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CONFLICTO AL GRADUARSE LA PRIMERA
CAMADA DE ESTUDIANTES QUE NO CURSO EL CBC
La novela eterna del CPI en Medicina

La UBA ratificó ayer que los alumnos que ingresaron con el curso ideado por el ex decano Ferreira deberán completar el CBC para graduarse. Pero, presionado por la Justicia, Shuberoff admitió que extenderá los diplomas, aunque �bajo protesta�.

Por Javier Lorca y Cecilia Sosa

El interminable conflicto por el CPI está de vuelta. La primera camada de estudiantes de la Facultad de Medicina (UBA) que en 1995 entró en la universidad a través del Curso Preuniversitario de Ingreso –pergeñado por el ex decano menemista Luis Nicolás Ferreira– ya terminó o está por terminar su carrera. Son miles de alumnos que ahora se encuentran con que la UBA insiste en que, para graduarse, deben cursar dos materias del Ciclo Básico Común (CBC). Esa decisión fue ratificada ayer por el Consejo Superior de la universidad, cuando se trató un proyecto de la Facultad de Medicina para que se exceptuara a los 7500 estudiantes que, en total, sufrieron el polémico CPI. No obstante, hay una noticia a favor de ellos: entre las diversas causas judiciales iniciadas, ya hay dos fallos favorables a tres mil alumnos, que se suman a la pesada jurisprudencia que la Corte Suprema sentó en el mismo sentido. Por eso, el rector Oscar Shuberoff admitió que extenderá los diplomas. Pero agregó: “Salvo que me hagan echar, cuando tenga que firmar uno de esos diplomas lo haré consignando la situación judicial que me obliga y aclarando que el aspirante no cumplió con las exigencias para graduarse”.
El CPI nació en 1995 y desde entonces fue centro de una ardua disputa entre Ferreira y Shuberoff, quien siempre proclamó su ilegalidad y sostuvo que el CBC era el primer año de todas las carreras. A su vez, el ex decano defendía su dilecto CPI como un modo de restringir el ingreso y se negaba a aceptar a los alumnos que provenían del CBC. La disputa se zanjó a medias en 1998, cuando el siguiente decano, Salomón Schächter, acordó con el rector eliminar el CPI y consensuar un CBC específico para el área de salud. Los únicos perjudicados fueron los alumnos que ya habían hecho el CPI. Una resolución del Consejo Superior dispuso que debían cursar dos de las materias que integran el CBC (Sociedad y Estado y Pensamiento Científico). Por eso, más de cinco mil alumnos patrocinados por el centro de estudiantes recurrieron a la Justicia. En dos causas obtuvieron sentencias favorables. La UBA presentó recursos de queja, pero, mientras, los fallos siguen en pie.
“El proceso judicial puede tardar, pero no hay duda de que se va a resolver a favor de los estudiantes. Es sólo una cuestión de tiempo”, aseguró a este diario José Lucas Magioncalda, el abogado del centro estudiantil. “Algunos alumnos con sentencia favorable, cuando van a tramitar su título, se encuentran con que el personal no está notificado y les pone trabas –contó el abogado–. Estamos al borde de iniciar acciones penales porque la UBA no cumple las disposiciones judiciales”, advirtió Magioncalda, quien recordó que el conflicto por el CPI ya tuvo un fallo favorable de la Corte Suprema (en el caso “Monje y otros contra la UBA”). “Cada vez que la UBA apela gasta más de mil pesos. Está malgastando el dinero”, agregó. La universidad también se expone a que lluevan juicios por daños y perjuicios por los que podría terminar pagando una cifra astronómica.
Ayer, en su última sesión del año, la disputa retornó al Consejo Superior de la mano de un proyecto impulsado por los consejeros estudiantiles de la Alianza y por Medicina para exceptuar a los que cursaron el CPI de cursar el CBC. Los consejeros se dividieron en dos posturas: “idealistas” y “pragmáticos”. Los primeros, con Shuberoff a la cabeza, argumentaron que los fallos de la Justicia son inconstitucionales porque vulneran la autonomía universitaria. “Un juez no puede establecer cuáles son los planes de estudio de la universidad”, se dijo.
Los “pragmáticos”, aun cuando aceptaron la “irregularidad” del fallo y al CBC como único ingreso, optaron por defender a los estudiantes a quienes llamaron “rehenes” y “mártires”. Pidieron una “amnistía de excepción” para “saldar un problema político”. Entre ellos, se alinearon los consejeros estudiantiles y los decanos de Medicina, Exactas, Socialese Ingeniería. “Los estudiantes no son responsables del conflicto y, por lo tanto, no pueden pagar sus costas –dijo a Página/12 el decano Medicina, Salomón Muchnik–. No sería tan grave darles una excepción.” Otro argumento lo esgrimió el decano de Derecho, Andrés D’Alessio, a través de un proyecto de resolución. Allí se previno que, dado el precedente sentado por la Corte Suprema y pese a su “evidente error”, “razones de prudente administración hacen manifiesta la inconveniencia de ignorar... este reiterado criterio jurisprudencial”. También se indicó que agotar todas las instancias judiciales supondría para la UBA “una segura erogación varias veces millonaria”.
Pero la mayoría de los consejeros no opinó lo mismo. Duro, Shuberoff aseguró que en Medicina “nunca hubo dos formas de ingreso. Algunos entraron por la ventana”. “Cumpliremos con los fallos judiciales, pero no tenemos por qué aceptar que un juez disponga un cambio en los planes de estudios. Es absurdo, carnavalesco. Significa excederse largamente en sus atribuciones y vulnerar la autonomía –gruñó–. Aprobar una materia no es una sanción. Beneficiamos cuando somos exigentes y valorizamos el título.” Después de las discusiones, la votación contó 12 votos para la postura del rector y 7 para la de Medicina.

