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COLOMBO ANUNCIO QUE EL PRESIDENTE FIRMARA HOY CINCO DECRETOS
Ríos de tinta correrán en la Rosada

Son los de desregulación de las obras sociales, reforma previsional, Plan de Infraestructura, conmutación de penas de los presos de La Tablada y los vetos.

Por Fernando Cibeira

Ultimo día hábil del año. El común de la gente piensa por estas horas en cómo recibirá el 2001, mientras evalúa la posibilidad de tomarse unos días de vacaciones o, al menos, medita sobre la mejor forma de soportar los meses de calor. En la Casa Rosada, en cambio, las urgencias pasan por otro lado. El presidente Fernando de la Rúa firmaría hoy cinco decretos, todos ellos de importancia y que generarán reacciones de variado tenor: reforma previsional, desregulación de obras sociales, Plan de Infraestructura, conmutación de penas a los presos de La Tablada y los vetos al Presupuesto. Con estos modos expeditivos, el Presidente quiere demostrar que está dispuesto a pagar los costos necesarios para asumir el liderazgo político de la “nueva etapa”, época que prometió inaugurada junto con el otorgamiento del blindaje financiero.
El jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, llegaba apurado a la Rosada para iniciar una larga ronda de encuentros de trabajo y adelantó la decisión de De la Rúa. “Denlo por hecho, seguramente mañana van a estar todos”, respondió cuando le preguntaron por los decretos. Luego subió al despacho presidencial y anduvo de reunión en reunión hasta entrada la noche. Por allí anduvieron el ministro de Economía, José Luis Machinea, el de Interior, Federico Storani, el de Justicia, Jorge de la Rúa, la de Trabajo, Patricia Bullrich, y el secretario de Legal y Técnica, Virgilio Loiácono, un funcionario de bajo perfil que se vuelve imprescindible si se trata de firmar decretos.
Un secretario de Estado de acceso frecuente al despacho presidencial sintetizaba cuál era la lectura que la gestión aliancista quería que se hiciera del uso abusivo de la lapicera que De la Rúa tiene previsto para hoy. “El Presidente no va a permitir que le paren el país”, explicaba, con un argumento no muy lejano al que utilizaba el menemismo en circunstancias por el estilo.
El funcionario agregaba que a De la Rúa no le habían dejado más opción y que, de última, no tenía responsabilidad por los decretos. “En el caso del plan de infraestructura el problema fue de las provincias, con la reforma previsional el Congreso y con lo de La Tablada fueron el Congreso y la Corte Suprema”, sostenía. Y agregaba una frase perfumada del credo de la nueva etapa: “Hay que ser ejecutivo y rápido”. El secretario de Estado justificaba tanta premura –en un Gobierno que siempre se movió al ritmo mesurado que le gusta cultivar al Presidente– en que la inmediata puesta en marcha de las medidas era fundamental para el demorado despegue económico del país. Y mencionaban el caso de las obras públicas incluidas en el Plan de Infraestructura que esperan ser licitadas en febrero.
Todavía no estaba claro si el Gobierno prepararía hoy algún escenario para que De la Rúa anuncie las medidas. Es que, en verdad, había decretos que ya estaban listos ayer –como el Plan de Infraestructura que el Presidente les había anticipado a los gobernadores en un encuentro en Olivos– y se postergaron para que salgan todas juntas simulando un paquete, aunque se trate de temas bien diferentes. Anoche no sabían si llegarían a tiempo para redactar los vetos al Presupuesto.
De los cinco decretos, el que le provocará a De la Rúa más dolores de cabeza es el de la reforma previsional, que es rechazada por el Frepaso, un dato que el propio Carlos “Chacho” Alvarez se encargó de hacerle saber al Presidente en la cumbre que mantuvieron la semana pasada (ver página 5). Entre otras cosas, la reforma establece el aumento de la edad jubilatoria para las mujeres, reduce la prestación básica y limita el sistema de reparto.
En cada reunión en la que legisladores oficialistas y del Frepaso le plantearon sus objeciones, el Presidente respondió lo mismo: que la reforma era una de las condiciones que los organismos de crédito internacionales habían puesto para conceder el blindaje y que sin ley no habría ayuda financiera. La ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, echó mano ayer al mismo argumento: “Si el Presidente tiene que tomar otradecisión la va a tomar porque primero de todo está al país y necesitamos que el blindaje financiero se fortalezca para que la Argentina crezca”. Si bien aceptó que la decisión era “discutible”, la ministra consideró que de igual manera era discutible que “el Poder Legislativo tenga en sus manos un proyecto y no discuta”.
Incluso, permanecía latente la posibilidad de que un grupo de diputados del oficialismo objete el decreto en el Congreso. “Esa posibilidad existe”, admitían anoche cerca de Colombo. “Pero lo que el Frepaso tiene que entender es que el blindaje corre peligro en serio. Machinea ya se lo explicó varias veces a Chacho, pero parece que no le cree”, agregaban.
Políticamente, la reforma previsional será la medida más cuestionada tanto dentro como fuera de la Alianza, pero cada uno de los decretos tendrá su facción de detractores. Los sindicatos en el caso de la desregulación de las obras sociales (ver página 6), los militares para la conmutación de penas a los presos de La Tablada (páginas 8 y 9) y el justicialismo por los vetos al Presupuesto. Pero por estos días eso ya no condiciona a De la Rúa, que parece haber optado por que le endilguen cierto autoritarismo a que persistan las dudas sobre sus condiciones de líder. “El Presidente está haciendo lo que tiene que hacer”, respondía anoche uno de los encargados de la comunicación del Gobierno.

