Por Carlos Noriega
Desde
Lima
Todas las instituciones
del Estado, con la excepción de la Defensoría del Pueblo,
estaban penetradas por la estructura de esa red criminal, es el
balance que hace el ministro de Justicia Diego García Sayán
(50) de lo que el gobierno de transición democrática encontró
luego de la fuga a Japón y destitución del ex presidente
Alberto Fujimori. En entrevista exclusiva con Página/12, García
Sayán, uno de los juristas más respetados del Perú
y un activista de los derechos humanos, analiza los niveles de corrupción
a los que descendió el Perú, lo que el actual régimen
puede hacer para desmontar ese aparato corrupto, el proceso de investigación
que se sigue a la mafia montada por Vladimiro Montesinos, la creación
de una Comisión de la Verdad y las posibilidades de extraditar
a Fujimori y a Montesinos.
Hasta el momento sólo se ha establecido una procuraduría
para investigar a Vladimiro Montesinos, ¿es que a estas alturas
no existen elementos suficientes para investigar al ex presidente Alberto
Fujimori?
En este momento se está poniendo el énfasis en identificar
y desmontar esa red inmensa de corrupción, red en la que Fujimori,
es verdad, va apareciendo como una persona relevante. Las atribuciones
que el gobierno le ha dado al procurador José Ugaz, que investiga
a Montesinos, permiten que el caso Fujimori sea visto por esta procuraduría,
porque hasta el momento todos los elementos que podrían indicar
responsabilidad penal de Fujimori están en conexión con
Montesinos. Naturalmente, habiendo sido Fujimori presidente del Perú,
por lógica uno podría pensar que se necesitaría una
procuraduría especial para investigar su caso, pero en este momento
en el que ya hay una dispersión de energías en el Estado,
no estoy seguro de que la creación de una procuraduría adicional
fuera lo mejor. Esto, claro, en la medida en que las responsabilidades
de Fujimori sean exclusivamente las conectadas a Montesinos.
Para lograr extraditar a Fujimori y a Montesinos que según
últimas revelaciones también estaría en el extranjero,
¿sería más factible hacerlo por delitos de corrupción
o por violaciones a los derechos humanos?
Indudablemente por violaciones a los derechos humanos. En el caso
de corrupción, por obvias razones la Convención Interamericana
no comprende a Japón y la Convención de Naciones Unidas
contra el Crimen Organizado Transnacional que se ha firmado el pasado
15 de diciembre en Palermo todavía no está en vigencia.
En el ámbito de los derechos humanos existen tratados como la Convención
Contra la Tortura que establece para los Estados parte, y Japón
y Perú lo son, la facultad de poder juzgar en su territorio a personas
que hayan cometido ese delito en otro país miembro de esa Convención.
En la hipótesis de que por alguna razón constitucional insuperable
fuera inviable una extradición de Fujimori y hubiera una acusación
penal por violación a los derechos humanos, las autoridades japonesas
tendrían la posibilidad de poder juzgarlo en su país.
¿Por qué entonces, la procuraduría que investiga
a Montesinos, y que como usted ha dicho incluye el caso Fujimori, se ha
centrado en las denuncias de corrupción dejando de lado las acusaciones
sobre graves violaciones a los derechos humanos?
Tal vez porque la corrupción era lo menos investigado hasta
este momento. Los indicios que vinculan de manera muy directa a Montesinos
y a personas de esa red criminal en la recepción de dinero, en
la apertura y manejo de determinadas cuentas corrientes pueden ser fulminantes
desde el punto de vista de procesos penales dentro del país. Sin
embargo, estoy de acuerdo en que habría que reforzar las investigaciones
sobre violaciones a los derechos humanos, particularmente el tema de la
tortura. No nosolvidemos de que la tortura fue la vía por la cual
cayó preso Pinochet y estuvo a punto de ser extraditado, a no ser
por el tema de su edad.
¿Qué tan profundo llegó en el Estado la red
de corrupción montada por Montesinos y cuánto de ella sobrevive
todavía?
Todas las instituciones del Estado, con la excepción de la
Defensoría del Pueblo, estaban penetradas por la estructura de
esa red criminal, y sospecho que esas estructuras criminales al interior
de esas instituciones siguen existiendo. El proceso de transición
democrática en el que estamos ha permitido que se den algunos pasos
muy importantes en la limpieza de las Fuerzas Armadas, de la Policía.
En el caso del Poder Judicial el asunto tiene que ir más lento
porque el Ejecutivo no puede intervenir, pero ya se han adoptado decisiones
importantes para quitar de los centros del poder a las personas sindicadas
como piezas de la red criminal.
¿Cree que estos ocho meses de gobierno de transición
serán suficientes para limpiar el país de esta inmensa red
de corrupción?
La estructura criminal demoró 10 años en montarse
y en un tiempo tan corto es difícil desmontarla por completo. El
papel del gobierno de transición es hacer la limpieza esencial
de las cabezas de esa red de corrupción en cada institución
y generar una dinámica en las instituciones y en la sociedad para
proseguir este trabajo de manera sostenida, por eso hemos presentado al
Congreso una propuesta para crear una comisión nacional contra
la corrupción.
¿Cómo funcionará la Comisión de la Verdad
que el gobierno ha propuesto crear?
