Por
Agustín Biasotti
¿Quién
lo sabe? Quizá dentro de no mucho tiempo haya que tachar al Mal
de Chagas de la lista de enfermedades huérfanas,
enfermedades que, por no representar un mercado interesante para la
industria farmacéutica, suelen quedar a la espera de que alguna
asociación que nuclea a familiares de pacientes, organización
no gubernamental o algún Estado movilice fondos que estimulen
y promuevan su investigación. Iniciemos entonces una breve recorrida
por algunos de los más interesantes y fructíferos trabajos
de investigación en torno del Chagas que se realizan en distintos
laboratorios del país.
Proyecto
genoma
La palabra genoma no sólo vende sino que también
cotiza en Bolsa. Aceptemos al menos por ahora la tiranía de los
mercados, comenzando este recorrido con el proyecto genoma del Trypanosoma
cruzi, parásito que produce el Chagas. Pues así como un
importante número de investigadores se ha embarcado en el ambicioso
y costoso proyecto científico que representa describir el mapa
genético del ser humano, un grupo bastante más reducido
de investigadores con fondos menos constantes persigue la secuenciación
de los genes del parásito del Chagas.
El proyecto genoma del T. cruzi nace a comienzo de los 90, a partir
del programa de investigación de enfermedades tropicales de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Programa Intergubernamental
de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo de la Comunidad Iberoamericana.
Por aquel entonces, ambas organizaciones plantearon la necesidad de
obtener información sobre la organización del genoma y
la identificación de los genes de cinco parásitos que
afectan al ser humano, entre los que se contaba un viejo conocido para
los habitantes de extensas regiones de América latina: el T.
cruzi. Varios son los grupos de investigación que ya se han sumado
a este proyecto, en gran parte subvencionado por los (a veces fluctuantes)
fondos de la OMS.
Norte
y sur
Si bien participan de este proyecto varios laboratorios del Hemisferio
Norte (como el Departamento de Genética y Patología de
la Universidad de Uppsala, Suecia, o The Institute for Genome Research,
Estados Unidos), gran parte del trabajo realizado hasta la fecha fue
aportado por Brasil (Fundación Osvaldo Cruz) y la Argentina (Instituto
de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad Nacional
de San Martín, el Instituto de Investigaciones en Ingeniería
Genética y Biología Molecular Ingebi y el
Instituto Nacional de Parasitología Dr. Mario Fatala Chabén).
Según el doctor Alberto Frasch, director del Instituto de Investigaciones
Biotecnológicas de la Universidad Nacional de San Martín,
aproximadamente un 20 por ciento del genoma del Trypanosoma cruzi ya
estaría listo. De aquí a 3 años estará
completado el 95 por ciento de la secuenciación del genoma,
asegura Frasch. El doctor Daniel Sánchez, investigador del mismo
instituto, es menos optimista: Calculo que el genoma completo
no estará disponible en menos de 5 años. Si bien existe
capacidad instalada a nivel mundial como para hacerlo en un tiempo corto,
el flujo de subsidios que lo sostiene no es constante.
¿Cómo se inserta actualmente la investigación local
en el proyecto genoma del T. cruzi? A nosotros lo que nos interesa
es realizar cosas muy concretas y definidas, pues no podemos competir
con lo que se está haciendo en el Norte, reconoce el doctor
Frasch. Parte de su trabajo apunta a comprender cómo interactúa
el parásito con las células del organismo huésped.
Nuevos
mecanismos, nuevos blancos
Las mucinas, por ejemplo, cubren toda la superficie del parásito,
protegiéndolo. Tan importantes son que aproximadamente un 2 por
ciento del genoma del parásito está dedicado exclusivamente
a codificarlas; el conocimiento de estas mucinas nos permite entender
cómo hace el parásito
para defenderse de la respuesta inmunológica del huésped.
Transsialidasas es el nombre de otro grupo de moléculas de la
superficie de este parásito que estudia Frasch: Estas enzimas
son utilizadas por el T. cruzi para sintetizar un azúcar que
se encuentra en las células humanas (ácido siálico),
y después invadirlas. Tanto las mucinas como las transsialidasas
son un blanco precioso para el desarrollo de drogas contra el parásito.
Pero más allá de encontrar nuevas formas de combatir
el Chagas, también nos interesa descubrir nuevos mecanismos biológicos
continúa Frasch. Con las trans-sialidasas, por ejemplo,
descubrimos una nueva forma de sintetizar azúcares. En el T.
cruzi ya han sido halladas varias moléculas absolutamente novedosas
que eventualmente podrían tener alguna aplicación biotecnológica
más allá del tratamiento y diagnóstico del Chagas.
