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Desde el más
allá virtual
Por
Juan Pablo Bermúdez
La
"cibereconomía" sigue expandiéndose: nuevas
tecnologías (minipantallas con datos de los fallecidos) para reemplazar
las tradionales fotos de las lápidas en los cementerios.
La idea
es casi como digitalizar fantasmas. O, para remitirse a uno de los principios
inherentes a la condición humana, seguir con la negación
sistemática de la muerte pero en este caso utilizando tecnología
de última generación. Sus creadores los llaman cementerios
virtuales pero el sentido común diría otra cosa. Si
la iniciativa prospera, en pocos años la historia de cada ser humano
podría estar concentrada en una pantalla sobre su tumba.
Pero eso (que no es poco) no es todo. Para ir todavía más
allá (después de todo de eso se trata) se habla también
de la posibilidad de reemplazar las tan morbosas fotos del muerto en la
lápida por figuras holográficas, proyectadas desde una computadora,
con movimiento y sonido. Es para pensar que si Cristo hubiese nacido en
este siglo, seguramente hubiesen dicho que la resurrección fue
un truco informático.
¿Una
flor o un mouse?
Los primeros en encontrar este costado todavía no explotado por
las computadoras fueron unos ingenieros de Creve Cour, una ciudad de Missouri,
que fundaron una empresa con el elocuente nombre de Forever Enterprises
(Empresas para siempre). La idea, dicen, se les ocurrió mientras
pasaban frente a un cortejo fúnebre. Enseguida se pusieron a trabajar
en el proyecto, que al principio consistió en un recurso elemental:
reemplazar la tradicional lápida de granito por un banco de datos.
Primer inconveniente: a pesar de su anacronismo, la piedra resultaba mucho
más resistente que el monitor de una computadora. Entonces se les
ocurrió unirlas e insertar la computadora dentro de una lápida
común. Así, de paso, se evitaban los robos (pero no las
alteraciones de los hackers). En cuanto a cómo activar el sistema,
también lo resolvieron con facilidad: en algún lugar del
espacio destinado a la tumba se conecta un panel de botones al que se
le debe ingresar previamente una clave, sólo conocida por los familiares
del muerto, para que se ponga en funcionamiento.
Como
una foto, pero viva
El proyecto contempla la posibilidad de ingresar información en
todos los formatos posibles: audio, video y fotografía. Y también
pensaron en la forma de sacarle rédito al recurso. La misma empresa
ofrece el armado de un CD-ROM con toda la información que quieran
poner.
De esa forma, se puede ver, por ejemplo, cómo era el muerto cuando
estaba vivo y, lo que podría ser mejor aun, verlo haciendo deportes,
hablando con sus hijos o bailando en un casamiento, cuando no en su propio
casamiento. La pregunta en este punto es: ¿Existirá alguien
que se pase un par de horas viendo en una lápida una suerte de
película biográfica?
A juzgar por la pronta aceptación que el sistema tuvo parece que
sí. El primero en disfrutar sus bondades fue un ejecutivo de Sillicon
Valley que, curiosamente, lo había contratado dos meses antes.
Entre otras cosas, pidió que el banco de datos contuviera sus dos
canciones preferidas: Amo a París, de Cole Porter,
y Cuando los santos vienen marchando, del eterno Louis Armstrong.
Hasta ahora, nadie se quejó por ruidos molestos.
¿Cementerios
o cines?
A partir de Forever Enterprises otras empresas se sumaron a la iniciativa,
como Leif Technologies y Datacom. Los principios de lossistemas ofrecidos
son similares, por lo cual la competencia entre ellas es por el grado
de sofisticación. No es la misma cosa una Pentium que una 386;
máxime si se tiene en cuenta que la información brindada
aspira a ser eterna.
Un ejemplo: Life Technologies garantiza la perdurabilidad de la lápida
virtual merced a un material sólido, resistente al agua,
al granizo y a los golpes que, sin embargo, no especifican cuál
es. Pero además también asegura una excelente calidad
de sonido, para que las voces registradas suenen exactamente iguales.
Claro que no dice iguales a cuándo. Tampoco es cuestión
de recordar todo el tiempo lo que, precisamente, no se quiere recordar.
Datacom, por su parte, sube la apuesta ofreciendo una construcción
cómoda, al servicio de los familiares, para que cada vez que lo
deseen puedan disfrutar sus recuerdos de manera simple. Para ello, contemplan
la posibilidad de construir, siempre que alguien lo solicite, un lugar
para sentarse y ver la pantalla tranquilamente. Como en un cine, aunque
por ahora no hay vendedores de pochoclo.
Lo
máximo: salir del encierro
Precisamente por la necesidad de diferenciarse de sus competidores, una
empresa lanzó su propio proyecto por Internet. Se trata de lo mismo,
pero con dos agregados extra: la difusión de la biografía
precisamente por Internet (será para que puedan visitar el lugar
desde cualquier parte del mundo); y la perla: la posibilidad de generar
figuras holográficas desde la tumba, también para ver al
muerto cuando estaba vivo aunque en este caso con mucha más precisión.
Con reminiscencias fantasmagóricas, el software trabajaría
de la siguiente manera: al activar el programa desde una botonera, un
conjunto de láser emergería de la lápida para dibujar
al sujeto en cuestión. Incluso se puede, mediante información
registrada en un CD-ROM, hacer que se mueva y hasta que hable. (Sacarlo
un ratito del encierro podría pensar alguien con el suficiente
humor negro, pero no es el caso). El servicio todavía no funciona,
aunque ya se lo puede ir pagando en cuotas.
Si bien todavía no hay registros sobre la venta de estos servicios
(el problema, a la larga, será que los clientes no podrán
ser encuestados por las empresas de marketing) ya empiezan a aparecer
algunos sistemas informáticos en los cementerios, que bien podrían
convertirse gracias a la tecnología en lugares de paseo. Sitios
donde todas las vidas, aun las más insípidas, tendrán
sus quince minutos de gloria merced a su proyección en una pantalla.
Y donde absolutamente todos (no hay nada más democrático
que la muerte) tendrán episodios que valen la pena ser contados.
Aunque en muchos casos hará falta una gran dosis de imaginación.
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