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dos chicas nada que ver

La actriz Najwa Nimri y la realizadora Tata Amaral pasaron por Buenos Aires con motivo del II Festival Internacional de Cine Independiente. Lo único que tienen en común –como lo demuestra esta nota– es haberse alojado en el mismo hotel.

Por Moira Soto

Antes de que llegara a Buenos Aires, no faltó quien la anunciara como “la cara bonita del jurado” del II Festival Internacional de Cine Independiente. En primera instancia, esa frase para identificar a Najwa Nimri sonaba ligeramente misógina (ya saben: si es bonita, no se le puede pedir que además sea inteligente). De la actriz española –vasca con sangre jordana, para más datos– conocíamos su exótico atractivo desplegado en un par de films vistos aquí (Abre los ojos, Los amantes del Círculo Polar) y notas de publicaciones españolas que la presentaban como de lo más original y atípica. Pues resulta que no; Nimri no va más allá de ser un prodigio de fotogenia: en la vida real apenas quedan unos lindos ojos, que en la pantalla se agrandan y profundizan, y el resto –lo que la cámara y las luces nos vendieron– se ha escurrido. En los días finales del Festival, la intérprete –que viajó con su marido, Daniel Calparsoro, director de Asfalto, exhibida en la muestra– todavía no se ha reunido con el jurado ni tiene ganas de hacerlo. Tampoco manifiesta el menor interés en este reportaje: mira para otro lado, sobreactúa los bostezos, consulta el reloj. Dan ganas de mandarla a freír pochoclo, pero no está de más conocer la otra cara de esta actriz que tan bien funcionó con Julio Medem en Los amantes... y que parece tan poco calificada para formar parte del jurado de ningún festival. Así respondió lánguidamente Najwa Nimri.
¿El triángulo que propone Asfalto tiene algún rasgo de singularidad?
–Sí, a mí me lo parece. Es dos chicos y una chica. Tres personas con miedo a relacionarse
–¿La relación es simultánea?
–Es instantánea.
–Lo que pregunto es si conviven los tres.
–Ah, eso. Es simultánea.
–¿Algo que ver con Jules et Jim, Henry y June o alguna otra película de tríos?
–Exacto. Lo que pasa es que luego se separan, vuelven a juntarse.
–Se ha dicho que un triángulo puede resultar más armonioso y divertido que una pareja tradicional...
–A ratos funciona bien, a ratos mal. Es una pareja de tres, como la escribió Daniel, que es buenísimo. Son tres, no son dos. Matemática pura.
–¿En el film, entonces, se aprende a sumar?
–En la vida, ¿no? Bueno, va de eso la película.
–Aunque parece agotada de hablar del tema, ¿podría describir su personaje en Asfalto?
–No, de Asfalto he hablado menos: me han preguntado más por Los amantes..., por desgracia. ¿Quieres saber cómo es Lucía?
–Tengo entendido que rompés un poco el molde habitual de personajes más bien enigmáticos.
–Sí, éste es más exterior. Pero, bueno, no es una gritona pesada.
–¿Es más abiertamente sexy?
–No, más sexy, no: ella se ve guapa con cortos, zapato alto y coleta. Disfruta de su sensualidad en los hombres y en las mujeres, sin cumplir ningún rol. Siendo femenina, pero sin someterse.
–¿El método de trabajo con tu marido ha cambiado a lo largo de los cuatro films que hicieron juntos?
–A mí él no me da trabajo, yo me lo gano.
–Bueno, no quise ofender.
–Es que es verdad, vamos. Yo le conocí trabajando, en un casting.
–Antes de Asfalto actuaste para Alejandro Amenábar y Medem. ¿Resultaron buenos candidatos para serle infiel como actriz a Daniel?
–Sé infiel y no mires con quién, como en el dicho...
–¿Le molestaría contarme algo más acerca de Asfalto?
–Muy divertida, muy sexy, sin moralina, sin prejuicio y a costa de todo. Pisando fuerte y quitando el peso de la sociedad moderna que los dinosaurios nos han inculcado durante tantos años. Sin hacer política, ¿eh? Con la mentalidad única y exclusivamente de pasárselo bien.
–¿Hay una línea temática, alguna relación entre las películas de Daniel que usted protagonizó?
–Sí, son apolíticas, sin discurso. No pretenden darte la solución. Yo no sé lo que es una postura moral, no sé lo que es el arte. Sé lo que es llegar a uno mismo.
–¿Dedica a la música el tiempo que
le deja libre el cine?
–Cuando no filmo, soy feliz ciento por ciento. Hago todo con el ordenador en música. Mis canciones hablan todas de lo mismo. Yo hago un disco para que alguien pueda estar ahí, tranquilamente. No hace falta mostrarte interpretando la canción. Me sorprendí cuando vendí veinte mil discos. Fue: ay qué guay, hago esto y le gusta a la gente.
–¿Es verdad que trabaja siempre en la cama, como salió en la revista de El País?
–Sí... Bueno, ahí pusieron todos los adornos que quisieron y más, hicieron producción.
–¿Puedo preguntarle por qué aceptó ser jurada del Festival?
–Lo de la opinión no me lo acabo de creer, pero era una buena oportunidad para estar con las películas que he hecho y me apetecía conocer Argentina. Si ellos discuten, yo me voy. Daré mi opinión a último momento.
–¿Se considera una cinéfila?
–Me gusta el cine desde que conozco a Daniel, antes no tenía conocimiento. Vi películas del ciclo de Casavettes y de Welles.
–Empezó como actriz de la mano de su marido y ya va por la cuarta película bajo su dirección. ¿Considera que él la ha modelado?
–Sí, absolutamente. No me molesta. Él es mayor que yo, además. Él me quitó gestualidad y me dio seguridad.
–¿Se siente un poco como la Galatea
de Pigmalión?
–¿Qué es eso?


