LITERATURA
|
Alfonsina
revisitada
Para
desmentir a los que piensan que Alfonsina Storni era poco más
que una figura cuyos poemas podían infiltrar la temática del deseo
en los colegios secundarios, acaban de aparecer sus Obras Completas.
Con prólogo, investigación y recopilación de la crítica y poeta
Delfina Muschietti, dejan al descubierto una obra monumental,
incluida la flamante revelación de los textos periodísticos que
la colocan ni un escalón más abajo que Roberto Arlt.
|
Por
María Moreno
Delfina
Muschietti fue una de las primeras críticas que se plantó
en un aula de la UBA para sugerir la fecundidad que la palabra género
podía tener en la crítica. Y no se trataba solamente de
hacer justicia a la obra de las mujeres escritoras sino de poner a vibrar
el género como instrumento cuestionador ante las demarcaciones
de las vanguardias estéticas, a fin de mover el mapa de las lecturas
canónicas más allá de sus efectos sobre lo tramado
por el segundo sexo. El prólogo, investigación y recopilación
de las Obras Completas de Alfonsina Storni que hizo Muschietti son el
gesto inaugural para disparar su próximo libro Más allá
de la lengua (poesía, subjetividad y género) para cuya
escritura recibió la beca Antorchas 2000 y en donde analiza una
serie de silencios y negaciones o exclusiones estables que en
la vanguardia de los años 20 rehusaba a las mujeres, entre ellas
Alfonsina, la posibilidad de realizar una práctica experimental
mientras negaba a Juan L. Ortiz su lugar de privilegio en la poesía
argentina y silenciaban las marcas genéricas en los textos de
Alejandra Pizarnik. La obra de Alfonsina sería para Muschietti
un arma para desestabilizar el canon de las lecturas dominantes
Alfonsina tenía un lugar preferencial entre las vanguardias
pero también parecía muy popular.
Era popular pero no tenemos pruebas de cómo se recibía
el texto periodístico. Sí tenemos registro de cómo
se recibía el poema de Alfonsina. Hay relatos de cómo
ella declamaba sus poemas, testimonios de un recitado para lavanderas
negras, felicitaciones de maestra o empleadas. Pero no sabemos cómo
era recibido ese texto tan complejo que, por un lado tenía una
relación con el estereotipo muy fuerte y por otro lado una voz
disonante. La lucha de esas dos voces se da entre los poemas mismos.
Es una lucha esquizofrénica entre lo que yo llamo la voz
mendicante o de la pobre sensitiva como Alfonsina
se llamó a sí misma y la que habla desde, por ejemplo
la loba. Porque ella era capaz de escribir algo como Oye
en donde dice Yo seré a tu lado silencio, silencio /perfume,
perfume, no sabré pensar,/ No tendré palabras, no tendré
deseos,/ Sólo sabré amar y al mismo tiempo La loba
donde afirma yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley./Que
yo no pude ser como las otras, casta de buey/Con yugo al cuello.
Allí Alfonsina se aparta del rebaño, del coro, pero no
sólo del poder masculino sino del de las mismas mujeres que se
someten al sistema patriarcal. ¿Cómo recibían las
mujeres ese doble mensaje que había en el texto de Alfonsina?
Eso aún no se ha revelado.
¿Eran las mismas lectoras de La novela semanal o La novela
universitaria, esos best-sellers que analiza Beatriz Sarlo en El imperio
de los sentimientos y que convocaban en los años 20 a gran parte
del público femenino.
Exactamente pero no hay manera de probarlo. Porque eran textos
que disonaban respecto de la heroína de la novela sentimental
y del poema de amor. Del texto periodístico no tenemos registro
de cómo era el público.Fue muy extensa su colaboración
en los medios. En la revista La nota fue un año completo pero,
en La Nación varios.
¿Usted piensa que ella era en Buenos Aires como Colette
en París, un personaje extraliterario, de la ciudad?
Sí, pero siempre en circuitos restringidos. Así
como había toda una zona de la literatura que abominaba de ella.
