Fantasmas
tecnológicos
El
efecto 2000 y los transgénicos
Por
Pere Puigdomenech *
El País de Madrid
Dos
fantasmas tecnológicos, como mínimo, han recorrido el
año 1999, los transgénicos y el efecto 2000. Los dos fenómenos
han creado preocupación y han hecho correr chorros de tinta.
¿Tienen algo en común la modificación genética
de los organismos y las aplicaciones informáticas? Puede argumentarse
que sí en algunos aspectos.
El denominado efecto 2000 ha puesto de relieve una característica
de los sistemas informáticos que utilizamos y es que el desarrollo
de un nuevo programa se suele basar en elementos de programas anteriores.
De hecho las versiones actualizadas de los programas no suelen optimizarse
sino que utilizan sin revisar partes de otros programas anteriores y,
una vez que funcionan, se ponen en servicio como están. Hay por
tanto un elevado nivel de superposición que nos recuerda la evolución
de los sistemas genéticos.
Elementos
disponibles
Cada nuevo paso en la evolución de un sistema biológico
se basa necesariamente en la utilización de los elementos disponibles.
Una especie no se crea desde cero ni hay ninguna optimización
global de sus genes, sí acaso un uso novedoso de ellos. Por esta
razón se ha creado el concepto de bricolaje (superposición)
biológica. En este sentido la larga lista de instrucciones de
un programa se parece a la larga lista de genes de un genoma en que
ambos utilizan lo que tienen a mano para afrontar los retos que se les
presentan.
Ocurre también que el efecto 2000 se debía a una tecnología
cuyo fallo hubiera producido un efecto negativo de gran alcance para
la población. Desde luego, si se hubiera producido el fallo generalizado
previsto, la vida de muchas personas hubiera estado en peligro. Imaginemos
los efectos de un fallo eléctrico global o errores en los sistemas
de control de las armas nucleares que siguen siendo la amenaza más
real que existe para la supervivencia de nuestra especie.
Los
mismos criterios
Podemos por tanto preguntarnos por qué no se aplican en informática
los mismos criterios que se quieren aplicar a los organismos modificados
genéticamente cuando, desde el punto de vista de la salud y la
economía de las personas, los riesgos pueden ser incluso superiores.
Cuando se introduce un nuevo programa informático, ¿no
se utiliza el principio de precaución? ¿Acaso no se prevén
los efectos a largo plazo? Quizá se debería proponer etiquetar
los nuevos programas describiendo en qué programas antiguos están
basados. Curiosamente, con tanta alarma nadie parece haberse preguntado
quién era el responsable del desastre anunciado. Es posible que
sean justamente sus responsables, quizá multinacionales, los
mismos que han participado en un negocio que se ha evaluado en más
de 300.000 millones de dólares.
Nada
es para siempre
De todas formas no ha pasado nada. Ya sea porque se controló
adecuadamente o porque no había razón para alarmarse,
el efecto 2000 no ha causado problemas destacables. Ha producido problemas
para algunas empresas y motivo de negocio para otras y la informática
sigue ocupando un lugar creciente en nuestras vidas basándose
en las reglas de la chapuza (o superposición) informática.
Dentro de un tiempo los historiadores podrán analizar la reacción
ante el efecto 2000 y concluirán si era excesiva o no. Quizá
nuestros descendientes se reirán de una histeria parecida.
Los organismos modificados genéticamente están siendo
fuertemente cuestionados. Hay empresas que están en la cuerda
floja por su uso, otras hacen negocio aprovechando los problemas planteados.
Es posible que sólo el tiempo nos acabe demostrando si estamos
tomando decisiones sobre la base de una alarma excesiva. Lo que sí
parece cierto es que en nuestra agricultura necesitaremos las mejores
semillas, lo más eficientes y sanas posible para podernos alimentar.
Ello será así aunque en sus genomas haya alguna chapuza,
de forma parecida a como la evolución biológica ha ido
modificando los genomas de especies crecientemente complejas y adaptadas
al entorno y de forma parecida a como nuestra sociedad dependerá
cada vez más de la informática por muy repleta de chapuzas
que esté.
*
Docente e investigador del Consejo Superior de Investigación
Científica (CSIC), España.