Un
Tiranosaurio joven y famoso
Por
Mariano Ribas
Es
uno de los esqueletos de Tiranosaurio Rex más valiosos que se
hayan encontrado. Y, al mismo tiempo, es uno de los especímenes
de dinosaurios más importantes, de cualquier época y cualquier
lugar. Tinker es el principio de algo realmente grande en la dino-ciencia...
Las
palabras del doctor Robert Bakker, uno de los paleontólogos más
prestigiosos y pintorescos del mundo, transmiten un entusiasmo
contagioso. Y no es para menos porque, por primera vez, y después
de largas décadas de búsqueda, los científicos
han encontrado los restos fósiles de un joven Tiranosaurio Rex.
El esqueleto descubierto en Dakota del Sur, Estados Unidos
es una verdadera joya: está casi completo y en excelentes condiciones.
Y promete: aunque todavía no ha sido completamente liberado de
la matriz de roca y polvo que lo cubría, el enorme fósil
ya está contando muchas cosas sobre la infancia y la juventud
de los T-Rex, una de las criaturas más espectaculares
que hayan caminado sobre la Tierra. Pasen y vean a Tinker, la estrella
paleontológica del momento.
Una
sorpresa en el desierto
A mediados de 1998, tres curiosos paleontólogos norteamericanos
se lanzaron a explorar la zona oeste de Dakota del Sur. Como lugar de
vacaciones, el lugar no es de lo más recomendable: los veranos
son infernales, los inviernos hielan la sangre, y sólo hay rocas,
montañas y desierto. Sin embargo, Mike Harrel (recientemente
fallecido) y sus dos amigos sabían muy bien dónde se habían
metido: en esa región se han encontrado unos cuantos restos fósiles
de dinosaurios, entre ellos, algunos Tiranosaurios. Y bien, después
de varios días de exploración, el trío tuvo su
merecido premio: de pronto, algo les llamó la atención
entre las rocas erosionadas. Se acercaron un poco, y otro poco, hasta
que vieron un par de enormes garras y algunas otras piezas que apenas
asomaban de la piedra. Se miraron, y comprendieron que habían
encontrado algo pesado, en el más completo sentido de la palabra.
La historia de Tinker acababa de comenzar.
Descubriendo
el tesoro
Harrel y sus socios no tardaron mucho en darse cuenta de que habían
tropezado con los restos de un gran dinosaurio. Y al poco tiempo llamaron
a su colega, el veterano Robert Bakker, de la Wyoming Dinamation Society,
de Boulder, Colorado. Tal como lo sospechaban, Bakker les confirmó
que lo que se escondía en la roca era nada más ni nada
menos que el esqueleto fosilizado de un Tiranosaurio Rex. Sin embargo,
el anuncio formal del descubrimiento se fue demorando. Y mientras pasaban
los meses, Bakker trabajó junto a los descubridores en la delicada
tarea de liberar al fósil de la pétrea prisión
que lo había encerrado durante decenas de millones de años.
Así fue asomando la verdad: las características y las
dimensiones de algunos huesos revelaban que no se trataba de un T-Rex
completamente desarrollado sino de un ejemplar joven. Nunca se había
encontrado algo así: los primeros restos fósiles de esta
especie aparecieron en 1904, y desde entonces, se descubrieron sólo
24, y todos pertenecen a adultos. La noticia finalmente estalló
en diciembre del año pasado. Y por entonces, Ron Frithiof, otro
de los descubridores, ya había bautizado a la criatura como Tinker.
Identikit
de un Tiranosaurio
En estos momentos, Tinker y lo que queda de su rocoso envoltorio se
encuentran en el laboratorio particular de Frithiof, en San Antonio,
Texas. Muchas piezas del esqueleto ya han sido completamente separadas
de la roca y el polvo, pero todavía hay para rato: no hay que
olvidarse que lo se encontró era un verdadero revoltijo de huesos
completamente desordenados, y mezclados con la piedra. Por eso, recuperarlos
y limpiarlos es una delicada tarea artesanal, y lleva bastante tiempo.
De todos modos, Bakker estima que el esqueleto de Tinker estaría
completo en un 95%, y teniendo en cuenta sus 66 millones de años
de antigüedad, eso es realmente increíble. Gracias a este
verdadero milagro fósil, los paleontólogos ya se están
asomando a la infancia y a la juventud de los T-Rex.
Dejemos hablar a los huesos: Tinker medía 7 metros de largo,
desde la punta de su cola, hasta la punta de su hocico. Y su altura
superaba los 3 metros. Eso equivale a dos tercios del tamaño
de un T-Rex completamente desarrollado (si fuera un chico, mediría
algo así como un metro veinte). Además, y teniendo en
cuenta su contextura, Bakker estimó que Tinker habría
pesado alrededor de 600 kilos, la cuarta o quinta parte del peso de
sus padres (que llegaban tranquilamente a las 3 toneladas). Era
una versión en miniatura de sus padres, compacto y poderoso,
dice el paleontólogo norteamericano. Sin dudas, era un bicho
bastante grande, pero en su mundo, no dejaba de ser un chico. Pero,
además de revelar dimensiones, los huesos también esconden
mensajes más sutiles.
Mandíbulas
que dicen mucho
Una de las cuestiones clave en este asunto es la mandíbula de
Tinker. Hasta hace poco, los científicos creían que en
su infancia, los T-Rex tendrían dientes finos y delicados. Y
que, en consecuencia, su dieta era bastante distinta de la de los ejemplares
adultos, que estaban equipados con mandíbulas de terror, repletas
de dientes gruesos, capaces de triturar casi cualquier cosa. Pero Tinker
demostró que esta imagen era totalmente errónea: sus mandíbulas
son una copia a escala de las de los T-Rex grandes. Y no hay rastros
de que haya tenido dientes de leche. Por lo tanto, si los
chicos Rex ya venían con dientes trituradores de huesos,
como dice Bakker, también es probable que comieran las mismas
cosas que sus padres: otros grandes animales.
Y aquí se abre otra cuestión: ninguno de nosotros se animaría
a hacerle burla a semejante animalito, pero, en su contexto, Tinker
no era tan impresionante (al fin de cuentas, parece que tenía
apenas 5 o 6 años cuando murió). De hecho, difícilmente
le podría hacer meter miedo a algún otro dinosaurio adulto.
Sin embargo, parece que podía darse el gusto de comerse animales
grandes. Todo esto sugiere algo: según Bakker, es posible
que su mamá y su papá cazaran por él, y que luego
le llevaran la comida. Una especie de delivery bestial. Y al mismo
tiempo, una suerte de comportamiento social y familiar similar al que
puede observarse en mamíferos predadores, como los leones y los
leopardos: padres cazando para sus hijos. Quién sabe.