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DOS ATENTADOS EN TEL AVIV Y GAZA CONTRA LAS NEGOCIACIONES
¿Quién dijo que la paz era posible?

Dos muertos y 15 heridos israelíes fue el saldo de dos atentados dirigidos por grupos fundamentalistas contra el diálogo de paz, mientras Estados Unidos advertía que el tiempo para negociar se estaba acabando y los palestinos planteaban nuevas preguntas sobre el plan presentado por Bill Clinton.

Yasser Arafat durante su visita a Egipto ayer.
A la derecha, el ómnibus que estalló en pleno centro de Tel Aviv.

Por Ewen MacAskill *
Desde Jerusalén

Bill Clinton rechazó ayer sostener nuevas negociaciones con los líderes israelíes y palestinos hasta que ambas partes acepten su plan como la base de un acuerdo de paz. El anuncio del presidente norteamericano vino mientras una nueva ola de violencia recorría Israel luego de que el gobierno decidiera cancelar una cumbre que se iba a celebrar ayer con los palestinos. Las esperanzas de Clinton de lograr la paz en Medio Oriente antes del fin de su presidencia parecían desplomarse así, en un día en que dos bombas estallaron en Tel Aviv y Gaza –matando a dos israelíes e hiriendo a 15–, tras lo cual el premier Ehud Barak ordenó al ejército que sellara los territorios palestinos.
Pero Clinton se rehusaba a admitir que su iniciativa de paz hubiera muerto. Si bien reconoció que ambas partes formularon preguntas legítimas sobre su plan, “no tiene sentido hablar más a menos que se acepten los parámetros que establecí”. A pesar de la imparcialidad semántica de sus declaraciones, era claro que la irritación de Clinton se centraba en el palestino Yasser Arafat, a quien se refirió no muy solapadamente al disparar “es claro que todos trabajamos contra reloj, pero algunos ni siquiera saben lo que es un reloj”. De su lado, el gobierno israelí aseguró que la cumbre sólo fue postergada y que Arafat, quien habría visto la fecha tope del miércoles como artificial, está dilatando los tiempos a fin de extraer más concesiones. Pero un ministro israelí predijo de modo pesimista que cualquier acuerdo era ahora improbable hasta que termine el mandato de Clinton el 20 de enero.
Clinton insistió en que “la paz está más cerca que nunca”, pero aclaró que “todo está gestándose y cuanto menos diga, mejor”. Su cautela pareció justificada ayer luego de que, tras cuatro días de relativa calma, una bomba estallara en un puesto fronterizo en Gaza, matando a dos soldados israelíes e hiriendo a tres más. La agrupación terrorista Jihad Islámica se responsabilizó por el ataque. Pero resultó mucho más inquietante el atentado que ocurrió en el corazón de Israel, en la mismísima Tel Aviv. Una bomba estalló dentro de un ómnibus, hiriendo a 13 personas, entre ellas una mujer, que resultó gravemente quemada. Se arrestó a una persona por el ataque. Esta vez el autor fue la organización integrista Hamas. “Es nuestra reacción a los ataques israelíes contra el pueblo palestino”, declaró Ismail Abu Shanab, un parlamentario del movimiento.
