Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
ESPACIO PUBLICITARIO


BARAK DIJO QUE ACEPTARIA EL PLAN DE PAZ NORTEAMERICANO
Por qué Arafat tiene el sí difícil

 

Una palestina pasa frente a tropas israelíes en Jerusalén.
Ayer hubo una vigilancia extrema por el fin del Ramadán musulmán.

 
Arafat discute con el presidente egipcio Hosni Mubarak.
Mubarak seguramente está buscando "ablandar" al palestino.

"Creo que si (el líder palestino) Yasser Arafat acepta las cosas tal y como las presentó (el presidente norteamericano) Bill Clinton, nosotros también nos veremos obligados a aceptarlas." Es una formalidad, porque se sabe que la propuesta de la Casa Blanca es en los hechos la propuesta israelí, pero las palabras del premier israelí no dejan de tener su importancia. Salvo por la cuestión de los refugiados y de algunas colonias judías en territorio autónomo palestino, el plan de paz "israelo-norteamericano", negociado por las tres partes la semana pasada en Washington, se acerca a lo que los palestinos reclamaban en la fallida cumbre de Camp David en julio pasado. Ahora todo depende de Arafat, que por el momento ve "muchos obstáculos" en el plan. El líder palestino se entrevistó ayer con el presidente egipcio Hosni Mubarak y postergó para hoy la reunión con los negociadores palestinos presentes en Washington. 
 
Según la prensa israelí, los puntos del plan de paz de Clinton son los siguientes: traspaso israelí a los palestinos de los barrios árabes de Jerusalén Oriental y del 95 por ciento de los territorios ocupados en Cisjordania desde 1967, la renuncia de Israel a la soberanía de la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén Este, exceptuando el Muro de los Lamentos, y aceptación de Israel de un Estado palestino y de un derecho limitado al retorno de los refugiados palestinos. Por su parte, Israel se anexaría algunos asentamientos judíos en Cisjordania a cambio de entregar otros territorios al futuro Estado palestino.
  Este paquete no es bien visto entre los dirigentes palestinos. Arafat explicó que hay que "examinar" muy bien las propuestas porque muchas "son similares a las ya avanzadas en la cumbre de Camp David", y que los palestinos habían rechazado. Ahmed Qrei, presidente del Consejo Legislativo palestino, declaró que "las ideas que presenta el presidente estadounidense no responden en lo más mínimo a las expectativas palestinas. En consecuencia, no sé si será posible llegar a un acuerdo de paz a corto plazo". "Existen aún divergencias sobre Jerusalén, Haram Al Sharif (mezquita Al Aqsa, tercer lugar santo del Islam), las fronteras, las colonias, el destino de los refugiados palestinos e incluso sobre asuntos de seguridad". Nabil Abú Rudeina, uno de los principales consejeros de Arafat, estimó que "vamos a responder lo más rápido posible,  pero los puntos no son suficientes para lograr un acuerdo".
  Desde el lado israelí, el sí de los colaboradores de Barak aparece más fácil. "Todo es posible para nosotros, salvo el derecho al regreso de los refugiados (3,7 millones de personas), pues no podemos suicidarnos", resumió ayer el jefe del partido de izquierda Meretz, Yossi Sarid. En cuanto al gobierno de un Barak que ya renunció a su cargo pero que sigue ocupando, hasta las elecciones para premier de febrero, el ministro de Justicia, Yossi Beilin, dijo que "cabe esperar que se llegará a un acuerdo antes de la partida del presidente Clinton (el 20 de enero asume en la Casa Blanca George W. Bush), pero habrá que rectificar algunos puntos de sus propuestas". El canciller interino israelí, Shlomo Ben Ami, calificó a las propuestas de "avance", aunque a algunos ministros del gabinete saliente se les despierten dudas. Tanto Beilin como Ben Ami estuvieron negociando en Washington la semana pasada.
  En todo caso, el entusiasmo de Barak y sus colaboradores por el plan de paz responde a que éste es su tabla de salvación para unos comicios en los que tiene las de perder. Según una encuesta publicada por la segunda cadena de televisión israelí, Ehud Barak tendría sólo un cuatro por ciento menos de las intenciones de voto que Ariel Sharon, candidato del derechista Likud, si el premier renunciante logra un acuerdo con los palestinos. Si no lo logra, Sharon tendría el 38 por ciento de los votos, frente a un 24 por ciento de Barak, un 17 por ciento de indecisos y un 21 por ciento de personas que no irían a votar.
Sharon, responsable de detonar la actual Intifada palestina con su provocativa visita a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, reiteró ayer que Barak no tiene potestad de negociar ningún acuerdo, porque el Knesset (Parlamento israelí) aprobó hace unas semanas una ley por la cual cualquier premier debe someter ese acuerdo a la aprobación de la mitad más uno del recinto. Las opciones de Barak, en caso de un acuerdo con los palestinos, son dos: intentar negociar el apoyo de más fuerzas políticas dentro del Knesset, cuando actualmente sólo lo apoya un tercio de las bancas, o no firmar el plan de paz pero ofrecerlo en la campaña electoral. Es sabido que la intención de Barak, al renunciar, ha sido la de organizar un virtual referéndum sobre la paz como salida para el actual conflicto palestino israelí, cuyo saldo ya se acerca a las 250 víctimas fatales, en su gran mayoría palestinas.

