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VIH-SIDA Y MUJERES

La prehistoria de la prevención

Mabel Bianco, a cargo del Programa Nacional de Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual y directora del Proyecto Lusida, afirma en este reportaje que todavía “la gran dificultad que tenemos es que no se puede hablar de sexualidad”: a las mujeres se las sigue asociando básicamente con reproducción. Partiendo de esa base, toda campaña de prevención de vih-sida es insuficiente, cuando no invisible. El resultado es el aumento, según las últimas cifras conocidas, del 400 por ciento de las mujeres contagiadas.

Por Marta Dillon *

“Acá la gran dificultad que tenemos es que todavía no se puede hablar de sexualidad”. Es una frase repetida, sin duda, pero dicha por Mabel Bianco, directora del Proyecto Lusida y del Programa Nacional de Sida y Ets (Enfermedades de transmisión sexual), adquiere matices distintos. No hay posibilidad de hablar de vih-sida sin hablar de la sexualidad y sobre todo de la sexualidad de las mujeres. ¿Por qué? A la luz de la evolución de la epidemia en nuestro país, queda claro que son ellas el blanco más vulnerable al virus, de hecho la tasa de crecimiento de mujeres que padecen sida –no hay registro de personas viviendo con vih sino de las que ya han enfermado– fue del 400 por ciento entre 1994 y 1991, una cifra que no ha variado en los últimos años. Hay dos razones que explican los números; la primera es la vulnerabilidad biológica (el semen puede permanecer hasta 72 horas en la vagina); a la segunda Bianco la describe así: “Todavía hay diferencias tajantes entre sexualidad y reproducción, a la mujer se la asocia con la reproducción y no se le reconoce su derecho al deseo y la satisfacción sexual sin más. Entonces se les dificulta hablar y mucho más negociar el uso del preservativo; si ellas lo proponen, son censuradas”.
Según el Boletín de Sida en la Argentina, que desde la gestión de Bianco se publica cada seis meses, hay en el país 17.615 personas enfermas de sida, cinco mil más que las registradas en marzo. Pero estos datos no toman en cuenta a quienes tienen vih y no presentan ningún síntoma, que en Capital Federal y Gran Aires llegarían a 150 mil. “Una de las tareas del Proyecto Lusida es la vigilancia epidemiológica. Desde el año 90 existe una ley que obliga a los profesionales a notificar los casos, pero sólo de las personas enfermas, en este momento; al haber cambiado radicalmente el concepto de la enfermedad nos interesa más ver la evolución siguiendo a las personas infectadas porque lo que interesa es ir siguiendo el desarrollo de la epidemia que hasta ahora está concentrada en algunos grupos de población y en centros urbanos”, dice Bianco.
–¿Quiere decir que ahora se van a notificar todos los casos, tengan o no síntomas de la enfermedad?
–No, lo que hicimos es crear centros de control voluntario y gratuito en lugares específicos a los que acuden distintas poblaciones, no enfermos sino sanos: dadores de sangre, personas detenidas, mujeres embarazadas, consultantes de servicios de enfermedades de transmisión sexual, etc. Son sitios centinelas que brindan información cada seis meses. Esto se hizo gracias al componente de Lusida dedicado a la vigilancia epidemiológica que, además de llevar el control de la epidemia, busca mejorar la detección de algunos grupos y la atención de esos mismos grupos.
–¿Cuál es el sentido de detectar grupos?
–Hablo de grupos que, en un caso, no tienen acceso al sistema de salud o desconfían de él. Es el caso de trabajadores y trabajadoras sexuales, para los que hay que buscar centros de diagnóstico alternativo y por eso apoyamos a organizaciones de la sociedad civil que ya tienen una base de inserción en estos grupos y la confianza necesaria como para alentar un diagnóstico. Pero hay otro dato que es fundamental, entre las personas enfermas de sida hay un 7 porciento que son niños menores de 15. El 90 por ciento de ellos se contagiaron por vía perinatal, es decir de sus mamás. Y esto es porque las mujeres no conocen su diagnóstico y no pueden beneficiarse a tiempo con tratamientos que reducen radicalmente las posibilidades de transmitir el virus a sus hijos.
–La cantidad de niños enfermos en nuestro país se traduce en uno de los porcentajes más altos de América.
–Es un número alto. En nuestro país existe una norma para controlar la transmisión perinatal, pero lleva tiempo capacitar al personal de los servicios de salud para que ofrezcan a las embarazadas el test, que se explique con tiempo por qué es mejor hacerlo. Este test durante el embarazo puede ser usado como un momento de reflexión con las mujeres y en lo posible con sus compañeros, obviamente tienen una sexualidad activa y si el resultado es negativo es una oportunidad para concientizar. Si es positivo, hay herramientas para cuidar al feto.
