MODA
Misioneras
Góticas
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Pablo
Ramírez nació en un pueblo, Navarro, en el que desde
chico miraba atentamente las vidrieras de la Casa Totó, donde
se vestía su madre. Ahora es diseñador de la marca
Adriana Costantini, a la que aporta ideas de los setenta aligeradas
para mujeres ejecutivas. Pero sus propios diseños reflejan
juegos de su memoria: reproducen las siluetas de las monjas del
colegio religioso en el que estudió, aunque casi en forma
de fetiche. |
Por Victoria Lescano
En
medio de la explosión de colores que invadió vidrieras
y pasarelas del invierno 2000 a tal extremo que cualquiera de
ellas puede ser confundida con góndolas de casa de golosinas,
Pablo Ramírez, diseñador revelación del circuito
local, tomó al negro como color esencial de Casta, una colección
de inspiración monacal con que debutó en Grandes Colecciones.
Me interesa la silueta negra toda cubierta de pies a cabeza y
el misterio que genera. Al tiempo que juego con una silueta andrógina,
pongo énfasis en marcar la cintura. Imaginé los tres materiales
que quería usar: cuero, paño de lana y lana con lycra,
y los presenté como look de superposiciones, pantalones con faldas
o abrigos, y en todos jugué con la idea de la imagen negra con
algo blanco en su interior. Mi propuesta es que la persona que venga
acá se lleve una prenda negra que no encuentra en otras partes
y más en un momento de tanta explosión de color,
dice Ramírez quien, más que adherir a la ideología
beatnik, se basó simplemente en su recuerdo de las siluetas monocromáticas
de la Hermanas Misioneras de la Divina Misericordia, la congregación
de monjitas de Navarro donde él transitó como alumno del
jardín de infantes, primario y secundario para una línea
de pantalones, faldas y capas que cuelgan de un show room enfrentado
a la cúpula de una iglesia en Migueletes y Echeverría.
En su primer desfile, un certamen del concurso Alpargatas en el invierno
del 94 , el diseñador ya había recurrido a uniformes
de las asistentes a colegios religiosos, en ese caso jumpers escolares
en jean y la consigna si el uniforme de los jóvenes era
el jean, porque no subvertir el orden de los atuendos de colegios católicos,
con versiones de dénim oscuro, gastado o roto de acuerdo con
la personalidad del usuario.
La colección de Ramírez no sólo le significó
un premio con pasantía incluida en el laboratorio de tendencias
de Alpargatas, también un trabajo de tres meses en la consultora
de diseño parisina Mission Imposible. Porque entre el jurado
estaba el francés Jean Elbaz, un gurú de nuevas tendencias,
quien desde París desarrolla productos para Armani Exchange,
Pepe Jeans, Cimarrón y Buffalo, quien además de comprarle
la colección de jumpers completa le ofreció un contrato
de trabajo en Francia por tres meses y luego lo recomendó a la
firma Via Vai. Su currículum como jefe de producto para marcas
incluye Via Vai, Hope and Glory, una división de Gloria Vanderbilt,
jeans Fus, Sol Porteño y actualmente diseña para la marca
Adriana Constantini. También vistió de blanco absoluto
a la banda de Fito Páez durante las presentaciones del disco
Abre y al músico de rojo shocking, con un traje negro de corte
muy simple a los calzoncillos,remeras y zapatos y el año pasado
trabajó como estilista junto a fotógrafa de moda, superproduciendo
a jóvenes modelos de la agencia Ford.
Las monjas góticas bocetadas por Ramírez hicieron una
aparición muy dramática en el certamen Diseñador
del 2000 y adhieren a la estética que difunden las páginas
de moda de revistas experimentales como Surface o Purple, ricas en extravagancias
de los raros de la escuela Antwerp, Nicholas Ghesquiere o Veronique
Branquinho.
Sobre las
extrañas reacciones que las crinolinas de cuero negro y enaguas
blancas provocan en el probador y sus intenciones de estilo, él
dice: Por un lado busco una imagen andrógina aunque nostálgica
e hiperfemenina a la vez, la construcción de las enaguas acampanadas
con volados y las mangas bien angostas que luego se abren y funcionan
como recursos para estilizar. En el probador noto que las mujeres inicialmente
están en shock y es lógico porque nuestra cultura gira
alrededor del cuerpo exageradamente marcado. Les digo que despistar
con lo que hay abajo de las enaguas es un recurso más interesante
porque genera más misterio y algunas me argumentan, aterradas
ante el cambio, si acaso el despiste no puede confundirse con estar
tapando un gran culo. Y hace unos días en la muestra de maquetas
y moda la curadora, al ver mi traje tan cerrado, me dijo ¿pero
no podemos escotarlo o tal vez ponerle una pashmina de color pastel?`,
agrega el diseñador que a pesar de su apariencia dramática
y un curioso parecido físico a Alexander McQueen que se
acentúa con la pequeña barba y de tener en su listado
de discos favoritos el soundtrack de La naranja mecánica de Kubrick,
pronuncia cada palabra con extrema amabilidad y un dejo de timidez.
