Por
Leonardo Moledo
I
¿El
genoma? preguntó el taxista, en Medrano y Corrientes.
Hoy todos los pasajeros me hablaron del genoma. ¿Quiere que le
cuente, jefe?
Uno.
Corrientes y Bulnes
No hay que pedirle peras al olmo dijo el taxista.
Hay que ver lo que es la sabiduría popular. Como todo el mundo
sabe, los hijos de los elefantes son elefantes, los retoños de
los olmos son olmos y no perales y los hijos de los humanos son bebés
humanos. Puesto que elefantes, olmos y bebés se desarrollan a
partir de una sola célula, esa célula debe contener algún
tipo de directivas que le indiquen si debe transformarse en elefante
o en cocodrilo. Hay allí información hereditaria.
Dos.
Bulnes y Díaz Vélez
Los hijos se parecen más o menos a sus progenitores
dijo el taxista no sólo en la especie a la que pertenecen
sino en rasgos específicos: pueden tener los ojos de la madre
o del padre, el color de piel o de pelo. Quiere decir que en la información
hereditaria global debe haber también informaciones específicas
sobre ciertos rasgos. En el siglo pasado, Mendel descubrió que
había ciertos rasgos que se conservaban a través de las
generaciones y que incluso podían mantenerse ocultos durante
una generación y reaparecer más tarde. Los llamó
elementos hereditarios, aunque no sabía en qué
podían consistir.
Tres.
Díaz Vélez y Anchorena
Como hasta ahora no hay ninguna prueba sensata de la existencia
o intervención de entidades espirituales o metafísicas
en el desarrollo de un ser vivo dijo el taxista, esa información
debe ser una cosa, o tener un soporte físico material. Pero,
caramba, me equivoqué. Perón es contramano. Ahora tengo
que volver a Corrientes.
Puede tomar Valentín Gómez. Pero usted me decía
que tiene que haber un soporte material.
Cuatro.
Valentín Gómez y
Anchorena
Efectivamente, lo tiene. A esos soportes materiales de la
información hereditaria, que están ubicados en el núcleo
de la célula fecundada, se los llamó genes,
aun sin saber qué diablos eran. El conjunto de los genes es lo
que se llama genoma. Un ser vivo puede tener un número
variable de genes, según la especie de que se trate. El hombre
tiene entre cincuenta y cien mil genes. Saber que hay cosas que se llaman
genes no significa saber qué son ni de qué están
hechos.
Cinco.
Valentín Gómez y Paso
Hacia la década del 30/40 dijo el
taxista, se pudo dilucidar el dilema del material de que están
hechos los genes: se trata de ácido desoxirribonucleico (ADN),
que se conocía desde el siglo pasado. Es decir, los genes son
moléculas de ADN, del mismo modo que la carrocería de
un auto está hecha de moléculas y átomos de metal.
Pero saber de qué están hechos los genes no significa
saber la estructura de la molécula de ADN, ni poder describir
su funcionamiento ni sus partes.
Seis. Paso y Corrientes
Efectivamente, y en 1953 se pudo descubrir precisamente eso
dijo el taxista. Cómo era la estructura de una molécula
de ADN. A saber, una sucesión de fosfatos, de los cuales cuelgan
azúcares y de las cuales, a su vez, pueden estar enganchadas
cuatro tipos de bases: adenina, timina, citosina y guanina, que llamaremos
A, T, C y G. ¿No le molestan las abreviaturas, no?
Para nada.
-Bah, digamos que es una secuencia de bases, que es lo importante. Olvídese
de los fosfatos y los azúcares.
-De acuerdo. Ya me olvidé. Una tira de bases.
Y bueno dijo el taxista. Una molécula de ADN
no se compone de una tira de este tipo sino de dos (la famosa doble
hélice) enganchadas entre sí. Es decir, los genes son
moléculas de ADN con esa estructura.
Pero saber la estructura de un gen no significa saber de qué
manera se transporta la información.
Del mismo modo que saber la estructura de un compact no significa
saber de qué manera codifica la música o, mejor, saber
la estructura del código morse no significa poder entender qué
quiere decir un mensaje ni qué información lleva ni cómo
se cumplen las instrucciones. Otra vez tomé para el otro lado,
disculpe. Voy a tener que dar una vuelta.
Siete.
Paraguay y Pasteur
Finalmente, se averiguó que la información
estaba codificada en el orden de las bases, del mismo modo que en el
código morse la información está codificada en
el orden de los puntos y las rayas. Una secuencia de bases, como A (adenina)
T (timina) TGTAC codifica cierta información y una secuencia
TTTAGGCTT codifica información distinta. Pero saber cómo
se codifica no significa saber qué se codifica.
Ocho.