–¿No habla de graves fallas en la prevención que tantas mujeres conozcan su diagnóstico cuando están embarazadas?
–Hay una deuda muy grande en cuanto a campañas masivas de prevención. Hasta ahora me animo a decir que no hubo ninguna, a pesar de que existía el compromiso de hacerlas con el Banco Mundial. El Proyecto Lusida es una cooperación entre el Ministerio de Salud de la Nación y el Banco Mundial, aportando cada uno 15 millones de dólares, en concepto de crédito, quiero aclararlo porque esto lo pagamos todos.
–¿Por qué entonces no se ha hecho ninguna campaña?
–Habría que preguntarle a la anterior gestión, yo creo que no hubo decisión política.
–¿Ahora sí hay decisión?
–Nosotros invitamos a varias empresas a que presenten proyectos y estamos terminando la evaluación para lanzar la primera etapa en diciembre, en todos los medios de comunicación. Serán mensajes graduales y crecientes; la segunda etapa está planeada para marzo y la tercera para junio. Va a estar orientada a prevenir la vía de transmisión sexual y perinatal. Lo que pedimos especialmente es que se tomen en cuenta targets independientes y específicos para jóvenes adolescentes, jóvenes adultos, y en ambos casos, hombres y mujeres, porque evidentemente los mensajes no los mismos para unos y otras.
–Si el Proyecto Lusida es un proyecto de prevención, ¿por qué ha sido tan invisible hasta ahora?
–El proyecto tiene cuatro componentes: el apoyo a organizaciones no gubernamentales, componente salud y vigilancia epidemiológica, educación y comunicación social. Hasta ahora el último es el menos desarrollado. En cuanto a las ong se viene desarrollando un trabajo que ya ha apoyado financieramente 101 proyectos de prevención, hasta ahora un poco generales, dirigidos a jóvenes y mujeres en general. Este año se cumplió con un interés especial del Banco que apuntaba a los grupos que tienen mayor vulnerabilidad, que son hombres que tienen sexo con hombres, usuarios de drogas endovenosas, trabajadores y trabajadoras del sexo y personas viviendo con vih.
–¿Y las mujeres?
–Están incluidas en la campaña masiva. Y además hay que considerar que si cortás la población de enfermos en la edad de 12 o más años nos encontramos con que hay un 46 por ciento de hombres y un treinta y pico por ciento de mujeres que adquirieron el virus siendo usuarios de drogas endovenosas. O como sus compañeros o compañeras sexuales. Entre loshombres que tienen sexo con hombres están los bisexuales que también son un riesgo para las mujeres. Entonces estos grupos también las incluyen, igual que el de trabajadores sexuales. Este año vamos a financiar 30 proyectos de distintas ong que ya vienen trabajando con estas poblaciones, especialmente con usuarios de drogas. En este caso también tenemos una gran deuda porque la legislación argentina penaliza incluso la tenencia para el usuario y esto no permite que los interesados se hagan visibles. Pero desde julio estamos trabajando con la Secretaría de Prevención de la Drogadicción porque se aprobó una resolución sobre reducción de años, algo que Argentina sostuvo hace diez años cuando países como Estados Unidos lo desechaba. Se trata de reducir daños asociados al uso de drogas como la transmisión de vih, hepatitis y otras. No sólo con los que usan drogas endovenosas sino con usuarios en general que están más expuestos incluso a los accidentes de tránsito.
–¿Se incluye al alcohol entre los usuarios en general?
–Nos gustaría, pero es muy difícil porque el alcohol es una droga socialmente aceptada.
–¿Por qué se habla de hombres que tienen sexo con hombres y no de otras categorías como travestis o transexuales?
–Es una denominación que adoptó Onusida para incluir a los bisexuales que no se sentían identificados como homosexuales. Aunque sabemos que es insuficiente.
–¿Qué opina de la frase que eligió Onusida como lema de prevención para este año: El hombre marca la diferencia?
–No estamos de acuerdo, nos parece poco feliz. Es más, los gobiernos latinoamericanos nos hemos puesto de acuerdo para usar otra con la que acordó ese órgano de Naciones Unidas y es “El sida también es una responsabilidad de los hombres”. Las dos quieren decir lo mismo, que ellos se tienen que involucrar en el cuidado, tienen que contribuir, porque son el principal vector de contagio y si se queja cuando la mujer le propone usar el preservativo...