Reportaje
con el prestigioso biólogo Richard Dawkins
La
ciencia es el
conocimiento de la vida
Por
Xavier Pujol Gebelli
El País de Madrid
Richard
Dawkins (Nairobi, 1941) sorprendió a la comunidad científica
cuando en 1976 publicó El gen egoísta. En ese primer y
polémico libro, Dawkins introdujo la idea del gen como uno de
los motores que marcan la evolución de las especies de acuerdo
con los principios de las teorías neodarwinistas. Con el paso
del tiempo, la idea se ha ido refinando. Tal vez por eso, y por el prestigio
que se ha ganado como divulgador, el investigador británico disfruta
en la Universidad de Oxford de una cátedra poco común,
la de divulgación científica, o, como mejor se expresa
en inglés, de public understanding of science (comprensión
pública de la ciencia). Fruto de la actividad que desarrolla
en ella ha surgido Destejiendo el arco iris, un libro recientemente
publicado en España por Tusquets Editores y la Fundación
La Caixa y que pronto aparecerá en la Argentina. En sus páginas,
Dawkins halla conexiones entre la ciencia y la poesía.
Su último libro es sorprendente...
Ciertamente es un libro distinto de cuantos había
publicado hasta ahora. Cuando en 1995 fui nombrado profesor de Comprensión
Pública de la Ciencia en la Universidad de Oxford, mi oficio
se transformó y pasó a ser enseñar ciencia en general.
Este libro forma parte de mi nueva dedicación. Como consecuencia,
trato de explicar que la ciencia es algo maravilloso y que, si lo pensamos
bien, puede hallar reflejo en la poesía. En el fondo, la ciencia
es también una fuente de inspiración para los poetas.
Comprensión pública de la ciencia... ¿Qué
significa exactamente?
La ciencia es algo muy importante en nuestras vidas. Tanto
que todo el mundo debería saber apreciarla e incluso tener algún
tipo de conocimiento científico. La ciencia es el conocimiento
del mundo real, de todo cuanto sucede en él, de la vida. Nos
dice cómo es el universo, por qué existe la vida o por
qué ésta es tan complicada y diversa.
Sin embargo, para una gran mayoría la ciencia continúa
formando parte de lo incomprensible.
No debiera ser así. La ciencia no es en absoluto algo
lejano. Al contrario, nos da respuestas sobre todo cuanto nos rodea
y sobre nosotros mismos.
Hay quien busca en esas respuestas algún tipo de sentido
místico, cuasi mágico.
Hay un tipo de divulgadores, sobre todo en televisión,
que abusan de este tipo de sentimientos. Lo que cuentan suele ser erróneo,
algo que es muy fácil de demostrar. Personalmente creo que la
gente se sentiría mucho más satisfecha si no se dejara
seducir por ese tipo de falsas explicaciones.
¿Se esperan grandes cambios en la evolución?
Es obvio que hay lagunas en el conocimiento de algunas épocas
del pasado e incluso sobre el mundo actual. Pero las incógnitas,
por importantes que sean, no alteran los principios generales. Dudo
que ningún nuevo descubrimiento nos obligue a reescribir la teoría
darwinista.
¿Cuál es el papel de los genes?
Los genes son entidades que sobreviven a lo largo de las
generaciones. A medida que la selección natural actúa,
sobreviven aquellos genes que precisan las especies para continuar existiendo.
Así, las especies disponen de un capital genético que
se transmite de generación en generación no de forma aleatoria
o por puro azar, sino con el propósito de garantizar la supervivencia.
Esos genes irán modificándose por las exigencias de la
selección natural, de modo que permitirán una mejor adaptación
de las especies a un medio cambiante. De alguna forma, el medio ayuda
a seleccionar los genes que mejor se adaptan a unas determinadas condiciones.
Cuando formuló esta teoría algunos creyeron que
los genes tenían algo parecido a una conciencia.
Yo nunca dije eso. Es una falacia decir que los genes tienen
conciencia. Los genes son sólo ADN, moléculas. Como metáfora
podría valer si asumimos que para construir la vida los genes
pretenden conseguir algo. Sin ir más lejos, su propia supervivencia.
Pero de ningún modo de forma consciente. Si asumimos que éste
es su rol, podremos llegar a entender aspectos clave de la evolución.
Por el contrario, si asumimos que las especies o los individuos tratan
de perpetuar su existencia o de maximizar su descendencia, obtendremos
respuestas erróneas. Sí es correcto, en cambio, asumir
que los genes tratan de perpetuarse replicando el máximo número
de copias de sí mismos.
¿Quiere decir que los organismos no son más que
un vehículo para los genes?
En esencia sí; pero teniendo en cuenta que los genes
no pueden escoger. Es más, si el individuo no se reproduce por
alguna causa, los genes mueren con él. Su supervivencia, pues,
es una consecuencia de la evolución de los organismos.
¿Participaron los genes en los procesos de extinción?
No directamente. Un gen poco puede hacer ante los efectos
devastadores de un cometa, por ejemplo. Pero, a pesar de que una extinción
no es más que la muerte masiva de organismos, la existencia de
determinados genes puede favorecer la supervivencia de un organismo
concreto en condiciones ambientales adversas.
¿Por qué biólogos y evolucionistas han
criticado tanto esta idea?
Porque no la han entendido. Los genes nos permiten otra forma
de expresar la teoría de la evolución. Forman parte, en
este sentido, de las teorías neodarwinistas en las que también
cabe formular la evolución a través de las especies. Hoy
esta idea ya está mayoritariamente aceptada; no tanto por el
mejor conocimiento de los genes, sino más bien por pura lógica.
¿Puede ayudar a entender el futuro?
Es muy difícil predecir el futuro. Lo único
que podemos decir es que dentro de 50 millones de años probablemente
habrá vida. Pero no podemos decir qué especies habrá
ni qué forma tendrán. Sólo que descenderán
de las actuales, aunque es imposible saber de cuáles. De lo que
sí estoy seguro es de que habrá una diversidad similar
a la actual, con carnívoros y herbívoros, voladores y
nadadores. También estoy seguro de que habrá unanueva
extinción masiva y que es muy probable que los mamíferos
no logren sobrevivir.
¿Somos la culminación de la evolución?
No, en absoluto. Nosotros no tenemos predadores, como otras
especies, que impongan límites a nuestra expansión. Pero
tenemos enfermedades, parásitos, virus y bacterias nocivos. Aunque
lo peor tal vez seamos nosotros mismos.