SALUD
Estados Unidos y su
obeso futuro
Comida
chatarra
Por
Juan Pablo Bermúdez
El fin de semana
del Memorial Day, los días en que los norteamericanos conmemoran
a los muertos en algunas de las (tantas) guerras en las que participaron
en el mundo, el presidente norteamericano hizo lo que todos los años
hacen los presidentes: pronunció un discurso alusivo. Sin embargo,
mientras hablaba sobre la importancia del recordatorio, sus palabras
se desviaron, por obra y gracia de la necesidad de decir algo aunque
no fuera el momento, hacia la que parece ser una de las preocupaciones
más importantes de Estados Unidos en los últimos tiempos:
la mala alimentación de sus habitantes. El fin de semana
largo del Memorial Day es un momento especial para honrar a todos aquellos
que lucharon por nuestra libertad, pero también para reunirnos
con nuestras familias y amigos en festejos al aire libre y barbacoas
en el jardín, donde nos sentimos orgullosos de servir abundantes
cantidades de comida.
¿Qué había pasado para que Bill Clinton se fuera
por las ramas alimenticias en su discurso? Nada nuevo. Hace largo rato
que los norteamericanos ven cómo les aumenta el volumen de la
panza al compás de la comida chatarra, mientras crecen las enfermedades
coronarias, la diabetes y otras relacionadas con los alimentos. Pero
hay más: según un estudio de la Universidad de Princeton,
para el 2060 el cincuenta por ciento de los habitantes será obeso,
mientras que la mitad del resto estará en condiciones de serlo.
Hamburguesas de...
¿carne?
El estudio universitario, realizado por un grupo formado por investigadores
científicos, sociólogos y nutricionistas, sugiere algo
que puede parecer obvio, pero que sin embargo no lo es tanto: que la
gran culpable de estos malos hábitos alimenticios es la comúnmente
llamada comida chatarra, principalmente las hamburguesas
y pizzas que se venden en los locales de comida rápida.
¿Por qué no es tan obvio como parece? Porque si bien el
estudio no lo menciona de manera directa, de alguna forma sugiere que
dichos bifes puede que en realidad no lo sean tanto. Es decir, que además
del perjuicio evidente para la salud que provoca el comer este tipo
de alimentos a diario (aumento del colesterol, mala irrigación
de la sangre y muchos otros inconvenientes), habría que ver si
verdaderamente se está comiendo carne o algo que se parece a
ella, un sucedáneo que bien podría estar compuesto de
un diez o quince por ciento de carne y el resto de aditivos y conservantes.
La gran demanda de estos alimentos les exige a las empresas una
dinámica cada vez mayor si quieren conservar su lugar de privilegio
en el mercado. Y por la rapidez con la que deben trabajar puede que
los métodos de producción no sean del todo ortodoxos.
¡Como para pedir tranquilo un combo!
Diagnostico del confort
Después de pronunciar lo que a muchos, en el momento, les pareció
un desvarío presidencial, Bill Clinton dio una suerte de diagnóstico
según el cual el gran culpable, al fin y al cabo, es el estilo
de vida norteamericano. Nos alimentamos cada vez más con
comida rápida por culpade nuestros alocados horarios, y somos
cada vez menos activos físicamente por nuestra dependencia del
confort, desde los automóviles hasta las computadoras y los controles
remotos, sentenció con preocupación.
El informe de los investigadores de Princeton se publicó casi
al mismo tiempo en que el presidente norteamericano hablaba. Sin embargo,
a pesar de los alertas sobre los riesgos y a pesar del aumento en las
estadísticas de enfermedades coronarias a causa de la mala alimentación,
no son muy optimistas en cuanto a cómo podrían estos intentos
cambiar los hábitos del estadounidense promedio. No es
sólo un problema de con qué se alimentan, sino también
de por qué, explica Dan Stiye, miembro del equipo investigador.
Desde que yo era chico que mi padre desayunaba donas, que además
de la harina se ponen cada vez más sofisticadas, con jaleas y
todos esos ingredientes que requieren de una alta dosis de conservantes
químicos para perdurar, y yo nunca entendí porqué
no desayunaba avena en vez de donas, o jugos naturales en lugar de tocino.
Nadie se da cuenta de los riesgos no sólo de comer estas cosas
en forma permanente, sino de la obesidad a la que están invariablemente
condenados con esas dietas.
El menu globalizado
Hace casi dos años, un estudio de la Universidad de Tokyo
afirmaba que el físico de los japoneses estaba cambiando en gran
parte como consecuencia del cambio de la alimentación. Según
explicaban, la dieta de comida chatarra a la que empezaban a acostumbrarse,
y a tomar como propia, merced al desembarco de McDonalds en tierras
orientales, les modificaba la manera de masticar, y por consiguiente
la formación de las mandíbulas. Pero nada ha cambiado.
De hecho, en ningún lugar es probable que algo cambie. Mientras
se sigue intentando demostrar que la comida rápida no es saludable,
las ventas de empresas como Pizza Hut, Burguer King y la misma McDonalds
aumentan en forma considerable. Según el sociólogo Albert
Margus, uno de los motivos que pueden explicar esto es la desconfianza
hacia lo desconocido: Cuando una persona debe comer fuera de su
casa prefiere el lugar que ya conoce, no se quiere arriesgar en un restaurante
que no sabe cómo prepara sus alimentos... Entonces se come una
hamburguesa, porque ya conoce su sabor, sabe que lo satisface y encima
es económicamente accesible... El problema es justamente que
no sabe qué problemas le traerá eso en el futuro inmediato.