Medio
ambiente: Tecnologías y energía solar
La
electricidad que viene desde el cielo
Por
Malen Ruiz de Elvira
El País de Madrid
El
Sol ilumina los alrededores de la Tierra continuamente y con más fuerza
que ilumina su superficie, porque sus rayos no sufren el filtro de la
atmósfera. Aprovechar la energía del Sol a 36.000 kilómetros de altura
y transmitirla directamente a la Tierra para su aprovechamiento como
electricidad es una idea ya antigua que se va acercando a su realización.
La potencia solar espacial está siendo estudiada en serio por unos cuantos
especialistas y ha obtenido nueva financiación en Estados Unidos, Japón
y Francia que creen viable esta fuente de energía, en principio limpia
e inagotable. Los partidarios de explorar las posibilidades de la potencia
solar espacial, un concepto tecnológico que combina la energía solar
con la tecnología espacial, recuerdan que, lo mismo que sucede con las
comunicaciones por satélite, este concepto permite pensar en transmitir
directamente energía a zonas concretas de la tierra, como los países
en vías de desarrollo, o zonas aisladas, como las islas.
Una
puesta en práctica revolucionaria
La teoría es muy bonita y las consecuencias de su puesta en práctica
pueden ser revolucionarias; la puesta en práctica es un poco más difícil,
como se puso de manifiesto en una reciente revisión del tema y no se
espera que estos sistemas sean comercialmente viables antes de 15 años.
El concepto de satélite solar de potencia fue inventado en 1968 por
Peter Glaser, investigador en Estados Unidos, y examinado a fondo en
los años setenta por el Departamento de Energía de Estados Unidos y
la NASA. Luego, los trabajos fueron abandonados por causas diversas,
que abarcaron desde lo cara que resultaría la energía que se obtuviera
a las implicaciones militares del proyecto, en una época en la que todavía
reinaba la Guerra Fría. La caída de los precios del petróleo a principios
de los años ochenta tampoco ayudó a obtener apoyos para un proyecto
que era exclusivamente estadounidense. Ahora, con la preocupación por
los gases de efecto invernadero y el cambio climático, las crecientes
necesidades energéticas en todo el mundo y los avances técnicos en las
áreas solar y espacial, el escenario ha cambiado mucho y la NASA, por
ejemplo, ha vuelto a estudiar el tema en los últimos años con financiación
explícita y con la colaboración de numerosas empresas.
Satélites solares
Un satélite solar podría proporcionar ahora potencia en el rango
de los megavatios. El diseño más avanzado recibe el nombre de torre
solar y consiste en un largo mástil a cuyos lados se suceden los conjuntos
de concentradores solares. Lo que se está intentando es diseñar prototipos
que no necesiten transporte especial, es decir, que puedan ser lanzados
por cohetes ya en el mercado y que se ensamblen solos en órbita. El
paso siguiente a la captación de la energía sería la transmisión a la
Tierra y sobre esto ya se están haciendo experimentos en tierra, porque
la misma tecnología serviría para transmitir energía de un lugar a otro
en la superficie terrestre. La energía solar captada se transformaría,
por medio de magnetrones, en radiación en el rango de las microondas,
que setransmitiría directamente a la superficie terrestre, con antenas
adaptadas a las características de la potencia a transmitir. Uno de
los experimentos más avanzados de transmisión de potencia se está haciendo
en la isla de Reunión, en el Pacífico, con ayuda del centro espacial
francés CNES. Se trata de transmitir 10 kilovatios de potencia a un
pueblo situado a sólo 700 metros de la red, pero de muy difícil acceso.
La NASA, por su parte, ha puesto en marcha un estudio de cómo se podría
integrar la electricidad procedente del espacio en el suministro, muy
deficiente, que tiene ahora la ciudad mexicana de Veracruz. El impacto
ambiental de los sistemas espaciales de generación de energía no se
puede olvidar. Los estudios iniciales indican que hay que vigilar el
impacto de las microondas no sólo sobre la salud, sino también sobre
las comunicaciones, la astronomía, el tráfico aéreo y el funcionamiento
de los equipos médicos. Los expertos señalan que se trata de minimizar
los posibles efectos negativos y compararlos siempre con los de otras
fuentes de energía.