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VIRAJE A LA DERECHA DE LA POLITICA EXTERIOR DE EE.UU.
Bush se pone duro con Colombia

El cambio de gobierno en la Casa Blanca anticipa que la política con Colombia no distinguirá entre narcos y guerrillas, gobierno y paramilitares. Y el reclamo por los derechos humanos pesará menos.

Bush Jr. con su padre de vacaciones en Florida, preparándose para un viaje de pesca.

Por Martin Kettle *
Desde Washington

George W. Bush se está preparando para un ataque más agresivo hacia las guerrillas y los traficantes de droga en Colombia, según reveló el discurso confidencial de un alto asesor del futuro presidente. Robert Zoellick, que será designado en un puesto de políticas internacionales por la administración republicana, posiblemente negociador comercial, dijo: “Si el pueblo colombiano está dispuesto a luchar por su propio país, entonces Estados Unidos debería ofrecer un apoyo financiero, material y de inteligencia que sea serio, sostenido y oportuno”. Su discurso, que fue pronunciado ante el Consejo de Relaciones Exteriores una semana antes de la elección presidencial del 7 de noviembre, sugiere un viraje en la política de Washington hacia Colombia, justo cuando el presidente Andrés Pastrana parece estar a punto de reencauzar el diálogo de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda fuerza rebelde de izquierda del país (ver nota aparte).
La administración Clinton trató de mantenerse fuera de la guerra civil colombiana que lleva ya cuatro décadas, mientras asiste con multimillonarios paquetes de ayuda para la lucha contra la droga. Críticos de derecha como Zoellick dicen que la política hacia los movimientos guerrilleros de izquierda tales como el ELN y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, primera guerrilla del país) es demasiado suave. “No podemos seguir haciendo falsas distinciones entre los esfuerzos antiinsurgentes y los esfuerzos antinarcóticos”, dijo Zoellick. “Los narcotraficantes y los guerrilleros componen una peligrosa red.” Los críticos de izquierda, por otro lado, dicen que la política de Clinton les da a las Fuerzas Armadas colombianas demasiado margen para desviar ayuda de Estados Unidos a los derechistas escuadrones de la muerte que libran una guerra casi descontrolada contra la guerrilla. Los escuadrones de la muerte son responsables del 75 por ciento de los 4 mil asesinatos políticos anuales.
Un crítico, el senador Paul Wellston de Minnesota, dijo esta semana que la negativa de la administración Clinton a incluir garantías y condiciones de derechos humanos en el último paquete de asistencia de Washington de 1.300.000 dólares a Colombia “daba una terrible señal”. Wellston dice que, cuando surja el tema el mes que viene para ser revisado, no debería darse ninguna asistencia hasta que se cumpla con los términos de los derechos humanos. Pero el duro discurso de Zoellick sugiere que ese esfuerzo está destinado al fracaso. Ignoró los condicionamientos a los derechos humanos y les pidió a las “fuerzas de la democracia” que combatan “las nuevas amenazas a la seguridad” en Colombia.
Esta política parece alinear a la nueva administración con los militares colombianos y con los escuadrones de la muerte en contra de Pastrana y de la izquierda. La perspectiva de un cambio en la política de Estados Unidos difícilmente podría llegar en un momento tan crucial en la larga crisis de Colombia, que se ha cobrado más de 35 mil vidas en los últimos 10 años y crea 300 mil refugiados cada año. La semana pasada, el ELN liberó a 42 oficiales de policía y soldados, en un gesto que parecía coronar las conversaciones de los intermediarios cubanos entre Bogotá y la guerrilla.
Si finalmente se llega a un acuerdo, el tratado de tierra-por-paz con el ELN será similar al pacto de hace dos años entre Pastrana y las FARC. Ese pacto fue criticado por el continuo reclamo de abusos a los derechos humanos levantado contra las FARC y porque las Fuerzas Armadas nunca aceptaron la legitimidad del trato. Los tratados de tierra-por-paz tienen la intención de ser un preludio a conversaciones de paz en gran escala. El tratado con las FARC establecía dos años de conversaciones de paz que hasta ahora no condujeron a ningún acuerdo esperado. Tienen hasta el 31 de enero para volver a las conversaciones, o ver cómo vuelven los militares a la zona desmilitarizada. Un trato con el ELN implicaría promesas de ambaspartes por mantener negociaciones de paz durante nueve meses, dijo Pastrana esta semana.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère

 


 

EL ELN COLOMBIANO BUSCA SU ZONA DESMILITARIZADA
El sueño eterno de la Suiza propia

En el sur de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) disponen de una zona desmilitarizada de 42.000 km cuadrados (la superficie de Suiza). La segunda guerrilla colombiana, el Ejército de Liberación Nacional (ELN, guevarista), no quiere ser menos. El presidente colombiano Andrés Pastrana recibió el martes a dirigentes de varias organizaciones que se oponen a la creación de una zona de encuentro en la región del Magdalena Medio para realizar la Convención Nacional, el mecanismo elegido por el ELN para la negociación.
El Gobierno trata de convencerlos de que la zona de encuentro no será otro Caguán, es decir, una zona controlada totalmente por la guerrilla, como lo son los 42.000 kilómetros cuadrados donde se adelantan los diálogos con las FARC, en torno a San José del Caguán, al sur del país.
“Todos tenemos que poner, hacer sacrificios y buscar mecanismos que nos permitan consolidar una zona para el encuentro”, dijo el presidente antes de la reunión. Sobre la mesa, y dispuesto a aceptar ajustes, el Gobierno colocó el preacuerdo logrado con el ELN en recientes encuentros realizados en Cuba. Según éste, la zona de encuentro contará con la supervisión internacional, la policía permanecerá en ella y el ejército hará controles periféricos (la zona de diálogo con las FARC está completamente desmilitarizada). Además, las autoridades judiciales seguirán actuando. Anoche seguía la reunión.
La creación de esta zona ha sido la piedra en el zapato de este proceso de paz. En la reunión de Río Verde, en octubre de 1998, gobierno y ELN fijaron para el 13 de febrero siguiente el inicio de la Convención, y para el 12 de octubre la sesión de “síntesis, consensos y conclusiones” sobre la negociación. Se fijó también la agenda con cinco temas centrales: derechos humanos, recursos naturales, democracia, economía y problemas sociales, y cultura e identidad.
Pero todo se enredó cuando se habló de los cuatro municipios exigidos por el ELN, en la conflictiva y rica zona del Magdalena Medio, donde hay presencia de las FARC y cada día es más fuerte el poder de los paramilitares. Estos grupos de ultraderecha controlan allí el negocio de la cocaína (prohíben a los campesinos vender la pasta de coca a los intermediarios cercanos a la guerrilla) y controlan también la zona de donde se extrae el 40 por ciento del oro que produce el país.
El presidente, en su mensaje de Navidad, aseguró que en las negociaciones con las FARC se ha avanzado mucho. No obstante, el proceso está congelado por decisión unilateral de esa guerrilla, que exige un compromiso real del gobierno en la lucha contra el paramilitarismo, cuyos lazos con sectores del ejército son denunciados permanentemente por distintas organizaciones sociales. Este fin de semana, los paramilitares asesinaron a 15 civiles en el departamento de Antioquia.

 

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