Paraguay y Maipú
El próximo paso dijo el taxista era resolver
este problema. Lo que codifica un gen son las instrucciones para que
la célula fabrique proteínas. Por ejemplo, hay un gen
que codifica las instrucciones para la producción de hemoglobina,
otro gen para la producción de insulina, y así. Pero saber
esto no implica saber el mecanismo por el cual determinada secuencias
ATGCGATTTTTTTTT termina transformándose en insulina.
Nueve.
Maipú y Rivadavia
El mecanismo pudo ser dilucidado dijo el taxista
y resultó ser complejo y fascinante. Mediante reacciones químicas,
en el núcleo se produce una especie de copia especular de la
secuencia del gen en cuestión. Esta copia especular es transportada
fuera del núcleo hacia ciertos orgánulos (llamados ribosomas),
donde el mensaje es leído y donde, también
mediante reacciones químicas, se fabrican las proteínas,
siguiendo los datos de la secuencia. Es como si alguien mandara un mensaje
en código morse, y al llegarle a otra persona, ésta lo
tradujera en instrucciones que cumple al pie de la letra. Pero para
conocer los detalles de este operativo hace falta saber precisamente
cuál es la secuencia exacta de un gen. Es decir, hay que secuenciarlo
y saber si esTTAACC... o AACTA... A partir de los ochenta empezó
a conocerse la secuencia de algunos genes. Pero saber la secuencia de
algunos genes no significa saber la secuencia de todos.
Diez.
No se sabe dónde
Cada gen puede tener desde cientos hasta miles de bases.
Los cien mil genes humanos tienen, en total, tres mil millones de bases,
bases más o menos. Saber la estructura de cada uno de esos cien
mil genes no es precisamente una tarea fácil, y en eso consiste,
exactamente, el Proyecto Genoma Humano que acaba (casi) de finalizar.
Bueno, llegamos dijo el taxista. Y se despidió para siempre.
II
Planta
baja
¿Y eso para qué sirve? preguntó
el ascensorista. ¿Eso es lo que lo preocupa?
Piso
uno
Saber la secuencia de cada uno de los genes dijo el
ascensorista permite encarar el paso siguiente: averiguar qué
función cumplen. Hay genes que directamente dirigen la fabricación
de una proteína, pero hay otros genes que cumplen funciones más
complejas, funciones de segundo orden, digamos, como fabricar una proteína
que, a su vez, ponga a trabajar a un segundo gen. Obviamente, en una
célula del hígado hay que fabricar proteínas distintas
que en una célula del corazón y, por lo tanto, algunos
genes deben permanecer activos, y otros apagados. Bueno, hay genes que
se encargan de mantener encendidos y apagados a los que corresponde
en cada caso. Y hay ciertas tareas en las cuales intervienen varios
genes, que se activan en cascada.
Piso
dos. Sube una señora
con un carrito de supermercado
Conocer el genoma de un ser vivo permite modificarlo dice
la señora-. Por ejemplo, se puede introducir o alterar genes.
Se puede bloquear un gen para que no funcione. Si hay un gen o varios
que dirige los procesos de fabricación de las sustancias que
disparan la putrefacción, y uno los bloquea, puede conservar
los tomates durante más tiempo en las góndolas. Este es
el problema de los alimentos genéticamente modificados.
Piso
tres. Sube un señor pasado de kilos
También abre enormes posibilidades médicas
dice el señor. Hay enfermedades que se deben a que
un determinado gen o grupo de genes funciona mal. Por ejemplo, si el
gen que codifica la hemoglobina tiene una alteración, la hemoglobina
sale fallada y produce una deficiencia en su función y capacidad
de transporte de oxígeno: el resultado es la devastadora enfermedad
de la anemia de las células falciformes. La fibrosis quística,
que afecta a los pulmones, el páncreas y las glándulas
sudoríparas, y que provoca la muerte de quienes la padecen por
infecciones respiratorias, de debe a un sutil error en un gen (detectado
en 1989) que tiene 250 mil bases. Estas enfermedades son hereditarias.
Piso
cuatro. Sube una anciana
de aspecto inglés llevando en la mano una taza de té
El conocimiento del Genoma Humano dice permitirá
por empezar detectar el origen genético de muchas enfermedades.
Y con toda seguridad, instrumentar terapias génicas: esto es,
introducir genes o pedazos de genes correctos que reemplacen
las secuencias defectuosas. Algunas terapias ya se han intentado, con
éxito relativo. Un ejemplo es el trastorno inmunológico
hereditario de la deficiencia de adenosina deaminasa (ADA): los niños
que la padecen carecen de la proteína que, normalmente, ayuda
al cuerpo a descomponer las sustancias tóxicas que se acumulan
en ciertos tipos de glóbulos blancos (los linfocitos T), de tal
modo que se destruye el sistema inmunológico del cuerpo y los
niños sucumben a menos que vivan en una burbuja estéril.
