Presionado por el Fondo Monetario y las condiciones para aprobar el blindaje,
por la sensación de inmovilismo de la que padece frente a la opinión
pública y los permanentes condicionamientos de propios y ajenos
en el Congreso, el gobierno nacional quiere terminar el año dando
alguna muestra de fortaleza. Después de pelear una semana con los
senadores justicialistas, el Ejecutivo decidió cortar el diálogo
y ayer el presidente Fernando de la Rúa anticipó que hoy
aprobará, por decreto de necesidad y urgencia, el postergado Plan
de Infraestructura, que abriría paso a proyectos de obra pública
por casi 20 mil millones de pesos en todo el país. También,
por decreto, vetará los artículos de la Ley de Presupuesto
2001 agregados por el Senado que más molestaron a Economía.
Finalmente, le puso plazo fijo a la búsqueda de un consenso sobre
la reforma previsional: si antes del 10 de enero no hay dictamen favorable
en Diputados, el camino para su habilitación también sería
el decretazo.
No es casual que se haya elegido el plan de Infraestructura para lanzar
la primera estocada en el contraataque que prepara el Gobierno. Su aprobación
divide al frente opositor, ya que mientras el bloque de senadores justicialistas
reaccionó airadamente ante la decisión del oficialismo,
los gobernadores del mismo partido apoyan la puesta en marcha del plan
silenciosamente. Precisamente, será frente a los gobernadores de
todo el país que hoy De la Rúa hará el anuncio oficial
de su aprobación.
Tampoco es caprichosa la fecha del 10 de enero como límite para
una resolución favorable a la reforma previsional. Es el día
en que se reúne el directorio del FMI para dar su aprobación
al blindaje financiero, y uno de los condicionamientos no escritos
pero que habría sido señalado en las reuniones con
los representantes del Palacio de Hacienda es que el gobierno exhiba
para entonces algún avance en la materia.
Por otra parte, desoyendo el pedido de los propios senadores radicales,
el Ejecutivo procederá a vetar las modificaciones al Presupuesto
introducidas por la Cámara alta. Entre ellas, el controvertido
artículo 18, que habilitaba un mecanismo para devolverles a los
empleados públicos la quita salarial dispuesta a mediados del 2000
y una cláusula que eliminaba el tope a los recursos a ser repartidos
por el Fondo Especial del Tabaco en las provincias productoras.
De la Rúa lanzó el primer anuncio de la aprobación
por decreto del plan de Infraestructura ayer por la mañana, en
una entrevista radial. Chrystian Colombo, jefe de Gabinete, oficializó
la decisión mediante sendas comunicaciones telefónicas con
los jefes de bloques del Senado, José Luis Gioja (PJ) y Jorge Agúndez
(UCR). El primero tradujo la actitud del Gobierno como una señal
de romper lanzas con la oposición, prometiendo pasar a una confrontación
dura a partir de ahora por la incomprensión oficial
ante los gestos de acercamiento del justicialismo. Pero esta postura no
tiene consenso entre los principales referentes de su partido. Los gobernadores
Carlos Ruckauf, Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota están
inscriptos entre quienes intercedieron, estos últimos días,
en favor de la aprobación en el Congreso del plan de Infraestructura
y buscaron bajar la presión del Senado sobre el presupuesto.
No podíamos seguir soportando el chantaje de los senadores
justicialistas, comentó una alta fuente de la Casa Rosada
al justificar el cambio de actitud. A un año en el gobierno, la
Alianza aún no encuentra la fórmula para cerrar acuerdos
con la oposición: cuando se acerca a los gobernadores, se le traban
las iniciativas en el Congreso, y viceversa. Pero también tiene
insalvables problemas para alinear a su propia tropa. De hecho, la decisión
de sacar por decreto el plan de Infraestructura descolocó a los
propios senadores radicales, que venían bregando por una solución
negociada en la Cámara Alta.
