no
vinos finos, productos orgánicos? ¿Por qué no productos
de minería? ¿Por qué no productos del complejo maderero
de la Mesopotamia? ¿Por qué no la nueva industria, que aumentó
su productividad en los últimos años de la década
del noventa?: aluminio, siderurgia, petroquímica, turismo. Este
conjunto de productos, que va más allá de la tradicional
Pampa húmeda, puede significar un incremento de 20 mil millones
de pesos en las exportaciones argentinas.
Tengo un amigo en el sur que produce vinos. Se está fundiendo
porque no puede competir con los precios de los chilenos. ¿Cómo
hace?
Es muy sencillo como problema y es muy difícil como solución.
Una pata importantísima de una estrategia de crecimiento en la
Argentina es la reducción del costo argentino.
Pero labura sólo mi amigo, no tiene empleados...
Pero compra cosas, porque si no, no sería posible que se
fundiera. Debe consumir energía, debe haber bienes que consume
y necesita para la producción, y hay que abaratárselos mediante
una desregulación arrasadora de la economía argentina monopólica.
En una economía de monopolios, su productor no tiene manera de
salvarse. En una economía en la que ataquemos a los monopolios
para que bajen los precios, va a tener un destino. Ahora, un país
necesita un poco de buena fortuna. Un poco de suerte, un tiro para el
lado de la justicia (risas). Argentina puede crecer sostenidamente al
5 por ciento anual, bajar la tasa de desempleo y la pobreza.
El Gobierno, usted mismo, habló hace doce meses de una perspectiva
de crecimiento para el 2000 que no se dio.
Yo traté de transmitirle una perspectiva a largo plazo. ¿Sabe
cuál fue el principal error del equipo económico durante
el año 2000?
...
Haber hablado más de reactivación que de crecimiento.
Haber esperado cada mes la encuesta de producción industrial para
ver si se producía la reactivación. No haberle dado a la
gente una perspectiva de futuro, porque cuando a la gente no se le puede
dar bienes materiales inmediatos, al menos hay que darle una esperanza.
Argentina tiene un proyecto posible de crecimiento. Y si todos creemos
que hay un proyecto, la reactivación viene prácticamente
sola.
Es una cuestión de fe...
Es una cuestión de expectativas, como se dice ahora. No quiero
decir una cuestión psicológica.
Si hay una estrategia de crecimiento, se espera que algunos sectores
en especial evolucionen pronto y traccionen al resto...
Acabo de mencionar varios: el complejo maderero, la minería,
la nueva economía. Me preguntan si es posible que estos sectores
traccionen a la economía. Estos sectores le dan solvencia a la
economía, pueden producir para el mundo, pueden motorizar las exportaciones,
y cuando todos veamos que la Argentina es un país solvente en un
sentido profundo, no sólo que pueda pagar el bono mañana,
sino porque les puede ofrecer un proyecto a todos los argentinos, entonces
los argentinos empiezan a consumir. Y nosotros vamos a decir que la tracción
es el consumo.
¿Cuándo se va a empezar a sentir una sensación
térmica muy distinta de la malaria actual?
Usted es muy ansioso.
Vivo, trabajo y consumo acá. Y quiero que mi prima la pelirroja
sonría.
No voy a contestar esa pregunta: es la pregunta que un economista,
y más uno metido en la economía política, no puede
contestar. Sólo puedo decirle: esto va para adelante, para crecer
y para crear empleo. Ahora, si va a pasar el mes que viene o dentro de
cinco meses, es una cosa que no puedo contestar. Me encantaría
hacerlo, convertirme en gurú y decir: el 23 de abril de 2001
la colorada va a encontrar un destino de grandeza. Pero no lo puedo
decir.
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