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Informe
sobre tuberculosis
�La
tuberculosis, como otras enfermedades infectocontagiosas, es la emergente
de una realidad socioeconómica que tiende a empeorar, y son justamente
las condiciones precarias de vida, como el hacinamiento o la mala alimentación,
los factores que facilitan el contagio y el desarrollo de esta enfermedad.�
Por
Agustín Biasotti
Cierre
los ojos unos segundos. Imagine ahora que está en un estudio de
televisión, participando de Feliz domingo para la juventud.
Una simpatiquísima secretaria se le acerca, le coloca los auriculares
y le ofrece una bandeja poblada de sobres. Acto seguido, Silvio Soldán
abre el sobre que usted ha elegido, el cronómetro comienza a correr
mientras se escucha la primera pregunta: ¿cuál es la enfermedad
infecciosa qué más gente mata en todo el mundo?
...
¡Incorrecto! sanciona el eterno locutor, la enfermedad
que mata más personas mayores de cinco años que el sida,
la malaria, la diarrea, la lepra y todas las enfermedades tropicales juntas
es la tuberculosis.
Final de juego. Feliz domingo, felizmente, ya no se emite
más, y aunque todavía estuviese en el aire cabe dudar que
un asunto sanitario-epidemiológico como el de la tuberculosis sea
incluido dentro del rubro cultura general. Este pequeño
ejercicio de imaginación tiene por objeto delatar el bajo perfil
con el que se desenvuelve una de las enfermedades infectocontagiosas que
más estragos causan a nivel mundial; enfermedad que, a pesar de
contar con sencillos métodos diagnósticos y efectivos tratamientos,
sigue segando millones de vidas a su paso.
A pesar de ser una enfermedad de fácil diagnóstico
y tratamiento, miles de personas fallecen anualmente por la falta de programas
de control, ya que la vacuna sólo protege contra las formas más
severas de la enfermedad (ver recuadro), confirma el doctor Eduardo
Gotuzzo, quien dirige la Sociedad Internacional para Enfermedades Infecciosas.
Para este infectólogo, la tuberculosis cumple los dos requisitos
para ser considerada una enfermedad reemergente: resurge como resultado
del desarrollo de resistencia a los fármacos antimicrobianos y
por la disminución de las medidas de control. Cuando una
enfermedad cambia sus patrones de sensibilidad a los tratamientos convencionales
o queda fuera de los planes de salud, se crea un panorama tan grave como
el que nos está mostrando actualmente la tuberculosis.
Víctimas
de una dura realidad
Aunque
no lo veamos, el agente causal de la tuberculosis (el Mycobacterium
tuberculosis o bacilo de Koch) está presente en el organismo
de una tercera parte de los seres humanos que habitan el planeta. La
mayor parte de la población está infectada, entendiendo
por infección el entrar en contacto con el bacilo de Koch, lo
que suele ocurrir a edades tempranas explica la doctora María
Cristina De Salvo, jefa de la División Neumotisiología
del Hospital Tornú y directora del Capítulo de Tuberculosis
de la Asociación Latinoamericana del Tórax. A partir
de este primer contacto pueden ocurrir dos cosas: que las defensas del
organismo encapsulen al bacilo, con lo cual la enfermedad no se desarrolla,
o que se produzca una evolución desfavorable y entonces sí
progrese la enfermedad. ¿De qué depende la buena
o mala suerte ante el contacto con el bacilo? De las condiciones
del individuo y de su contexto general responde la doctora De
Salvo, quien recientemente presidió las Segundas Jornadas Neumonológicas
del Mercosur. La tuberculosis, como otras enfermedades infectocontagiosas,
es la emergente de una realidad socioeconómica que tiende a empeorar,
y son justamente las condiciones precarias de vida, como el hacinamiento
o la mala alimentación, los factores que facilitan el contagio
y el desarrollo de esta enfermedad.