Se ha formado un grupo de trabajo (integrado por los ministerios
de Justicia, de la Mujer, Defensa, Interior, la Coordinadora Nacional
de Derechos Humanos, la Defensoría del Pueblo, la Iglesia Católica
y la Iglesia Evangélica) que en 90 días debe definir cuáles
deben ser las funciones, facultades, los temas que cubriría esa
Comisión de la Verdad. Queremos que esta comisión sea fruto
de un debate nacional y no el resultado de una acción aislada del
gobierno. El propósito de la Comisión de la Verdad es promover
una reflexión sobre las cosas que se han hecho mal, sobre responsabilidades
que deben ser identificadas y las reparaciones a las víctimas de
la violencia y el abuso. Se trata de mirar al pasado para que eso sirva
como un ingrediente para la reconciliación nacional. Se debe identificar
a las víctimas de las acciones de las Fuerzas de Seguridad, de
los terroristas o del fuego cruzado, y decidir cómo repararlas.
¿Cómo han tomado los militares el anuncio de esta
Comisión de la Verdad?
No he sentido ningún reparo, ninguna atingencia en contra
o de desconfianza. En todo proceso de reconciliación que busca
analizar el pasado siempre hay quienes pueden sentirse afectados. Y cuando
se sale de un proceso de violencia los sectores militares y policiales
a veces sienten que puede haber una especie de corriente para sentarlos
en el banquillo de los acusados. Ese no es el propósito.
La experiencia de América latina nos muestra que las Comisiones
de la Verdad por sí solas no han servido para la reconciliación
y que las heridas han seguido abiertas mientras no haya un enjuiciamiento
a los culpables de violaciones a los derechos humanos. ¿Esta Comisión
de la Verdad debería acusar penalmente a los responsables de torturas
o asesinatos?
Lo importante es que haya investigaciones que determinen la verdad
y que eventualmente al determinarse responsabilidades de ahí puedan
derivarse acusaciones penales o civiles, pero ése es un tema que
tiene la arista de la ley de amnistía que cubre el período
en que ocurrió la mayoría de violaciones a los derechos
humanos.
¿Esa amnistía que dio Fujimori en 1995 se mantendrá?
Ese es un punto en el cual la Comisión de la Verdad debe
pronunciarse.
¿El gobierno no tiene una opinión sobre este tema?
El gobierno no tiene una opinión porque lo que queremos es
que eso lo vea la Comisión de la Verdad. El gobierno no puede opinar
porque se estaría adelantando. Esta no debe ser una decisión
política, sino una decisión de consenso. Lo que el gobierno
tiene claro es que no va a promover una nueva amnistía.
Con el regreso del Perú a la Corte Interamericana, que ha
ordenado un nuevo juicio en tribunales civiles de la norteamericana Lori
Berenson y de cuatro chilenos vinculados al Movimiento Revolucionario
Túpac Amaru (MRTA), ¿se volverá a juzgar a todos
los condenados por terrorismo que no tuvieron juicios justos?
En la medida en que haya una sentencia de la Corte Interamericana
esos procesos tendrán que ser revisados.
El primero en caer
de la banda en fuga
Fue el primero en caer de la banda en fuga. El general José
Villanueva Ruesta, ex comandante general del Ejército y ex
presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas peruanas,
fue detenido en la frontera con Ecuador y trasladado a su casa en
Lima con arresto domiciliario. Villanueva Ruesta, uno de los principales
laderos de Vladimiro Montesinos, el monje negro del régimen
del ex presidente Alberto Fujimori, está acusado de enriquecimiento
ilícito y de colaborar en la fuga de Montesinos a las islas
ecuatorianas de Galápagos, el 29 de octubre.
Villanueva Ruesta fue detenido el viernes por la noche en un hotel
de la ciudad de Tumbes, pegado a la frontera con Ecuador. La fiscal
Ana Cecilia Magallanes fue quien solicitó el arresto domiciliario
como medida cautelar a fin de evitar que se fugue del país,
algo que casi logra.
El procurador José Ugaz, que investiga las cuentas de Montesinos,
presentó hace una semana una denuncia contra Villanueva Ruesta
por enriquecimiento ilícito porque posee propiedades que
no corresponden con sus ingresos como funcionario público
y militar. El diario Liberación había publicado en
su momento que Villanueva Ruesta tenía cinco propiedades
a nombre de la sociedad conyugal con su esposa, y también
a nombre de la empresa Long View Corporation. Nadie se explica
cómo con el sueldo de general y posteriormente de ministro
y comandante general del Ejército pudo poseer esas propiedades,
señaló el diario.
Villanueva fue compañero de promoción de Montesinos
en la Escuela Militar de Chorrillos. Esa fue su carta, como la de
otros muchos militares, para ascender bastante rápido bajo
el fujimorato. Ya en 1999, con 53 años, llegó a ser
ministro del Interior y de allí a la comandancia de las Fuerzas
Armadas. Antes de que se conociera el video con el intento de soborno
a un congresista opositor por parte de Montesinos, otro diputado,
Jorge Chávez Sibina, había denunciado a Villanueva
Ruesta por haberle ofrecido 10.000 dólares mensuales para
que congelara los juicios en su contra y se pasase a la bancada
fujimorista.
|
|