después
de
Beijing + 5
La
presidenta del Consejo Nacional de la Mujer, Carmen Storani, y la legisladora
porteña Liliana Chiernajowsky, hacen un análisis de la
posición argentina en la Cumbre Internacional de la Mujer, donde
por primera vez el país admitió a los derechos sexuales
y reproductivos de las mujeres como derechos humanos.
Por
M.D.
Queremos
señalar que el compromiso de garantizar la protección
de los derechos humanos de las mujeres incluye a los derechos sexuales
y reproductivos, compromiso reflejado en las políticas que las
autoridades llevan adelante a través de medidas para reducir
la mortalidad materna, prevenir el embarazo adolescente y proteger la
maternidad y la salud de las mujeres, asegurando el inalienable derecho
a decidir libre y responsablemente cuándo y cuántos hijos
tener... Estas palabras, incluidas en el discurso con el que Argentina
cerró su intervención en la Sesión especial de
la Asamblea de la ONU Beijing +5 que relevó lo actuado
por los países miembros en relación con la igualdad entre
los géneros son las que dieron un lugar privilegiado a ese optimismo
que se respira entre las mujeres que asistieron a esa cumbre. Y es que
hasta último momento la posición de la Cancillería
representada por el secretario de Relaciones Exteriores, Enrique
Candioti amenazaba con trazar un tramo más del camino que
pavimentó el gobierno de Carlos Menem con posiciones tan conservadoras
con respecto de los derechos sexuales y reproductivos que sólo
algunos países árabes y el Vaticano podían
acordar con ellas. Sin embargo quedaron algunos temas pendientes como
el que habla de la responsabilidad del Estado en materia de educación
sexual y una definición de familia que esté más
acorde con la realidad cotidiana. Pero estos temas habrá que
saberlos leer, según las palabras de la presidenta del
Consejo Nacional de la Mujer, Carmen Storani.
El resultado es muy, muy bueno. Salimos de las posiciones recalcitrantes,
nos alineamos al resto de Latinoamérica y esta vez Argentina
no hizo ninguna declaración interpretativa sobre el tema de los
derechos sexuales y reproductivos como sí lo había hecho
antes. Esto es un cambio esencial, porque hasta ahora Argentina estaba
aislada, Storani no oculta su entusiasmo. Situada en el centro
de una polémica que llegó casi hasta el fin de la misma
conferencia que se realizó en Nueva York entre el 5 y el 9 de
junio se le criticó a la Cancillería que cerrara
su posición sin acordar con el Consejo de la Mujer y sin romper
la continuidad con el gobierno anterior, Carmen Storani descansa
ahora en ese párrafo que para ella fue fundamental. Incorporar
los derechos sexuales como derechos humanos es un avance importantísimo,
que Argentina manifestara al mundo que es un derecho inalienable la
libertad para decidir cuándo y cuántos hijos tener es
un cambio que alienta un debate que es siempre muy complicado en nuestro
país y eso se reflejó en la conferencia. Hubo que trabajar
mucho para decir cuáles eran nuestros objetivos y dejar en claro
que no se estaba trabajando en contra de la familia. Dejar en
claro, para Storani, significó sentar posiciones frente a sectores
que representan a otro tipo de pensamiento y que presionan constantemente
en nuestra sociedad, que publican solicitadas en los diarios y tergiversan
el debate como si hablar de derechos reproductivos fuera alentar el
aborto. Sectores, que, obviamente, llevaban la voz cantante de
la delegación argentina. Creo que lo más positivo
es que hubo permeabilidad y atención hacia los reclamos que venían
desde las mujeres, especialmente desde las mujeres de la Alianza dice
la legisladora de la ciudad, Liliana Chiernajowsky; el reconocimiento
del rango constitucional de los tratados internacionales que incluyen
la plataforma de Beijing es muy importante porque desde esa jerarquía
normativa quiere decir que la igualdad entre los géneros es una
política de Estado. También me parece muy positivo la
decisión de erradicar los estereotipos discriminatorios en la
educación y la condena a la explotación sexual de las
niñas, los niños y las mujeres. Este último
punto fue uno de los avances más importantes en términos
globales ya que en la anterior conferencia algunos países sentaban
su posición con respecto de la prostitución según
el parámetro del consentimiento, pero ahora la condena
fue muy fuerte, cuando hablamos de tráfico de niños, niñas
y mujeres, estamos hablando desde el vamos de la falta de opción,
estamos hablando de explotación y esto fue entendido por la globalidad
de los países miembros, agrega Storani.
