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la francia oscura

Tiffany Tavernier es, como su apellido lo indica, la hija de su padre, cuyo film Hoy comienza todo está próximo a estrenarse. Basándose en la larga experiencia como docente de su marido, Dominique Sampiero, Tiffany escribió el guión de la película, que se interna en los huecos más marginales de Francia.

Por Moira Soto

Ella se llama así en homenaje a aquel delicioso desayuno dirigido por Blake Edwards, adorablemente protagonizado por Audrey Hepburn en el rol de Holly Golightly, creado por Truman Capote. Sin embargo, Tiffany Tavernier –hija del cineasta Bertrand y de la guionista Colo, portadores del mismo apellido– dice que nunca se sintió compelida a trabajar en el cine. De hecho, la autora del guión del próximo estreno Hoy comienza todo, que puso en imágenes su progenitor, comenzó haciendo literatura: un libro de poemas y dos novelas editadas –L’Homme Blanc, Dans la nuit aussi le ciel– y una tercera en gestación.
“También viajé mucho, estuve en actividades humanitarias, trabajé en Madagascar. Estas dos pasiones me vienen de un abuelo poeta y otro viajero. Además, fui asistente de dirección en films de mi padre y otros directores”, dice Tiffany acariciándose la panza, con esa sonrisa entre soñadora y beatífica de algunas mujeres en los primeros tiempos del embarazo. Su marido, Dominique Sampiero, educador, poeta, ensayista, coguionista (y, hasta cierto punto, protagonista real) de Hoy comienza todo está amorosamente pendiente de ella, de sus palabras y gestos. Se los nota unidos por el mismo espíritu solidario y justiciero que destila el film que escribieron sobre la lucha de un maestro por mejorar las condiciones de vida de un grupo de niños de una guardería, y por extensión del barrio empobrecido y aislado en el que viven. “Un ejercicio de civismo a través de una lección de cine, una película que se ve con emoción a flor de piel y lágrimas en los ojos, pero cuyas imágenes incitan a la reflexión mucho después de haber sido impregnadas en la retina”, escribió Esteve Rimbau en la revista española Fotogramas.

Todo empieza y
termina en familia

–La idea de realizar una película sobre las terribles consecuencias de la pobreza en los niños de una zona del norte de Francia, ¿se la propusieron usted y Dominique a papá Bertrand?
–No exactamente. Mi padre venía escuchando muy interesado a Dominique cuando le contaba sus experiencias como educador, y de pronto se le ocurrió que había en sus relatos un material apasionante para un film. Nos propuso que escribiésemos el guión y mi marido se resistió alegando que no era su oficio. Finalmente aceptó realizar una especie de supervisión y pusimos manos a la obra. Dominique, durante veinticinco años de trabajo, atesoró experiencias impresionantes. Fue muy emocionante trabajar con él y con mi padre en el guión de Hoy comienza todo.
–El protagonista de la película es un hombre en un rol tradicionalmente a cargo de mujeres: director de una guardería y jardín de infantes.
–Efectivamente, el personaje principal, Daniel, es un hombre, pero debo señalar que todas sus acciones están sostenidas por mujeres: fue en lavida real que mi marido cubrió ese rol que el film recrea libremente. Todas las decisiones de Daniel, sea en la vida privada –su mujer es muy importante para él–, sea en su trabajo, se confrontan al mundo femenino. Un mundo extremadamente activo, con mucha iniciativa, que respalda al protagonista. Y las respuestas esperanzadas que ofrece Hoy comienza todo -un título de por sí alentador– provienen de la esposa y de una asistente social. Es decir, es un film de mujeres con un hombre en el medio. Además de la temática de fondo, me interesó mucho la idea de un hombre trabajando en un universo de mujeres. Porque es una cosa que se ve poco: un hombre que se ocupa de niños de 2 o 3 años, que los toma en sus brazos. Es un hombre muy maternal, que asume su femineidad completamente.
–¿Sin sentirse rebajado, inferiorizado como les suele ocurrir a algunos hombres cuando tienen ese tipo de actitudes?
–No, para nada. Es que las cosas están cambiando en Francia. Es cierto que hace 10, 15 años no se veía a ningún hombre dirigiendo un jardín de infantes. Hoy algunos han descubierto esa posibilidad y lo hacen maravillosamente. Dominique, mi marido, fue la excepción al cumplir ese papel durante muchos años.
–La situación de la pobreza y marginación, la carencia de educación, ¿la sufren más intensamente las mujeres en su calidad de madres, de maestras?
–Claro, esto se refleja en el film. Ciertamente, en las mujeres, en las madres, en las trabajadoras hay un sufrimiento suplementario. Lo que ocurre es que en la crisis, frente a la desocupación, en general el hombre se siente humillado y no reacciona. La mujer, sí. Hasta donde le dan las fuerzas sigue luchando, se ocupa de los niños, hace lo posible por no bajar los brazos. En estos barrios pobres como los del lugar donde transcurre Hoy... se comprueba que quienes llevan los chicos al colegio con mucho esfuerzo, quienes buscan soluciones y desarrollan solidaridades, son las mujeres. Ciertamente: ellas sufren doblemente, sobre todo si hay niños. Algunas son abandonadas, otras golpeadas por hombres alcoholizados, educados en una sociedad donde era el padre el que aportaba el dinero, la seguridad. En este film quisimos denunciar la miseria en que está sumergida tanta gente desocupada, un tema que los medios suelen ignorar. Para nosotros, la desocupación es como una tercera guerra mundial subterránea, que va matando silenciosamente a mucha gente. En Francia, hay casos de familias enteras que en su desesperación eligieron la muerte. Aunque haya un mayor espíritu de lucha en las mujeres, ellas también, a veces, dicen basta, se entregan. En mi país, son las mujeres casi siempre las que se hacen cargo de las acciones humanitarias, de ayuda, quizás porque, como portadoras de vida, están más cerca del combate cotidiano.

