Por Alejandra Dandan
Está parado en una esquina.
Arriba de una bici, frente al esqueleto de una casa. Se volaba todo
se atraganta: era el fin del mundo, ráfagas de humo
negro, viento y piedras. En ese momento dos chapas de la casa de
Andrés Ceballos se desengancharon. Empecé a ponerles
cualquier porquería para que no se volaran. Vive en Parque
Americano, el barrio del conurbano más golpeado por el temporal
que el martes convirtió quince minutos de lluvia en infierno. Sólo
allí 300 personas perdieron no sólo techos sino casas completas
como la que busca todavía Juan en medio de ese barrio convertido
en cementerio. Allí mismo los vecinos montaron carpas donde pasaron
esa primera noche que terminó extendiéndose: no tienen a
dónde volver, ahora conservan los inútiles cimientos de
su propiedad. Durante el día, la gente denunció la falta
de colchones y alimentos pero también de luz que los ha dejado
sin agua. Pero Parque Americano, en Guernica, fue sólo un parada
para los vientos de hasta 120 kilómetros que destruyeron buena
parte del centro y norte bonaerense, y el sur de Santa Fe. Hubo 292 evacuados
y acaso el resultado más ilógico fue la muerte de un hombre
de Lanús que se electrocutó destapando un caño.
Llegó un momento en que el cielo se abrió en dos y
enseguida se juntó. Después Luis Cabrera vio el viento,
porque dice que hasta se veía: era todo marrón y rojo, y
casi tan vivo que avanzaba en trompo, empujándolo. Cabrera trancó
ventanas y se encerró en su casa.
¿Se asustó?
Oiga aclara, viví tantos años en el campo
que no le vamos a tener miedo a una tormenta.
El hombre tiene dos bidones. Está frente al camión de Azurix
cargado con tres mil litros de agua para el barrio. Luis también
se quedó sin agua como la mayor parte de Guernica. Detrás
de los quince minutos de furia, el viento dejó tendales de postes
caídos y como no hay agua corriente sino bombeada, tampoco hubo
modo de conseguirla en todo el día.
La Paz es una de las calles del barrio desde donde la gente trató
ayer de arrancarle al único camión municipal algunos colchones.
Sobre La Paz, en esquina con Montevideo, hay cables aéreos hamacando
a un poste caído.
¿Ya pasó por la casilla de doña Clotilde? propone
una vecina.
¿Dónde está?
Ahí... Pero no está más, se le cayó,
y el palo ése se le fue encima.
La casa desaparecida es de Clotilde Reyna de Chávez. El viento
rompió una ventana y adentro se convirtió en furia: hizo
saltar el techo y dejó en astillas la machimbre que sostenía
la casa. La heladera primero se abrió y después se
volcó con todo adentro. Clotilde encontró el televisor
desarmado y horas después, a una cuadra, el marco de hierro de
una ventana.
Obvio que las tejas están viejas pero yo quise arrancarlas
con la mano y no pude. El viento pudo. Se llevó buena parte
de las tejas de Fabiana y Carlos Pacheco. El no estaba en casa. Fabiana
de pronto, no vio más nada. Sólo sentía el ruido
de chapas volando en la calle y golpes terribles de persianas.
Era una película de terror dice.
Se encerró con los nenes en el baño. Como es el lugar
de techo más bajo pensé que era seguro, pero en un momento
quise abrir la puerta y la presión del viento no me dejó.
Hubo pánico, fueron probablemente no más de unos minutos,
pero en su casa y entre la gente del barrio, el paso violento del viento
pareció no terminar. Fabiana está ahora detrás de
unas rejas. Al lado hay un ventilador tirado: Lo tengo acá
por si alguno lo reclama. El ventilador llegó hasta ahí
volando como han volado aquí cientos de chapas y hasta un guardabarrera.
Era amigo de Juan Carabajal, ahora desorientado en una esquina del barrio:
Fue para protegerse que se encerró en la casilla que era
de plástico y salió volando dando vueltas por el campo.
Elena, la mujer de Juan Herrera no está en su casa. Trata de alcanzar
en La Paz los colchones mal contados. Juan dice que Elena es la que puede
contar todo, porque ella estaba adentro cuando apretó a los nenes
porque la casa se desarmaba. Y los agarró más fuerte y se
los llevó afuera mientras la heladera empujada por el viento la
presionaba a ella contra el alambrado. Eso pasó en Brasilia 2975
donde vivía Elena y Juan pero en esa dirección ya no hay
una casa, sino un pedazo de cemento marcado sobre el terreno.