Es muy importante que se comprenda que vivimos momentos difíciles
que precisan decisiones rápidas, sostuvo De la Rúa,
una frase que no define precisamente su estilo de gobierno. Para el Ejecutivo,
el plan de Infraestructura se traducirá en fuentes de trabajo
y movilización de laeconomía en todo el país,
concepto que fue subrayado por José Luis Machinea ayer desde Bahía
Blanca, que lo consideró una de las piezas clave para las proyecciones
de crecimiento en el año 2001.
La decisión de emitir hoy el decreto de necesidad y urgencia es
una instancia importante pero no decisiva. Al inicio de las sesiones del
año próximo, el Congreso podría reabrir el debate
y hasta rechazar el decreto, con lo cual todo volvería a fojas
cero, o reanudaría las negociaciones. Pero hacia el cierre del
año, al menos, el Gobierno quiere mostrar paso firme.
Cómo es el
nuevo plan
El Plan de Infraestructura crea un nuevo mecanismo para la realización
de obras públicas. Se conformará un fondo fiduciario
para financiar los proyectos, a través de aportes (préstamos)
del sector privado y bienes del Estado que serán puestos
en garantía. Los constructores privados comenzarán
a cobrar un canon recién a partir de la finalización
de las obras. Los proyectos incluidos fueron consensuados con todos
los gobernadores. El Gobierno ya tendría listos para lanzar
a licitación 35 proyectos. Durante el primer año,
representaría inversiones por 2000 millones de dólares.
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SIGUE
LA CAIDA EN EL SECTOR DE LA CONSTRUCCION
No fue el año del ladrillo
La actividad de
la construcción volvió a evidenciar una pobre performance
durante noviembre. Según datos oficiales del INdEC, el índice
del sector cayó 13,2 por ciento el mes pasado en comparación
con similar período de 1999. En lo que va del año, la actividad
acumula una baja del 12,6 por ciento, y se encuentra en un nivel similar
al que tenía en el tercer trimestre del 96. Con excepción
de la producción de pinturas, hubo mermas en la elaboración
de los demás insumos del sector.
La construcción es uno de los sectores más castigados por
la recesión. De hecho, para el sector, cada mes de este año
fue peor a su similar del 99. Ante esta realidad, el Gobierno pretende
mejorar las perspectivas del próximo año con el Plan de
Infraestructura, cuyo tratamiento se encuentra trabado en el Congreso.
Y, por tal motivo, Fernando de la Rúa analiza sacarlo mediante
un decreto de necesidad y urgencia (ver nota aparte).
La caída de la actividad del mes pasado hubiese sido más
profunda si no fuese por las construcciones petroleras, impulsadas por
el precio elevado en el barril de crudo, y que hacen atractivo a ese rubro
para las inversiones empresarias, particularmente en materia de perforaciones
petroleras. Por el contrario, el informe oficial menciona que se notaron
fuertes caídas en la fabricación de viviendas, obras de
infraestructura y obras viales.
Respecto de los insumos, hubo descensos notorios. Con la única
excepción de la fabricación de pinturas (que subió
1 por ciento en relación a noviembre del 99), se verificaron
mermas en las producciones de asfalto (-25,8 por ciento); ladrillos huecos
(-23,3); hierro redondo para hormigón (-20,7); cemento Portland
(-16,4) y pisos y revestimientos cerámicos (13,4).
Por el momento, las expectativas de los empresarios son oscuras. Siete
de cada diez no creían que este mes representara una mejora para
el sector, según la compulsa realizada por el organismo oficial.
Incluso, el 24 por ciento de los empresarios dedicados a la obra pública
sospechaba que el último mes del año sería todavía
peor que el anterior. Pero ese porcentaje se extiende al 29,2 por ciento
para el caso de los ejecutivos dedicados a obras en el sector privado.
Estas pobres perspectivas golpean directamente sobre los trabajadores.
