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 El presidente Fernando de la Rúa parece convencido de que ya pasó lo peor y que para su gobierno se abre una nueva etapa. Luego del megapréstamo de casi 40 mil millones de dólares otorgado por el FMI, conocido como blindaje financiero, De la Rúa habla de �combatir el desempleo y la pobreza�. En un reportaje concedido al diario La Capital de Rosario, De la Rúa mostró su alegría porque el encuentro con Chacho Alvarez �confirma que la Alianza está viva�. �Es cierto que la noche previa a los cambios en el gabinete debimos haber tenido un diálogo más franco con Alvarez sobre los cargos para que eso no influyera en su renuncia�, dijo.
Lejos del fiscalismo que dominó su discurso en los primeros meses de gestión, el Presidente aparece dispuesto a mostrar optimismo. Un optimismo que, en algunos casos, supera las expectativas lógicas de una economía que arrastra meses de estancamiento. Estas son sus principales definiciones.
 Primer año de gobierno: �Me encontré con un país muy empobrecido y con un enorme déficit.� �Asumí en medio de un tiempo difícil, no pude hacer milagros en un año ni arreglar los problemas de inmediato.�
Impuestazo y ajuste: �Las medidas que tomamos eran las únicas posibles: bajar el gasto público, reducir el déficit y aumentar el impuesto a las ganancias a quienes ganan más.�
�Hubo mucha impaciencia, se encargaron de sembrarles el pesimismo a los argentinos, de atacar a mi gobierno y profundizaron la actitud depresiva de mucho tiempo que demoró la reactivación del mercado interno.�
Blindaje financiero:
�El empresariado debería tomar un mayor compromiso con la inversión. Voy a ser claro: hacen falta confianza e inversión. Con la inversión llegará el trabajo. Además, si el Congreso se decide a aprobarlo, el Plan de Infraestructura generará empleo para todos.�
�Hay un muy buen síntoma: de mayo a octubre, el desempleo disminuyó. Significan 300 mil puestos de trabajo más.�
�El blindaje es una plataforma fundamental para el crecimiento, yo veo que vamos para adelante y que vamos a tener un desarrollo espectacular. El 2001 será muy bueno.�
Renuncia de Chacho Alvarez: �La crisis no fue más grave que otras que se produjeron en gobiernos anteriores. Es cierto que la noche previa a los cambios en el gabinete debimos haber tenido un diálogo más franco con Alvarez para que eso no influyera en su renuncia.�
�Debí haber dejado más en claro que la acción que compartimos con Alvarez en el Senado la llevábamos adelante en conjunto. Lo que pasa es que Chacho era presidente del cuerpo, el vocero principal. Pero la lucha contra la corrupción era y es una prioridad de mi gobierno.�
Cambios de gabinete:
�Lo reconozco, no advertí que debía haber cambiado antes a algunos ministros.�
�(El gabinete) funcionaba armónicamente, pero algunos retaceaban su contribución para un proyecto común. Y todo gobierno es un proyecto común con disciplina y solidaridad.� �Cuando hice los cambios me di cuenta de que se podría haber funcionado mejor.�
Cónclave con Chacho Alvarez:
�Debe desaparecer esa idea de algunos sobre la permanencia de una crisis política: se confirmó la gobernabilidad.�
�Compartimos con Alvarez los objetivos de un país en crecimiento, la reforma educativa, la eficacia en el gasto social.�
Carlos Menem: �Menem lideró las condiciones del desastre. Llegamos a fines del �90 con 10 mil millones de déficit, 15 por ciento de desempleo y 10 millones de pobres.�
Domingo Cavallo: �No me ofusco con el periodismo, pero hace seis meses que lo único que me preguntan es si Cavallo va a ser ministro de Economía. Estoy cansado de esa pregunta. No se justifica.�
Pesimismo y mala onda:
�Cuando empezamos hablaban de muchas empresas que se iban del país... Ahora se habla de que mucha gente se va del país. eso es mentira. Fue un año de mucho esfuerzo y lo peor ya pasó.�
Críticas y bromas: �Le dicen lento a quien trabaja desde las siete de la mañana hasta las doce de la noche. Son bromas sin fundamento basadas en la ignorancia. En fin, las bromas que me hacen son parte del humor criollo.�
Mayor exposición pública. Optimismo. Detrás de las declaraciones del Presidente se percibe la necesidad de mostrar mayor ejecutividad. Ya no se trata de mostrar que �no es aburrido�.
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