 

Voces a favor y en contra

“La UBA no fue capaz de intervenir Medicina y muchos alumnos creyeron que el CPI era válido. Los estudiantes no pueden ser rehenes de esta situación. Hay que exceptuarlos de cursar el CBC”, dijo Fortunato Mallimaci, decano de Sociales.
“Los alumnos no pueden ser considerados víctimas. A los 18 años están en condiciones de votar. La UBA en su momento dio a conocer por todos los medios que el CBC era el primer año de la carrera”, retrucó Susana Mirande, vicerrectora.
“Exceptuar a los estudiantes es lo que menos perjuicios le va a producir a la UBA frente a una posible ola de juicios. Sería en carácter excepcional frente a un conflicto político del que ellos no forman parte”, apuntó Mariano Heller, consejero estudiantil.
“No estoy con la amnistía. Me parece injusto para los que cumplieron. No hay rehenes, hay alumnos que no cumplieron con un plan de estudios”, dijo Aníbal Franco, decano de Veterinarias.
“Hay que pensar en los estudiantes y en los fallos judiciales que seguramente vamos a perder, y dar una amnistía para que no se vuelva a plantear esta cuestión”, argumentó Carlos Raffo, decano de Ingeniería.
“Si la UBA acepta esto, deberá aceptar todo fallo que se entrometa en los planes de estudio de cualquier carrera. Perdería toda credibilidad”, dijo Máximo Giglio, decano de Odontología.

 

Para el tiempo libre... (si queda)
Festival. Mañana, desde las 18, en el Parque Centenario, dentro del festival Hacerock tocarán Turf, Superratones, Grandprix y Menos que cero. Organizan la Dirección de la Juventud de la ciudad y estudiantes de Sociales.
Becas. Hasta el 31 de enero la Fundación Konrad Adenauer tiene abierta la inscripción para las becas para cursar posgrados en Alemania. Informes: Leandro N. Alem 690, piso 20º, [email protected].
Inclusión. La UCES presenta hoy, a las 18.30, un programa para promover la inclusión social de jóvenes sin trabajo ni estudios. En Paraguay 1457, 4815-3290 (int. 684).
Medios. El Instituto de Tecnología ORT inscribe para la carrera de Producción integral de medios audiovisuales. En Avenida del Libertador 6795, 4789-6500.
Padrinos. El portal oficial Educ.ar convoca a empresas, particulares y fundaciones a participar de sus programas de padrinazgo de escuelas. Informes en www.educ.ar.
Textos. La Facultad de Lenguas de la Universidad de Córdoba dicta en verano un curso a distancia de producción de textos escritos en español e inglés. Informes: Vélez Sarsfield 187 (Córdoba), 0351-4331073/75; [email protected].
Concurso. El Escriba organiza el concurso Literatura caliente. Informes: 4865-5343.