¿Cómo concilia sus Jekylls y Hydes al diseñar por
un lado hábitos para monjas góticas y por otro un prêt
à porter para empresarias?
El problema más frecuente que había encontrado en las
marcas en que trabajé es la falta de compromiso con la identidad,
es fundamental que quede claro a quién está dirigido y
tomar riesgos en función a ello, porque en el mercado local hay
mucha confusión y los fabricantes son capaces de querer renunciar
a todos los conceptos de diseño sólo porque ahora se viene
la disco o las flores de tal color y eso es lo que vende.
Me encontré casi por primera vez con una marca donde está
claro cuál es el producto y la consumidora. Por mi edad y por
ser hombre yo pude aportar otra mirada, a Adriana le encantan los pantalones
y a mí los vestidos, lo que demuestra que cuando la mujer se
viste en función de lo práctico toma una apariencia más
masculina y el hombre desde la fantasía la quiere ver más
femenina. Y mis vestidos para esa línea marcan la cintura sin
ajustar tanto la cadera y en la línea de noche, más de
alta costura me da mucha libertad para usar un montón de tela.
¿Cuál fue su formación de moda?
Crecí en un pueblo, Navarro, y mi mamá me dice que a los
tres años cuando yo lo acompañaba a la tienda de la vuelta,
la casa Totó, ya opinaba sobre cómo tenía que vestirse
y que en el jardín la maestra me dijo Pablito, la maceta
no se pone arriba de la cabeza y yo respondí no, es que
eso es un sombrero. Empecé usando los zapatos de mi abuelo para
ir a bailar zapateo americano porque en verdad soy un bailarín
frustrado, luego seguí con las camisas y los blazers de los cincuenta
de mi papá y cuando se terminaron todos los recursos de sus armarios,
pasé a los pantalones de cintura alta de Marithé &
Francoise Girbaud y ver el shock que provoqué vestido de negro
en mi fiesta de egresados me impulsó a salir de un lugar así
para hacer otras cosas. El detonante fue sin dudas la moda. Luego la
carrera de Indumentaria de la UBA, que no terminé, y la experimentación
en el estudio de París y en los años de Alpargatas fueron
fundamentales. Tanto como los años de puestas de vestuarios y
escenografías para la escuela de danza de mi pueblo.
¿Para
la superposición de sus fetiches de cuero hizo un estudio exhaustivo
de la ropa eclesiástica?
Es más un juego con los recuerdos de la rigidez de las telas
y el ruido que hacían las hermanas al caminar, junto con los
jumpers larguísimos con medias tres cuarto de mis compañeras
que no dejaban ver nada más que negro y los puños blancos
que asomaban por debajo. Me atrae la nostalgia y la traslado al esquema
de falda amplia y hombros chicos y la cintura chica de Dior que puede
remitir a los años cincuenta mezclados con los hombros redondeados
de los 70. Las pinzas y los recortes son fundamentales en mi ropa, trabajo
con una modelista alemana llamada Hannah que es genial y a la que le
encanta experimentar. La conozco de la época de Alpargatas, de
cuando hacíamos colecciones sólo para mostrar los nuevos
inventos en telas a los clientes que incluían de trajes de baño
a tapados, y mis capas, que había empezado a hacer en dénim.
Ella trabaja en su casa en Liniers y es inamovible, allí me espera
con el té, la voy a ver con bocetos porque yo no soy nada trapero
y ella les da forma. Y más que hacer diseños a medida
como la tradición de la alta costura trato de interpretar lo
que está sucediendo con la música y el arte, para que
la época esté reflejada. Es que en realidad no me siento
preparado para interpretar la neurosis de distintas mujeres, porque
eso es lo que se manifiesta en cada puntada de un traje a medida.
¿Puede anticipar las tendencias para el verano 2001?
Será sin dudas monocromática, aunque con telas más
livianas y la colección para Constantini representa el desafío
de decodificar el estilo de los 70 para mujeres que ya vivieron esa
época en su juventud. Aquí no se trata de una marca exclusivamente
para jóvenes, como Rapsodia o Paula Cahen, y parto de la premisa
de que ellas no van a volver a comprar lo que ya tuvieron, el talle
bajo no es tan bajo y se cita las líneas de esa época,
pero con nuevos materiales.
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