Temas
pendientes
La defensa de la vida desde el momento de la concepción
hasta la muerte natural y el reconocimiento de los derechos y obligaciones
de los padres en la educación de los hijos son dos de las premisas
que podrían señalar una continuidad con la anterior posición
argentina. Pero Storani no cree que sea así. No podemos
hablar de continuismo sino de coherencia. Argentina tiene una legislación
interna, hay una reglamentación civil que define a la persona
desde el momento de la concepción y no podemos ir a foros internacionales
a decir lo que nuestra legislación no dice. En cuanto a la educación
sexual, se habla de la responsabilidad de los padres, pero también
se dice que el Estado tiene que asegurar de una manera pluralista y
humanista una mejor sociedad en la que haya igualdad y esto tiene que
ver con la educación. ¿No es una debilidad entonces
no haber mencionado expresamente la necesidad de una educación
sexual para todos? No, hay que saber leer. En ningún momento
dice que el Estado no puede hacerse cargo.
Chiernajowsky, en cambio, no cree lo mismo. Sin duda hay chicos
que pueden encontrar en el seno del hogar una respuesta, una actitud
cálida de parte de los padres; eso es lo óptimo, pero
no la regla general y esto no puede invalidar que reciban educación
sexual en las escuelas o en los centros de salud. Además no podemos
obviar que muchos de los casos de abusos sexuales tienen como protagonistas
a los mismos padres, por lo que es absurdo pensar que la educación
que dan los padres es la ideal. Pero el documento tampoco dice expresamente
que el Estado no puede intervenir en estos casos. Aunque sea por
omisión la puerta queda abierta, más si se toma en cuenta
el compromiso expreso de tomar políticas públicas con
respecto de la salud integral de las mujeres, la prevención del
embarazos no deseados sobre todo en la adolescencia, y la prevención
del sida, una epidemia que ya demostró que, cada vez más,
tiene cara de mujer. El problema en este país es la doble
moral, porque se hacen declaraciones de principios que esconden que
quienes tienen recursos pueden resolver sus problemas y planificar sus
familias, etc. Pero quienes no tienen bienes materiales y culturales
esto es restrictivo y por eso es necesaria la intervención activa
del Estado, concluye Chiernajowsky.
En nuestra sociedad coexisten diversos intereses y eso se refleja
en el documento. También es cierto que hay intereses extremos
a los que no les importa realmente la salud de las mujeres dice
Storani, sino que quieren evitar que se hable de la sexualidad
en escuelas y en los hospitales. Pero la posición que tomó
Argentina es abierta y esta vez hemos podido trabajar coordinadamente.
Hablar de derechos sexuales no es lo mismo que despenalizar el aborto
o atentar contra la familia sino alcontrario, estamos tratando de evitar
los 465 mil abortos clandestinos que se hacen por año y que mueran
mujeres por causas evitables.
Buen
camino
Por
María José Lubertino *
Ni
el glamour de la siempre joven Jane Fonda presentando su video
sobre derechos sexuales y reproductivos de las adolescentes en
Nigeria, ni el encanto de Meryl Streep presentando una película
sobre el impacto de las leyes discriminatorias contra las mujeres
y niñas en todo el mundo, ni la presencia de la candidata
a senadora Hillary Clinton en plena campaña, nada de lo
vivido en estos días en Nueva York puede compararse a lo
que fue aquella experiencia en China hace cinco años de
encuentro universal y multitudinario de mujeres de todos los colores
y nacionalidades.
