ESTILOS
Para
realizar el vestuario de Madama Butterfly, la ópera de Puccini
que se dio en el Colón, la figurinista Mini Zuccheri decidió
eliminar los clichés que indicaban ramas de cerezo o mariposas.
A cambio ideó unos kimonos de papel inspirados en el teatro Noh
que hicieron crecer a los personajes, modelos que realzaron los colores
obtenidos por la experimentación con teñidos y un dogma
de rigor y austeridad.
Por
Marta Dillon
Lo
simple me seduce y me obsesiona, dice Mini Zuccheri y se perdona:
En esta profesión la obsesión es necesaria.
Ella es vestuarista. Figurinista para los rígidos motes del mundo
de la ópera y claramente una profesión para ella que no
confiesa su edad ni tampoco gusta de hablar de lo que ya pasó,
de las elecciones que la trajeron hasta su último trabajo, los
90 trajes que compuso para cada uno de los personajes de Madama Butterfly,
la ópera de Giacomo Puccini que en los últimos días
de julio y los primeros de agosto se presentó en el Teatro Colón.
Si querés te muestro, me parece mejor que hablar de mí,
dice Mini su nombre es Isabel pero a ella misma le cuesta recordarlo
y desordena sobre uno de los tres escritorios de su estudio los bocetos
y los recortes que ahora son austeros kimonos esperando en los talleres
del Colón un nuevo momento de gloria.
Lo mío es una profesión, un oficio es otra cosa,
está ligado a la habilidad manual, a lo que se transforma con
las manos. Hay un orden de jerarquías en lo que dice que
no la convence del todo. Si cualquier oficio se vale de herramientas,
su fascinación es crearlas aunque más no sea para la ficción
de una obra de teatro, de una comedia musical o de una ópera,
su género preferido. La conjunción de lo que mueve
el teatro con la música es lo que más me gratifica, me
gusta sentirme integrada en la magia de una obra. Porque aunque la puesta
en escena se viva como un hecho natural es de tal complejidad reunir
bajo una idea a tantas otras ideas y voluntades que me parece un privilegio
sentir que la mía, mi idea, acompaña la suma y que esa
suma dio algo. Y esta vez la suma fue un desafío a las
tradiciones operísticas siempre tan adjetivadas, tan llenas
de dorados y espumas, y una apuesta a la austeridad, a esa simplicidad
que obsesiona a la vestuarista al punto de proponerse juegos privados.
Un vestido negro que descansa sobre un maniquí es una prueba
de eso: Me propuse hacer un vestido con una sola costura y un
solo corte. ¡Y lo logré!, cuenta casi con picardía.
En
el caso de Butterfly no quería aludir al Japón desde las
convenciones conocidas. Históricamente en la puesta de esta obra
hubo muchos clichés sobre la casa japonesa toda la ópera
transcurre en una casa, el paisaje japonés. En el libreto
hay requisitos pero se quiso eliminar lo anecdótico y de hecho
el entorno fue un jardín seco, zen. Un jardín con
proporciones que dicta la filosofía zen y la ceremonia de té
que retrata las dificultades humanas para encontrar la propia identidad,
los vanos intentos por conservar la juventud y el intento por dominar
la naturaleza y la muerte. En ese contexto el vestuario no podía
contar con adjetivos superfluos, no podía haber ramas de
cerezo, ni paisajes, ni mariposas. Buscábamos algo severo, más
seco. Entonces el desafío fue el color, allí estaba
la fuerza de los figurines en gamas de colores que se buscaron especialmente
a través de la experimentación con los teñidos.
El único traje que se da el lujo de llevar flores es el que viste
la mujer occidental que desencadenará la tragedia del final de
la ópera. Madama Butterfly es una historia de amor no correspondido
que termina cuando la protagonista cumple con la sentencia escrita en
el puñal de su padre: Con honor muere quien no puede conservar
la vida con honor. ¿Cómo subrayardesde el vestuario
este relato doloroso? En esos momentos de carga especial de dramatismo
agregué unos kimonos de papel que hacen crecer en escena a los
personajes y los modifica. Estos kimonos se inspiraron en las
reglas del teatro Noh, una disciplina japonesa en la que todos los actores
son hombres y usan pequeñas máscaras y grandes vestuarios.
Mini usó esas imágenes para tres escenas que podrían
sintetizar la vida misma: el dúo de amor, el encuentro con el
príncipe y la muerte.
Antes de dedicarse a brindarles herramientas a los actores,
Mini Zuccheri estudió y se recibió en La Plata. Como licenciada
en Artes se dedicó a la curaduría de muestras y tuvo una
página de artes en el diario Clarín. Pero era el teatro
lo que la tentaba, al punto de asistir como oyente a clases de escenografía
y trabajó como ayudante de vestuarista para entender el oficio
desde la práctica. Cuando un artista plástico concibe
su obra, ésta depende sólo de él y de su manejo
de los materiales, en mi caso la mediación es tan importante
como la creación porque lo que queda es muy distinto de lo que
se imagina. Hay alguien más, con ejes dinámicos, que llevará
lo que yo haga y para quien debe ser funcional, si no no sirve.
El vestuario es la síntesis que encontró Mini entre las
artes visuales y el teatro, porque al mismo tiempo que influye
en lo visual, para que la herramienta sea válida, tengo que entrar
en el personaje, tengo que hilar fino, adivinar sus elecciones, pensar
dónde compraría su ropa, quién se la haría.
Esa sutileza es la que me conmueve y me tienta.
Por
supuesto, mientras creaba el vestuario de Butterfly la música
de Puccini era lo único que se escuchaba en su estudio de San
Telmo. Ahora que trabaja en sus bocetos para convertirlos en finas estampas
japonesas impresas en papel de arroz, puede darse permiso para otras
voces: Ella Fitzgerald, Barbra Streisand, Omara Portuondo. Esos son
los discos que reserva para su refugio, allí donde despliega
su pasión por la simplicidad y por el detalle, allí donde
es la mejor seguidora de sus propias máximas: Lo más
importante es ser fiel al estilo, y no me refiero a alguno en particular,
sino al estilo que quiere imprimir cada vez el vestuarista. Y que por
supuesto debe sumarse y entender lo que el director busca. A eso
apuesta y eso consigue, crear siguiendo un orden, con la confianza de
saber que alguien más el director de la puesta estará
allí para ordenar el caos.