Neurobiología
y psicología experimental
Las
cosquillas son cosa seria
Por
Raúl A. Alzogaray
Desde
la antigüedad, el tema de las cosquillas fue seriamente considerado
por ilustres pensadores. Aristóteles observó que las cosquillas son
más intensas cuando las personas son tomadas por sorpresa que cuando
se las ven venir. Por esa razón, reflexionó el filósofo griego, nadie
puede hacerse cosquillas a sí mismo. En el siglo XVII, Francis Bacon
señaló que aun las personas apesadumbradas ríen cuando se les hace cosquillas.
Por el contrario, en su libro sobre la expresión de las emociones humanas,
Charles Darwin consideró que la risa por cosquillas requiere un estado
humorísticamente predispuesto de la mente. Instrumento de tortura en
la Edad Media, las cosquillas resultan desagradables para la mayoría
de las personas. Pero entonces, ¿por qué provocan risa?; la risa por
cosquillas ¿refleja el mismo estado mental que la que producen los chistes
y las situaciones graciosas? Y de última, ¿por qué sentimos cosquillas?
La psicología experimental intenta responder estas preguntas.
Cosquillas
suaves y fuertes
A fines del siglo pasado, los psicólogos Stanley Hall y Arthur Allin
definieron dos tipos de cosquillas: las suaves y las fuertes. Un suave
roce sobre la piel, por ejemplo con una pluma, produce cosquillas suaves.
Este tipo de cosquillas no provoca risa, pero sí un deseo irresistible
de frotar o rascar la zona afectada. Prácticamente cualquier parte del
cuerpo es sensible a las cosquillas suaves que, a diferencia de las
fuertes, pueden ser autoinfligidas. Para producir cosquillas fuertes
se requiere una acción más vigorosa. Este estímulo sólo es efectivo
en zonas específicas del cuerpo. La respuesta inmediata varía desde
la sonrisa a la carcajada. La psicóloga Christine Harris (Universidad
de California en San Diego) determinó experimentalmente que las axilas
son las partes del cuerpo más sensibles a las cosquillas fuertes. Le
siguen, en orden decreciente de respuesta, la cintura, las costillas,
los pies y las rodillas. Estados de la mente Para dilucidar si la respuesta
a las cosquillas requiere un estado particular de la mente, Harris y
su colega Nicholas Christenfeld realizaron un experimento con estudiantes
universitarios. Otros investigadores habían determinado que la reacción
a un chiste o a una situación jocosa es más intensa si previamente se
han escuchado otros chistes o situaciones jocosas. Los psicólogos piensan
que se trata de un efecto de �precalentamiento� del ánimo. Teniendo
esto en cuenta, Harris y Christenfeld separaron a los estudiantes en
dos grupos. A uno de ellos le hicieron ver una recopilación de escenas
graciosas extraídas de películas cómicas. El otro grupo no vio la recopilación.
Y todos los estudiantes fueron sometidos a cosquillas. El resultado
fue que los integrantes de ambos grupos reaccionaron con igual intensidad
a las cosquillas. En otras palabras, el �precalentamiento� no afectó
la respuesta. Para Harris y Christenfeld, este resultado sugiere que
la risa por cosquillas no refleja el mismo estado mental que la risa
producida por la comedia y el humor.
La máquina de hacer cosquillas
En otro experimento, Harris y Christenfeld se propusieron averiguar
si para que alguien sienta cosquillas se requiere que sea otra persona
quien se las haga. El 50 por ciento de los estudiantes encuestados estaba
convencido de que una máquina sería incapaz de hacerles sentir cosquillas.
Sólo el 15 por ciento pensaba lo contrario. Los investigadores construyeron
una máquina de hacer cosquillas. La equiparon con una manguera a modo
de brazo, en cuyo extremo colocaron una mano mecánica. A los estudiantes
sometidos al experimento les vendaron los ojos y les dijeron que la
máquina y una persona les harían cosquillas en distintos momentos. La
verdad es que la máquina no funcionaba en absoluto (sólo hacía ruido)
y a todos los estudiantes les hizo cosquillas la persona. Los psicólogos
querían que los estudiantes pensaran que las cosquillas se las hacía
la máquina. Los estudiantes se rieron por igual en todos los casos.
Creer que lo que les hacía cosquillas era una máquina no disminuyó la
respuesta, ni siquiera en aquellos que habían respondido que una máquina
no podría hacerles cosquillas.
Entrenamiento
para el combate
¿Tienen las cosquillas algún significado en términos evolutivos? Para
algunos psicólogos, ayudan a establecer una relación positiva entre
padres e hijos. Cuando los padres hacen cosquillas a sus hijos, éstos
sonríen. Y cuando ellos sonríen, los padres también lo hacen. Una explicación
alternativa es que las partes del cuerpo más sensibles a las cosquillas
son también las más expuestas en un combate cuerpo a cuerpo. Las cosquillas
tendrían un rol protector de esas zonas corporales. En un artículo publicado
recientemente en American Scientist, además de dar cuenta de los experimentos
mencionados, Harris planteó una tercera posibilidad. �La gente exhibe
movimientos defensivos y generalmente afirma no estar disfrutando las
cosquillas �escribió la psicóloga�, pero simultáneamente muestra una
expresión facial que dice: ¡La estoy pasando bien!... La incomodidad
producida por las cosquillas motiva a los niños en crecimiento a desarrollar
habilidades para el combate.� Si la expresión facial durante las cosquillas
fuera negativa, el padre o el compañero de juego dejaría de hacerlas
y el desarrollo de las habilidades para el combate se interrumpiría.
Mientras las cosquillas suaves son comunes en los mamíferos, sólo los
primates son susceptibles a las fuertes. Entre estos últimos, el de
los humanos es el único grupo que cuenta con un aparato vocal adecuado
para reír. No lo desperdiciemos.