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LA LOGICA DE LA DECISION DE LIPORACI
El acusado se defiende

Todos vinculan la sentencia con la acusación por enriquecimiento ilícito que afronta el juez en el Consejo de la Magistratura. Hay quien interpreta que Flamarique y Santibañes son sus �rehenes�.

El plenario del Consejo de la Magistratura espera a Liporaci.

Por Irina Hauser

“Es muy valiente”, describió el senador justicialista Augusto Alasino al juez Carlos Liporaci, quien dictó su falta de mérito y la de otros diez legisladores sospechados de haber recibido coimas para votar la reforma laboral. Con menos presión judicial, Alasino podrá volver a sentarse en los debates de la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura, órgano que inició un proceso de juicio político contra Liporaci por supuesto enriquecimiento ilícito. Casi todos los comentarios que circulaban ayer en los tribunales y entre funcionarios de gobierno encontraban relación entre la resolución del juez y la acusación que la Magistratura formalizaría para su destitución en febrero. El llamado a indagatoria al ex ministro de Trabajo Alberto Flamarique y al ex jefe de la SIDE, Fernando de Santibañes fue calificado por miembros del Ministerio de Justicia como una toma “de dos rehenes”. Este desenlace del “caso de los sobornos” irritó a los fiscales que lo investigan, que esperaban una mayor producción de pruebas y piensan apelar en febrero.
La iniciativa de Liporaci desató, inevitablemente, hipótesis múltiples sobre sus verdaderas intenciones. Su resolución reaviva enfrentamientos en la coalición gobernante. También complace a los peronistas, sus antiguos aliados que impulsaron que fuera nombrado juez federal en 1993. Pero circula otra teoría. “La falta de mérito no implica que nos dejen de investigar, puede ser una estrategia del juez para mantenernos presionados y que no propiciemos su juicio político”, le dijo el senador Alcides López a un compañero de cuerpo.
A pesar de que cuando comenzó la investigación Liporaci dijo que tenía indicios claros de que habían existido sobornos, cambió de opinión y en sólo veinte carillas afirmó que no hay pruebas de que los senadores hayan recibido “a cambio del voto favorable al momento del tratamiento del proyecto de reforma laboral, alguna suma dineraria y/o dádiva y/o beneficio”. Añadió que dos testimonios fundantes de la pesquisa, el de Antonio Cafiero y el del ex presidente Carlos “Chacho” Alvarez, tampoco aclararon nada.
Aun con tan concluyente comentario, citó como sospechosos a Flamarique y a De Santibañes. Recordó que según los testimonios de los sindicalistas Hugo Moyano, Víctor De Gennaro, Juan Manuel Palacios y Saúl Ubaldini, el ex ministro de Trabajo dijo en un cena “a los senadores los arreglo con la Banelco”. En cuanto a De Santibañes, argumentó que recibía para la SIDE sumas de dinero sobre las que no se exige rendición, ergo, “habría contado con los medios para coadyuvar a la comisión del ilícito investigado”.
“Es difícil pensar que el juez tenga pruebas de que alguien pagó si dice que no las tiene de que alguien haya cobrado. Se quedó con dos rehenes para que no lo echen de la Justicia, evidentemente esto está arreglado”, dijo un alto funcionario ministerial. “Si fuera inteligente, no llamaría a nadie a indagatoria sino que acumularía más pruebas”, agregó.
Más pruebas es lo que venían pidiendo los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado quienes se quejan por todo lo que Liporaci no hizo: un careo entre Cafiero y Angel Pardo, otro entre los sindicalistas y un pedido de declaración testimonial de Carlos Menem y Carlos Ruckauf, entre otras cosas. Freiler y Delgado apelarán y para eso tienen tiempo hasta el 5 de febrero. Creen, comentó uno de sus colaboradores, que algunos senadores exculpados deberían ser indagados. Que las pruebas contra Flamarique no serían sólidas y que en el caso de De Santibañes se omitió citar datos claves sobre las cuentas secretas de la SIDE.
Cuando reanude sus sesiones –en un mes–, el Consejo de la Magistratura seguramente volverá a contar con la presencia de los justicialistas Ricardo Branda y Augusto Alasino, que se habían excusado por todo el escándalo. Alasino, si quiere, podría votar sobre el pedido de juicio político contra Liporaci en la Comisión de Acusación. Branda podría hacerlo en el plenario. Aunque sus opiniones no definirán el futuro laboral del juez, sin duda alterarán el clima. Por el momento, cinco de los siete miembros de Acusación creen que Liporaci debe ser destituido en relación con su supuesto enriquecimiento ilícito. Pero la decisión de elevar la acusación fue postergada para febrero. Para ese entonces, presidirá la comisión la menemista Lelia Chaya. En ese cargo podrá controlar la agenda de los encuentros y tendrá voto doble si hay empate o alguna ausencia.
El origen de la fortuna de Liporaci también es analizado por la Justicia penal a partir de que este año se compró una casa valuada en más de un millón de dólares. En 1996 tuvo otra causa por enriquecimiento. Por muchos de sus fallos fue cuestionado por la Cámara Federal. Y, hay que recordar, fue el juez a quien la Corte Suprema perdonó aunque pinchó el teléfono de un empleado de su juzgado y quien liberó al banquero Raúl Moneta.

 

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