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ESPECTACULOS

Un paseo por Aitana

La española Aitana Sánchez-Gijón está en Buenos Aires para la muestra de Cine Europeo y en su calidad de presidenta de la Academia de Artes y Ciencias de su país. Quedó ya atrás su excursión a Hollywood, donde protagonizó junto a Keanu Reeves “Un paseo por las nubes”. Ahora está dedicada de lleno al cine y a la producción.

Por Moira Soto

Detrás de esa belleza clásica, de su expresión serena y la dulzura de sus modales, hay una mujer de férrea personalidad, emprendedora e hiperactiva. Aitana Sánchez-Gijón, integrante de la delegación española que vino a la reciente muestra de cine europeo, sonríe una vez más y asegura que la procesión va por dentro (“soy muy ansiosa, a veces me convierto en un manojo de nervios, lo que pasa es que públicamente exteriorizo poco este terremoto interior que no para de bullir...”), y que pese subidas y bajadas (“realmente soy una montaña rusa”) ha logrado una cierta zona de equilibrio. Enfundada en el mismo chemisier rosa con que fue a almorzar a lo de Mirtha Legrand, el pelo corto por primera vez porque así se lo exigió un papel de mujer policía que hizo hace poco, leve el maquillaje, la actriz se muestra en todo momento como una profesional consumada, de convicciones claras y firmes.
Nacida en el exilio romano, hija de un profesor de historia antifranquista y de una matemática italiana, Aitana descubrió a los ocho el gusanillo del teatro, a los doce ya formaba parte de un grupo teatral y salía de gira con piezas de García Lorca, y cerca de cumplir los veinte tuvo su primer papel importante en cine (Bajarse al moro,l988). Desde entonces, ha desarrollado una afortunada carrera entre la escena, las películas y la televisión. A esta intérprete, productora y -.de momento– presidenta de la Academia de Artes y Ciencias de España, que adora las pastas con vino tinto y los helados, a Celia Cruz y a Mozart, se la vio en la antes citada muestra torturada por las sospechas de Daniel Giménez Cacho en Celos, de Vicente Aranda.
–¿Ha tenido que luchar, como otras actrices admiradas por su físico, para no ser encasillada en determinados papeles?
–Al principio, el condicionamiento era mayor, quizás porque tenía más cara de ángel. Ya a los veintipico, sintiéndome más mujer, más madura, me seguían ofreciendo papeles cándidos, juveniles, Entonces, dije que no a varias propuestas. Quise encaminarme hacia otro lugar, y las alternativas, más variadas e interesantes, empezaron a llegar. Y como en teatro pude realizar desde temprano mis aspiraciones, pues el público sabía que podía hacer otras cosas.
–Los personajes cinematográficos femeninos con peso propio son escasos en nivel mundial, ¿qué ocurre en España a este respecto?
–No noto esa carencia actualmente en mi país: la verdad es que hay muy buenos personajes femeninos de un tiempo a esta parte. Hasta no hace mucho, todavía la mujer era apenas la esposa, la amante, la novia, la puta, al costado del hombre. Pero en los últimos años las cosas han cambiado. También, aunque contados, tenemos los casos como los de Marisa Paredes o Carmen Maura, con mucho éxito en plena madurez. Y está muy considerada María Galiena, la madre de Solas, una actriz maravillosa. Yotrabajé con ella en Yerma, personalmente es una mujer magnífica, inteligentísima, cultísima y a la vez muy en contacto con la tierra.

Academia sí, Hollywood no
–Hace dos años se convirtió en la primera mujer que presidía la Academia cinematográfica, ¿lo vivió como una doble responsabilidad?
–Creo que a la Academia le resultó favorable contar con una persona bastante conocida por el público, incluso más joven de lo habitual. Después, estaba lo de ser la primera mujer que me produce sensaciones ambiguas: por un lado, comprendo que se le dé un valor a la apertura y, por otro, me da rabia que se lo destaque en lugar de fijarse simplemente si la persona designada tiene aptitudes para el cargo.
–A punto de dejar esas funciones, ¿cuál es el balance?
–José Luis Borau, veterano director de cine, venía de hacer una gran labor en lo relativo a historiografía y análisis de la producción, toda una actividad de preservación del patrimonio. Con estas bases consolidadas, mi presencia contribuyó más bien a la proyección pública. Mi balance es muy positivo: he conocido los entresijos de la profesión por dentro, he aprendido a ser más diplomática, porque cuando estás representando a un colectivo de gente tan diversa, tienes que mantener una posición muy objetiva y moderada. Y yo, más allá de las apariencias, soy muy impulsiva, tengo un carácter muy fuerte, bastante mala leche incluso...
–Mientras que Antonio Banderas y Penélope Cruz iniciaron y prosiguen su carrera en Hollywood contra viento y marea, usted se resistió a la tentación...
–Creo que hay que tener una vocación y una ambición determinadas para hacer carrera en Hollywood, centrar la energía en un mundo bastante frío y despiadado que te obliga a despegarte de la vida real, cotidiana y normal. Y yo creo que mi camino es otro, quizás en parte por mi educación, por la familia de la que provengo, por ideología... Me siento muy lejana a Hollywood, muy extranjera en esa cultura. No podría sobrevivir, me moriría de pena, de soledad y de desarraigo. Pero eso no quiere decir que no valore lo que están haciendo mis compañeros con tanto esfuerzo y perseverancia en medio de la competencia más cruenta.
–¿Nunca se arrepintió ni un poquito de haber rechazado esa oportunidad?
–No, jamás en la vida. Fue una decisión totalmente consciente. Además, yo no había buscado trabajar en Hollywood. Vino a mí, no estaba en mis planes. En un punto, fue una experiencia mágica, pero no me llegó a deslumbrar. Trabajar con Keanu Reeves fue muy grato y además me ayudó a desmitificar, a confirmar que todos estamos hechos de la misma pasta, tenemos las mismas vulnerabilidades.