 

OPINION
Por Adriana Puiggrós*

Con la gratuidad no alcanza

La discusión sobre la gratuidad de la enseñanza superior no debería desplegarse sobre supuestos fundamentalistas. Desgajada de la realidad económica y social, esa discusión no tiene destino. Más fructífero es preguntarse si aquellas familias que con dificultad consiguieron que sus hijos terminaran la escuela media están en condiciones de pagar un arancel universitario. Dada la obvia respuesta negativa de la gran mayoría, debe entonces interrogarse la sociedad si necesitará técnicos y profesionales, cuántos y en qué áreas. Hay una respuesta que puede sintetizarse en la frase “solo vale la pena invertir en los mejores”. Otra contempla la responsabilidad de la generación adulta y dirigente de dotar al conjunto de los jóvenes de los mejores instrumentos para que luchen por un lugar –personal y colectivo– en la difícil sociedad nacional e internacional actual.
Sumemos argumentos: un arancel de 100 pesos por mes sólo cubriría cerca del 15 por ciento del presupuesto universitario y provocaría la deserción de un 40 por ciento de los alumnos, que irían, frustrados, a la calle. El costo político y social es incalculable. La Constitución establece la gratuidad de la enseñanza pública y la Ley de Educación Superior dejaba abierta la posibilidad de fijar aranceles obligatorios en los estudios de grado. Para reparar esa incongruencia, presentamos el proyecto de inclusión de un nuevo inciso en la ley, que permite a los jóvenes realizar estudios exentos de aranceles y fue aprobado por la Cámara de Diputados.
Sin embargo, esa mejora no alcanza. Tal como planteó el programa de la Alianza y ratificó el ministro de Educación, es necesaria una profunda reforma de la educación superior. Hay que potenciar los terciarios y establecer sistemas de créditos que faciliten su articulación con las universidades, como parte de una reforma curricular que abarque el conjunto. Es necesario conectar la educación superior en el interior del país y vincularla con las redes educativas del Mercosur. La distribución de los aspirantes a ingresar a ese nivel en las instituciones, áreas y especialidades debe ser planificada y orientada según necesidades nacionales y regionales, posibilidades institucionales, demandas de los jóvenes y prospectiva de la cultura, la ciencia, la tecnología.
Por otra parte, hay que construir una nueva ecuación que supere el ahogo presupuestario de las universidades, que en los últimos años ha superado el límite de lo tolerable. Se trata de buscar fuentes complementarias del principal aporte, que debe seguir siendo del Estado: a) puede estudiarse la posible devolución de los graduados de la inversión hecha durante su formación. Parte de ella es apropiación pública y parte es apropiación individual y privada, y muchos países han usado exitosamente vías de reintegro de esta última; b) el incremento de los convenios entre instituciones de nivel superior y empresas, que deben resguardar la primacía de lo pedagógico sobre el interés empresarial; c) la prioridad de las instituciones públicas de nivel superior como proveedoras y consultoras de los organismos del Estado: a igual oferta científica y tecnológica, los entes públicos deberán optar por las universidades; d) el impulso a las inversiones privadas en instituciones educativas y de investigación y desarrollo amparados por normas de desgravación impositiva.
Finalmente, debe decirse, una vez más, que la próxima reforma de la legislación de educación superior deberá apoyarse en un amplio debate y contar con suficiente consenso para lograr la legitimidad que requerirá su aplicación.

* Diputada nacional (Alianza-Frepaso).

 

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