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�El juez francés está asombrado
por la grosería del Gobierno�

 Ester Biscayart es madre de tres desaparecidos. Impulsa el juicio 
contra militares argentinos en Francia. Reporteada por Página/12, relata la asombrosa falta de respuesta del gobierno argentino.
 
Ester Biscayart vivía en la Argentina. Se fue a Francia en 1976 luego de que secuestraran a su hijo.
Volvió en 1984. Y se exilió definitivamente cuando se dictaron el Punto Final y la Obediencia Debida.

Por Victoria Ginzberg

Ester Biscayart es madre de tres desaparecidos: Marcelo, Rafael y Pablo Daniel Tello. Vive en Francia y es una de las impulsoras del juicio que contra los militares argentinos se realiza en ese país. Hace más de seis meses el juez Roger Le Loire mandó un exhorto en el que pedía la colaboración de la Justicia argentina, pero el escrito quedó en algún cajón de la Cancillería. �El juez está asombrado por la grosería�, afirma la mujer que vino al país para averiguar qué pasó con el papel que podría permitir que, entre otros, los represores Antonio Domingo Bussi, Luciano Benjamín Menéndez y Albano Harguindeguy sean, al menos, interrogados por la desaparición de once ciudadanos franceses. Biscayart ya se reunió con el cónsul francés y espera poder entrevistarse con el ministro de Relaciones Exteriores. 
�¿Qué pasó con el exhorto del juez francés? 

�El juez Roger Le Loire mandó un primer exhorto en mayo. Le pidieron que lo completara y en agosto lo reiteró. Allí solicitó al gobierno argentino que le permita actuar e investigar sobre las personas implicadas en la desaparición de once ciudadanos franceses. Pide poder tomar declaraciones, entre otros, a Acdel Vilas, Antonio Domingo Bussi, Carlos Guillermo Suárez Mason, Benjamín Menéndez, Guillermo Antonio Minicucci, Juan Antonio del Cerro (Colores), Héctor Julio Simón (El turco Julián), Samuel Miara y Jorge Rafael Videla. Hasta ahora el gobierno argentino no ha respondido. 
�¿Usted se reunió con funcionarios argentinos?
�No todavía. Pero vamos a solicitar una entrevista con el ministro de Relaciones Exteriores, Adalberto Rodríguez Giavarini. Es que el juez francés está asombrado por la grosería. El dijo que estaba dispuesto a actuar y a venir a Argentina, pero que no tiene posibilidad porque no le contestan. De cualquier manera Le Loire va a juzgar en ausencia. Alguien allegado a él me confió que va a dictar el pedido de detención internacional. 
�¿Cuándo desaparecieron sus hijos?
�El 9 de marzo de 1976, todavía era el gobierno de Isabelita, desapareció mi hijo Marcelo en Córdoba. Había encabezado una manifestación de obreros contra el plan económico y el golpe militar que se anunciaba. Al día siguiente miembros de la policía no uniformados fueron a buscarlo a la casa. Tenía 25 años. El vivía cerca de la comisaría y lo llevaron a pie, pero también se llevaron la moto. Hubo detenidos que después vieron la moto en el patio de la comisaría. Yo estaba en París, me había ido de vacaciones buscando un poco de aire en medio de la persecución que se vivía. Mi hijo mayor me escribió y me informó que Marcelo había sido secuestrado y que no volviera a Argentina porque los familiares también corrían riesgo. Inmediatamente empecé las gestiones, pero al principio, en París, era la única madre que tenía un hijo desaparecido. Hice la denuncia en Amnistía Internacional, en los gremios franceses y en la embajada argentina. También participé en las organizaciones de solidaridad con los presos argentinos y en una de esas reuniones lo vi a Astiz. 
�Y después los secuestraron a Pablo Daniel y Rafael... 
�Fue dos años después, el 31 de mayo de 1978. Los fueron a buscar a un astillero donde trabajaban. Los metieron en unos Falcon con otros obreros y en mitad de camino hicieron bajar a todos e hicieron un simulacro de fusilamiento con mis hijos. Los compañeros de trabajo fueron después a la casa de mi nuera a darle el pésame. Pero de allí los llevaron al �Banco�. 
�¿Volvió a vivir a Argentina? 
�Volví en el �84, por mis nietos y por hacer el juicio. Pero vinieron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y después los indultos. Ahí consideré que este país no merece que se lo respete y me fui. 

 

 

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