 

OPINION
Por Mario Wainfeld

Cuestión de imagen

A pocos meses de instalarse la Alianza en la Rosada, las encuestas de opinión arrojaban un dato llamativo: la imagen del Presidente era sideralmente mejor que la de su gobierno. El entorno más cercano de Fernando de la Rúa (su hijo Antonio, Fernando de Santibañes, Ramiro Agulla entre otros) lo celebraban como una prueba de su liderazgo, como un triunfo en cualquier interna. Los consultores más avezados y los políticos idem le advertían un riesgo evidente: esa distancia era insostenible en el tiempo. La evaluación de la gestión y de su número uno propendían a converger en un plazo no muy largo. Como la lógica política tiende a confirmar ciertas leyes de Murphy, convergerían del peor modo, en el escalón más bajo. El tiempo demostró quiénes tenían razón.
La lentitud, falta de decisión, el formalismo, los titubeos no se atribuyen ya al gabinete o a la Alianza sino al propio De la Rúa. Eso, sumado al estancamiento económico, le deja al Gobierno y al propio Presidente el saldo de un año que suena a perdido. El blindaje financiero es para la administración aliancista una segunda oportunidad. La última, asumen todos los oficialistas.
El blindaje obró un efecto virtuoso y uno crítico sobre el Gobierno que en el fondo son dos caras de una misma moneda. El virtuoso: renovó su autoestima, en especial la del equipo económico (que se jacta de haber logrado un salvataje financiero como si hubiera conseguido algún efecto tangible para la gente de carne y hueso) y la presidencial.
El crítico es que ese logro renovó las tendencias centrífugas e internistas que han dominado la Alianza. Para muchos delarruistas de ley (entre ellos los mencionados en el primer párrafo) el blindaje no es el triunfo de la Alianza, sino de sus integrantes que siguen en el Gobierno, básicamente de José Luis Machinea, Chrystian Colombo y el propio Presidente.
“Acá no debe haber amnesia. El blindaje es nuestro y no de Chacho”, repitieron ante este diario un importante operador del Presidente y dos altos funcionarios del gabinete. La relativa calma interna de la Alianza ulterior al 6 de octubre, día de la renuncia del vicepresidente, no es interpretada por este sector como una sabiduría colectiva (así fuera hija bastarda de la necesidad) sino como una tregua en la búsqueda de la consolidación de un férreo poder presidencial. Y la llegada del blindaje que suponen padre legítimo de crecimiento y fomento de empleo futuros mas no remotos, es la oportunidad para revitalizar la imagen presidencial.
De la Rúa se ha lanzado en los últimos días a recuperar el centro de la escena. Nadie podrá decir que en diciembre fue una figura pasiva o ausente de los medios. Protagonismo excluyente que redondeó entre ayer y hoy poniéndoles la firma a cinco iniciativas políticas más que importantes: el cupo femenino, el régimen de infraestructura, la reforma previsional, el veto parcial al Presupuesto, la conmutación de penas de los presos del MTP. Algunas son tal vez tardías. En cualquier caso trasuntan decisión y ansiedad de recuperar el centro del ring.
Tres de ellas anticipan surtidos frentes de tormenta. De menor a mayor:
La conmutación herirá el orgullo de las Fuerzas Armadas. Nada sugiere que su reacción exceda comunicados de sus voceros más calificados, incluido el ministro de Defensa Ricardo López Murphy.
La desregulación de las obras sociales detonó reacciones sindicales, atizando un frente de tormenta que ya existe.
La reforma previsional parece abrir un casus belli con el Frepaso, cuyo líder Alvarez reiteró anteayer mismo que su fuerza no avalará esa medida, que interpreta como una sobreactuación del equipo Machinea frente a los organismos internacionales de crédito.
El conflicto interno pinta como el más riesgoso, a la luz de los precedentes de una coalición que ha manejado pésimamente –en el límite de carecer de sentido de la autopreservación– su convivencia interna. Habrá que ver si radicales y frepasistas saben procesar el debate que ha disparado la reforma previsional. Esto es, si se manejarán en el nuevoescenario (el abierto por el blindaje y el decisionismo presidencial) capitalizando la experiencia de un año o si repetirán sus errores del pasado. Entre otros, el de creer que es posible hacer volar por el cielo la imagen presidencial, lejos, muy lejos, de la del conjunto de la Alianza y de la gestión de su gobierno.

