PERSONAJES
La
abuela Delfina
La
historiadora Lucía Gálvez se basó en los diarios de su abuela, Delfina
Bunge, para escribir el libro en el que relata la vida de esa mujer
de la alta sociedad que deslumbró en su juventud a la adolescente Victoria
Ocampo.
Por María Moreno
Julia
se sorprende y se enoja conmigo porque muchas veces desearía
no acompañarla. No entiende que si a ella le gusta la sociedad
es porque cuenta allí sus triunfos, sus esperanzas, mientras
que para mí ese mundo en que me veo obligada a andar está
lejos de ser el mundo de mis ilusiones. (1900)
Cuando le comenté a Félix Luna que quería
escribir un libro sobre Delfina, me dijo `¡Pero tu abuela no cometió
adulterio, no se casó de nuevo, no se divorció! ¿Qué
vas a contar?, recuerda la historiadora Lucía Gálvez.
Pero ella de todas formas siguió hurgando en un material que
la intuición y la experiencia le revelaban valiosos: 18 manuscritos
y cinco volúmenes escritos a máquina, el diario personal
de su abuela Delfina Bunge. Estos diarios de esta mujer nacida en l881
en San Telmo no son sólo el registro de una época. Refinada,
recatada, usaba la ironía con humor. Sus diarios muestran sensibilidad
extrema hacia su entorno y una agudeza y claridad poco habitual en una
chica de su edad y clase social.
La pregunta de su nieta Lucía, y quizá de un posible lector
del libro Delfina Bunge. Diarios íntimos de una época
brillante, podría ser la misma que hizo el historiador Félix
Luna. Porque además de llevar una apacible vida de casada, su
literatura tampoco la inscribió entre las renombradas del siglo.
Más allá de un reconocido éxito inicial con la
publicación de un artículo en la revista francesa Femina
que obtuvo después de haber concursado entre miles de participantes
de todo el mundo y el libro de poemas Simplement, el resto de
sus textos fueron dispares. Lo que hizo resucitar a esta dama del olvido
de la historia son sus diarios, donde aparece un estilo de vida, una
familia particular y una niña (como se decía
entonces a las jóvenes de la alta sociedad) que tiene una lucidez
penetrante para narrar y una personalidad llena de matices y contradicciones
expuesta en esas páginas con la honestidad de quien sabe que
podría hacer echar chispas a la pluma.
Y después... ¡es tan relativo todo, Lita! Lo pensaba
yo allí mismo, mientras oía tus exclamaciones. ¡Depende
tanto `el gusto del lugar o de la época! ¿Cómo
podíamos nosotras lanzar un anatema ante aquello? Yo veía
allí, en el fondo, lo mismo que hay en nosotros. Había
estímulo, había esfuerzo por la mejora del vestido...
y a pesar de todo, mal entendido o no, esfuerzo por la belleza.
(1904, a propósito de los comentarios de una amiga sobre la ropa
dominguera de los pobladores menos pudientes de San Isidro.)
¡Cómo está Buenos Aires! Están tomando
aspecto amenazador las huelgas. (...) Estos movimientos deben ser útiles
para que comprendamos todos un poco a la humanidad, y a la humanidad
obrera, y a `los resortes que mueven `la sociedad.
(1904)
Y me pregunto ahora si crecerán en mí, si podrán
llegar a producir algo, y qué realización, estos deseos
de huir, de vagar sola por loscampos, de comer raíces o de no
comer... De no dormir cuando no tengo ganas; de hacer mis días
según mi espíritu y libertad. (1905)
Las
ideas de Delfina son propias. Las lecturas van apareciendo después.
Lo que había era un espíritu de libertad impresionante
en las conversaciones de la casa. Imaginate que eran seis varones y
dos mujeres. Eso era una gran ventaja en un momento en que las mujeres
eran consideradas unas bibelot de lujo. En la casa se hablaba de ideologías,
política, religión, y los chicos hacían teatro,
música, porque todos los Bunge Arteaga tocaban un instrumento,
además de saber un oficio.