Si hay vida, hay esperanza
–¿Es la primera vez que su padre, Bertrand Tavernier, encara esta problemática de la pobreza que, por cierto, no es exclusiva de Francia?

–Él entrevió el tema en Ley 627, pero de manera tangencial, sólo como parte de la vida cotidiana de un policía. En Hoy comienza todo, desde las primeras imágenes se ingresa a un espacio diferente: se abre la puerta a algo que en mi país es negado por la TV, los periódicos. También es verdad que sería difícil para un periodista entrar a estos barrios, a estas casas muy pobres: estas personas no quieren exhibirse, tienen su dignidad, se ocultan. En Francia, los pobres están solos, no tienen ninguna pertenencia social. Están completamente excluidos y en muchos casos aparece una deshumanización: mujeres que ya no saben higienizar, cuidar a sus hijos. Porque ser buena madre, está claro, no es algo natural sino cultural. Y en casos extremos se puede perder el sentido de la maternidad. Para muchas mujeres, la guardería, el jardín, la escuela son los únicos lugares donde son tratadas como personas, donde pueden llevar a cabo un acto desocialización, lavarse, arreglarse un poco. Es inimaginable el sufrimiento y la soledad de estas mujeres.
–¿Las iglesias no ponen ningún alivio a esta situación en su país?
–Se terminó la iglesia, la gente ya no cree en nada. La escuela es el último refugio, la única institución que abre la puerta a estas personas. Si se cerrasen las escuelas y las guarderías, esta gente se abandonaría por completo, sin motivos para moverse, perdiendo todo sentido social. He visto casos de chicos en un estado de suciedad increíble, que no saben decir buen día o gracias, a los que hay que enseñarles a dialogar porque en sus casas nadie les habla.
–¿El film propone alguna salida concreta, factible?
–La escuela es la gran respuesta, insisto. Desde allí se puede hacer mucho por chicos y adultos. Si desde la institución se les tiende una mano a estos chicos, a estos adultos, como hace el personaje de Daniel en Hoy..., es extraordinario cuánto se puede recuperar de lo que parecía perdido. Es importante hacerles comprender que la desocupación, la pobreza, no los ha anulado como seres humanos, que siempre habrá algo para hacer. Basta decirle a una madre embrutecida: “Tu niño es formidable, va a avanzar mucho”, para ver brillar una bella luz en sus ojos. El film demuestra que hay maneras de resistir a la exclusión. De hecho, el Ministerio de Educación tomó en cuenta los problemas que planteamos, con la intención de empezar a resolverlos.
–Se la ve muy feliz con su embarazo. ¿Se le plantearon dudas frente a la maternidad?
–Mirá, la gente que no quiere traer hijos al mundo porque dice que está horrible, no ha leído libros de historia. A esa gente le pregunto si era mejor tener hijos a comienzos del siglo X o en la Edad Media. Las personas que creen que todo tiempo pasado fue mejor deberían saber que, en el siglo XVII, las probabilidades de sobrevivir al parto eran relativas; que en el siglo XIX los niños trabajaban en las minas como la cosa más natural, que si ibas a prisión eran remotísimas las posibilidades de justicia. Creo que la humanidad progresa a pesar de todo, creo que ahora somos más conscientes de los horrores, el mal se ha vuelto más visible. Si a mí me dan a elegir una época en la cual vivir, opto por ésta y no por doscientos años atrás, un momento en el que no hubiese podido escribir libros, viajar, tener autonomía. Sé que hay muchas cosas que están mal: por eso, para ayudar a mejorar un poquito el mundo, hacemos films como Hoy comienza todo...