 

Una reforma previsional a sola
firma y a espaldas del Frepaso

De la Rúa ya eligió la vía del decretazo para los cambios al régimen jubilatorio. El Frepaso amenaza con anularlos por ley.

José Luis Machinea, ministro de Economía, ganó una batalla personal y podrá cumplir con el FMI.

Por David Cufré

La disminución de las futuras jubilaciones de más de 300 pesos y el aumento de la edad jubilatoria de la mujer son los componentes centrales de la reforma previsional que el Gobierno sancionará hoy por decreto de necesidad y urgencia. Después de largos cabildeos, Fernando de la Rúa se inclinó por esa vía y dejó de lado al Congreso para la discusión de una medida trascendental. Esa decisión ensancha la grieta que divide al radicalismo del Frepaso, y podría desatar una crisis de final imprevisible. José Luis Machinea celebró como un triunfo personal haber logrado imponer su posición, que fue apuntalada por el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, y la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich. El Gobierno justificó la apelación al decreto por la demora del Congreso a tratar la ley, lo que de acuerdo a De la Rúa generaba un conflicto con el FMI para acceder al blindaje financiero. El diputado frepasista José Vitar, quien suele actuar como portavoz de Chacho Alvarez, ratificó que el Frepaso “analiza la posibilidad de derogar el decreto” a través de una ley del Congreso.
Un equipo del Gobierno, encabezado por Bullrich y el secretario de Seguridad Social, Jorge Sanmartino, y el diputado Eduardo Santín, referente del radicalismo en el Congreso en materia previsional, seguían trabajando anoche en la redacción final del decreto. El Ejecutivo optó por consensuar la iniciativa sólo con los legisladores radicales, en vista de la firme oposición del Frepaso a aspectos clave de la reforma. El titular del radicalismo, Raúl Alfonsín, dio su aval a la búsqueda de un proyecto consensuado entre el Gobierno y los diputados del partido. El texto definitivo dependerá de la elección que haga De la Rúa entre distintas propuestas, presentadas por Machinea y Bullrich, por un lado, y Santín, por el otro. Las ideas principales de los primeros son las siguientes:
Eliminación de la PBU (Prestación Básica Universal) para todas las jubilaciones futuras a partir de 800 pesos.
Las personas que se jubilen con haberes de entre 300 y 800 pesos cobrarán una nueva Prestación Suplementaria, aunque inferior a los 200 pesos de la PBU.
El Estado garantiza una jubilación mínima de 300 pesos, y una asignación de 100 pesos a los mayores de 70 años que no hayan completado sus aportes previsionales.
La edad jubilatoria de la mujer seguirá siendo optativa, pero sólo las que se retiren a los 65 años tendrán derecho a la Prestación Suplementaria y al haber mínimo de 300 pesos.
Por su parte, Santín elevó el siguiente proyecto:
La PBU se suprime para las jubilaciones superiores a 1000 pesos.
Los aportes de la Prestación Suplementaria que cobrarán quienes ganen entre 300 y 1000 pesos serán superiores a los planteados por Economía.
Las personas que hayan aportado por menos de 10 años cobrarán una asignación de 100 pesos. Los que aportaron más de 10 y menos de 30 años percibirán una jubilación proporcional, con un piso de 150 pesos.
Las mujeres deberán trabajar hasta los 65 años para acceder al ciento por ciento de la jubilación por la que hayan aportado. Si se jubilan entre los 60 y los 64 años –opción que seguirá habilitada– tendrán una quita del 3 por ciento en su haber por cada año faltante hasta los 65. Pero recuperarán la diferencia al alcanzar esa última edad. Por ejemplo, si una mujer se retira a los 60 años, cobrará 15 por ciento menos, pero a los 65 pasará a cobrar la jubilación plena. Esto será sólo para las aportantes al régimen estatal, dado que en las AFJP las personas cobran de acuerdo a lo que capitalizaron.
La única definición que anoche se daba como firme era la no derogación del régimen de reparto, que seguirá vigente. La diputada frepasista María América González, presidenta de la Comisión de Previsión de Diputados, era ayer una de las más indignadas por la decisión del Gobierno de cerrar la negociación con el Frepaso –negociación que duró sólo un día– por unproyecto común con el Gobierno, y sancionar la reforma por decreto. “Bullrich miente descaradamente cuando dice que no quisimos tratar la ley en el Congreso. El proyecto oficial ingresó el 27 de noviembre y estuvimos todo diciembre sacando de apuro otras leyes que pedía el Ejecutivo”, protestó González, quien ratificó que el Frepaso intentaría derogar el decreto a través de una ley.