Figuritas
repetidas
Otra de las líneas de investigación que surgen del
secuenciamiento del genoma del T. cruzi es la que apunta a describir
y estudiar las secuencias repetidas del genoma. Según el doctor
Mariano Levin, jefe del Laboratorio de Biología Molecular de
la Enfermedad de Chagas del Instituto de Investigaciones en Ingeniería
Genética y Biología Molecular (Ingebi), las secuencias
repetidas del genoma del T. cruzi son exclusivas de este parásito;
tienen que ver con aquello que lo llevó a convertirse en T. cruzi.
Si bien este último comparte con el Trypanosoma brucei y con
los parásitos de la leshmaniasis ciertas características
de su genoma, como por ejemplo el orden de los genes, lo importante
en estos parásitos no es lo que los asemeja sino aquello que
los diferencia. Y, justamente, las secuencias repetidas de su genoma
constituyen aquello que es específico en él. Esto
es lo que lleva al doctor Levin a trabajar en colaboración con
el Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas
y Naturales de la Universidad de Buenos Aires en las secuencias repetidas
del genoma del T. cruzi, secuencias repetidas que podrían estar
asociadas con potenciales blancos para nuevos medicamentos.
F29
y el día después del genoma
La búsqueda de marcadores que permitan realizar el seguimiento
de aquellos pacientes chagásicos que se han curado (negativizado)
gracias al tratamiento con benznidazol constituye otra línea
de investigación asociada con el proyecto genoma del T. cruzi,
en este caso llevada adelante en el Instituto Nacional de Parasitología
Dr. Mario Fatala Chabén. Hemos secuenciado una proteína
llamada F29, que en un ensayo inmunoenzimático es capaz de mostrar
cuándo desaparecen los anticuerpos contra el T. cruzi del paciente
infectado con Chagas cuenta el doctor Andrés Ruiz, director
del mencionado instituto. Este es el primer ensayo serológico
que nos permite determinar la negativización del paciente.
También estamos tratando de crear grupos que se dediquen
a lo que viene después del secuenciamiento del genoma, que es
tan sólo un comienzo, continúa Frasch, para quien
obtener el genoma de un organismo es como armar una guía telefónica,
en la que hay que aprender a buscar los números telefónicos
de interés. En palabras del doctor Sánchez: Una
vez terminado el genoma hay que describir todas las proteínas
del organismo, el proteoma. En el caso del T. cruzi, este parásito
tiene tres formas bien diferenciadas, y algunas proteínas se
expresan en un estadio y otras en los otros. Pero allí
tampoco termina el asunto, el paso siguiente es dilucidar cómo
funcionan esas proteínas, cómo interactúan entre
ellas.
Cambio
de hipotesis
...pero no todo es proyecto genoma en la vida de los investigadores
que siguen de cerca al T. cruzi. Las más modernas técnicas
de biología molecular también han sido útiles para
tirar abajo una hipótesis que por años fue utilizada para
explicar la cardiomiopatía chagásica, frecuente causa
de muerte de los pacientes crónicos de Chagas. Contra la idea
de que esta cardiomiopatía es el resultado de un fenómeno
autoinmune, el doctor Levin ha propuesto y aportado datos a favor de
una hipótesis diferente: Nuestro trabajo nos lleva a asegurar
que la causa directa de la cardiomiopatía chagásica no
es una reacción autoinmune sino una reacción inmunitaria
del individuo infectado, producida por la infección prolongada
del T. cruzi.
La hipótesis autoinmune no fue sino una salida elegante ante
la imposibilidad de explicar la inflamación del corazón
característica de la cardiomiopatía chagásica.
El problema era que en el corazón de los pacientes fallecidos
por esta causa no había ningún rastro del T. cruzi. El
descubrimiento de anticuerpos muy específicos contra el parásito
en la fase crónica fue el punto de partida para un cambio de
hipótesis: Lo que antes era considerado una respuesta autoinmune
en realidad era un efecto secundario no querido de una fuerte respuesta
inmunitaria contra el parásito, que tiene la capacidad de reaccionar
con la superficie de las células cardíacas y provocar
una serie de fenómenos que explican parte de los síntomas
de la cardiopatía chagásica crónica.
