neurobiologia
Donde
nacen los sueños
Por
Juan Luis Arsuaga *
El Pais de Madrid
Si alguna parte del
cerebro merece destacarse sobre las demás, ésa es el lóbulo
frontal, que ocupa toda la región anterior. Está protegido
por la frente y por debajo descansa sobre una plataforma ósea.
Su límite posterior es un gran surco que separa el lóbulo
frontal del lóbulo parietal.
Funcionalmente, el lóbulo frontal parece tener mucho que ver
con lo que nos distingue de las demás criaturas vivientes, y
al mismo tiempo nos hace a cada uno de nosotros diferentes. Y es que
ahí reside la capacidad de mirar hacia el futuro, y también
la motivación y las ganas de hacerlo, porque el lóbulo
frontal interviene en el control de las emociones. Es el gran planificador
y, en cierto modo, nos confiere nuestra personalidad.
Evidentemente, es muy difícil relacionar conceptos tan vagos
como personalidad, motivación, etcétera, con funciones
biológicas, pero necesitamos recurrir a esos términos
borrosos para entendernos entre nosotros (la ciencia odia lo impreciso,
pero es que ésta es una ciencia muy especial).
Una tecnica brutal
Antiguamente se practicaba una técnica quirúrgica denominada
lobotomía frontal, que consistía en la extirpación
de parte del lóbulo frontal (las capacidades a las que nos estamos
refiriendo no residen en todo el lóbulo frontal, sino sólo
en su parte anterior, el llamado córtex prefrontal). Tan brutal
intervención se justificaba en casos considerados como desesperados:
delincuentes muy violentos, depresiones profundas o dolores muy intensos
e intratables. La persona lobotomizada perdía toda motivación
y capacidad de actuación, con lo que dejaba de ser violenta,
o ya no se suicidaba por la depresión o por el dolor. En realidad,
los pacientes declaraban que sentían el dolor con la misma intensidad
que antes, ¡pero ya no les importaba!
En el lóbulo frontal se recupera información almacenada
en otras regiones del cerebro y se mantiene en línea. Así
es como manejamos al mismo tiempo muchos recuerdos y los combinamos
de infinitas formas diferentes. ¿Qué es, a fin de cuentas,
la imaginación, sino la capacidad de empalmar imágenes
viejas para componer secuencias nuevas? ¿Y qué es la planificación
sino la capacidad de crear virtualmente, es decir, en nuestro cerebro,
un futuro posible que nunca ha existido en el pasado, que no es un recuerdo
porque no ha ocurrido todavía? Gracias a la planificación,
el futuro no se presenta por sorpresa, porque somos nosotros quienes
lo construimos. Los chimpancés tienen poca capacidad de planificar
a largo plazo; tampoco la muerte, el horizonte final de cualquier proyecto
de vida entra en sus planes, porque desconocen su existencia.
Mentalmente superiores
Nuestras frentes levantadas parecen sugerirnos la existencia de un gran
lóbulo frontal detrás: tal vez por eso seamos mentalmente
superiores a las otras especies humanas que han existido, incluidos
los neandertales. Para comprobar si las apariencias nos dicen esta vez
la verdad, un equipo internacional de paleoantropólogos y biomatemáticos
hemos comparado los huesos frontales de una serie de fósiles
humanos, que incluyen el famosoCráneo5 de la Sima de los Huesos
de la Sierra de Atapuerca. Para ello, se han utilizado tomografías
y un complicado método matemático que permite comparar
curvas (Anatomical Record. The New Anatomist. Diciembre, 1999.) Como
es de esperar, los perfiles externos de los fósiles son muy diferentes
de los de un cráneo actual. La sorpresa, sin embargo, estaba
dentro. Aunque el cerebro como tal no se conserva, la cavidad interna
del cráneo, el endocráneo, reproduce su morfología
con bastante detalle, y resulta que la forma del lóbulo frontal
(cortado en su plano medio) no ha cambiado desde hace por lo menos medio
millón de años, y probablemente mucho más.
Darwin tenia razon
En El origen de las especies, Darwin escribió: La psicología
se basará seguramente sobre los cimientos de la necesaria adquisición
gradual de cada una de las facultades y aptitudes mentales. Otros
autores desde entonces (empezando por Wallace) han puesto en duda el
adjetivo gradual y han entendido la aparición de las facultades
y aptitudes mentales de nuestra especie como un cambio revolucionario
(con o sin intervención divina). La constancia en la forma del
lóbulo frontal a lo largo del tiempo apoyaría las tesis
de Darwin (evolución gradual de la mente humana), puesto que
nada especial parece haberle sucedido al lóbulo frontal cuando
apareció el Homo sapiens.
*
Profesor de paleontología de la Universidad Complutense de Madrid,
España.