El camión dijo que volvía a las cinco y cinco, dice ahora
Marcela sobre el vehículo que repartía colchones: Pero
son las seis y nada: qué se piensan, que somos estúpidos.
Marcela Armeño pidió colchones y azúcar y chapa para
tener un techo porque la mitad de mi casa se vino abajo. A unos
metros, Andrés Ceballos sigue en su bici. Estuvo todo el día
corriendo de acá para allá porque nadie se acordó
de los pibes. Los más chicos usaron una Chevy vieja para
taparse, los grandes no durmieron, estuvieron parados ganándole
al agua.
¿A vos también se te voló la casa?
Dos chicas conversan.
La de Medina también.
Y Juan llegó y no encontró nada.
Explican: Juan estaba trabajando. Su casa desapareció, la tormenta
se llevó paredes, techo, heladera, televisión y las camas.
Hay mucha gente que perdió los techos dice Lorena Tejada,
la más alta. Hay muchos que cayeron cerca y otros ¿qué
sabés dónde están?
No le reclaman sólo a la lluvia. Ahora exigen chapa y techo también
al Gobierno.
Electrocutado con
su perro
En la noche del martes, cuando la tormenta castigaba duro en Villa
Barceló, Juan Ortuño Rojas salió a la puerta
de su casa con su perro para intentar remover la basura que obstruía
el desagüe. Con una varilla de acero probó destapar
la boca del sumidero, ubicado en el cordón de la vereda,
justo frente a su vivienda de Beguerestain 3460. Al tocar un cable
de luz que estaba sumergido, el hombre recibió una descarga
eléctrica que lo mató al instante. También
su mascota murió en el acto.
Más suerte tuvieron los ocho tripulantes de los veleros Derby
y Flamenco II, que en la misma noche quedaron a la deriva
en el Río de la Plata y fueron rescatados por miembros de
la Armada uruguaya. El Derby había zarpado con
sus tres ocupantes del puerto porteño, con la mirada puesta
en el balneario uruguayo de Punta del Este. El Flamenco II,
que había sido dado por desaparecido durante la tormenta,
después de que emitiera varios pedidos de auxilio, fue rescatado
a 25 millas del puerto de Montevideo. Sus tripulantes habían
salido de Rosario, hicieron una escala en Buenos Aires y se dirigían
hacia un puerto brasileño. Según informaron voceros
de la Armada de Uruguay, los navegantes se encuentran en buen estado
de salud, y las embarcaciones serán remolcadas. También
en el país vecino la tormenta se desató con furia:
cientos de empleados municipales trabajaron ayer en la remoción
de árboles caídos y en la reparación de los
cables tirados por el viento.
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EL
PAVIMENTO SE ROMPIO POR LA PRESION DEL AGUA
El día que se hundió Cabildo
Ayer por la tarde la esquina
de Cabildo y Mendoza parecía el escenario de una película
de guerra: el pavimento se abrió en esa esquina de Belgrano debido
al descabezamiento de la boca de un conducto cloacal que está sobre
la calle. El enorme volumen de agua, producto del temporal que se desató
el martes por la noche, se escurrió y un tramo de la avenida Cabildo
se hundió, causando los imaginables trastornos de tránsito.
La culpa, por supuesto, fue de la lluvia, que se obstina en caer sin previo
aviso. Por lo menos así lo entendieron en Aguas Argentinas, que
explicaron a Página/12 que la rotura se produjo por la presión
del agua pluvial que ingresó al conducto cloacal. El secretario
de Obras y Servicios Públicos del Gobierno porteño, Abel
Fatala, aseguró que exigirá a la empresa que trabaje
mañana, tarde y noche para reparar pronto la avería.
Adrián Falco, vocero de Aguas argentinas, detalló el accidente:
Se descabezó la boca de registro que está sobre la
calle, donde desemboca un conducto cloacal de un metro de diámetro.
Esto ocurrió continúa el vocero porque el temporal
de ayer fue crítico. El agua caída ingresó en la
cloaca y la gran presión ejercida provocó el accidente que
abrió el pavimento. El caño no dejó de
funcionar aclaró, y tampoco se suspendieron los servicios.
Con respecto al pedido del Gobierno porteño de acelerar las refacciones,
Falco se comprometió a que en dos o tres días el pavimento
va a estar arreglado.
Si bien desde la empresa destacaron que es la primera vez que sucede
algo así, los vecinos del barrio no ahorraron críticas.
