MODA
Stella
Mc.
La
hija de Paul McCartney tiene ya un lugar propio en el mundo de la moda.
Chloé, la casa francesa de la que es diseñadora principal desde hace
tres años, cuando tenía apenas 24, acaba de renovarle el contrato, y
se comenta que Gucci la quiere en sus filas. La chica aporta talento,
pero también su propia celebridad.
Por S. R.
Stella
McCartney dice que es una chica normal. Dice que tiene gustos normales
y que tiene amigos normales. Disfruta mostrándose normal, volviendo
cada fin de semana a su casa de Sussex para montar su caballo Blanket,
u optando quedarse en casa con uno o dos amigos para tomar una copa
de buen vino en lugar de andar de parranda en los lugares atestados
de celebrities. Claro que entre la gente que Stella frecuenta y con
la que tal vez comparta sus brindis hogareños están Kate
Moss, Liv Tyler, Liz Hurley, Gwyneth Paltrow, Madonna o Britney Spears.
Eso le debe sonar normal a la hija de Paul McCartney, ya que creció
entre gente que despertaba tumultos a su paso (solía tomar el
té con Michael Jackson o Stevie Wonder). Ella y sus tres hermanos
crecieron en una familia presidida por Paul y Linda, los padres que
les dieron una casa con ritos cotidianos y mucha estabilidad. Les enseñaron
a no derrochar dinero, a no comer carne, a defender a los animales y
a tener seguridad en sí mismos. Stella parece haber aprendido
cada lección.
Tras haber sido educada como una chica normal, hizo su carrera de diseñadora
de modas en la escuela Central St. Martins, una de las más prestigiosas
del mundo. Allí cursó como una estudiante normal, hasta
que llegó el día de su desfile de graduación y
el público debió esperar una hora y media a que llegaran
sus padres y a que la ropa de Stella fuera pasada por Kate Moss y Naomi
Campbell. ¿Qué tiene de malo invitar a mis padres
a mi desfile de fin de carrera? ¿No es lo que hacen todos los
estudiantes?, se encoge ella de hombros.
Tenía apenas 24 años, y llevaba dieciocho meses de graduada
cuando Mounir Moufarrige, el presidente de la casa francesa Chloé,
empezó a buscar un nuevo diseñador principal para la marca,
entonces decaída después de décadas de esplendor.
Cuenta la leyenda que había 41 postulantes más, hasta
que los cazatalentos de Chloé vieron los trabajos de Stella y
quedaron pasmados. Otros, entre ellos Stella, sospechan que nunca hubo
tantos competidores. Lo cierto es que, más allá del talento
de la chica, el golpe de timón de Moufarrige fue genial: no bien
Stella fue contratada, Chloé saltó al primer plano del
mundo de la moda. Otras casas se esforzaban por contar con celebridades
en sus desfiles anuales: Stella sólo tenía que invitar
a su familia y sus amigos íntimos. La foto de Paul y Linda festejando
su pasada final en el primero de los desfiles que hizo para Chloé
fue levantada por todas las agencias de noticias: el chiste no era que
Chloé tenía nueva diseñadora, sino que la hija
de Paul McCartney había debutado en París en la primera
línea de la moda.
Los empresarios
franceses sabían que, desde su graduación, Stella había
abierto su primer local en un sótano londinense, con apenas dos
ayudantes a media jornada. Ella no tenía idea de producción
a gran escala, ni tenía trato con talleres industriales. Vagaba
por los mercados de pulgas buscando botones victorianos y encajes antiguos.
Pero atendía, y se jactaba de no hacerle ni una libra de descuento,
a gente como Madonna. El de Stella y Chloé (una de las empresas
más rentables del grupo Richemont, que integran también
Alfred Dunhill, Cartier, Baume & Mercier, Montblanc y Van Cleef
& Arpels) fue lo que se dice un buen matrimonio: la casa parisina
quintuplicó su facturación en los últimos tres
años. Y ladiseñadora es ahora algo más que la hija
de Paul. A quienes la miran por sobre el hombro, insinuando que todo
su éxito se debe a su apellido, Stella, que aprendió perfectamente
la lección de la autoestima, le responde: Empezaba a ser
conocida en Londres por diseñar ropa especial. Por eso vino a
verme la gente de Chloé. Les gustó ese estilo. Les gustaron
mis diseños. ¿Quién compraría ropa sólo
porque la diseña la hija de un beatle?
En realidad, las notas que aparecen publicadas en la prensa europea
sobre Stella McCartney se explayan sobre la historia de su vida y hablan
poco sobre sus diseños. Stella tuvo un par de pegadas, como unas
gafas con brillantes que después otros copiaron y se pusieron
de moda, y unas camisetas con slogans y rasgadas, que los adolescentes
británicos adoptaron en masa. Por lo demás, ella asegura
que está interesada en escrutar la mecánica de seducción
entre los sexos. Dice que una mujer vestida de hombre es terriblemente
sexy. A un hombre lo excita verse reflejado en ella, puntualiza.
Incluso masculinizados, Stella bucea en la feminidad de sus diseños.
Mientras tanto, renovó contrato con Chloé y se comenta
que Gucci la quiere entre sus filas. La chica, de 27 años, no
da puntada sin hilo.