Un día con Luis Farinello, verdadero chabón grosso
Padre
Nuestro
En
una villa de Quilmes también empezó el siglo, aunque no
parezca. Un hombre recorre la zona y la gente del lugar cree que todo
lo puede. Es que todo lo puede, parece. El No caminó con él
por las callecitas y descampados que no servirían como escenario
de ninguna celebración findeañera (ni siquiera como locación
para algún programa de tele sobre common people), y te lo cuenta.
Así es como es. Enterate. Avivate.
CRISTIAN VITALE
FOTOS: TAMARA PINCO
7.30
AM Después de seis horas de sueño intenso, Farinello
el padre para algunos, simplemente Luis para otros abre los
ojos. Casi nunca me despierto solo, siempre me llaman de algún
velatorio o de alguna radio porque saben que es la única hora que
me enganchan seguro, dice. En el hall de la fundación ya
espera gente ansiosa. Un rápido desayuno, lectura de diarios y
manos a la obra: sus mañanas son a mil, igual que sus tardes y
sus noches. Nunca almuerzo y no es porque no tenga guita, sino porque
me falta tiempo. Por eso, aprovecho bien la cena. Bah... Bien, me trago
una pizza y listo. El No lo acompañó durante
un día común y el resultado está comprobado. Farinello
no para.
¿Qué hace? De todo: charla a solas con gente que tiene problemas,
visita los comedores para niños carenciados, supervisa la cooperativa
de vivienda, da conferencias sobre la doctrina social de la Iglesia en
partidos políticos y universidades, viaja por los pueblos más
humildes del interior, fuma y conduce un programa de radio. Pero su fuerte
está en las villas. Allí, la gente lo abraza, lo besa, lo
ama. Es el mejor trofeo que tengo, a estas personas pocos las tratan
como a seres humanos, dice, simplemente. Conoce el nombre y los
problemas de cada una de las personas que se le acercan y conversan con
él. Y siempre está buscando la solución más
rápida para ellos. Renuncié a la iglesia para estar
más tiempo con ustedes, le dice a una señora de unos
40 años que cose junto a su hija en la puerta de una casita precaria.
La Villa Luján Sur alberga a 600 familias, lo que implica un total
de casi cuatro mil personas. Enfrente, hay comedores que alimentan a 300
chicos por día (en total, la fundación tiene 12 y alimenta
a 3 mil chicos). También hay una salita de consultorios externos,
una humilde pañalera que da trabajo a algunos jóvenes y
un lugar para que los chicos estudien. La fundación brinda apoyo
escolar a 60 pibes que están haciendo la secundaria: Ahora
el barrio está alborotado porque hay una chica que se está
por recibir y encima es abanderada, ¿sabés lo que es eso
para ellos?, sigue Luis. El problema es cíclico. Los jóvenes
humildes del interior llegan a Buenos Aires atraídos por la TV
y las luces de la ciudad que ven por la TV. Muchos vienen con la intención
de hacer la secundaria creyendo que será posible. Llegan
con unos pesitos, duermen cinco o seis días en Constitución
y después ¿dónde van?: cuatro o cinco chapas. La
delincuencia. Y todo a perder, diagnóstica el hombre.
Casi pegada a los comedores, el padre mandó construir su nueva
capilla. Está casi terminada. Es chica, humilde pero hermosa, muy
clara, paredes blancas y mucha iluminación. El Cristo, bien obrero,
es de alambre (lo hizo un artista amigo). Y en el fondo está
su casa. Una pieza de cuatro por cuatro, un baño chico y un patio
con vista a la villa. Luis va a estar más cerca de su gente que
nunca. Ya es media mañana. Mientras Luis recorre la villa, un hombre
sale a su encuentro: tiene todo el cuerpo lleno de granos, cara de sufrimiento.
Le duele todo. Aquí hay muchos problemas de bronquios, son
lugares bajos, húmedos. En el invierno es terrible. También
hay problemas de piel, muchas erupciones por las moscas y las ratas, producto
de la basura que otra gente tira en la villa, relata.
Otro de los problemas con los que Luis choca todos los días es
la drogadicción. Con más de 40 años de trabajo social
ha visto nacer un montón de chicos y es padrino de muchos de ellos.
