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EL GOBIERNO ANALIZA COMO RESOLVER EL TEMA TABLADA
Más cerca de la reducción de penas

De la Rúa firmaría el decreto que les permitiría a los presos, que llevan 114 días de ayuno, recuperar su libertad.

El ministro de Justicia, Jorge de la Rúa, analizó con su hermano la forma legal del decreto.

Por Victoria Ginzberg

Esta semana el Gobierno podría resolver la situación de los presos por el copamiento del Regimiento de La Tablada, en huelga de hambre desde hace 114 días. El presidente Fernando de la Rúa está analizando seriamente otorgar la conmutación de penas a los detenidos del Movimiento Todos por la Patria (MTP). Aunque ésa es la medida que parece más fuerte, aún no se descarta la firma de un decreto que habilite la revisión de las condenas.
Las posibilidades se analizaron ayer en una reunión en la que estuvieron el Presidente, el secretario General de la Presidencia, Horacio Jaunarena; los ministros de Interior, Federico Storani; de Relaciones Exteriores, Rodríguez Giavarini y de Justicia, Jorge de la Rúa, y el representante especial de derechos humanos en el área Internacional, Leandro Despouy. El cónclave continuará hoy.
Durante el fin de semana representantes de la CIDH se comunicaron con funcionarios del Gobierno y les expresaron su gran preocupación por la situación de los presos. Los miembros de la Comisión recordaron que antes de que se expidiera la Corte Suprema, el Poder Ejecutivo escribió que “si a pesar de los esfuerzos realizados, las circunstancias tornaran inevitable la adopción de medidas de carácter excepcional por parte del Poder Ejecutivo, resulta evidente que ello sólo tendría justificación una vez comprobado que la acción o inacción de los otros dos poderes del Estado conducen a éste, a un irreversible incumplimiento de sus obligaciones internacionales”. Ahora que la Justicia y el Congreso cerraron las puertas, el Gobierno pondría en práctica la “adopción de medidas de carácter excepcional”. Es decir –lo que hasta ahora está más firme–, la reducción parcial de las condenas. El ex presidente Carlos Menem adoptó una medida similar en el caso de Guillermo Maqueda, también juzgado por el ataque al cuartel de La Tablada (ver aparte). La conmutación cumpliría con la “reparación” a los presos pedida por la CIDH, que consideró que todos los asaltantes a La Tablada fueron torturados.
Si bien algunos funcionarios no descartaron la firma de un decreto que habilite la revisión de las condenas, éste ya fue rechazado por varios miembros del Gobierno, que lo consideran inconstitucional. Además, el fallo de la Corte Suprema anticipó su veto. El mismo Presidente afirmó que “puede haber alguna reducción” de las condenas y que “no me gusta el decreto de necesidad y urgencia en temas penales”, aunque sostuvo que este caso está en “el límite entre lo procesal y lo penal”.
Ayer por la tarde se especulaba que las prisiones perpetuas de los presos podrían disminuirse a veinte años. De esta forma los detenidos saldrían en libertad en el 2002, al cumplir dos tercios de la pena (trece años y cuatro meses). Rodolfo Yanzón, abogado de los miembros del MTP, aseguró que la huelga de hambre se levantará sólo con la libertad de los presos y estimó que la pena debería reducirse a 17 años. De cualquier manera, la libertad sería otorgada por el juez federal de San Martín Daniel Cisneros, que es el magistrado de ejecución en este caso.
La decisión de adoptar una posición activa para resolver el tema de los presos de La Tablada implica un cambio de actitud en el Gobierno, que después de que se conociera el fallo de la Corte Suprema había resuelto no tomar ninguna medida. El giro se habría producido gracias a varios funcionarios que insistieron con el tema –como Storani y la subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti–. También habrían influido las conversaciones mantenidas con la CIDH y el pedido humanitario de la Iglesia. El titular de la Conferencia Episcopal Argentina, Estanislao Karlic, se comunicó con el Presidente para expresar su preocupación por la vida de los huelguistas, que están internados en los hospitales Fernández y Santojanni.
Ayer se presentaron dos nuevos recursos judiciales. El abogado Carlos Díaz interpuso un hábeas corpus “en resguardo del derecho a la vida” de los huelguistas y el abogado Roberto Boico dirigió ante la oficina de la OEA un pedido para que la CIDH venga al país para exigir el cumplimiento del Pacto de San José de Costa Rica.

