Por Emanuel Respighi
Una parte de la competencia
grande en los sistemas de televisión paga ha empezado a pasar por
el fútbol, como quedó suficientemente comprobado con el
anuncio de DirecTV, que este mes se proclamó como dueña
de los derechos exclusivos para América latina de las transmisiones
de los dos próximos Mundiales. Tanto para los consumidores de canales
de cable como para los abonados a sistemas satelitales, el tema de la
oferta futbolística es central. En ese marco, y ante la aparición
de nuevos competidores (Fox Sports y TyC, principalmente), la cadena deportiva
ESPN decidió este año renovar su programación. Con
la intención de enfocar sus contenidos al ámbito local,
los responsables convocaron al ex jugador y ya experimentado comentarista
Quique Wolff, que desempolvó su Simplemente fútbol
(lunes a las 21), que empezó hace una década en el aire.
Wolff satisfizo las expectativas iniciales, y agregó a eso la conducción
del noticiero Sportcenter (todos los días a las 24)
y un programa sobre figuras históricas, Perfiles. Además
conduce diariamente en Radio Del Plata ESPN Radio (lunes a
viernes de 20 a 21), en una apuesta bastante original para un canal extranjero
de cable.
¿Por qué aceptó la propuesta de ESPN?
Acepté porque me interesó trabajar en un canal de
cable de prestigio, que además estaba volcándose a sumar
a su propuesta internacional una cobertura nacional importante. El hecho
de que apostaran a Simplemente fútbol me entusiasmó,
porque es un programa al que quiero, que me dio la alegría de ganar
tres premios Martín Fierro. Y después se nos ocurrió
hacer Sportcenter y Perfiles, ampliando el campo
de trabajo.
¿No es un retroceso en su carrera trabajar en el cable?
A esta altura de mi carrera no me cambia la historia trabajar en
televisión abierta o en cable. Para mí es igual. Pero además
no me interesa lograr la clase de trascendencia que da hoy la televisión
abierta, que cada vez está peor. Lo que me interesa es hacer las
cosas bien, un producto interesante. Por otra parte, la gente ve hoy cable
o aire casi indistintamente, y cuando se trata de deportes, el público
es muy grande. Así me toque trabajar en el exterior o en algún
canal del interior, yo voy a ser el mismo: ése es el capital.
¿Cómo toma la responsabilidad de ser referente del
cambio en la programación del canal?
No siento que soy la imagen de ESPN. Creo que soy uno de los cuatro
conductores del noticiero (los otros son Miguel Simón, María
Martínez Gálvez y Alejandro Coccia) y conduzco dos programas
más. Siempre lo que uno hace constituye un desafío, desde
lo más chico hasta lo más grande. Como el proyecto se presentó
interesante y serio, y el canal me parece que tiene muchísimas
posibilidades, me metí de lleno a hacer todo lo que pueda. El trabajo
nunca está de más.
¿Por qué Simplemente fútbol es
una marca?
Simplemente fútbol buscó siempre destacar
lo bueno del fútbol. Siempre digo lo mismo: yo no escapo a los
hechos de violencia, pero nunca le voy a dar lugar a los violentos en
el programa, porque los tipos que van a hacer problemas en las canchas
quieren verse en la televisión. Yo no los voy a mostrar. El programa
no busca la polémica ni la pajita en el ojo ajeno,
que estoy seguro de que hoy vende más. Mi programa tiene tres protagonistas:
la pelota, los jugadores de fútbol y los hinchas. Es un programa
hecho por ellos y para ellos. Y además tengo la ventaja de que
fui jugador de fútbol. Hago un programa desde adentro, no desde
afuera como lo hacen los periodistas. Sólo me coloco en el rol
de periodista para tratar de sacar las cosas más bellas del fútbol,
pero en el fondo soy un jugador de fútbol. Siempre lo sentí
así.
Sin embargo, ha cambiado la estructura del programa en relación
con aquel que había aparecido en el viejo Canal 2.
Lo que pasa es que después se hicieron un montón de
programas iguales. De algo original en televisión luego se hacen
dos o tres copias. A mí me pone bien que haya programas parecidos.
