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El Sol: una brújula muy antigua

Las arañas y la luz

Por Ileana Lotersztain

Cuenta la leyenda que hace unos 2500 años, cerca de la ciudad de Magnesia, en Asia Menor, un pastor encontró una piedra que atraía el hierro. Algunos siglos después, los chinos descubrieron que si acercaban una aguja a una de esas piedras y después la hacían girar, al detenerse la aguja señalaba siempre la dirección Norte-Sur. Con la piedra-imán los chinos inventaron la brújula, que resultaba muy útil para orientarse en el mar, pero no llegaron mucho más lejos. Los que le sacaron el jugo al invento fueron los europeos: gracias a la brújula, Colón pudo poner los pies en América y regresar después a la Madre Patria.
Pero aunque los chinos puedan parecer unos “adelantados” para su época, hay brújulas mucho más antiguas que las orientales. Unas brújulas que no se basan en el campo magnético terrestre sino en la luz del sol. Son las que usan las hormigas y las abejas. Y ahora un grupo de la Universidad de Lund, en Suecia, descubrió que las arañas, al menos las de la especie Drassodes cupreus, también se valen del sol para encontrar el camino de vuelta a casa.

Ojos que no ven,
araña que se orienta
Cuando sale del nido a buscar comida, la D. cupreus tiene que ingeniárselas para encontrar el camino de vuelta a su guarida. En vez de tirar migas de pan, como Hansel y Gretel, la araña usa la luz del sol para orientarse.
La Dra. Marie Dacke y sus colegas de la Universidad de Lund cuentan que las D. cupreuspara tiene un segundo par de ojos además del par reglamentario que usa para “ver la vida”. Esos ojos no tienen una lente para enfocar la luz y entonces no forma ninguna imagen. En cada uno hay dos superficies espejadas que forman una V, y la luz que entra se refleja varias veces. Al vértice de la V llegan muchas fibras nerviosas, que llevan la información al cerebro del animal. Con esas “coordenadas luminosas” la araña puede armarse una especie de mapa sencillo de los alrededores.
Como la dirección de polarización va variando durante el día de acuerdo con la posición del sol, los ojos espejados analizan las variaciones y permiten corregir el rumbo. Pero tienen sus limitaciones. La brújula de D. cupreus es muy precaria comparada con la de las hormigas y las abejas. Por eso, los investigadores pensaron que debería funcionar mejor al atardecer y al amanecer, cuando la luz está polarizada en una única dirección. Y justamente, las arañas de esta especie salen a buscar su cena en las últimas horas de la tarde.
¿Quien apago la luz?
Para asegurarse de que las arañas realmente se orientan con la luz que captan a través de sus “segundos ojos”, el grupo de Dacke armó una serie de experimentos. Las arañas tenían que encontrar su hogar entre cinco nidos. En condiciones normales los bichos no tuvieron ningún problema para volver a casa, pero cuando les taparon el segundo par de ojos no dieron pie con bola.
La doctora Dacke cuenta que hay varias familias de arañas que tienen este tipo de ojos, así que D. cupreus no sería una pionera en esto de la “navegación solar”.