Horror,
pavor
Delfina amaba la pureza y la blancura de la virginidad. También
se sentía atraída por el amor humano pero despreciaba
lo que consideraba sólo `material. Este tema, insinuado
antes del noviazgo y tratado luego con pasmosa sinceridad, fue el mayor
conflicto de su vida, escribe Gálvez en su libro. Este
apego a lo inmaculado, que luego la hizo una ferviente religiosa, fue
obviamente un conflicto cuando se enamoró del escritor Manuel
Gálvez. Primero razonó contra ese sentimiento hasta que
las emociones la vencieron, y después lo justificó sublimándolo
a una categoría celestial que dejaría consecuencias. Las
enfermedades de Delfina aparecieron junto con el amor. Se
preguntaba irónicamente si no sería una heroína
romántica, sólo que ella no desfallecía por la
ausencia del amado sino por su cercanía.
¿Qué pasó después del matrimonio? ¡Fue
terrible! Y ella lo dice en una nota posterior a su luna de miel. Relata
su experiencia sexual, porque `quizá pueda servirle a alguien.
Y cuando lo hace, sus palabras son `terror, pavor, horror, al
lado de un inmenso amor, ¡y uno no entiende!. Porque finalmente
esa primera noche de luna de miel no pasó nada y a la madrugada
habla de los pajaritos, el alba, que pasan un día feliz, tocando
el piano, leyendo, paseando. Pero llega la noche y `¡Ay, no!.
Tengo pruebas en algunas cartas de que gracias a Dios en algún
momento ella empieza a disfrutar, y a justificar ese goce elevándolo
espiritualmente.
Delfina
Bunge conoció a Manuel Gálvez en 1904, cuando éste,
con 22 años, fue a su casa a pedirle si podía publicar
en la revista que dirigía, Ideas, el artículo que había
sido premiado por Femina: La joven de hoy, ¿es feliz? Después
vendrían los poemas de Simplement, publicados en París
en 1911. Tanto el artículo como el libro de poemas tuvieron
muy buenas críticas. Rubén Darío la llamaba `la
prodigiosa señora Gálvez. Pero después no
escribió hasta los años 20. Lo primero fue Las mujeres
y la vocación, que también tuvo muy buena acogida, lo
mismo que Viaje alrededor de mi infancia. Es decir que se la consideraba,
pero... fue olvidada. Una de las razones de este olvido, para
su nieta, es que la literatura de Delfina perdió vuelo al querer
ella escribir pero dentro de la ortodoxia religiosa. Y eso para
mí... porque la ortodoxia en ese momento era bastante terrible.
Mucho más lindo hubiera sido que en sus demás libros siguiera
con algo tipo Las mujeres y la vocación, donde desarrollaba sus
ideas sobre la igualdad entre el hombre y la mujer; o Viaje alrededor
de mi infancia, que para mí es su mejor libro: son sus recuerdos
de los primeros años- -desde los 4 hasta los 10 años,
antes de empezar a escribir el diario.
Delfina
reunía mucho de lo que a mí me parecía más
valioso: edad, afición a las letras, novio y hermano escritores,
inteligencia, sensibilidad, buena voluntad. Cuando la conocí
se me aclaró el cielo tormentoso de la adolescencia. (Victoria
Ocampo en su Autobiografía) Victoria Ocampo, de 16 años,
buscó con ansiedad la amistad de Delfina, de 25, y logró
subyugarla al mostrarle sus poemas. Fue una amistad casi exclusivamente
epistolar que duró hasta el casamiento de Victoria. Después,
ésta se distanció sin dar explicaciones aunque ambas reconocieron
siempre el cariño que las seguiría uniendo hasta la muerte
de Delfina. A los cuatro meses de casada, Victoria se enamora
de Julián Martínez y al poco tiempo empiezan a tener un
romance. Ella era muy sincera y no podía hablarle de eso a mi
abuela por la forma de pensar que tenía, y tampoco quiso no decirle
nada porque eran muy amigas. Y después... los intereses también.
Victoria se desarrolló mucho hacia afuera y mi abuela hacia adentro,
eran mundos distintos.
Lucía está ya escribiendo el segundo tomo de la vida de
Delfina: su casamiento, los hijos... y los nietos. Lucía, hija
de Manolito Gálvez, vivió con su familia en
la casa de sus abuelos hasta los 6 años. La felicidad para
mí está en esa primera infancia. Mi abuela está
asociada a la música; a la parte linda y luminosa de la religión...
la poesía, ella me leía y escribía poesías.
Recuerdo que cuando estábamos en mi cuarto sentía como
un destierro, por más que hubiera juguetes me aburría,
el mundo de mi abuela era mucho más brillante y lindo, ¿te
das cuenta? .