Y mientras los distintos índices socioeconómicos que nos
permiten reconstruir nuestra realidad se disparan, se van a pique o
se mantienen indiferentemente estables, colaborando de esta forma con
la silenciosa faena del Mycobacterium tuberculosis, se suman al problema
nuevos actores. La asociación tuberculosis-sida y la aparición
de cepas bacterianas resistentes a los tratamientos antituberculínicos
convencionales son los más peligrosamente citados por la literatura
científica.
Asociación
ilícita: el sida
La
merma de las defensas del organismo es el rasgo característico
de la infección ocasionada por el virus de inmunodeficiencia
humana o HIV. Noqueado, o al menos golpeado, su sistema inmunológico,
el paciente que contrae y desarrolla esta infección queda a merced
de las llamadas enfermedades oportunistas. Como cabría suponer,
la tuberculosis es una de ellas: Mientras que una persona tiene
un 10 por ciento de probabilidades de contraer esta enfermedad a lo
largo de toda su vida, la posibilidad de enfermar de tuberculosis que
tiene un paciente HIV positivo es de un 10 por ciento anual, señala
De Salvo.
Las estadísticas corroboran la peligrosa asociación tuberculosis-HIV.
En 1989, un 5 por ciento de los pacientes tuberculosos también
era portador del HIV; para 1994 este porcentaje había trepado
al 17 por ciento; actualmente, un 20 por ciento de las personas que
padecen tuberculosis son HIV positivas. Pero gracias a la aparición
de los modernos y efectivos cócteles antirretrovirales, la infección
por HIV puede ser controlada en una gran parte de los casos; la mejora
en términos inmunológicos de los pacientes que acceden
a estos medicamentos se ha traducido en una reducción de la mortalidad
relacionada por la asociación tuberculosis-HIV.
Antes recibíamos casos límite en los que los pacientes
prácticamente venían a morir al hospital recuerda
la doctora De Salvo. Afortunadamente, desde que aparecieron los
cócteles antirretrovirales la situación comenzó
a mejorar y, en la actualidad, los casos de pacientes con tuberculosis
y HIV son más manejables, la gravedad de los pacientes que llegan
al hospital es mucho menor.
Peligro:
bacilos resistentes
Pasemos
entonces al segundo asunto, el de las bacterias resistentes. ¿Resistentes
a qué? A los antibióticos, en este caso particular, a
alguna de las drogas empleadas para combatir el bacilo de Koch. La
resistencia del bacilo a los antibióticos, tanto por el mal uso
de estos medicamentos como por el no cumplimiento del tratamiento, está
creciendo y se evidencia en el hecho de que hoy tenemos 50 millones
de infectados con una cepa resistente a las drogas, afirma el
doctor Gotuzzo.
En cuanto a la multirresistencia, es decir la aparición de cepas
de bacilos que son resistentes a los dos fármacos principales
(la rifampicina y la isoniacina), si bien existen y son una realidad,
afortunadamente no es algo masivo, no está tan difundida como
para generar una señal de alarma tan importante admite
la doctora De Salvo. Aun así, en nuestra División
de Neumotisiología, sobre un total de 48 camas cuatro corresponden
a pacientes infectados con cepas multirresistentes. En general,
estas cepas multirresistentes se ven en pacientes con sida, aunque no
exclusivamente continúa la especialista. Hace cuatro
años esto equivalía a un pronóstico de muerte en
un plazo de dos a tres meses, pero desde que contamos con los cócteles
antirretrovirales, por un lado, y con drogas antituberculínicas
de segunda línea, por el otro, se han podido mejorar los pronósticos
de estos pacientes.
Abandono
del tratamiento
El
problema de la tuberculosis se soluciona muy rápido haciendo
ciertas inversiones en los lugares indicados sostiene De Salvo.
Acá lo que falta es voluntad política para solucionarlo.
A nivel hospitalario, son necesarias habitaciones de aislamiento adecuadas
(con baño privado y filtros de aire EPA) en todos los hospitales
que integran la red de tuberculosis, asegurar la provisión de
medicamentos antituberculosos de primera y de segunda línea (los
de primera línea son los habituales, y los de segunda son los
que se usan cuando aquéllos fallan) en todo el país, y,
por último, es necesario el control médico periódico
del personal médico que trabaja en contacto con pacientes con
tuberculosis.