Significa que lo que hice, gustó. Antes no se le ponía música
al fútbol. Ahora todo el mundo le pone música al fútbol,
o hacen entrevistas a la gente de la música para conocer lo que
piensan del fútbol. En este momento hago un programa para América
latina y trato de cubrir algunos espectros de otros países de América
porque sé que también les interesa aparecer. De todos modos
no he dejado de pasar cosas de la Argentina, de equipos de la C
o la D. Siempre tienen un lugar, a pesar de que no lo hacemos
con la asiduidad con que lo hacíamos cuando empezó el programa
en Canal 2. Pero también las condiciones cambiaron: en aquel momento
no nos dejaban entrar las cámaras a las canchas de Primera y entonces
tuvimos que filmar e inventar otro tipo de cosas, transmitiendo el sano
color del fútbol.
¿Cómo surgió extender a la radio el proyecto
televisivo en ESPN?
Es la primera vez que ESPN hace radio. Habíamos hablado que
era una buena chance de tener un espacio radial en el que podríamos
hablar de todos los deportes y hacer lo mismo que se hace en el canal,
pero un tanto más local. Con todos los especialistas que tiene
el canal, era un desperdicio no tener un programa de radio. Así
desembarcamos en Del Plata, una radio ideal para el target de ESPN. Muy
coloquial. Hacer radio es algo que me gusta mucho y tenemos un buen equipo.
Hacemos un programa realmente interesante, tanto es así que en
enero comenzamos a tener dos horas diarias.
¿Prefiere la radio a la televisión?
Aunque en la televisión me siento más cómodo,
creo que son dos cosas diferentes. La radio es mágica, permite
hacerle creer a la gente que el estudio es más grande de lo que
es, que la gente es más linda de lo que realmente es. Podés
fantasear, es divertida. A mí me da la impresión de que,
en cambio, en la televisión vos te ponés frente a una cámara
y sos como sos. La gente enseguida descubre cómo es uno, es muy
difícil que se equivoque. Sobre todo para los que no somos actores,
que no podemos estar engañando a la gente todo el día.
¿Maradona o
Pelé?
Lo que hizo la
FIFA fue un mamarracho. Lo único que consiguió fue
que se cruzaran mal dos tipos demasiado importantes en el fútbol
como para meterlos en una pelea. Directamente hubiesen dado un premio
en conjunto a Maradona y Pelé, y listo. Se evitaba la polémica.
Pero bueno, en la FIFA esto es normal. Algo quedó claro:
cuando haya que organizar algo, no le pidan a la FIFA que lo organice.
Yo tuve la suerte
de enfrentar a Pelé y de jugar con Diego en el final de mi
carrera y en el comienzo de la de él en Argentinos Juniors,
y ambos fueron inmensos jugadores. Cuando se discute de jugadores
de fútbol es imprescindible separar a Maradona y a Pelé.
Yo elijo a Maradona porque me gusta más, es argentino y me
dio más satisfacciones que Pelé. A Diego lo quiero
mucho y considero que en algunas cosas fue superior a Pelé.
Pero, en definitiva, hacer comparaciones es absurdo.
He oído
en esta historia a algunos periodistas que para graficar lo que
era Maradona destruían a Pelé. Pero... ¡es imposible
destruir a Pelé! Achicar lo que hizo Pelé es lamentable.
Al contrario, si como yo pensás que Maradona fue mejor que
Pelé, tenés que aceptar lo que hizo el Negro. Es la
única forma de darte cuenta de que la campaña de Maradona
fue impresionante.
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Un
estreno angelical
La película
Los ángeles de Charlie, basada en la serie televisiva que salió
al aire en Estados Unidos entre 1976 y 1981, y que fue aquí un
suceso durante la dictadura militar, será el único estreno
mañana, en la tradicional renovación de la cartelera de
cine en Buenos Aires. Los personajes que hace dos décadas hicieron
famosas a Farrah Fawcett (¡qué peinado!), Jaclyn Smith y
Kate Jackson tienen ahora los rostros de Cameron Diaz, Drew Barrymore
coproductora del film y Lucy Liu. En esta mudanza de la idea
de la serie al cine, las chicas, a las órdenes de Charlie (Bill
Murray), deben luchar contra Roger Corwin (Tim Curry), quien ha raptado
al multimillonario inventor Eric Knox (Sam Rockwell), propietario de un
material informático que, en malas manos, puede traer peligrosas
consecuencias para el mundo. Hasta no hace tanto, los estrenos de Navidad
eran de los más fuertes del año, costumbre que continúa
en Estados Unidos, pero en la Argentina parece del siglo pasado.
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