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DISEÑO

HOGAR DULCE HOGAR

Tachos de basura de “alta costura”, vajilla de piedra, paneras robóticas en forma de armadillo son algunos objetos de la vida cotidiana que los bazares ofrecen bajo el ala del diseño de hoy.

Por Victoria Lescano

Las tiendas especializadas en la ecuación bajos precios + diseño crecen en forma directamente proporcional a la crisis económica, mientras que el hipermercado Morph con sus góndolas con émbolos para lograr leche espumada, complemento de rigor para jarritos de capucino, vajilla exótica, rarezas para el baño y producción seriada es un paseo de rigor en los visitantes del circuito del Centro Cultural Recoleta, a diario irrumpen nuevas casas con cientos de metros cuadrados destinados a exhibir la taza, la cuchara o el florero que ayudar a hacer la vida más bella.

“El consumo de lo utilitario en reemplazo de la decoración y vinculado con el placer para la vida cotidiana está en alza. Antes el mundo del bazar estaba relegado a listas de casamiento o visitas esporádicas a casas de regalos. Concebimos este lugar como un depósito bello, bien organizado y sin sofisticación, pensando en un público con dinero limitado y gusto por el diseño que en su mayoría mira varias veces antes de comprar y cuando lo hace lleva de a pocas piezas”, dice el arquitecto Alberto Oszlak, factótum de Compañía de la Casa, un megabazar de Charcas 4726.

Allí es posible conseguir los complementos de la firma italiana Brabantia, autora de tachos de basura de alta costura, paneras y cacharros cromados a precios más reducidos, vajilla blanca de Tailandia, Polonia y la tradicional porcelana uruguaya Olmos, frascos para guardar alimentos al vacío de marca Click clack, panera robótica de aluminio con forma de armadillo, pinzas para hacer pescado a la parrilla y cucharones escurridores de la línea de utensilios firmados por Progressive, una firma muy codiciada entre gourmets. También hay organizadores de platos y como figuritas más difíciles los platos de vidrio cuadrado firmados por Caldin, una firma que antaño hacía faros para autos o cacerolas, sartenes y platos de hierro fundido de formas insólitas y dignos de decorar las mesas más chic.

De la producción nacional, se destaca Esencias del Boticario con cremas, sales aptas para los hedonistas más exigentes, una colección de individuales de rafia, algodones y fundas para almohadones en tonos beige desarrollados por María Pombo y cajas multipropósito forradas en papel de tamaños petit a extralarge y cotizada entre 12 y 20 pesos.

Sobre la modalidad de consumo Oszlak, advierte que el acercamiento masculino a la cocina provocó cambios muy marcados en la forma de abastecerse de menaje. “El hombre compra mejor calidad. A diferencia de la mujer, gasta diez pesos en un pelapapas o cien en el mejor juego de cacerolas sin vacilar. La modalidad abarca tanto a solteros como a los separados que cuidan mucho cada detalle de su nueva casa y los casados que aprovechan para desenvolverse en los sectores de la casa que sus mujeres dejaron libres al ocupar más poder en los espacios de trabajo.”

Con el background que le aportan visitas a ferias de Hong Kong y Frankfurt y haber sido fabricante de bandejas y vasos con formas pop dice: “El furor del color está desapareciendo, aunque va a volver de otra manera. Así como hace diez años todo se concebía en la paleta de colores impuesta por los italianos, se impone el acero inoxidable y la estética que toma elementos de cocinas industriales. La tendencia que rinde culto alas formas minimalistas trajo como ventaja que sus elementos parecen resistir más el paso del tiempo, porque por regla general la vida útil de los accesorios para la casa es de un año; pasado ese plazo todo empieza a envejecer en el imaginario colectivo”.

Gustavo Lis, uno de los artífices de la cadena Moderno Bazar, define a su proyecto como “un espacio más interesante para elegir una vela, un portarretrato, para disfrutar más de la compra donde la exhibición esté más cuidada y convivan piezas muy baratas, otras más caras y petit muebles atentos a la reducción del poder adquisitivo y al nuevo interés de la gente por el diseño”.

Como referentes en la puesta de la firma con locales en Cabildo y Monroe, Santa Fe 2726 y el último de Santa Fe 2074 (un espacio de 700 metros cuadrados equipado de un barcito donde se puede sucumbir ante un capucino y medialunas en medio del paseo), cita a las cadenas internacionales Habitat, Ikea y Crate & Barrell, aunque aclara que por falta de tradición de design su proyecto es menos sofisticado.

Del rubro nuevas tendencias en vajilla, destaca el reemplazo de la loza y porcelana por vajilla de piedra y el reinado de los platos grandes, de colores subidos.

Sobre la conducta de los devotos que pasan por sus locales, señala: “El gran consumidor es la mujer entre los 20 y los 40 años, porque ése es el período en que todavía están armando casas o mudándose; las de cuarenta para arriba se limitan a compras para regalos. Lo muy sofisticado y lo pomposo quedaron tan de lado como el Todo por 2, porque la gente se dio cuenta de que no da igual comprar por ultrabarato. Vienen compradoras compulsivas y también gente que disfruta de comprar un juego de vajilla por 30 pesos y decide darse gustos para lo cotidiano con la premisa de desenvolverse en un ambiente más hedonista, donde hasta el jarrito donde toma el café con leche antes de ir a trabajar luzca bien”.

Las góndolas de Moderno Bazar lucen tan cuidadas como la vidriera, hay copas mexicanas, vasos americanos desde dos pesos en todos los tamaños y formatos posibles, sets para picnic, cacerolas alemanas, poncheras, tazas muy coquetas con lunares y juegos de blanco y negro, azul y blanco y rojo y amarillo velas con formas de flor, platos de sitio colosales, bowls multiuso de melamina, alfombras y hasta un sector de plantas, con apariencia de invernadero rico en aloe, palmeras, potus y violetas.

Pero no todo es tan simple y chic como los platos y exhibidores de vajilla que bajan línea desde la vidriera, también hay espacio para perritos kitsch y espantapájaros cruza con brujas esculpidos con fragmentos de hojas de maíz, que parecen reemplazar a los cisnes de cristal o los cilindros con pétalos de rosas rojas en su interior de antaño y, como en los supermercados, esas y otras piezas cuanto más inútiles mejor, están estratégicamente dispuestas a la salida sólo para generar deseo.