El gobierno israelí no tardó en reaccionar. “El premier Ehud Barak ordenó sellar por completo Judea, Samaria (Cisjordania) y Gaza”, informó un comunicado oficial. La oficina de Barak agregó que continuaría “lanzando operativos para frustrar los atentados que se están planeando; seguiremos nuestros esfuerzos para detener los ataques terroristas del enemigo”. Barak condenó públicamente “un atentado cobarde contra civiles inocentes”. De hecho, algunos entre el gobierno israelí parecían muy cerca de culpar indirectamente a Arafat por los ataques, si bien el único funcionario que hizo pública su irritación fue el asesor Danny Yatom, quien subrayó que “si la Autoridad Palestina quisiera, se reducirían estos atentados, pero sigue incitando a la violencia”.
Sin embargo, los israelíes no llegaron a afirmar que los atentados cerraban toda posibilidad de lograr un acuerdo de paz. “El criminal atentado no quebrará nuestro empeño de conseguir una genuina seguridad poniendo fin al conflicto y al derramamiento de sangre en la región”, aseguró el premier. En la madrugada, el gabinete de seguridad israelí había votado a favor de aceptar el plan de paz de Clinton, no obstante la incertidumbre sobre la respuesta palestina. Pero esa misma incertidumbre causó que Barak cancelara su asistencia a la cumbre que se iba a celebrar ayer en Sharm el Sheikh (Egipto) con Arafat y el presidente egipcio Hosni Mubarak. Los funcionarios israelíes explicaron que las reacciones palestinas a la propuesta de Clinton habían sido demasiado negativas. La súbita ausencia de Israel no impidió que Arafat asistiera a la cumbre. Allí aclaró que no había rechazado la propuesta norteamericana, sino que simplemente pidió “clarificaciones”. ¿Cuáles? Esa era la pregunta del millón desde que Clinton presentó su plan, pero fue recién ayer que el negociador en jefe palestino Saeb Erekat detalló algunos de los cuestionamientos. En general, “tenemos que evitar aceptar principios para discutir los detalles más tarde: no podemos basar un acuerdo permanente en ideas tan vagas”. Específicamente, Erekat preguntó cuál era el cinco por ciento de Cisjordania que Israel retendría, y si no amenazaría la “continuidad geográfica” y los recursos de agua del nuevo Estado palestino. También preguntó “qué entienden los norteamericanos (con la soberanía compartida) sobre el Monte del Templo en Jerusalén”, y dio a entender que la Autoridad Palestina no aceptaría la soberanía israelí sobre el subsuelo de la Explanada de las Mezquitas.
Por último, Erekat subrayó que el problema de los refugiados palestinos no había sido adecuadamente resuelto en el plan norteamericano. La conducción palestina exige (al menos en principio) que Israel acepte el “derecho de retorno” de los refugiados. Y no parece importarle demasiado que Clinton abandonará la presidencia el 20 de enero y que Barak se enfrentará a elecciones el 6 de febrero. “Rechazamos que el proceso de paz se convierta en rehén de asuntos internos”, subrayó Erekat.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: G.A.U.

