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vestir las panzas en flor

La ropa para embarazadas comparte con el traje de novia un clima de mucha expectativa alrededor, aunque con la ventaja de que las embarazadas nunca están tan frenéticas como las novias. Lo que queda claro es que el vestido es la prenda más difícil de lucir con gracia cuando el cuerpo se prolonga en el popularmente llamado “bombo”.

por Victoria Lescano

Hasta que la cantante Bjork apareció en un concierto exhibiendo su séptimo mes de embarazo con una remera punk y Demi Moore posó desnuda en la tapa de Vanity Fair, la moda embarazo fue sinónimo de plomazo limitado al clásico jardinero con pinzas, bordados de casitas y moños rosas o celestes.
En los noventa firmas como Belly Basics –tiene un libro que funciona como manual de estilo para embarazadas y en su site en Internet aconseja cuáles son las golosinas más aptas para futuras madres– o A Pea in the Pot.
aportaron aires nuevos a guardarropas para la dulce espera que se traduce en ausencia de adornos, prendas cómodas aunque con gracia y vestidos sexies que se convirtieron en fetiche de las mujeres que encaran la maternidad cerca de los cuarenta.
La francesa Sonia Rykiel, especialista en tejidos de puntos sublimes, empezó a diseñar de pura casualidad durante su primer embarazo, porque no encontraba vestidos que le gustaran para lucir su panza.
Luego la sueca radicada en Bélgica de Carla C. se puso de moda entre las intelectuales europeas desde que vistió a una asistente a una entrega de premios Nobel. Ahora hasta tiendas especializadas en vintage como Jaggar impusieron una versión de jean Levi’s antiguo con el agregado de cintura de algodón que se volvió de rigor entre modelos y divas hollywoodenses.
Mientras que en Buenos Aires Miss Dedé fue la etiqueta favorita de las mujeres más chic, la firma Axis es algo así como el emporio de las embarazadas de clase media: “Empezamos en 1978 haciendo bijouterie y varias de nuestras clientas embarazadas vieron unas remeras de batik que hicimos como complemento nos encargaron modelos aptos para sus panzas” cuenta Gerardo Díaz, uno de los dueños. El primer local funcionó en la calle Alvear de Martínez, ahora suman once en todo el país, además de un engranaje de venta al por mayor.
En estos días sus emblemáticos jardineros lucen más aggiornados a las tendencias, incluso hay vestidos con telas elastizada que podrían usar las fans de Kosiuko. “Cuando empezamos nos influenció mucho una casa de París que se llama Baloon, ahora tratamos de adaptar las tendencias de cada temporada. La cantidad de prendas que consumen depende de la actividad social y laboral, en esos casos agregan a los equipos base varios pantalones más y menos elegantes y vestidos de noche. Aunque en los últimos años el consumo bajó y las embarazadas usan ropa prestada que les pasan las amigas” cuenta Díaz.
“Dejé de hacer vestidos con mangas largas y, en cambio, cada vez hago más vestidos Jackie de gabardina elastizada para que ellas puedan combinar con remeras de colores contrastantes y manga larga para el día o usen solos para mostrar los hombros”, dice la diseñadora María Irene Bezic, autora deMam, una línea que se vende en las tiendas Gimo’s y la semana pasada participó de Mabyn, una feria de indumentaria que se desarrolló en la Rural entre el 8 y el 10 de marzo.
Bezic también hace vestidos de jean con capucha, abrigos rojos entallados y pantalones largos que dueñas de boutiques del interior arrasaron para sus fashion victims de Mendoza y Tucumán. En su perchero se imponen los verdes secos y obispo que prometen invadir las vidrieras otoñales.
Desde hace dos años la colección de Carolina Forn funciona como un capítulo de Fashion Emergency para mujeres encintas. Incluye faldas y pantalones de cuero negro, texturas tornasoladas o una cartera también negra con cambiador y varios bolsillos para chupetes y pañales que puede pasar por la bolsa de mensajero más ultramoderna. Se trata de prendas que, por regla general, son la antítesis de alforzas y otros clichés naïf afines al universo de la maternity y, donde el elástico que oficia de cinturón es el mismo que se usa en corpiños, por supuesto que negros, y están a la venta en un showroom de Arenales 1266.
