Por Pablo Plotkin
Fita, una anciana de 91 años
puesta frente a una cámara en el living de su casa en Bahía
Blanca, le reprocha vía satélite las payasadas
a Charly García, un hombre de 52 que agita los hielos de su whisky,
recostado en la cama de su departamento en Buenos Aires. Estás
un poco confundida, será la respuesta de García, aburrido,
para sortear las críticas que con estridente cariño le hace
su locuaz interlocutora. La entrevista en dúplex que MuchMusic
pondrá al aire hoy a las 22.30 (promovida irónicamente como
la pelea del siglo) pretende convertirse en objeto de culto
a partir de la química improbable generada entre los dos personajes.
Fita es una mujer que se dio a conocer públicamente en aquel ciclo
de trasnoche (o trasnochado ciclo) Televisión abierta,
donde la gente común podía disponer de una cámara
y construir como fuera sus quince segundos de fama. El éxito que
tuvo Fita en la escena bizarra nacional la convirtió en el chiste
favorito del programa, y gracias a ello ahora es una especie de columnista
(in)estable de la señal de música.
El encuentro genera, previsiblemente, escenas con ínfulas surrealistas.
La anciana insiste en recomendarle al músico que deje de lado las
payasadas, mientras García le diagnostica un complejo
de circo. ¿Por qué no sacás lo bueno
de Jack Lemmon?, le sugiere Fita. El mundo entero conoce a
Jack Lemmon. ¿No te parece, Jack?. García sonríe,
murmura qué vieja hinchapelotas y revuelve el whisky
con hielo. Exhibe una sobriedad implacable y habla sólo lo necesario.
Supongo que dirás John Lennon, responde Charly en una
ostentación de paciencia. ¿Qué le voy a sacar?
¿La mujer? Dejalo en paz. El tono del reportaje es insistentemente
crítico y maternal. Fita repasa los tópicos más polémicos
de la vida del artista y pretende aleccionarlo al respecto. Vos
sos una vieja buscarroñas, le dice García. Decís
que me querés, pero lo único que hacés es criticarme.
No, vieja, tenés que actualizarte. Después de la emisión
del video de Funky, la anciana vuelve a la carga. Tema: Calamaro.
En un complejo discurso, Fita le explica que tanto Andrés como
él se deben al pueblo y que deberían dejar de lado las peleas.
¿Te vas a amigar?, quiere saber. García contesta:
Seguramente, seguramente... Ya estoy amigado.
Las preguntas de la entrevistadora derivan en extensas parrafadas consejeras.
García muestra señales de aburrimiento y le pide un cigarrillo
a alguien que está fuera de plano. Fita le pregunta por su hijo.
Mi hijo es un conocido estafador profesional, repone el Sui
Generis. En estos momentos está en Florencia, robando estatuas
para después falsificarlas. Aparte de eso, come bien tal
vez le guste demasiado la hamburguesa, entiende algo de Internet
y los fines de semana toca cuarteto. Es uno de los pocos momentos
en los que García se toma el trabajo de exponer su lucidez y sentido
del humor. Por lo demás, la charla empieza a naufragar entre la
letanía de Fita y la displicencia de Charly. Ella le hace saber
que está al tanto de su relación con las drogas, pero quiere
suponer que las abandonó, que son cosas del pasado. No te
preocupes, abuela, la tranquiliza él. Estoy con Nito
Mestre. Todo bien.
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