JL
y su corazón delator
Pudimos comprobar en ratones que cuando les inyectábamos
ciertas proteínas del parásito el electrocardiograma se
alteraba, cuenta Levin. Sin embargo, la evidencia concluyente
provino del análisis del corazón de JL: JL son las
iniciales de un paciente que tenía un nivel muy elevado de anticuerpos
contra el T. cruzi; cuando falleció decidimos emplear técnicas
de biología molecular (PCR) para buscar evidencias de ADN del
parásito. Y las encontramos, con lo cual pudimos demostrar que
la presencia de anticuerpos evidenciaba una persistente colonización
por T. cruzi del tejido cardíaco inflamado. Lo que sucedía
era que el parásito estaba, pero roto. No podía ser hallado
mediante técnicas convencionales porque la reacción inmunológica
que despierta la infección crónica es tan fuerteque, aunque
haya tan sólo un murmullo de parásito circulante, lo destroza
junto con todo aquello que esté a su alrededor.
Estos resultados nos llevaron a sugerir que hay que combatir al
T. cruzi incluso en la fase crónica de la enfermedad, agrega
Levin. A partir de sus trabajos publicados en 1995 en la prestigiosa
revista médica The Lancet, la OMS adoptó como criterio
terapéutico que el paciente chagásico crónico debe
ser tratado con la terapia convencional, para así eliminar al
parásito que silenciosamente está suscitando una respuesta
inmunológica desmedida que daña el tejido cardíaco,
y que puede llevar al paciente a la muerte.
Chagas
y globalización
Aunque la investigación argentina en torno del Mal de Chagas
es y lo seguirá siendo siempre y cuando los subsidios lo
permitan bastante fructífera, no todos los investigadores
consultados coinciden en que la industria farmacéutica esté
muy interesada en llevar a la práctica sus aportes al conocimiento
de esta enfermedad. Hay muy poco interés en el desarrollo
de nuevos medicamentos o vacunas, sostiene el doctor Frasch. Para
su colega, el doctor Sánchez, el interés en el Chagas
ha ido decayendo bastante con los años, pues el mercado que se
le ofrece a la industria farmacéutica no es lo suficientemente
grande como para justificar una inversión importante.
Por el contrario, para el doctor Levin la situación parece estar
cambiando: Con la globalización del mundo, la imagen de
una empresa farmacéutica poderosa que lucra con la salud de la
gente ya no sirve, no vende. Es claro que una empresa que beneficie
con alguna actitud de mercado al tratamiento de alguna enfermedad de
los pobres va a obtener alguna recompensa; y la baja del precio de los
medicamentos para el sida en Africa es una muestra de ello. Además
es claro que en este mundo tan intercomunicado es mejor no tener pestes
en ninguna parte, porque viajan muy rápido.
Respecto del Chagas, sostiene Levin, la industria farmacéutica
también parece estar reaccionando: En el último
Congreso Internacional de Micología que se realizó en
mayo en la ciudad de Buenos Aires una firma internacional presentó
los resultados de ensayos clínicos de un nuevo producto antimicótico
que además parece tener un efecto tripanomicida muy bueno.
Para
consultas: Instituto Nacional de Parasitología Dr. Mario Fatala
Chabén, teléfono (011) 4331-4010/6/9/7732, Paseo Colón
568, Capital Federal.
¿Que
es el Mal de Chagas?
Descripta
por primera vez en 1909, la enfermedad de Chagas es causada por el Trypanosoma
cruzi, un parásito que vive en los intestinos de los insectos
que transmiten la enfermedad (en la Argentina, el insecto vector es
el triatoma infestans, más conocido como vinchuca). Cuando el
insecto pica a su víctima, ser humano o animal, defeca sobre
la herida, lo que permite que el parásito penetre al torrente
sanguíneo.
Otras formas menos frecuentes de transmisión del T. cruzi son:
las transfusiones con sangre contaminada por el parásito, los
trasplantes de órganos contaminados y la transmisión madre-hijo
durante el embarazo o el parto.
Actualmente se calcula que son 18 millones las personas infectadas en
todo el mundo, de las cuales 2.300.000 corresponden a la Argentina.
Se estima que el 25 por ciento de la población de América
latina está en peligro de contraer la infección.
En la evolución de los pacientes que contraen la infección
se distinguen 3 períodos:
Entre un 5 y un 10 por ciento de los infectados, el período
agudo aparece inmediatamente después de la infección,
y se caracteriza por síntomas inespecíficos (fiebre, dolores
articulares, quebrantamientogeneral, adenopatías, esplenomegalia,
problemas de la piel y ojo en compota) y por síntomas
cardíacos (miocarditis no severa y reversible).
Al período agudo le sigue el llamado período indeterminado,
que puede durar de 10 a 20 años, durante el cual no existe evidencia
clínica de la enfermedad. La infección sólo puede
ser detectada a través de análisis serológicos;
también existen métodos para detectar pacientes con riesgo
de padecer miocardiopatía.