Noelia, vendedora de celulares en la esquina de Cabildo y Mendoza, está
acostumbrada a las inundaciones: Llueve un poco y de la boca sale
agua. En referencia al ensordecedor ruido proveniente de los taladros
con los que trabajan en la reparación, la mujer se mostró
muy enojada: Laburar con este ruido es imposible y encima la gente
no quiere parar, te arruina el día de trabajo, rezongó.
Sandra vende flores en un puesto ubicado en la misma esquina hace doce
años, y la consuela que esta vez el olor no es nauseabundo como
tras veces. Cada mes y medio pasa algo. Por acá ya desfilaron
todos los intendentes, desde Domínguez hasta De la Rúa,
y siempre es la misma historia, apuntó. Para ella también
el día está perdido: ¿Quién va a comprar
jazmines en medio de este despelote?, se pregunta, y luego se responde:
Nadie.
Abel Fatala, en cambio, se mostró satisfecho porque salvo
el hundimiento en la avenida Cabildo y el anegamiento de una calle en
La Boca -Necochea y 20 de Septiembre, donde no hay conducto de desagüe
pluvial, el temporal no ocasionó inconvenientes. La dirección
de Hidráulica de la ciudad comprobó que el sistema
de desagües esta vez resistió y no se taponaron los sumideros,
completó el funcionario.
EN
CHASCOMUS SIGUEN SIN LUZ, AGUA Y TELEFONO
Hasta los autos se volaron
En las 24 horas siguientes al
temporal de lluvia y viento que azotó las provincias de Buenos
Aires y Santa Fe, los relatos sobre lo ocurrido se asemejan a una película
catástrofe sobre tornados, aunque nadie confirmó oficialmente
que se haya tratado de ese fenómeno. En Bigand, a 75 kilómetros
de Rosario, 27 personas quedaron atrapadas bajo la arrasada carpa de un
circo, mientras que un hombre que conducía un Renault 18 por la
localidad bonaerense de San Vicente virtualmente levantó vuelo
con su auto y cayó a 30 metros de la ruta, sufriendo lesiones.
En las zonas afectadas, más de un chacarero dijo haber visto personas
y hasta vacas que volaban. Defensa Civil de la provincia de Buenos Aires
hizo saber que hubo por lo menos 360 evacuados en los 15 de los partidos
afectados por el desastre. La cifra había bajado anoche a 292,
pero eran incontables los autoevacuados y las quejas por la falta de asistencia.
El último parte de Defensa Civil bonaerense precisó que
eran 100 los evacuados en Presidente Perón, 60 en José C.
Paz, 60 en Ezeiza, 36 en la ciudad de La Plata, 30 en Chascomús
y seis en Berisso. En Chascomús, el problema se vio agravado como
en otros distritos por un corte de luz que afectó al 95 por
ciento de la población. Para completar el cuadro, en la ciudad
de la mítica laguna tampoco tienen agua potable ni teléfonos.
Cien personas fueron asistidas por el municipio y la secretaria de Salud,
Ana de Otazúa, dijo que el panorama es desolador.
El director de Defensa Civil bonaerense, Jorge Svendsen, advirtió
que falta mucho para volver a la normalidad en las zonas afectadas.
En Presidente Perón son unas 80 las casas destrozadas por el temporal.
En José C. Paz volaron 233 techos, pero en 15 de esas casas, la
destrucción fue total. Otros partidos afectados fueron General
Las Heras, Navarro, Ensenada, Monte, Lomas de Zamora, Punta Indio, Brandsen
y Quilmes.
Oscar Dores, gerente de relaciones institucionales de la empresa transportadora
de energía Transener, informó que dos de las cuatro
líneas del corredor Comahue-Buenos Aires han quedado fuera de servicio.
El suministro ha sido reinstalado parcialmente, pero la reparación
total demandará un tiempo que todavía no podemos determinar.
El gerente de relaciones institucionales de Edesur, Fernando Laborde,
dijo que siguen fuera de servicio 600 clientes de la zona de General
Las Heras.
En la localidad santafesina de Bigand, el temporal interrumpió
la función del Circo Australiano, cuando la carpa fue arrasada
por el viento, en momentos en que 260 personas presenciaban el espectáculo.
El hecho ocurrió cerca de las 23 del martes y 27 de los espectadores
quedaron atrapados debajo de la enorme lona y tuvieron que ser sacados
por los bomberos. Cinco de ellos sufrieron fracturas en sus piernas.
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