El 36 por ciento de los empresarios consultados estima que deberá
desprenderse de personal en el corto plazo, y tan sólo el 5,6 por
ciento cree que necesitará de mayor cantidad de mano de obra. El
resto, seis de cada diez ejecutivos, señala que se las arreglará
con la misma dotación que hasta ahora. Incluso, la totalidad de
los empresarios dedicados a las obras privadas contestó que no
incorporarían bienes de capital durante el último mes de
2000. Sin dudas, éste no fue el año del ladrillo.
El
FMI pide la reforma previsional
en quince días o se cae el blindaje
La advertencia de De la Rúa a los legisladores de la Alianza
comenzó el encuentro. Después, hubo una tregua para intentar
un acuerdo antes del decretazo.
Jubilados
en espera, con un régimen de futuro incierto.
El proyecto de reforma amenaza partir a la Alianza.
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Por David Cufré
El Fondo Monetario nos
dice que la reforma previsional tiene que estar aprobada antes del 10
de enero o se puede caer el blindaje, les dijo ayer Fernando de
la Rúa, en tono apocalíptico, a los diputados Eduardo Santín
y María América González, referentes del radicalismo
y el Frepaso en materia previsional. Vamos a sacar el decreto de
necesidad y urgencia, añadió el Presidente. En su
despacho de la Casa Rosada estaban también el jefe de Gabinete,
Chrystian Colombo; la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, y el senador
Leopoldo Moreau. De esa primera afirmación tajante sobre que ya
era decisión tomada la firma del decreto se pasó a una negociación
con los legisladores que dejó el tema en stand by. Los diputados
manifestaron un enérgico rechazo al decreto y Santín ofreció
consensuar un proyecto con el Ejecutivo que pueda ser aprobado por los
legisladores oficialistas, quienes se resisten a votar la propuesta oficial.
El Gobierno accedió a explorar esa alternativa y hoy se pondrán
a trabajar en un proyecto en común. Pero si la discusión
se traba, De la Rúa apelará al decreto.
Las idas y vueltas del Presidente en relación con la reforma previsional
parecieron concluir ayer a la mañana, cuando anticipó por
Radio Mitre que seguramente la iniciativa sería convalidada
por decreto de necesidad y urgencia. En la reunión de la tarde
que siguió hasta las 21, De la Rúa argumentó
que recibió un ultimátum de las autoridades del Fondo. Según
comentó, la advertencia fue que el Gobierno debe tener aprobada
la reforma antes del 10 de enero, día en que se reunirá
el directorio del organismo, o no se concederá el crédito
extraordinario. Los diputados retrucaron que la Carta de Intención
del nuevo acuerdo con el FMI extiende el plazo hasta mayo próximo.
La reforma tiene que estar en vigencia en mayo, pero quieren que
se sancione antes del 10 de enero, contestó De la Rúa.
Con ese escenario, Santín propuso la elaboración de un proyecto
consensuado entre el Congreso y el Gobierno. Y que la Comisión
de Previsión de la Cámara baja emita dictamen favorable
entre esta y la próxima semana. Ese sería un gesto suficiente
para demostrar al FMI la voluntad de los legisladores por sancionar la
reforma. María América González indicó que
no podía comprometer una respuesta en nombre del Frepaso, por más
que ella sea la presidenta de la Comisión de Previsión.
De la Rúa pidió entonces que lo comunicaran con Chacho Alvarez
y Darío Alessandro. Pero fueron infructuosos los intentos por comunicarse
con ambos, con quienes el Presidente intentaba dialogar anoche o lo hará
hoy.
De la Rúa buscará que Alvarez acepte los términos
del acuerdo alcanzado con los legisladores. Pero remarcó que firmará
el decreto sin más demoras en caso de que Chacho plantee alguna
objeción. La propuesta inicial del Gobierno introduce cambios al
proyecto original. El más importante es que se mantiene el régimen
jubilatorio estatal, que hasta ahora el Ejecutivo pretendía anular.
