Por Pedro Lipcovich
Una bomba neutrónica
chiquita y al revés servirá para destruir tumores. Chiquita,
porque detona en el interior de cada célula maligna,
y la mata. Al revés, claro, porque, si la selectividad de la bomba
neutrónica mortal servía para eliminar a la gente dejando
en pie las construcciones, la selectividad de ésta permite destruir
el cáncer dejando intacto el organismo sano. La Argentina gracias
a su capacidad nuclear es uno de los países que encabezan
el Proyecto Internacional de Captura Neutrónica en Boro y, para
el año que está por comenzar, se prevén los primeros
ensayos clínicos con seres humanos, en el Centro Atómico
de Bariloche, por acuerdo entre la Comisión Nacional de Energía
Atómica (CNEA) y el Hospital Roffo. Estos ensayos se aplicarán
a melanomas, que afectan la piel, y se prevé extenderlos a tumores
de cerebro. Además, en la Argentina se llevan a cabo experiencias
únicas en el mundo todavía en fase de laboratorio
sobre tumores en la boca y en la glándula tiroides.
Desde que existen los usos terapéuticos de la energía atómica,
destruir tumores es muy fácil: el problema es cómo hacerlo
sin atacar también los tejidos sanos. Los métodos ya tradicionales
como la radiación gamma de la bomba de cobalto usan
el recurso de atacar desde varios puntos, con centro en el tumor, de modo
que las demás células reciban el menor daño posible.
Claro que esto limita la cantidad de radiación que se puede aplicar
y los riesgos se tornan críticos cuando el tumor se localiza en
órganos tan nobles como el cerebro. La solución ideal sería
contar con sustancias que pudieran marcar a las células
enfermas y sólo a ellas, para que la radiación las destruyera
preservando a las demás. Estas sustancias empiezan a existir.
Existen compuestos basados en el boro que se depositan con preferencia
en las células de tumores como el melanoma, de piel, o el gliobastoma,
de cerebro, dejando relativamente libres los tejidos sanos circundantes.
Esto es muy bueno, pero lo mejor es que el boro es un capturador
de neutrones, como explica Sara Liberman, jefa del Proyecto de Terapia
para el Cáncer por Captura Neutrónica, de la Cnea. Si se
irradia el compuesto de boro con un haz de neutrones procedente
de un reactor atómico, muy rápidamente los átomos
de boro se tornan radiactivos y la energía que emiten tiene la
doble particularidad de ser muy poderosa y a la vez de muy corto alcance:
el boro radiactivo destruye sólo la célula en la que está,
o a lo sumo la célula adyacente. Es decir, el tumor y sólo
él.
El año que viene se prevé el comienzo en la Argentina de
los ensayos de este método con seres humanos que padecen melanoma,
luego de haberse cumplido exitosamente las pruebas de laboratorio y en
animales. Los trabajos se vinculan con el Proyecto Internacional de Captura
Neutrónica en Boro, que comprende grupos de Estados Unidos, Holanda,
Finlandia y Japón. Aquí se utilizará un reactor del
Centro Atómico de Bariloche.
Se eligieron pacientes con melanoma porque, además de ser uno de
los tipos de cáncer en los que los compuestos de boro se depositan
selectivamente, resulta más seguro, ya que los tejidos adyacentes
a este cáncer de piel no son tan vitales como los adyacentes a
un gliobastoma de cerebro. Sin embargo, la perspectiva es aprovechar
esa experiencia para aplicar el método en tumores de cerebro, cuyas
ramificaciones son muy difíciles de extirpar quirúrgicamente;
suelen afectar a personas jóvenes y llevar a la muerte en menos
de dos años, destaca la doctora Liberman.
Todavía más fuerte es la experiencia que desarrolla, aún
en laboratorio y con hamsters, el equipo dirigido por Amanda Schwint,
jefa de la división Patología de la Radiación del
Departamento de Radiobiología de la CNEA: El compuesto de
boro que se usa habitualmente, llamado BPA, tiene la particularidad de
que, en los tumores, se deposita cuatro veces más que en los tejidos
sanos o en la sangre. Esto ya es suficiente para llegar a las pruebas
clínicas, pero estamos ensayando otro compuesto de boro que se
deposita cuarenta veces más en el tumor que en los tejidos normales,
yhasta 3000 veces más que en la sangre, explicó Schwint.
Es claro que esto permitiría aplicar dosis de radiación
superletales para las células cancerosas, con mínimo riesgo
para las sanas.
Hace dos semanas, en el Centro Atómico de Bariloche, se hizo el
primer experimento de irradiación con neutrones sobre hamsters
que padecían cáncer de boca: Los resultados terapéuticos
fueron sorprendentes, muy alentadores, anunció Schwint.
Otra aplicación, que se desarrolla sólo en la Argentina
(tampoco, todavía, sobre seres humanos), es la cura de ciertos
tumores de la glándula tiroides: Se trata del cáncer
indiferenciado de tiroides, que es el más agresivo y para el cual
no hay hasta ahora un buen tratamiento explica Mario Pisarev, jefe
del Departamento de Radiobiología de la CNEA; en cambio,
el cáncer diferenciado de tiroides se parece más al tejido
normal de esa glándula y se lo puede destruir con iodo radioactivo.
Los trabajos sobre tiroides y sobre cáncer de boca se presentaron
en el Congreso Internacional de Captura Neutrónica, en octubre
pasado en Japón.
Informe: Agencia Universitaria de Noticias y Opinión.
Cómo serán
los ensayos
Por P.L.
No sé si lo lograremos pero es el
ideal, lo que siempre hemos buscado: una sustancia que se incorpore
a las células cancerosas y permita destruirlas solamente
a ellas, se entusiasma Berta Roth, directora del Area de Terapia
Radiante y Diagnóstico por Imágenes del Instituto
de Oncología Angel H. Roffo, que estará a cargo de
los ensayos clínicos de tratamiento con haces de neutrones.
Esperamos empezarlos en setiembre del año que viene.
Tomaremos, por ejemplo, casos de melanoma en las piernas, que ya
no pueden ser extirpados quirúrgicamente, anuncia.
Los ensayos clínicos tienen ya la aprobación de la
ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología
Médica) y de comités éticos hospitalarios y
universitarios; seguirán protocolos aceptados internacionalmente.
En una segunda etapa tomaríamos pacientes con gliobastoma,
un tumor cerebral que lleva a la muerte en seis a nueve meses; aparece
preferentemente después de los 50 años y no se dispone
de buenos tratamientos. En fin, es común que, cuando se ensaya
una nueva terapia, se tomen los casos más desesperados.
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