Tata Amaral.

A través de la ventana.

Najwa Nimri.

Las madres vistas
por Amaral.
Afortunadamente, para compensar la descortesía insustancial de Najwa Nimri, está en el mismo hotel Holiday Inn la realizadora Tata Amaral, que compitió en el Festival con A través de la ventana, su segundo largo. El primero, Un cielo de estrellas, fue calificado por la revista local El amante como “la mejor película brasileña de los ‘90 (...), urbana, contemporánea, despojada de todo costumbrismo y filmada con precisión singular”.
“En mi obra anterior, la protagonista era una mujer joven que quería viajar, abandonar a su madre y a su novio, quien termina secuestrándola”, detalla entre sonrisas y toses (pero sin dejar de fumar) Tata Amaral. Porcierto, un personaje bien diferente de la madre posesiva y a la vez dependiente que aparece en A través de la ventana: “En este último film intenté crear una forma que revelara la automatización de la madre en sus actos cotidianos. El relato sucede en cinco días, y ella repite sus gestos sin variaciones, desde el momento en que pone la mesa para el desayuno... No hay otro centro de interés en su vida que su hijo de 24 años. Por eso, su cotidiano está tratado de manera ritualística, filmamos con lente abierta, gran angular, como si fuese una crónica de costumbres, hasta que a partir del cuarto día, el enfoque se vuelve más introspectivo. Aunque se trata de un caso extremo, creo que todavía las mujeres seguimos teniendo a los hijos como el centro de nuestras vidas. Seguimos con estos lazos tan fuertes, estas contradicciones: queremos verdaderamente hacer cosas fuera del hogar, y no queremos dejar a los hijos chiquitos en otras manos. Hace tres años, cuando lanzaba mi primer largo, mi hija adolescente tuvo crisis de pánico. Y yo tenía que dividirme entre ella –lo más importante para mí– y mi película. Ahora ella está muy bien, pero ese momento fue muy dramático. Me sentía realmente partida en dos.”
Según Tata Amaral, en Brasil, quien quiere hacer, hace. Por lo tanto, a las mujeres no les resulta más difícil acceder a la realización cinematográfica: “Sobre todo en las ciudades, en los centros urbanos no existe esa tradición de machismo que noto en la Argentina. Yo me crié en una familia de muchas mujeres, todas educadas de manera igualitaria para trabajar, desde mi tatarabuela. Actualmente ha mejorado un poco la situación del cine brasileño, y hay cada vez más nombres de mujeres en la dirección de films. Y la proporción aumenta en las cortometrajistas. Un oficio del cine en el que las mujeres son muy numerosas es en el de productoras: por tradición, en muchos casos, ellas han sido –y son– esposas de directores, como es el caso de Lucy Barreto. Creo que es un trabajo de mucha responsabilidad el de producir, de conocimiento de estrategias y puede ser muy creativo”.
La directora de A través de la ventana reconoce que elige los temas de sus obras desde su condición de mujer, y que le interesa especialmente trabajar con arquetipos femeninos: “En mi último film quise hablar del amor de una madre por su hijo, de un amor excesivo que sólo puede terminar en tragedia. Por muchos motivos, la relación madre-hijo suele resultar más compleja e inquietante que la de padre e hija, quizás porque los padres no ejercen tan activamente la paternidad. Mi personaje pertenece a una generación que es la del cambio, que a ella no le llegó. Hay que recordar que las transformaciones más fuertes de las mujeres han tenido lugar durante los últimos treinta años... Es muy pronto aún para alcanzar un cierto equilibrio. Estos cambios se están reflejando en el cine y lo están enriqueciendo. Yo elegí premeditamente un tema que no exalta a la mujer, que la pone en una situación sin salida. Una manera de encarar la maternidad por parte de una mujer que no puede ver más allá de su ventana”.
Amaral ya está trabajando en un nuevo proyecto que la apasiona: la adaptación del texto de una jueza feminista, Luisa Nagiv Eluv, que trata de los casos donde se sigue aplicando en crímenes sexuales el viejo Código Penal de 1940, que contradice a la propia Constitución brasileña: “Se trata de conceptos de doble moral contra los que hay que luchar. Naturalmente, va a ser un film ensayístico. Trabajaremos con imágenes del cine mundial, particularmente las relativas a la seducción, para poner de manifiesto cómo es vista la mujer en las películas, pero también en la pintura, en las historietas”.