Nada comparable a la magia y la mística de aquellos gomosos
días de lluvia en Huairou, donde organizaciones de mujeres
de todo el planeta produjimos la reunión más importante
hasta la fecha de la sociedad civil global. Sin embargo, hemos
avanzado porque durante estos años hemos monitoreado a
los gobiernos en cada país de la tierra. El movimiento
feminista ha crecido en el mundo. No sólo en cantidad sino
en el aprendizaje de la utilización de mecanismos para
la defensa de los derechos humanos de las mujeres a nivel nacional,
regional y global. Son 25 años de aportes a la ponderación
de las mujeres y a la humanización y democratización
del mundo, que se traducen en estos últimos cinco años
en la convivencia de tres generaciones que sabemos interactuar
con los Estados, presionar y negociar, y que a pesar de que muchas
de las prácticas políticas, diplomáticas
e institucionales hasta hoy vigentes nos parezcan obsoletas y
burocráticas, estamos lo suficientemente maduras como para
defender las instituciones y meternos en ellas para transformarlas.
Así es que muchas de las representantes de las ONGs que
hace cinco años no teníamos diálogo con las
delegaciones oficiales hoy nos encontramos en ellas, discutiendo
y redactando cada concepto, cada palabra... y en muchos casos
con un rol de liderazgo en la representación de los gobiernos.
Aunque el mundo no ha logrado los resultados de paridad entre
mujeres y varones propuestos para este año 2000 por la
falta de cumplimiento de la mayoría de los gobiernos con
sus compromisos, en muchos terrenos algunos países han
avanzado y no llegan a 10 los Estados que aún viven en
el pasado y resisten activamente asumir en plenitud los derechos
humanos de las mujeres frente a un consenso mayoritario que ya
suma a los otros 187 miembros de las Naciones Unidas.
En relación a nuestros desvelos por seguir avanzando, para
que se asuman nuevos compromisos y para que se asuma públicamente
cuando no se cumplió con los anteriores, estos días
de trabajo intensivo en el subsuelo de las Naciones Unidas en
grupos y comisiones de redacción, quitando y poniendo corchetes
a los textos de la mañana a la madrugada han estado signados
por los prejuicios de aquella minoría de los fundamentalismos
patriarcales y
arcaicos. Nuestro país abandonó, esperemos que para
siempre, el grupo de la minoría obstruccionista, y se sumo
discretamente a los consensos globales. El hecho más destacable
es que por primera vez se hizo reconocimiento público e
internacional de los derechos sexuales y reproductivos como derechos
humanos básicos, lo cual implica un nuevo posicionamiento
frente a las declaraciones y reservas que hizo el menemismo en
esta materia. Esto tiene consecuencias trascendentes para la interpretación
de nuestra legislación y para exigir políticas
públicas y normas que hagan realidad el cuidado de la salud
de las mujeres.
El tiempo perdido en las estériles discusiones circulares
que repiten las palabras sin argumento es oportunidad que restamos
de pensar productivamente en las necesidades de la humanidad y
de las mujeres de carne y hueso. Las resistencias a la paridad
entre mujeres y varones, a reconocernos la igualdad y la libertad,
como toda discriminación, se fundan en los prejuicios,
y éstos en la ignorancia. En creer que las diferencias
se pueden clasificar y jerarquizar y en gozar de la ventaja deestar
en un lugar de poder para determinar que valores, opiniones, personas
o derechos tienen más jerarquía.
El mundo necesita todo lo contrario. El mundo hoy nos necesita.
Decidimos voluntariamente destinar parte de nuestro tiempo a discutir
en estas instituciones que no funcionan como quisiéramos,
porque de todas formas sabemos que éstos son los únicos
mecanismos que pueden reemplazar la guerra y la violencia y porque
ya tenemos la experiencia en todos los órdenes que, cuando
no hay mecanismos formales, la toma de decisiones es aún
más autoritaria y siempre menos transparente. Perdemos
parte de nuestro tiempo de vida porque apostamos, al igual que
en las instituciones nacionales, a mejorarlas y a reformarlas.
Ese tiempo muchas veces vacío lo manejan los señores
del pasado,... pero ellos no pueden cambiar la historia de este
nuevo milenio. Este es nuestro tiempo. Todos tienen la oportunidad
de avanzar con él.
*
Integrante de la Delegación oficial argentina a la Sesión
Especial de la Asamblea
General de Naciones Unidas para Beijing. Asesora de la Jefatura
del Gabinete de la Nación.
Presidenta del Instituto Social y Político de la Mujer.
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