Por Alejandra Dandan
Elegí bien dónde
picarte; si vas a picarte, corré menos riesgos. La propuesta
es audaz. Es uno de los mensajes con los que a partir de hoy se trabajará
en Rosario contra la primera causa de transmisión de VIH en el
país: la jeringas usadas en el consumo de drogas inyectables. El
43 por ciento de los casos de VIH son consecuencia de esa práctica.
Para intentar disminuir ese impacto, un programa de la Universidad Nacional
de Rosario distribuirá 500 kits con jeringas, recipientes esterilizados
para consumidores en riesgo que no quieran dejar las drogas o no puedan
hacerlo. El kit tiene un instructivo donde se recomienda, por ejemplo,
una aguja más fina para los dedos. La claridad buscada en la campaña
fue proyectada sobre experiencias que en otros países han reducido
hasta en 50 por ciento el contagio. El de Rosario es el primer ensayo
de este tipo auspiciado y financiado por el Ministerio de Salud de la
Nación a través del Programa Lusida. Desde ese organismo
se están preparando ya proyectos similares y Ciudad Oculta será
en febrero el próximo sitio de prueba para kits.
No nos gusta hablar de jeringas sino de equipo inyectable, porque
muchos consumidores, aunque no comparten agujas, preparan la droga en
el mismo recipiente o la diluyen en el mismo líquido. Para
Silvia Inchaurraga no bastan sólo jeringas. La mujer coordina desde
el Centro de Estudios Avanzados en Drogadependencias y Sida (Ceads), de
la Universidad de Rosario, el programa Reducción de Daños
que le da marco a la campaña.
En perspectiva, el programa apunta a los 5 mil consumidores de drogas
endovenosas que se calcula que hay en Rosario. Sin embargo, comenzará
a trabajar sobre 500. El equipo será distribuido entre habitantes
de villas miseria y de los barrios más pobres. De acuerdo con Inchaurraga,
es la gente con menos acceso a los centros de salud y, por lo tanto, los
más vulnerables. Los datos manejados por el Ceads, que desde el
94 trabaja en investigación, indican que el 50 por ciento
de los consumidores de drogas inyectables tiene VIH positivo. Pero, además,
el 71 por ciento comparte agujas y el 91 por ciento nunca ha entrado en
contacto con los equipos de salud. Fueron estos resultados los que empujaron
a Inchaurraga y su equipo a buscar estrategias para los que no pueden
y no quieren dejar el consumo, porque la distribución sirve para
modificar las conductas de riesgo.
Hasta aquí, y mientras la distribución no tenía aval,
la gente del Ceads acumuló experiencia recomendando desinfecciones
con cloro para los que no podían cambiar las agujas o no las compraban
por vergüenza y miedo a la estigmatización. En esa etapa entendieron,
por ejemplo, que los mejores resultados se logran cuando la distribución
la hacen los propios usuarios. Por eso, los kits recién se repartirán
en marzo. Durante estos dos meses, el Ceads capacitará usuarios
para la entrega.
La cajita es como un botiquín. Allí hay una jeringa, una
aguja, un recipiente esterilizado para preparar la droga, agua destilada
y algodón. Pero, además, un instructivo donde se dice cómo
evitar sobredosis o cómo buscar venas para no infectarse. Después
del mensaje Elegí cómo cuidarte, el manual recomienda
zonas en las que inyectarse. El cuello -dice es muy peligroso,
en las manos y dedos usá agujas más finas. Sacate los anillos
porque pueden infectarte y en los pies, si lo hacés, picate lentamente,
puede ser muy doloroso.
A esto, el programa lo llama prevención focalizada
y la franqueza del mensaje es adrede: Antes, este tipo de discurso
no estaba avalado, se pensaba como apología de la droga indica
la especialista, pero hoy todavía cuesta entender que hacer
campañas para los que quieren consumir no excluye abordajes asistenciales
para los que quieren dejarlo.
¿Cada cuánto recomiendan el cambio de jeringa?
Decimos que es como el forro, se usa una sola vez. Hay dos imágenes
en los equipos que relacionan esos dos momentos. Por eso, apenas se terminen
las quinientas cajas, no habrá por el momento cómo reponerlas.
Para Inchaurraga, ésta es una de las preocupaciones y mientras
estudia el modo de continuar con la entrega de jeringas, asegura que al
menos al final del proceso se habrán conseguido dos logros: estimular
la reflexión entre los consumidores y la evaluación del
proyecto de parte del gobierno de Santa Fe que, al parecer, estará
especialmente atento al proceso. Se comprometieron en continuarlo
y se piensa, incluso, todavía como posibilidad, en crear centros
de distribución, como tienen varias ciudades del mundo, anticipa
la mujer. En esos centros se podrían cambiar jeringas usadas por
nuevas, actividad que ha logrado en Nueva York bajar del 51 al 21 por
ciento los niveles de infectados entre los consumidores. Y esto
es evidencia científica vuelve a decir la experta,
y está más allá de los argumentos dogmáticos
con esa dosis de moralina que hasta ahora frenaban estas experiencias.