Sin embargo, las medidas que deberían ser tomadas a nivel hospitalario
no agotan el asunto. El obstáculo principal con el que debe enfrentarse
cualquier programa nacional contra la tuberculosis es el elevado índice
de abandono del tratamiento, que en algunos sitios del país llega
al 40 por ciento. Lo que sucede es que el tratamiento es prolongado,
dura seis meses normalmente y dos años si la cepa es multirresistente
explica esta especialista. Además es difícil
controlar la adherencia al tratamiento, pues no todos los pacientes
se internan.
La internación debería estar reservada para casos
graves. A pesar de ello, el 80 por ciento de las internaciones son casos
sociales, pacientes leves que teóricamente no deberían
internarse, pero como viven muy lejos del centro médico que suministra
las drogas o no tienen una condición socioeconómica que
nos asegure que van a tener una buena alimentación, que hagan
reposo, etc., si podemos y tenemos camas disponibles los internamos.
Por otro lado, no es necesario que un paciente esté internado
más de un mes, pues a esa altura del tratamiento ya no contagia,
pero cuando termina el primer mes muchas veces no tenemos dónde
mandarlo porque el paciente no tiene casa y cuando uno quiere derivarlo
a un lugar de menor complejidad ocurre que todos los lugares están
ocupados.
Supervisar
los tratamientos
El
problema para el control de la tuberculosis proviene de una situación
real y concreta: el paciente abandona el tratamiento porque no tiene
dinero para los medicamentos o porque no está motivado para ir
a buscarlos a un centro asistencial afirma el doctor Horacio López,
director del Centro de Infectología y presidente del Comité
Organizador del IX Congreso Internacional de Enfermedades Infecciosas.
Por eso es fundamental capacitar al personal de salud para que vaya
a buscarlo a su vivienda y sepa que un tosedor de más de dos
semanas y con descenso de peso puede ser un enfermo. Y que una vez diagnosticado,
hay que seguirlo e incentivarlo a que tome la medicación durante
los seis meses que dura habitualmente el tratamiento.
Es por eso que la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso
el llamado Tratamiento de Corta Duración Directamente Observados
(DOTS, en inglés). El DOTS estipula que los pacientes tuberculosos
deben concurrir periódicamente (diaria o semanalmente) a los
centros de salud a tomar la medicación bajo la atenta mirada
del personal sanitario. Y si esto suena un poco paternalista o inclusive
coercitivo, sólo resta mencionar que en la última epidemia
de tuberculosis de Nueva York, en Estados Unidos, se dispuso que aquellos
pacientes que se negasen a cumplir con el tratamientopodían ser
privados de su libertad mientras durase el período de contagio,
para asegurar de esta forma un correcto tratamiento que evite el contagio
y la aparición de cepas multirresistentes.
Alternativas
a medida
Afortunadamente,
existen métodos menos extremos para enfrentar el problema: el
DOTS ha probado ser es el más eficiente. El problema es
que en la Argentina es muy difícil llevar a cabo los tratamientos
supervisados advierte De Salvo. Lo que sucede es que, por
ejemplo en la ciudad de Buenos Aires, las distancia son muy grandes;
el 50 por ciento de los pacientes que concurren al hospital viven en
el conurbano, por lo que hacer que concurran al hospital todos los días
a tomar la medicación no siempre funciona.
Sin embargo, existen alternativas. Una sería contar con
personal paramédico que se ocupe del tema, como se hace en la
Liga Antituberculosa en donde que supervisa el tratamiento a través
de visitadoras sociales. Otra es la exitosa experiencia de Uruguay,
en donde el Estado le da al tuberculoso un subsidio mientras dura su
enfermedad, siempre y cuando concurra a tomar la medicación.
