Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
NO

todo x 1,99

Clara de noche

Convivir con virus

Fue

Será

Ediciones anteriores

 

Jueves 6 de Enero del 2000
tapa tapa del no

convivir con virus

MARTA DILLON

Andamos por la vida siempre en busca del punto de partida. Alguno, cualquiera, un punto de partida que nos diga quiénes somos, por qué, a dónde vamos. Y en ese camino me encuentro con ellas. Ellas que me rescataron alguna vez, a las que no sé si logré salvar de alguna soledad. Pero si no fue así estoy segura de que me lo perdonan. No sé cómo va a terminar mi vida, no sé todavía si me voy a morir de sida o de vieja o en algún trágico accidente. No sé de qué forma, pero quiero que ellas estén cerca cuando me despida. Y no es un deseo, es una declaración de principios, un ponerme de acuerdo conmigo .-nada más difícil–. Ya no entiendo la vida si no nos juntamos mis amigas y yo a festejar algún triunfo particular, una separación, un desencuentro, la toma de conciencia de esta vida perra, la promesa de hasta la victoria siempre -.una promesa que no dice nada pero lo dice todo–, el corazón seguro en esa lucha que no se abandona y que es, ni más ni menos, que esta amistad. Nada más pesado y nada más real que este peso de las cosas que de pronto se alivian en una charla cualquiera. Y en esas charlas es donde se abre el espacio que me dice quién soy, encuentro un lugar en el mundo, tal vez ese punto de partida –¿mi identidad?–. Es cierto, hay algo todavía adolescente en esta cofradía que desafía al dolor planeando vacaciones en el Caribe, pero es lo que podemos, rescatarnos, como sea. Las mismas ausencias nos dejaron su impronta como una marca en el orillo, las pérdidas nos provocan el mismo espanto desesperado. Pero lentamente, muy lentamente, aprendemos también que no somos inválidas, hemos soportado otros abandonos, nada dice que no podamos aguantar alguno más. Aunque parezca que el cuerpo se quiebra y una aproveche cada llanto para llorar toda la historia completa. Y bueno, somos amigas, podemos aprovechar. Podemos echarle la culpa al amor no correspondido, al que corresponde a medias y al que ni siquiera se enteró que es amor. Podemos alegrarnos cuando a alguna le toca su instante de gloria y escuchar mil veces el relato de la conquista ¿De dónde habremos sacado esta manera de hablar por turnos, cómo habremos aprendido a escucharlo todo .-sin contestar a todo–? Siempre supe que la vida me había tratado con cariño, pero cuando después de una de esas cenas en las que brindamos por todo y con nuestros muertos, me voy algo chispeada y cantando viejos éxitos, siento que soy una verdadera privilegiada. Yo sí que tengo un lugar en el mundo.