Despenalizar
el consumo
Por A. D.
Existe una combinación explosiva entre VIH
y el consumo de drogas por vía endovenosa que marca en el
país la urgencia por desarrollar incluso cambios legislativos.
Mabel Bianco es la titular de la Unidad Coordinadora Ejecutora VIH
y de enfermedades de trasmisión sexual del Ministerio de
Salud. En diálogo con Página/12, sostuvo que la despenalización
del uso de drogas es inevitable para abordar el problema como enfermedad.
Ahora promueve en el resto del país otros diez programas
que se irán desarrollando articulados con el trabajo de las
ONG.
¿Cómo se dio vía libre a un proyecto
que se presenta tan transgresor?
Lo logramos con un acuerdo entre el Ministerio de Salud y
la Secretaría de Asistencia y Lucha contra la Drogadicción.
Desde allí se dictó una resolución que le planteó
a Salud la necesidad de trabajar en prevención de daños,
enfermedad y muerte vinculada con el uso de droga. Y esto porque
la situación es gravísima: las jeringas compartidas
es un elemento de riesgo importantísimo.
¿Cómo compatibilizar esto con una legislación
que prohíbe el consumo?
Estamos insistiendo para lograr que los consumidores sean
atendidos desde una posición no penalizadora. El tema debe
entenderse como enfermedad ya que el uso de droga es adictivo, y
allí es cuando queda expuesta tanto a accidentes de tránsito
como a contagios de VIH.
¿Usted está de acuerdo con la despenalización
de la droga?
Poner a los consumidores en la cárcel sólo logra
que se intensifique la dependencia y los riesgos de infección.
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Una
iniciativa que cosecha apoyos
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Prevención
Camilo Berruno, profesor de Salud Mental de la UBA y director del
Programa Nacional de Alcoholismo
Me parece un comienzo interesante para un programa de prevención,
fundamentalmente porque llega a los lugares donde están los
adictos y no se espera que sean ellos los que se acerquen al hospital.
De todas formas, tiene que implementarse con otras medidas para
que sea más eficaz: un hospital de noche para atender las
necesidades urgentes, centros de día donde puedan albergarse
a aquellas personas que no tengan un hogar, para cortar el ciclo
de inyectarse en la calle y programas metadona, que es la droga
que se utiliza en varios países para reemplazar a los opioides
comprados en la calle, que son de menor calidad y más nocivos.
Todos estos planes se aplican en distintos países de Europa
en los que se ha avanzado sustancialmente en la reducción
de daños del VIH-sida.
Un avance
Patricia Sorokin, magister en Salud Pública
Estoy de acuerdo con este tipo de iniciativas y considero
un avance importante la posibilidad de que se pueda debatir la cuestión
de la reducción de daños asociados al uso de drogas.
Todavía existe el fantasma respecto de si estas estrategias
implican legalización, y hay que despejarlo, se debe propiciar
un cambio de mentalidad. Toda posibilidad de trabajo asociada a
prevenir riesgos es positiva, porque sólo con buenas intenciones
no alcanza, hay que traducirlas en acciones concretas. Ahora cabe
esperar que este programa tenga continuidad, que no dependa del
subsidio oficial para que no se caiga el proyecto. Las bases para
los programas de disminución de riesgo deben estar enmarcadas
dentro de medidas de contención social y no deben ser una
experiencia pasajera, que dure tres meses y después se deje
todo como estaba.
Reinserción
Pablo Cymerman, coordinador de la Red Argentina
de Reducción de Daño
Estas acciones se vienen desarrollando hace tiempo en varios
partidos del Gran Buenos Aires con buenos resultados: hay experiencias
en San Miguel, Castillo, Avellaneda y Boulogne. No puede dejar de
pensarse que se trata de estrategias aisladas que tienen un alcance
limitado. Todos estos programas deberían convertirse en una
política pública concreta con el Estado tomando la
iniciativa. Mejorar la calidad de vida de los usuarios de drogas
no debe entenderse únicamente como un beneficio personal
porque ellos no viven aislados del resto del mundo; hay que pensar
que se mejora la calidad de vida de toda la sociedad porque se reducen
los riesgos de contagio de VIH. También hay que ofrecer reinserción
social a los usuarios y manejar programas de sustitución
de drogas y desintoxicación.
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