 

LA LUCHA POR LA VIDA BAJO LA INTIFADA PALESTINA
Correr la coneja en árabe

Por F. S. *
Desde Belén

  "Esta es la peor crisis de nuestras vidas", asegura Elías, cristiano, palestino, joyero de profesión mientras entreabre la puerta de su comercio a la entrada de Belén, después de observar con atención las dos líneas de tiro; la de la barricada y la de la posición del ejército israelí y comprobar que no hay ningún peligro. Elías pertenece a esta franja del 80 por ciento de los industriales palestinos que se han visto obligados a cerrar sus empresas, o que las abren muy ocasionalmente, desde hace cerca de tres meses como consecuencia de la Intifada.
 
El paro industrial palestino, ocasionado por el cierre de los territorios y las restricciones impuestas por los israelíes a las entradas de materias primas, se ha desplomado como una piedra encima de la población, condenando al 50 por ciento de los palestinos al desempleo, según los últimos datos difundidos por el Centro Palestino para los Derechos Humanos, una de las organizaciones no gubernamentales más activas y prestigiosas de los territorios autónomos.
 
El índice de desempleo, el más elevado en la historia de la moderna Palestina, ha disparado al mismo tiempo otro índice, el de la pobreza de la población, en el que ya militan el 31,8% de los ciudadanos, superando en 10,7 puntos la situación en que se encontraba tres meses atrás antes de la Intifada. A este desempleo local se le suma la pérdida de trabajo de los cerca de 120.000 obreros que a diario iban a trabajar a Israel, a pesar de que sólo 40.000 tenían los papeles en regla y el 80 por ciento restante eran "empleados clandestinos" con "salarios en negro", es decir mano de obra barata. 
 
"La crisis se nota en las tiendas, sobre todo en este Ramadán, cuando los comercios suelen estar más abastecidos y las familias acostumbran a gastar su dinero en pequeños lujos. Este año, los que pueden, prefieren ahorrar", aseguran los portavoces de las organizaciones de comerciantes de Ramala, mientras aconsejan dar un vistazo a las tiendas y comprobar que empieza a faltar de todo; productos alimenticios, medicamentos e incluso material de construcción con el que reparar las casas destruidas o deterioradas por los bombardeos israelíes.
 
El cemento se ha convertido en un material de lujo. Sobre todo en Gaza, donde las restricciones fronterizas son más firmes y los controles más severos. Durante los dos primeros meses de la Intifada el sector de la construcción ha estado desabastecido de cemento, lo que ha provocado un paro generalizado en el sector, incluido el bloqueo de las grandes obras públicas que, como el puerto y las centrales eléctricas, están siendo financiadas por la comunidad internacional. Las recientes medidas pacificadoras decretadas por el gobierno israelí han aliviado la situación, pero en cualquier caso las entradas actuales de cemento son un tercio de las que se efectuaban en el período habitual, 20.000 toneladas mensuales de ahora por las 75.000 de antes. 
 
Todas las fuentes económicas coinciden en apuntar que el sector más afectado por la crisis es la agricultura. Aquí no se admiten matices: se está perdiendo todo. La cosecha de la aceituna en los territorios de Cisjordania resultó un drama. Sobre todo, en las zonas cercanas a los asentamientos, donde los colonos impusieron un cerco y prohibieron a los agricultores acercarse a los árboles. De esta manera, de un solo gesto se ha impedido a millares de familias palestinas acceder al único ingreso seguro del año, después de haberles impedido  alcanzar el mercado de trabajo israelí. La aceitunas se han quedado por recoger.
  La situación de la agricultura en Gaza es también dramática. Los intentos de las organizaciones de campesinos por exportar como cada año sus productos al mercado internacional, se han estrellado ante la burocracia israelí, que ha bloqueado sus camiones. El mercado local interior ha quedado inundado de fruta fresca a precios bajos: es la única salida posible para un país que carece de instalaciones frigoríficas.
  La conclusión es clara: "Las fuerzas de ocupación israelí han continuado imponiendo un cerco total en los territorios palestinos. Bajo este cerco el sufrimiento del pueblo palestino continúa. Las condiciones de vida en los territorios se ha deteriorado en todos los aspectos, económicos, culturales y sociales", aseguran las organizaciones de defensa de los derechos humanos, mientras recalcan y constatan un peligro angustiante: "el crecimiento del sentimiento de frustración como consecuencia del silencio de la comunidad internacional".

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 

 

PRINCIPAL