Borges en una reseña del libro Telarañas, de Nydia Remarque,
se refiere a Alfonsina en términos de chillonería
de comadrita que suele inferirnos La Storni. Comadrita es una
invención retórica que remite a la serie compadre-compadrito:
alude a las mujeres de pueblo, a la chusma, a la conventillera.
Llamarla La Storni marca una diferencia de territorio y
de clase. Es totalmente despectivo.
Generalmente se trabaja sobre autores a los que el crítico
se identifica de algún modo. Pienso en la ilegitimidad
de Alfonsina y en la de usted cuando comenzó a hablar en la Universidad
sobre la poesía de mujeres y la crítica de género.
-Hay una
historia de esta relación mía con Alfonsina. Yo llegué
a ella casi por obligación porque me habían encomendado
un libro para el secundario y la abordé con los mismos prejuicios
que yo conocía y que verificaba a mi alrededor tanto en el ámbito
académico como en el poético. Que era de mal gusto, kitsch,
demodée, etc. Y ella fue demoliento paso a paso esos prejuicios
a medida que fui conociendo primero una punta del iceberg y luego una
escritura y una obra monumentales. Porque, Alfonsina, luego de mucho
trabajo, desandó el estereotipo poema de amor, campo de exclusión
estética para las mujeres, para llegar en la década del
30 a un tipo de poesía liberado del corset genérico. Esto
la conecta Alfonsina con la otra vanguardia, la de Oliverio Girondo
en oposición a la criollista representado por Borges. Cuando
leí mi primer ponencia sobre su obra fue durante unas jornadas
de investigación en la Universidad. Hubo bastante asombro en
el auditorio aunque algunas mujeres se acercaron para decirme que les
había gustado esta nueva perspectiva. De Alfonsina pasé
a trabajar con Alejandra Pizarnik y seguí trabajando con las
dos. Hay una genealogía de poesía de mujeres que hace
arco desde Alfonsina, con un pie en Alejandra Pizarnik hasta la explosión
de los 80. A partir de ese arco hay una cantidad variada, riquísima
y notoria de textualidades poéticas. Sobre Alejandra Pizarnik
pesan otro tipo de prejuicios y es una lectura que no tiene nada que
ver con las condiciones históricas de producción de la
obra y las condiciones genéricas de la escritura de mujeres.
¿Cuál sería la lectura canónica de
Alejandra?
Por un lado la relación con el suicidio inevitablemente
y con la gran poesía como la de Octavio Paz que hace
el prólogo de Arbol de Diana, una poesía muy montada en
la alta cultura que hace el cruce poeta-muerte-vida como las únicas
coordinadas posibles de lectura, los poetas suicidas como Artaud, Trakl
o Van Gogh con los que ella obviamente hacía una trama pero una
trama muy particular, los suicidados de la sociedad, escribió.
En esos suicidados de la sociedad está el pasaje
por donde hay que empezar a leerla de esa otra manera. Creo que yo produje
ahí una apertura
¿Se escuchó?
Es muy lenta la llegada. Pero ahora hay en la Universidad muchas
mujeres.
A Alejandra la trabajó Andrea Ostrov justamente en el grupo de
género que tiene Nora Domínguez. También ha sucedido
que varones que han llegado a la Universidad a mostrarme la tesis sobre
Alejandra Pizarnik obviaron totalmente la cuestión del género.
Entonces mi sugerencia es acá tenés que considerar
la cuestión de género porque no la podés obviar.
Si querés podés no tomarla como eje de lectura pero no
la podés obviar. Ellos noveían, por ejemplo, en
ese texto donde habla de las pequeñas muertas como
el no usar el género universal que se utiliza tanto para varones
como para mujeres, es un pliegue fundamental.
¿Cuál es el lugar de la poesía en la universidad,
en la carrera de letras?
La poesía de mujeres es una exclusión dentro de
otra exclusión. De los programas y de la literatura. Hay gente
que habla de literatura como si ésta fuera sólo la ficción.
Era un campo de exclusión y ahí yo metí con las
mujeres y además problematizando esta cuestión del género,
el canon del género. Al principio me llegaban los comentarios
¿en esta cátedra son todos gays? Producían una
incomodidad muy grande. Ya en la época de Alfonsina el feminismo
se pensaba como un demonio, como ella lo señala en las notas
periodísticas.
