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Cuentos
extraordinarios de la China medieval
Gan Bao
ed. y trad. de Yao Ning y Gabriel García Noblejas
Ediciones Lengua de Trapo/ Océano
Madrid, 2000
150 páginas $ 18
Por Guillermo
Saccomanno
Una
posible primera pregunta que se plantea frente a esta selección
narrativa del Soushenji es cómo se lee hoy en Occidente todo material
procedente de la amplia e inabarcable literatura oriental. Quizá
haya algunas aproximaciones válidas. Una podría consistir
en los rescates de cierto aura poética de parte de Brecht: lo que
va desde las pequeñas fábulas de El señor Keuner,
emulando los koan zen, hasta el célebre poema Leyenda sobre
el origen del libro Tao Te King, dictado por Lao Tsé en el camino
del exilio. Si a Brecht le importaba esta literatura se debía
al empleo pedagógico de la parábola y también a la
puesta en crisis de la concepción romántica de autoría
como propiedad privada. El impacto de lo oriental fue una marca no menos
considerable en la literatura beat norteamericana (Kerouac & Co.),
aplicada como mística de la libertad. No menos fuerte fue el efecto
ejercido en la narrativa de Salinger, el especialista en problemas de
adolescencia que entendió el zen como etapa superior de la pureza.
Más acá, esta literatura, con sus epifanías, deslumbró
a Borges, quien encontró recetas para la construcción de
argumentos y la creación de haikus, esa forma tan estricta en su
brevedad como ambiciosa en su objetivo de producir nada menos que una
revelación. Malversada por el conductismo voluntarista de la new
age, el problema de la narrativa como enseñanza, casi
una constante en la literatura oriental, ha confundido la dialéctica
con paradoja.
Si esta Antología del Soushenji atrae entonces en más de
un sentido es porque viene a plantear una lectura de asombros y a resignificar
a la vez a una buena cantidad de escritores del siglo pasado, que detectaron
en esta narrativa una fuente considerable de inspiración.
No se sabe demasiado de Gan Bao, el autor que compiló estos cuentos.
Apenas se tiene conocimiento de que tuvo una cuna aristocrática,
una destacable actividad pública en la dinastía Jin (265-420)
y fue encargado del Departamento Imperial de Historia. En esta función
recibió el pedido de escribir una historia de la dinastía.
A Gan Bao se le atribuyen diez capítulos del Libro de los cambios
(más famoso como I Ching), el Libro de los ritos de la dinastía
Zhou y las addendas biográficas al Clásico de primavera.
De esta producción, perdida en su totalidad, perduró sólo
el Soushenji, recopilación de mitos y leyendas fantásticas,
una obra vastísima, cifrada en cuatrocientos sesenta y cuatro textos,
de los que esta selección presenta ochenta y tres. El criterio
selectivo es atinado: evita una repetición de tramas que volvería
monótona la aproximación.
Perros que hablan vaticinando desgracias, jinetes decapitados retornando
a sus fortalezas, amantes y maridos que vuelven de la tumba para hacer
el amor a sus mujeres, insectos que favorecen la recuperación de
fortunas, teorías sobre platos mágicos y la movilidad de
las montañas son solamente algunas de las situaciones que estos
cuentos desarrollan con una parquedad notable soporte firme de una
potencia expresiva que prueba que menos es más y que justifican
el extraordinario del título. Y todo siempre en el
marco de una cotidianidad donde lo sobrenatural se integra sin forzamientos.
Si la buena literatura fantástica suele apoyarse en el registro
de lo cotidiano, haciendo que lo maravilloso estalle de modo verosímil,
los cuentos del Soushenji cumplen eficazmente con esta ley. Gan Bao no
compuso esta obra increíble con un afán literario sino notarial
e investigativo. Buscó tanto en libros antiguos como en relatos
orales de su estricta contemporaneidad. La noción de autor en tiempos
de Gan Bao difería bastante de las diferenciaciones actuales entre
un escritor de verdad y un burócrata de la literatura. En tiempos
de Gan Bao, el autor podía prescindir tranquilamente de la originalidad
como característica. Hubo artistas que firmaban una piedra encontrada
en un monte. Y esa piedra se daba por escultura (cualquier semejanza con
una instalación de vanguardia no es pura coincidencia, sino agotamiento
de recursos).
Gan Bao, en su trabajo de campo, fue consciente de las modificaciones
sociales e ideológicas de su época. En el Soushenji se incluyen
el debilitamiento del confucionismo como patrón moral de los poderes
centrales, la incorporación de religiones extranjeras con ruedas
y mandalas que se corporiza en el budismo, la revitalización del
taoísmo entendido como doctrina oscura que genera obras artísticas
importantes y, finalmente, la escuela cosmológica denominada
también del yin y el yang con sus
médicos, botánicos, quiromantes y astrólogos. Gan
Bao tomó textos de aquí y allá, reunió mitos
y leyendas con obsesión acumuladora. Y el resultado maravilloso
fue el Soushenji, una arqueología regocijante que es una y varias
a la vez.
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