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Una terrible avalancha interrumpió
la final del campeonato brasileño

Jugaban Vasco da Gama-Sao Caetano en el San Januario de Rio, repleto. Hay setenta heridos, tres de ellos graves. No hay campeón.

El campo de juego del San Januario se convirtió en improvisada enfermería, con ambulancias y helicópteros incluidos.

La fiesta de la final del campeonato brasileño jugada en Rio de Janeiro ayer sábado entre el multicampeón Vasco da Gama de Romario y el ignoto –y revelación del torneo– Sao Caetano, se convirtió casi en una tragedia en el minuto 23 de juego cuando 70 hinchas resultaron heridos al ceder una alambrada del repleto estadio San Januario ante una fuerte avalancha de gente. El partido fue suspendido sin fecha.
Una pelea en lo alto de las gradas ocupadas por el local Vasco da Gama detrás de uno de los arcos, empujó a decenas de aficionados contra la alambrada situada en la parte inferior de la tribuna, que separa al público del campo de juego. El alambrado cedió. Una verdadera avalancha humana se derramó sobre la cancha, dejando un tendal de heridos. Decenas de personas fueron aplastadas por la multitud y consiguieron salir de entre los alambres, ayudadas por la policía y otros aficionados, después de interminables minutos de pánico y desesperación.
Ambulancias, incluso helicópteros y autos de la policía militar convirtieron el terreno de juego en una improvisada enfermería, donde decenas de personas permanecían en estado de shock, llorando y con convulsiones, tras haber sentido que podían morir asfixiadas. Del total de accidentados, tres aficionados se encuentran en estado grave internados en el cercano hospital Souza Aguiar, entre ellos un niño de cinco años que será operado del abdomen. La vida de ninguno de ellos corre peligro, según el último parte médico.
Pasada la confusión y retirados los heridos, contra la opinión de los dirigentes, el gobernador de Rio de Janeiro, Anthony Garotinho, determinó que el partido –empatado 0-0– fuera suspendido ya que no había cómo “garantizar la seguridad de los ciudadanos”. La decisión provocó la indignación de los directivos del Vasco, que se autoproclamaron campeones del torneo ya que habían conseguido un empate 1-1 en el partido de ida. Sus jugadores, incluso, dieron una vuelta al estadio Sao Januario con la copa en las manos ante los gritos de “campeón, campeón” de los aficionados. “El gobernador es un débil incompetente. El no manda en el Vasco”, declaró el presidente del equipo local, que dio el asunto por zanjado y hasta concedió a sus jugadores un mes de vacaciones. “Me considero campeón”, aseguró Miranda. El club de los 13, órgano independiente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) integrado por los equipos más poderosos y que creó y puso en marcha este campeonato Copa Joao Havelange, se reunirá el martes para tomar una decisión. “En ningún caso un equipo se proclama vencedor en una situación así. Lo normal es que haya otro partido y si el Vasco no se presenta, Sao Caetano ganará el campeonato”, aseguran los expertos. El estadio Sao Januario recibió este sábado más de 35.0000 espectadores, cifra superior a sus posibilidades, según los comentaristas deportivos, y no se encuentra preparado para recibir una final de fútbol de semejantes proporciones. El gobernador de Rio explicó que los dirigentes del Vasco se negaron a disputar el partido en el Maracaná.

 


 

CON 35 AÑOS, EL MEJOR DE AMERICA SE VA AL INTER DE MILAN
Romario, el del año increíble

El año 2000 será inolvidable por muchos motivos para el más popular de los jugadores de Brasil: Romario. El “Bajito”, que el 29 de enero cumplirá 35 años, parece que se va al Inter (1,9 millones de dólares hasta junio del 2001 y 3,8 por toda la temporada 2001-2-) y por eso jugaba ayer probablemente su último partido en el Vasco tras una campaña extraordinariamente exitosa cuyo contrato termina hoy, con el fin de año: Romario llevaba convertidos, hasta ayer, 73 goles en 74 partidos, incluidos los tres inolvidables que le hizo al Palmeiras en la finalísima de la Mercosur.
Todo iba bien hasta los 22 minutos del primer tiempo cuando, estando el marcador en blanco –un resultado que le alcanzaba a su equipo para consagrarse tras el empate 1-1 del partido de ida ante Sao Caetano en San Pablo– sintió un tirón y se retiró del campo. Acaso la ausencia repentina de su mayor ídolo y carta de triunfo a más de una hora del final del match definitorio haya provocado las discusiones en la superpoblada tribuna local. Vino la pelea, la presión y la tragedia.
Las declaraciones posteriores del ídolo mostraron la máxima consternación por lo sucedido en la que debía ser la fiesta final de un año increíble. Un 2000 que lo vio competir ayer con Riquelme, voto a voto hasta el final, en la encuesta del diario “El País” de Montevideo que elige al mejor jugador del continente. Y ganó el Chapulín. Por si fuera poco...

 

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