La enfermedad es provocada por un solo gen defectuoso. Muchas enfermedades
debidas a defectos genéticos podrán ser identificadas
y, eventualmente, tratadas. Hay unas 6 mil enfermedades que tienen una
componente hereditaria, y que hasta ahora han sido inabordables porque
el número de genes implicados en cada una es muy alto, y muchos
de esos genes no estaban aislados hasta ahora.
Piso
cinco. Sube una médica
especialista en cáncer
La formación de un tumor dice se debe
a una compleja acumulación de mutaciones (alteraciones en los
genes) en una sola célula de una persona, que provocan que la
célula escape de control y prolifere indebidamente. Algunas de
estas mutaciones ocurren durante la vida del individuo, causadas por
agresiones externas como el humo del tabaco o la radiación ultravioleta
de la luz solar. Otras mutaciones las lleva puestas cada individuo de
nacimiento, lo que explica que algunas personas sean más susceptibles
de desarrollar uno u otro tipo de cáncer. Conocer la combinación
exacta de mutaciones en un tumor concreto de un paciente concreto una
combinación que determina estrictamente el comportamiento del
tumor y permite predecir si va a responder a un fármaco o a otro
será pronto la herramienta básica para decidir el tratamiento
óptimo de ese tumor. La tecnología necesaria (los llamados
biochips) está ya lista.
Piso
seis. Sube el equipo de fútbol de un colegio secundario
Tal vez haya nuevas generaciones de medicamentos. Las proteínas
son las pequeñas máquinas que ejecutan todas las funciones
básicas de la vida. Cuando son defectuosas o cuando no
pertenecen al cuerpo sino a algún microorganismo invasor
también son la causa directa de las enfermedades. Los fármacos
son moléculas que se pegan y bloquean a esas proteínas
defectuosas o extrañas, pero hasta ahora muy pocos fármacos
se han diseñado aposta para ello: la inmensa mayoría de
las proteínas responsables de las enfermedades no eran conocidas,
y había que conformarse con probar moléculas más
o menos al azar. Ahora se podrán identificar rápidamente,
porque disponer de la información del genoma equivale a disponer
de la información sobre todas las proteínas (un gen no
es más que la información necesaria para construir una
proteína).
Se ve que ustedes van a un buen colegio.
Por supuesto. Vamos al Colegio.
Este ascensor se está llenando demasiado dijo el
ascensorista.
Piso
siete. No sube nadie
Comparar el genoma humano con el de otras especies apuntará
certeramente a los procesos biológicos esenciales que distinguen
a la humanidad del resto de los animales dice la viejita del té.
Y comparar el genoma de cada persona con la secuencia humana de referencia
constituirá pronto el fundamento de una nueva medicina basada
en el diagnóstico y el tratamiento personalizados. Estas comparaciones
serán muy rápidas, porque requerirán muy poco trabajo
de laboratorio y podrán hacerse desde cualquier computadora conectada
a la red.
Piso
ocho. El ascensorista no para
La predisposición a sufrir un infarto, a desarrollar
una enfermedad neurodegenerativa o incluso a contraer ciertas infecciones
como el sida dependen una vez más de una compleja
combinación de mutaciones, distinta en cada persona dice
el ascensorista. Analizar el genoma de cada individuo, que ya
es técnicamente factible, permitirá conocer a qué
enfermedades tiene predisposición cada uno, y adoptar las estrategias
preventivas adecuadas. Aunque, de todas maneras, el concepto de predisposición
es poco claro.
Piso
nueve. Sube un empleado
del Ministerio de Economía
Y así, hay multitud de aplicaciones médicas,
además de las básicas, comprender mejor los problemas
de la evolución, ya que la evolución de las especies no
es más que el cambio en sus genomas dice la señora
del carrito del supermercado. Los científicos ya disponen
de las secuencias de la especie humana, de la mosca Drosophila,
del gusano Caenorhabditis, de la levadura y de muchas bacterias.
La comparación entre ellas revelará pronto los grandes
principios de la evolución sobre la Tierra.
Piso
diez
Ninguna de las consecuencias del secuenciamiento del genoma
humano es la panacea para nada dice Futuro. Tan peligroso
como ignorar la magnitud de este logro científico es considerar
que constituye el remedio para todos los males. Tampoco hay que pensar
que los genes dan la respuesta para todo. El ser humano, en relación
con su contexto físico y social, es un sistema terroríficamente
complejo, y no hay ninguna evidencia de que multitud de variables y
capacidades de raíz eminentemente social tengan algo que ver
con los genes. Tampoco hay evidencia de que detrás de algunos
procesos biológicos característicos en principio
de nuestra especie como la conciencia, el pensamiento abstracto, la
acumulación de cultura, la innovación artística
y científica estén vinculados de manera directa o simple
con los genes.
Llegamos dijo el ascensorista. Y todo el mundo baja.