De ese modo, continuará vigente el sistema mixto creado en 1994,
compuesto por los regímenes de reparto y de capitalización.
El Gobierno también ofreció extender de 600 a 800 pesos
el alcance de la nueva Prestación Suplementaria, que cobrarán
los futuros jubilados en reemplazo de la PBU (Prestación Básica
Universal).
Pero la redacción del nuevo proyecto comenzará a definirse
hoy, en una reunión entre Bullrich, Santín, González
y el secretario de Seguridad Social, Jorge Sanmartino. No deja de llamar
la atención que no esté prevista la participación
de ningún funcionario del Ministerio de Economía, cartera
que tampoco estuvo representada en la reunión de ayer en Casa Rosada.
Página/12 informó que José Luis Machinea elevó
al máximo la presión para que De la Rúa firmara el
decreto, objetivo que creyó haber alcanzado. Pero ahora deberá
aceptar que el Gobierno rediscuta la reforma previsional con el Congreso.
En buena medida, la decisión de De la Rúa de buscar un acuerdo
con los legisladores obedece al temor de que la firma del decreto fracturara
definitivamente a la Alianza. En efecto, los diputados del Frepaso, con
elapoyo de Chacho, anticiparon que se plegarían al justicialismo
para anular el decreto en el Congreso y dejar sin efecto la reforma. De
llegarse a esa situación, sería la declaración formal
de defunción de la Alianza. En consecuencia, la intensidad del
conflicto político explica la indefinición de De la Rúa
en cuanto a firmar o no el decreto. Además, la mayor parte de los
diputados radicales se expresaron igualmente contrarios a una decisión
unilateral del Ejecutivo.
El Gobierno, Santín y González estos últimos
en representación de los diputados radicales y del Frepaso, respectivamente
propondrán diferentes ideas sobre cómo tiene que ser el
proyecto final de reforma previsional. El planteo central del Ejecutivo
es el siguiente:
Se dará marcha atrás
con la anulación del régimen de reparto, que seguirá
vigente.
La edad jubilatoria de la mujer
seguirá siendo optativa, pero sólo las que se retiren a
los 65 años tendrán derecho a la Prestación Suplementaria
y al haber mínimo garantizado por el Estado de 300 pesos.
La Prestación Suplementaria
se aplicará para las futuras jubilaciones de entre 300 y 800 pesos,
en lugar de limitar ese beneficio a los haberes de hasta 600 pesos.
La PBU será eliminada,
y las personas de más de 70 años que no hayan completado
sus aportes jubilatorios recibirán una asignación de 100
pesos.
La propuesta de Santín es diferente en los siguientes puntos:
Las mujeres que se jubilen
por el régimen de reparto antes de los 65 años sufrirán
una quita del 3 por ciento por año en su haber. Por caso, una mujer
que se retire a los 60 años cobrará un 15 por ciento menos
que otra que lo haga a los 65. Pero recuperará la diferencia al
llegar a esa última edad.
Las personas que hayan aportado
por menos de 10 años cobrarán una asignación de 100
pesos. Los que aportaron más de 10 y menos de 30 años, percibirán
una jubilación proporcional, con un piso de 150 pesos.
La Prestación Suplementaria
será para quienes completaron sus aportes y ganen entre 300 y 1000
pesos. La PBU se elimina para las jubilaciones superiores a este último
monto. Y el Estado garantiza un haber mínimo de 300 pesos.
González, por su parte, plantea que las mujeres deben mantener
el derecho a jubilarse a los 60 años, sin ningún tipo de
quita para quienes lo hagan antes de los 65. También propone que
la PBU se elimine a partir de haberes de 1200 pesos, en tanto que entre
1000 y 1200 los futuros jubilados cobrarán la Prestación
Suplementaria. Entre los tres proyectos deberá consensuarse el
definitivo. De lo contrario, el Gobierno recurrirá al decreto para
satisfacer al FMI.
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