Una pasión destructiva
–La película que protagoniza en esta muestra tiene como eje absoluto el tema de los celos. Esos celos para los que, según Proust, no hay pasado ni futuro: lo que ellos imaginan es siempre presente.
–Los celos de Celos son retrospectivos. Mi compañero se pone celoso por una historia mía del pasado, lo cual es terrorífico porque no hay peor enemigo que aquel que sólo existe en tu imaginación.
–¿Los celosos, como dice Shakespeare en “Otelo”, no necesitan un motivo, son monstruos nacidos de sí mismos?
–Ah, por supuesto. En este caso, mi personaje mantiene esta historia del pasado totalmente enterrada. Pero llega un momento en que el monstruode los celos es tan poderoso y se inmiscuye de tal forma en la relación que termina reavivando aquella vieja historia relegada. Entonces, destapa la caja de Pandora y acaba volviéndose una fuerza totalmente destructiva.
–¿Le parece que esta clase de celos arrasadores son generalmente masculinos?
–Creo que los celos son una cuestión universal, que forman parte de nuestros instintos primarios, como se ve claramente en los niños pequeños cuando nace un hermanito. Los celos son una pasión poderosa en sí mismos. Si a esto le añades que por una cultura patriarcal, por un machismo muy instalado, pues el componente de posesión, de sentirse dueño del otro, es más fuerte desde el hombre hacia la mujer cuando la considera su propiedad. Por desgracia, esta mentalidad potenciada por los celos suele llevar a la violencia. En mi país hay un grave problema, que se viene arrastrando desde siempre y que ahora ha saltado a la primera plana: el de las mujeres golpeadas y en muchos casos asesinadas por sus maridos. El año pasado hubo unos noventa crímenes, en la mayoría de los casos realizados por hombres despechados, historias de celos, de no soportar el abandono.
–¿En qué punto están sus relaciones con el teatro?
–Un poco distanciadas, hace como cuatro años que no hago teatro. La última pieza que interpreté fue La gata sobre el tejado de cinc. Tengo una relación ambivalente, de una intensidad mucho mayor que la del cine, para lo bueno y para lo malo. En lo personal y en lo artístico, el mayor aprendizaje lo realicé en el teatro. Pero, al mismo tiempo, he sufrido, me he angustiado mucho, quizás porque también fui productora de las últimas obras en las que actué.
–¿Tuvo que ver también con el alejamiento el que las películas le llegaran una pegada a la otra?
–Es verdad que estoy en una etapa de muchas y muy interesantes ofertas. Después de Volaverunt hice cuatro películas: Celos, Sin dejar huella, de la directora mexicana María Novaro -.una road movie de dos mujeres huyendo con un bebé a través de México–, y este año trabajé en dos de directores debutantes: en una de las producciones interpreté a una mujer policía muy dura, cerrada emocionalmente, por eso me corté el pelo muy corto.
–Se nota que disfruta con el humor pero el cine no le ha dado demasiadas oportunidades en ese sentido. ¿Alguna comedia en su futuro?
–Me llevo bien con el humor, me encanta, pero no he podido demostrarlo suficientemente ni en el cine ni en el teatro. Creo que la comedia es un género muy difícil, que depende mucho de la mirada del director, de las situaciones, del ritmo. Me gustaría hacer más comedia, ojalá aparezca la oportunidad propicia. Pero sin duda me ofrecen más dramas, personajes más sufrientes. Por el momento, no tengo ningún proyecto a corto plazo. Estos últimos dos años han sido de una intensidad impresionante: cinco películas, la gestión de la Academia. Estoy un poco agotada, no quiero embarcarme enseguida en un nuevo trabajo. No tengo prisa, decidiré dentro de unos meses.