 

Claves

Ayer se registraron dos atentados terroristas contra Israel. En Tel Aviv una pequeña bomba estalló dentro de un ómnibus, hiriendo a 13 personas, algunas de gravedad. Y en un puesto fronterizo en Gaza una explosión mató a dos soldados e hirió a dos más. Los grupos Hamas y Jihad Islámica se responsabilizaron por los ataques.
El gobierno israelí condenó los ataques y ordenó que se sellaran las fronteras con Cisjordania y Gaza. Pero aseguró que no abandonaría el proceso de paz.
Los palestinos, mientras tanto, exigieron clarificaciones sobre el plan de paz que presentó Clinton, especialmente los puntos sobre territorio y refugiados.

 

EL ALCALDE MUDO SU OFICINA FRENTE AL MURO DE LOS LAMENTOS
Una chispa en el arsenal de Jerusalén

Por E. M. A.*
Desde Jerusalén

El cartel en blanco y negro sobre un edificio de arenisca amarilla frente al Muro de los Lamentos en la Ciudad Vieja de Jerusalén parecía bastante inocuo: “Oficina del Alcalde”. Pero era el acto simbólico más provocativo de un israelí de la línea dura desde que Ariel Sharon visitó el Monte del Templo en setiembre, disparando el levantamiento palestino.
El alcalde israelí de Jerusalén, Ehud Olmert, normalmente vive en la parte judía de la ciudad. Pero se mudó a cuarteles temporarios en la Ciudad Vieja ayer a la mañana en protesta contra el propuesto acuerdo de paz israelí-palestino, que incluye la división de Jerusalén, en especial el lugar sagrado conocido por los judíos como el Monte del Templo y por los árabes como el Noble Santuario. El tipo de fundamentalismo desplegado ayer por Olmert fue uno de los motivos por los que el encuentro planeado entre el primer ministro israelí, Ehud Barak, y el líder palestino, Yasser Arafat, fue cancelado. Otro, un acto de extremismo del otro lado, fue la bomba en el ómnibus en Tel Aviv, donde 13 personas resultaron heridas.
La perspectiva de un encuentro entre Barak y Arafat, el primero desde octubre, dio esperanzas de que un tratado de paz fuera posible. Todavía puede ser resucitado, pero los problemas siguen siendo enormes. Olmert ponía en palabras los temores judíos de que si se adoptaba la propuesta sugerida por el presidente Bill Clinton, la mitad más alta del lugar sagrado estaría bajo control palestino y los palestinos podrían tirar piedras, o disparar balas a los judíos orando y besando el Muro de los Lamentos abajo, como lo han hecho en el pasado. Rodeado de partidarios entonando canciones religiosas, Olmert se oponía a cualquier acuerdo. “Nuestra profunda relación con Jerusalén no comenzó con Clinton o con Arafat sino con el rey David hace 3000 años. Jerusalén fue y seguirá siendo la capital israelí,” sostuvo.
Muchos de los judíos que visitaban ayer el Muro de los Lamentos compartían su opinión y expresaban temores similares ante la perspectiva de tener a la policía y a soldados palestinos estacionados en lo alto, encima de ellos. Uno de ellos predijo que la lucha entre los israelíes y los palestinos duraría para siempre. Un problema aún mayor que el lugar sagrado y la complejidad de dividir entre israelíes y palestinos las innumerables calles que conforman Jerusalén es el destino de 3 millones y medio de refugiados. Este es de lejos el punto más complejo. Los refugiados palestinos, aquellos que huyeron o se fueron antes de 1948 y sus descendientes, están dispersos en campos en el Líbano, Siria, Jordania y otras partes de Medio Oriente. Arafat exige un acuerdo de paz que reconozca su derecho a regresar a Israel y a hogares que están desde entonces ocupados por israelíes. Los israelíes se niegan a aprobar las potenciales consecuencias desestabilizadoras de ese regreso.
Los palestinos que rodean a Arafat sostienen que Barak y Clinton están presionados por el tiempo y que los palestinos no tienen ningún apuro en unirse a lo que se ha llamado “diplomacia fast-food”. La presidencia de Clinton termina el 20 de enero y Barak se enfrenta a una elección el 6 de febrero. Los asesores de Arafat están convencidos de que la fecha límite de Clinton de este fin de semana es artificial y que pueden seguir presionando para obtener más concesiones hasta el 10 de enero. Pero muchos palestinos no quieren el acuerdo aun si Arafat logra obtener más concesiones. Algunos miembros de su propia organización, Fatah, se oponen a un arreglo, de la misma manera que lo hace el ala de la juventud, el Tanzim, que estuvo muy activo en el levantamiento, y los líderes de los campos de refugiados. Tanto los grupos fundamentalistas Hamas y Jihad islámico, predeciblemente, se oponen en principio a un acuerdo.
Es con este telón de fondo que el liderazgo palestino envió una carta a Clinton el miércoles expresando dudas sobre sus propuestas. Fue esa carta la que motivó que Barak cancelara la reunión cumbre con Arafat en Sharm elSheikh, en Egipto. El tiempo se acaba para Barak, que necesita un acuerdo rápido. Está mal posicionado en las encuestas. Eso también es un factor para la reflexión palestina. Aun si Arafat acepta un trato, no podrá estar seguro de que Barak pueda lograr que el parlamento israelí apruebe el acuerdo. Tampoco puede estar seguro de que Barak gane la elección y su oponente Sharon ha dicho que no respetará cualquier acuerdo.
Arafat y Barak todavía pueden realizar su cumbre y llegar a un arreglo desprolijo. Llegar a un acuerdo será muy difícil, pero vendérselo a sus respectivos públicos será aún más difícil.

* De The Guardian de Gran Bretaña especial para Página/12.

 

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