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Paleoantropologia

Las muñecas de Lucy

Por Ileana Lotersztain

¿Qué aspecto tenían nuestros antepasados hace unos cinco millones de años? Esa es una pregunta que no se puede contestar todavía. Esas criaturas son una de las figuritas más difíciles del álbum de la especie humana. Pero ahora los paleoantropólogos consiguieron un buen dato para agregar. Parece que los primeros homínidos se desplazaban por el suelo en cuatro patas, apoyándose en los nudillos, como lo hacen hoy los gorilas y los chimpancés.

Lucy ataca de nuevo
Las evidencias vinieron de quién sino de Lucy, la niña mimada de la paleoantropología. Desde que el antropólogo Don Johanson lo encontrara en Etiopía en 1973, el esqueleto de esta Australopithecus afarensis no deja de ser noticia. Primero fue su pelvis, después sus piernas (Futuro, 30-1099) y ahora sus muñecas. Pero en este último caso, los huesos de Lucy revelan un secreto muy antiguo que hasta ahora estuvo muy bien guardado. Si bien Lucy y su pandilla eran bípedos de pies a cabeza, sus antepasados se movían como los chimpancés. Al menos eso creen Brian Richmond y David Strait, de la Universidad George Washington, en Estados Unidos.
A este par de antropólogos, el momento de inspiración les llegó después de tropezar con unos viejos trabajos sobre la fisiología de los primates, en la Institución Smithsoniana en Washington. Richmond cuenta que después de leer algo sobre “las adaptaciones de los monos africanos para caminar apoyándose en los nudillos”, se pusieron a pensar que nunca habían leído nada sobre las muñecas de los fósiles de los homínidos. Y ésa fue la punta del ovillo de una minuciosa investigación.

Muchas teorias para pocos huesos
Mucha gente cree que los antropólogos y los paleontólogos se pasan toda la vida recorriendo lugares exóticos en busca de fósiles. Al menos eso es lo que muestran las películas. Pero las cosas no son tan así. En realidad, esta gente pasa la mayor parte de su tiempo encerrada en un laboratorio analizando huesos ya conocidos y tratando de probar con ellos nuevas teorías. Eso fue justamente lo que hicieron Richmond y Strait. Y después de escudriñar durante meses las manos de la estrella de la paleoantropología, no les quedó ninguna duda: las rígidas muñecas de Lucy hablan de que sus antepasados (y los nuestros) caminaban sobre sus nudillos.
Ahora, ¿por qué las muñecas de Lucy nunca le llamaron la atención a nadie? Muy simple: Lucy demostró que hace más de tres millones de años los homínidos ya habían estrenado su nueva (y exclusiva) forma de andar por la vida. Es lógico, entonces, que los paleoantropólogos se hayan fascinado con su cintura y sus piernas y no hayan reparado en sus manos. Porque además, Lucy no usaba sus muñecas para caminar. Para ella eran como nuestras muelas de juicio o nuestro “huesito dulce”: vestigios de estructuras que fueron imprescindibles allá lejos y hace tiempo, pero que hoy son tan útiles como un cenicero en una moto.
Entusiasmado con el descubrimiento, el dúo se puso a analizar las manos de otros homínidos primitivos. Y encontró que el Australopithecus anamensis, un contemporáneo de Lucy que vivió en Kenia, tenía las muñecas iguales a las de su pariente.

El arte de caminar con los nudillos
Los gorilas, los chimpancés y los fósiles de algunos homínidos primitivos tienen una prolongación del antebrazo que mantiene la muñeca rígida y le impide moverse en un ángulo mayor de treinta grados, para evitar que colapse bajo el peso del cuerpo. Richmond cree que las articulaciones móviles, que les permitieron a los descendientes de Lucy fabricar herramientas y cazar, aparecieron con el Australopithecus africanus, hace unos dos millones y medio de años.
Pero, ¿cuándo usaron los homínidos sus nudillos para caminar? Richmond supone que hace unos cinco millones de años. “Aunque no hay ni un solo fósil de ese período, al menos ahora encontramos ecos de nuestros antepasados más primitivos en los fósiles que sí tenemos”.

A armar el arbolito
Los hallazgos de Richmond y Strait reavivaron uno de los debates más calientes de la paleoantropología: la forma que tiene el árbol genealógico de nuestra especie. El grueso de los especialistas cree ciegamente en los análisis genéticos (que son de los estudios más confiables que hay en plaza). Como éstos dicen que los hombres y los chimpancés comparten casi el 99 por ciento de sus genes, entonces para sus partidarios la historia habría sido más o menos así: la rama que conduce a los gorilas se separó primero y los chimpancés y los homínidos siguieron juntos unos cuantos años más (y por eso son más parecidos genéticamente).
Pero el árbol genético tiene su talón de Aquiles: las evidencias anatómicas muestran que, a diferencia de los homínidos, los gorilas y los chimpancés caminan apoyándose sobre los nudillos. Para los paleoantropólogos que no compran la hipótesis genética, ésta es una señal irrefutable de que la rama que se abrió primero fue la que llevó a los homínidos y que el arte de caminar con los nudillos tomó forma después en la línea que daría origen a los simios.
De cualquier manera, los defensores del árbol genético no se dejan amedrentar por sus colegas y sacaron de la galera una hipótesis que les permite explicar las evidencias anatómicas. La justificación (un tanto forzada) sería que, como los gorilas fueron los primeros en cortarse solos, entonces el andar sobre los nudillos apareció dos veces (en forma independiente) en el paisaje evolutivo: una para los chimpancés y otra para los gorilas. ¿Posible? Sí. ¿Improbable? También.

Con una ayudita de los amigos
Ahora que Richmond y Strait le echaron el ojo a Lucy, las cosas pintan mucho mejor para los genetistas. Si el antepasado común de los tres usaba los nudillos para caminar, las evidencias genéticas y las anatómicas cierran perfectamente: la característica surgió una única vez y los simios la conservaron. Los homínidos simplemente perdimos el hábito de caminar en cuatro patas en algún recodo de nuestro camino evolutivo y empezamos a ensayar nuevas formas de locomoción.
Y ahora la pregunta obligada es cuál será el próximo hueso de Lucy que sume otra pieza al rompecabezas de la historia de nuestra especie. Se aceptan apuestas.