Esta medida ha permitido bajar de modo significativo el índice
de abandono del tratamiento en Uruguay; desafortunadamente, en la Argentina
las distintas propuestas de este tipo no han prosperado.
DE
SINTOMAS, DIAGNOSTICOS Y VACUNAS
La
tuberculosis es una enfermedad que puede aparecer en todas las
edades. De hecho, es una enfermedad que se ha desplazado
hacia la tercera edad señala la doctora María
Cristina De Salvo. En las instituciones geriátricas
es posible encontrar pacientes con tuberculosis, como resultado
del hacinamiento y la mala nutrición que impera en muchas
de estas instituciones. Su contagio se produce cuando
una persona sana entra en contacto cercano con otra persona
que tiene la enfermedad y no está siendo tratada (a los
15 días de tratamiento desaparece la posibilidad de contagio).
Cuando la persona enferma tose o estornuda elimina los bacilos
de Koch, éstos quedan suspendidos en el aire y pueden
ser inhalados por una persona sana. Esta enfermedad no se contagia
por compartir utensilios u otros elementos con una persona enferma.
El desarrollo de esta infección se manifiesta a través
de decaimiento general, fiebre, sudoración nocturna,
perdida de peso y falta de apetito; éste es el llamado
síndrome de impregnación bacilar. Otra forma de
presentación es aquella en la que el paciente comienza
a expectorar y toser: se estima que el 40 por ciento de los
adultos concurre a la consulta de esta forma.
El diagnóstico se realiza a través del examen
clínico y la radiografía de tórax, que
si bien no son métodos específicos refieren una
alta sensibilidad diagnóstica, o mediante el análisis
del esputo, que es específico pero limitadamente sensible.
Un punto que hay que tener en claro es que la vacuna BCG no
impide que una persona contraiga tuberculosis. La vacunación
tan sólo brinda protección contra las formas más
graves e inusuales de la enfermedad: las formas meníngeas
y las diseminadas. Pues si bien esta enfermedad afecta principalmente
a los pulmones, también puede atacar otras partes del
cuerpo.
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LA TUBERCULOSIS EN NUMEROS
-
La tercera parte de la población mundial (1700 millones
de personas) se encuentra infectada con el agente causal de
la tuberculosis: el Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch.
- Es la principal causa de muerte por un único agente
patógeno a nivel mundial: ocasiona el 7 por ciento del
total de las defunciones, más de 3 millones de muertes
por año. Se espera que para el 2004 este número
ascienda a 4 millones.
- En 1993 fue declarada emergencia sanitaria mundial por la
Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada año
se suman 8 millones de casos nuevos.
- Se estima que el 95 por ciento de los casos se produce en
los países en desarrollo; el 75 por ciento de los infectados
en países en desarrollo tiene menos de 50 años.
- A nivel global, alrededor de un 10 por ciento de los casos
de tuberculosis es ocasionado por bacilos resistentes a las
drogas de primera línea; mientras que la multirresistencia
ronda el 0,2% de los casos. En las Américas se reportan
anualmente 250.000 casos nuevos y 22.000 muertes asociadas a
esta enfermedad.
- Entre el 3 y el 5 por ciento de los casos nuevos de tuberculosis
se producen en pacientes HIV positivos. En Argentina, los casos
de tuberculosis asociada a sida aumentan un 25 por ciento cada
año.
- De las 1.400.000 personas infectadas por el HIV que viven
en América latina y el Caribe, 330.000 están también
infectadas por el bacilo de Koch.
- En 1998 se notificaron en la Argentina 1150 muertes asociadas
a tuberculosis, lo que representa una tasa de 3,2 por 100.000
habitantes. Tierra del Fuego refiere la tasa menor 0,95
casos por cada 100.000 habitantes, mientras que Jujuy
presenta la mayor 13,.5 cada 100.000 habitantes.
En cuanto a las cifras locales, la Argentina no se caracteriza
por contar con estadísticas creíbles sostiene
la doctora María Cristina De Salvo, sobre lo que
se informe hay que calcular un 30 por ciento más.
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