“La tendencia es entallar cada vez más la figura mediante telas que elastizan, trato de buscar novedades para las mujeres cuya maternidad coincide con tiempos de mayor exigencia profesional” cuenta la diseñadora que para entender mejor las necesidades de sus clientas experimenta agregándose panzas de guata multiformes y en ocasión de un desfile en el cable, ante la falta de una modelo, llegó a camuflarse entre sietemesinas.
Su currículum incluye la representación de una firma americana pionera en el concepto de básicos para embarazadas, la asistencia en colecciones de alta costura de los hermanos De la Cruz y la realización de trajes disparatados para la compañía de danza contemporánea de Teresa Duggan.
Lleva al extremo el concepto “Siempre quitar, nunca agregar” que impuso Chanel y dice “el límite es nunca abandonar las sutilezas, para que el principal adorno no sean los estampados ni recortes sino la panza”.
Sus primeras puntadas en el rubro fueron camisones con tablas y aberturas de puro algodón y extremadamente básicos. Otro de sus inventos son los kits, empaquetados de ropa que combinan un camisón con una mañanita, gorros, batitas más escarpines o una rareza llamada bolsa de noche que tiene una cinta abajo cuya apertura facilita el cambio de pañales.
Ahora sumó una línea de vestidos de fiesta a medida que incluye visos largos hasta el piso de una textura adherente y una capa de tul negro arriba que saca luminosidad de los rojos y verdes de la tela base para evitar el efecto mujer carpa.
Sobre las claves para llevar el embarazo con elegancia, apunta: “conviene usar colores claros pero nunca muy luminosos, si es un beige que lleve negro en su composición. Vale incorporar un jean, un pantalón elegante de gros elastizado combinado con una remera de manga larga, un twinset de lana y una chaqueta de paño no demasiado larga. Para lucir más modernas les aconsejo usar distintas variaciones de un mismo color, azules o verdes distintos entre sí. Y por regla general digo a mis clientas que mezclen mis básicos con elementos de otras casas donde se visten habitualmente porque mi concepto de cultura maternal se resume en prendas combinables entre sí y que puedan adaptarse al estilo de siempre.
Sus clientas son las chicas de las producciones Polka, la periodista Mónica Gutiérrez –famosa por imponer los vestidos talle petit y microminis combinados con botas largas a lo Courréges–, Silvina Chediek y Nancy Dupláa.
Algunos de sus trucos para vestir embarazadas consisten en dejar un pedazo de elástico cosido para que se pueda agrandar y picos en cinturas de faldas rectas.
Forn advierte que el vestido es la prenda más difícil de lucir con gracia hasta el estallido de una gran panza y que la ropa para embarazadas comparte con el traje de novias un clima de mucha expectativa alrededor, aunque con la ventaja de que las embarazadas nunca están tan frenéticas como las novias.
Sobre el traslado de tendencias de pasarela a su línea, sostiene: “hace dos años hice baby dolls pero, ahora que las vidrieras están saturadas de esos vestidos para mí dejaron de ser una novedad, después incorporé ajustes al estilo de Prada. A los pantalones siempre los hago de tiro bajo para que dejen ver el ombligo, las argentinas somos tan fanáticas de ese corte como las americanas de las calzas que les van genial sólo por su metro ochenta”.
Mientras planea una campaña con mensajes sociales como el slogan “Dale la ropa a una mamá necesitada” su gráfica institucional es una tarjeta minimal con una impresión celeste que reproduce una ecografía con tal sutileza que bien podría pasar con un cuadro de la serie de mapas de Guillermo Kuitca. Con ese print hizo una línea de remeras que fue un fracaso de ventas. El motivo es muy simple. “Noté que se ponían muy incómodas, las miraban raro hasta que una me dijo que jamás se pondría una remera con imágenes del bebé de otra”.