Algunos ya murieron. Se mueren de sobredosis, no tienen futuro.
Hasta los 8 años los dominás, pero después se pierden.
A otros los mata la policía en enfrentamientos sospechosos. Viste
cómo es, primero los hacen viajar con paquetitos, después
empiezan a robar bolsos, bicicletas, carteras para comprar la droga. La
poca platita que se mueve en las villas es para eso. Y como no hay trabajo,
la droga da de comer. Es terrible. Pero lo más grave es que no
hay voluntad política de terminar con ella. Si los pibes saben
bien como es la cosa, ¿cómo no lo va a saber la policía?
Es una sociedad muy hipócrita la nuestra cuando dice que lucha
contra las drogas, en realidad las fomentan. En otro tiempo, los militares
mataban con picana y balas, ahora a la juventud se la domina con falopa.
La violencia también es moneda corriente. Es habitual que se formen
bandos, generalmente por cuestiones políticas o familiares. Y es
difícil vivir tranquilo si no se pertenece a alguno de ellos. No
vayas con el cura, marica, vení con nosotros es el lema.
Farinello también lidia con eso. En las villas sobreviven
los más fuertes. Tenés que pertenecer a alguna banda, si
no te fajan. Tenés que estar protegido por alguien. Los enfrentamientos
nacen de litigios familiares: uno mató a otro y quedan enfrentados.
Cada tanto hay venganzas. Pero esas cosas, en mayor o menor medida, se
dan en todos lados.
Cerca del mediodía Luis ni piensa en comer. Justo ese día,
lo visitan dos emisarios del Mercado Común Europeo que tienen la
misión de construir una cocina para la fundación, como parte
de un proyecto de ayuda al Tercer Mundo. Habla un rato con ellos. Y enseguida
va a los comedores. Ya es hora de almorzar. Entra, los chicos imagen
típica se le tiran encima y lo reciben a los besos. Hay
pibes que te putean o te escupen y al rato están abrazados a vos,
cuenta el hombre objeto de afecto. Las cocineras, todas madrazas y con
una sensibilidad enorme, le comentan las novedades del día. Mientras
él hace campaña de proselitismo futbolístico entre
los pibes. No le va muy bien, en verdad. Ustedes se tienen que hacer
de San Lorenzo, el gran campeón. Levante la mano quién es
del Santo (dos o tres levantan su mano izquierda). Después
dice: Ahora los que son de Boca. Ahora casi todos lo hacen.
Pero, ustedes no aprenden más, reclama con una sonrisa
cómplice. Más serio, le comenta al No: Las mujeres
de la villa son leonas, tienen seis o siete hijos, pero minga que van
a desentenderse de ellos. Los aman, a pesar de todo y hacen lo imposible
por su pan.
En el comedor, una chica rubiecita de Quilmes estaba rodeada
de varias morochitas. Le tocan el pelo, la acarician. Luis explica: Ellas
se sienten distintas a las chicas que propone la TV. También les
extraña que yo sea pelado, porque de ellos ninguno es pelado. Todos
tienen pelo morochón grande y duro. Qué querés que
te diga... Al final terminás amando su forma de vivir, la música,
todo. Por más que te gusten Mozart y Beethoven, estás con
ellos, bailás y la cumbia te parece linda. Padre, padre,
¿es cierto que se casa?. Carmen, una mujer de unos 50 años,
es la portavoz del chisme. Desde que Farinello renunció a la iglesia,
luego de 34 años de trabajo, la gente piensa que se va a casar.
No, ni loco ¿con 60 años querés que me case.
Ya estoy viejo, che..., le contesta. El tema se impone enseguida.
El celibato tiene que ser optativo. Me parece heroico que alguien
quiera entregar toda a su vida a los pobres y a Dios. Pero si otro se
quiere casar, que lo haga. Jesús, cuando eligió a los apóstoles,
eligió solteros y casados. Pedro, el primer Papa, era casado. La
disciplina se impuso luego. Pero creo que va a cambiar. Todo lo que se
impone es malo.