Pero no desde la corrección política. Ella siempre
se pone en un lugar diferente.
A menudo, a través de sus notas periodísticas señala
cómo las mujeres son aliadas del patrón dominante. En
una que se llama ¿Quién se opone al divorcio? ella sugiere:
las mujeres. No era nada victimista. Por un lado defendía el
feminismo y por el otro no era políticamente correcta. De ahí
su vigencia en la realidad de hoy. ¡Mujeres!... La belleza
es una forma / Y el óvulo una idea. /¡Triunfe el óvulo!
escribió en el poema Fecundidad También Alfonsina se reivindicaba
periodista profesional. En un cuento narrado en primera persona
por una araña llamada Cuca cierra con algo así como Yo,
Cuca, escribo esto para venderlo y te demuestro que los hombres no vivimos
en vano como bichos. En ningún momento cae en el mito de
la literatura por la literatura.
Quizá hoy al descubrir sus textos periodísticos,
la pueda pensar en relación a Arlt.
Es como Arlt en cuanto hace a aguafuertes ciudadanas o instantáneas
pero tiene la modernidad de Girondo. Experimenta con el verso libre,
el poema en prosa y tiene una relación con la fotografía
que es totalmente moderna.
Hay un artículo de Sylvia Molloy que se refiere a algo
así como el anenamiento como una estrategia de las
poetas mujeres. Refugiarse en la imagen de Niña.
El anenamiento no está en Alfonsina pero sí en los
lectores de Alfonsina. Los lectores destacan una especie de locura cuando
le dicen como desde la revista nosotros serpiente insaciada con
sacudimientos de epilepsia o que su voz se explaya con franca
camaradería de marino. Por otro lado tratan de volverla
a su lugar de niña del cual ella se había salido totalmente.
Y esto aparece en muchas reseñas: se le reclama que vuelva al
lugar que abandonó y que yo digo es el de la publicidad, el de
mujeres, niños y ancianos que deben ser protegidos .
Alfonsina escribió también sobre mujeres poetas.
Es una de las primeras mujeres que empieza a escribir sobre mujeres.
En 19 le preguntan quienes son las grandes de la poesía latinoamericana
y ella responde que Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral y Delmira
Agustini. Después en el 38 cuando se reúne con Delmira
Agustini e Juana de Ibarbourou en el Uruguay ella hace una especie de
genealogía horizontal, microscópica o rizomática.
Ese me parece un gesto fundacional: inaugura la crítica entre
mujeres.
A menudo las poetas utilizan la retórica asignada, la romántico
sentimental, como máscara ¿No había ya en la Alfonsina
de ...sólo sabré amar una posición
irónica?
No. Creo que se trataba de una autoaniquilación perfecta.
Luego hay un sucesivo develamiento. Entonces hay textos que son perfectos
como máscara pero en la última estrofa se dan vuelta.
Como La ronda de las muchachas que termina con un mordaz desde
viejas edades/¿Quién se puede quejar ?/Nos crían
muy rosadas/para el buen gavilán.
El plus es que es esa voz chillona es la que hoy leen los jóvenes.
Y ese cambio es el que permite releer el mapa de la poesía argentina
del siglo XX. Borges ha sido atrapado y congelado, museificado como
el lugar de la alta cultura en la cultura de la distracción de
los medios, de la televisión. En un ejemplar de la revista Aurea
de 1927, hay en la página 31 dos poemas de Alfonsina y 30 páginas
más adelante uno de Borges. Allí adonde se podía
esperar el poema de un escritor de vanguardia aparece un poema sentimental,
kitsch y donde se podía esperar un toque de mal gusto aparece
un poema de Alfonsina de textura moderna, escrito con las técnicas
de la fotografía y del cine. La supervivencia de la obra de Alfonsina
está más allá del marco de la poesía de
las mujeres escritoras, crece cada vez que se la traduce o se la reescribe
al leerla. Y leerla puede significar cambiar el mapa de la poesía
argentina.
|