 

Antecedente

Existe un antecedente de conmutación de penas por el copamiento al cuartel de La Tablada: en 1994, el Poder Ejecutivo dispuso darle por cumplida la pena a Guillermo Maqueda, quien había sido condenado en 1991 por los mismos cargos que el resto de los militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP). Luego de la sentencia en su contra, Maqueda elevó en forma individual una queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por considerar que la Cámara Federal de San Martín lo había juzgado con una “presunción irrefutable de culpabilidad”. La CIDH elevó entonces un crítico informe al gobierno argentino por ese proceso, lo que impulsó al Ejecutivo a conmutarle la pena.

 

OPINION
Por Rubén Dri

El pesebre de la hipocresía

Nuestro Presidente es muy católico como lo fueron todos los presidentes argentinos y Navidad es la ocasión propicia para manifestar toda su fe. Nada más adecuado que armar un pesebre en la casa de gobierno, todos pueden comprobar que nuestro gobierno es cristiano, cristianísimo.
La experiencia religiosa, sin duda la más profunda de las experiencias humanas, se expresa en símbolos. Estos son polivalentes, es decir, expresan una multiplicidad de significados, por lo cual pueden ser continuamente resignificados. Alrededor de ellos se produce continuamente una lucha hermenéutica, que acompaña a los diversos proyectos humanos, religiosos, sociales y políticos.
El pesebre es uno de los símbolos fundantes de la experiencia religiosa cristiana en la medida en que ésta corresponde al mensaje de Jesús de Nazaret. Es la comunidad de Lucas la creadora de este símbolo, que el evangelista expresa de la siguiente manera: “Cuando estaban María y José allí, se le cumplieron –a María– los días de dar a luz y dio a luz a su primogénito. Lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había para ellos lugar en la posada”. (Lc 2,7). Pero, además, inmediatamente se preocupa la narración evangélica de dar la interpretación del símbolo. Efectivamente, los ángeles se aparecen a los pastores, pobres entre los pobres, marginados entre los marginados, anunciándoles: Hoy nació para ustedes, un salvador, que es el Cristo Señor”. (Lc 2, 11).
El nacimiento de Jesús en la máxima pobreza, marginado de la sociedad, es el símbolo del mensaje de liberación y de vida que surge desde abajo, desde los pobres y marginados. Jesús nace pobre y marginado, no para legitimar la pobreza y marginación, o sea, la muerte, sino la vida, expresada en el símbolo del salvador. Este término tiene el sentido fuerte de la salvación de la pobreza, de la marginalidad, de la desnutrición, de la opresión.
Cuando se reinstala el símbolo del pesebre, en consecuencia, para legitimar una práctica de muerte, se está actuando con una insoportable hipocresía. La acción del Gobierno, fiel continuación de la realizada por el gobierno anterior, obediente a los dictados de la denominada globalización neoliberal, constituye la implementación del plan genocida urdido por las grandes corporaciones transnacionales. Su consecuencia es el desempleo, la marginación, el deterioro de la educación, en una palabra, la muerte.
Como expresión macabra de esta práctica de muerte, hoy se deja deliberadamente morir a los presos de La Tablada. Voces nacionales e internacionales se han elevado, y lo han hecho en todos los tonos, reclamando una justicia que el Gobierno se obstina en negar. Colocar un pesebre, el máximo símbolo de vida, de protesta contra todo proyecto de muerte, y al mismo tiempo dejar morir a quienes reclaman justicia, es una hipocresía imperdonable.
Como cristianos, como creyentes y como simples ciudadanos protestamos por el escándalo que nos produce contemplar el símbolo de la lucha por la vida que es el pesebre, expuesto para legitimar una práctica de muerte.

 

 

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