Finalmente, entre un 20 y un 30 por ciento de los pacientes desarrolla
luego de la fase indeterminada una miocardiopatía dilatada (agrandamiento
del corazón, con la presencia de aneurismas y trombos) que evoluciona
lentamente durante otros 10 o 20 años hacia formas más
severas: insuficiencia cardíaca global, tromboembolismo y arritmias.
En este estadio crónico la muerte súbita es frecuente,
al igual que la insuficiencia cardíaca progresiva.
Durante mucho tiempo se dijo que el Chagas no tenía cura,
hoy el Chagas tiene cura y los tratamientos son más efectivos
en las etapas tempranas de la infección, afirma el doctor
Andrés Ruiz, director del Instituto Nacional de Parasitología
Dr. Mario Fatala Chabén. Actualmente existe sólo un medicamento
(benznidazol) de probada efectividad para el tratamiento del Chagas.
Esta droga posee una acción tripanomicida por dos caminos: inhibe
la reproducción del parásito y genera radicales libres
que lo matan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el tratamiento
de los pacientes que se encuentran en las tres etapas de la evolución
de la enfermedad. Si bien con el benznidazol se puede lograr la cura
del paciente, no genera inmunidad contra el parásito, por lo
cual puede volver a contraer la infección.
Guerra
a la vinchuca
Fuera
del laboratorio, la lucha contra el insecto vector del Trypanosoma cruzi,
la vinchuca, es una lucha pasible de ser ganada. Al menos esto es lo
que sugiere la experiencia brasileña. En abril, el infectólogo
Aluizio Prata, de la Facultad de Medicina do Triangulo Mineiro (Brasil),
visitó la Argentina para exponer en el Congreso Internacional
de Enfermedades Infecciosas su experiencia en los programas de erradicación
de la vinchuca que permitieron declarar a San Pablo, junto con otros
estados de Brasil, libre de vinchucas, lo que se está traduciendo
en una disminución del número de pacientes hospitalizados
por Chagas agudo y del número de muertes por Chagas crónico.
El eslabón más débil de la cadena de transmisión
de la enfermedad es el insecto vector -explicó el doctor Prata
a Futuro. De todos los vectores que son capaces de transmitir
la enfermedad, el triatoma infestans (la vinchuca) es el más
fácil de controlar pues, a diferencia de otros insectos vectores,
sólo vive en las casas y en sus alrededores, y es extremadamente
susceptible a los insecticidas piretroides. La Argentina debe aprovechar
que se encuentra en mejores condiciones que Brasil para controlar la
transmisión del Chagas, ya que a diferencia de Brasil, en donde
son varios los insectos vectores que transmiten el T. cruzi, en la Argentina
el único vector es el triatoma infestans.
Constancia,
se necesita
En la Argentina, el Programa Nacional de Control de Chagas que se encuentra
en funcionamiento desde 1962 ha obtenido importantes logros. Gracias
al rociado con insecticidas de los hogares infestados por la vinchuca
y al control serológico de los donantes de sangre, la prevalenciade
infección por T. cruzi (medida en jóvenes de entre 18
y 20 años) cayó del 10 al 1,9 por ciento, entre 1964 y
1993. Sin embargo, la estrategia falló en alcanzar y sostener
la fase de vigilancia en una extendida área rural con población
dispersa debido a sus propias limitaciones intrínsecas y al reducido
o variable nivel de prioridad asignado a los programas de salud rural,
se puede leer en un informe de 1999, redactado por el Grupo de Desarrollo
Operativo del Servicio Nacional de Chagas.
En otras palabras: el trabajo es bueno, pero falta constancia en la
vigilancia. Esta situación es la que lleva a que los mismos investigadores
tomen cartas en el asunto. Esto es lo que sucede por ejemplo en Añatuya,
Santiago del Estero: hacia allí, a pedido del obispo del
lugar que veía a su gente morir de Chagas, emprendieron
viaje el doctor Mariano Levin y sus colaboradores del Laboratorio de
Biología Molecular de la Enfermedad de Chagas del Instituto de
Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología
Molecular (Ingebi). Con el apoyo de la Fundación Bunge
& Born y de la Fundación Mundo Sano trabajamos en el tratamiento
y control médico de los pacientes, y en la desinfección
de los barrios perimetrales de Añatuya, región que cuenta
con uno de los mayores números de chagásicos.
En definitiva concluye Levin, nuestro objetivo es
realizar un trabajo con una excelente calidad científica, pero
que a la vez tenga una profunda inserción social.