 


 

FONDO DE GARANTIA PARA OBRAS DE INFRAESTRUCTURA
Cómo conseguir fondos de un plumazo

Impotente ante la resistencia del Senado, el Poder Ejecutivo resolvió apelar también a un decreto de necesidad y urgencia para crear un fondo de garantía que permitiría bajar el precio de las próximas obras públicas. Hasta anoche, los legisladores oficialistas se disponían a aceptar el decreto sin resistencias, esperanzados de que éste reproduciría en detalle lo aprobado por Diputados, incluido un anexo con el detalle de las obras a ejecutar en cada provincia.
La oposición de los senadores a este texto vino por doble vía. Una, porque querían introducir una serie de modificaciones con el propósito de robustecer el control provincial sobre el fondo. Otra, porque pretendían conseguir la promesa del Gobierno de que no vetaría varios artículos del Presupuesto que involucran sensibles intereses del interior, como el de las provincias tabacaleras o las que tienen regímenes de promoción. Pero también en este caso el Gobierno optó por la vía del decreto.
Los legisladores tienen en su contra el propio afán de sus gobernadores para que ese stock de obras públicas comience a ejecutarse lo antes posible. Según la previsión oficial, en el 2001 habría emprendimientos por algo más de 2000 millones de dólares, sobre los 7000 que sumaría el fondo. Hasta ahora, el afán de los mandatarios provinciales se concentró en conseguir que se reconociera como prioritaria en su provincia aquella obra que por la razón que fuere le interesaba realizar antes. La pretensión de los senadores de que las administraciones federales tengan más participación en el manejo del fondo resultaba casi desmedida ante la urgencia de que se licite cuanto antes lo que sea.
El proyecto conocido como de Infraestructura ya fue drásticamente modificado en Diputados, donde los legisladores consiguieron, entre otros cambios, limitar el monto de las obras que serían reservadas a las empresas nacionales. También dispusieron que se respetara la ley de Compre Nacional en las subcontrataciones, reservaron un lugar para las pymes y para los trabajadores nativos o nacionalizados. Condiciones que, supuestamente, el decreto que se conocerá hoy respetaría.
Pero el Senado introdujo algunos retoques, con el afán de elevar de 1 a 3 los directores del fondo que deben designar las provincias; que el efectivo fuera sólo depositado en bancos oficiales y que las decisiones tomadas en el marco de este régimen de garantías sean “judiciables”, es decir, que puedan realizarse pleitos objetando cómo y por cuánto se llevó a cabo una obra, vía que aquel proyecto prohíbe expresamente.
El inminente decreto pretende crear el denominado sistema inglés, por el cual las futuras obras públicas serán pagadas en cuotas desde que termine su ejecución. El fondo serviría para garantizar ese pago y, por lo tanto, para que el Tesoro consiga menores tasas de interés.

 

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