Han pasado seis horas. Y Luis no para. Hola, Marcelo, mirá
que hoy tengo un casamiento, no pongas todas las baldosas, le dice
al albañil que apura el paso para terminar el piso de la capilla
cuanto antes. ¿Qué tal, doctor?, este sol está
enfermo.... El doctor trabaja ad honorem en la salita de la fundación.
Lo está esperando para hablar cinco minutos. Quiere agregar un
consultorio. La resolución es rápida. Sí, no
hay drama. Tiramos esta pared y lo ponemos acá. Arreglado
el tema, vuelve a cruzar. De nuevo en la villa, a pleno sol y con un calor
insoportable, un tal Roberto pregunta: ¿Qué pasa con
ese Cavallo que no viene ahora?. La gente da letra y Farinello no
gambetea el desafío: Acá, en épocas de elecciones
vinieron De la Rúa, Duhalde y Cavallo. Algunos se portaron bien.
Pero hay otros casos en los que los políticos utilizan la miseria
para sacar votos. Por ejemplo, cuando Corach ganó las internas
en laCapital, fueron a buscar gente con bolsitas de comida a una villa.
Me impresionó una señora que dijo en público que
votó a la boleta que le dieron porque la habían llevado
en auto. Por supuesto que no sabía que nombre figuraba en la boleta
porque era analfabeta. Eso me repugna y es una constante en la política
argentina. Gana el que más plata tiene. Me da vuelta las tripas.
¿Y los pibes? ¿Los que tienen entre 15 y 20 años?
Se pierden en la tristeza. Es jodido ser de la villa, la misma ropa
siempre, ese olor a pobre, no te podés bañar porque no hay
agua. Las inundaciones te hacen perder todo... La basura que la gente
tira en la villa, las moscas, la infección, las ratas. Tu hermano
mayor que te mandó a comprar cigarrillos, no fuiste, te pegó
con el cinturón, te lastimó el ojo, nadie te llevó
al hospital. Tu ojo lastimado para siempre. Cada hombre en la vida es
lo que la vida le dio. Si a vos te criaron con amor, con caricias, vas
a ser un buen tipo. Podés querer. Cuando es al revés, devolvés
a la vida lo malo que te dio. Sin comentarios.
En uno de los comedores, un retrato del Che Guevara se mezcla con fotos
del Boca campeón. Debajo de la figura universal del Che, un par
de frases ilustres del comandante. Pero los pibes no le dan importancia.
Simple, no tiene que ver con ellos. A los chicos de la villa el
mundo no los toca. La misma sociedad los aparta y no tienen la posibilidad
de conocerlo. No les queda otra que vivir aquí dentro con su cumbia,
su cultura. Hay gente que ni siquiera conoce el Obelisco, comenta
Farinello. Y vuelta sobre la cumbia. Dos por tres, Luis se prende en un
baile y le da parejo. Pero también tiene discos de Los Beatles
y Sting. Y admira rockeros nacionales como Iván Noble y Ricardo
Iorio (tienen una sensibilidad terrible), siempre listos para
ayudarlo. Es más, uno de los temas del día como si
fuera poco es la organización de un festival de heavy metal
en la cancha de Nueva Chicago, a beneficio del hogar Caritas Sucias.
La sociedad hace pelota a los jóvenes, no los quiere. Entonces,
el joven, mal mirado, protesta y hace todo lo que los grandes no quieren.
Me parece bien. El rock es el símbolo de la juventud pisoteada.
Y, aunque lo mío siempre fue fútbol y tango, tengo simpatía
por esas expresiones. Me gustaría darles más, me gustaría
que tomen esa antorcha que uno levantó en los setenta para que
la mantenga prendida a su manera. A cada rato, Farinello cita frases
de canciones de León Gieco. Hace poco y sin ninguna difusión
pública, el santafesino donó 14 mil dólares para
la fundación. Y va a Quilmes muy seguido. A León lo
aman. El viene mucho aquí. Y hace canciones que a la gente de aquí
les viene a la perilla. Pero los ídolos que tienen son los grupos
de cumbia. A Los Redondos también los escuchan, pero es sólo
un sector, aquel que no se siente de la villa. Que más bien la
desprecia. Son los que consideran a su gente como mersa, aunque sean tan
pobres como ellos. Ajá. Luis opina, además, que una
de las maneras de aferrarse a la vida en la pobreza es tener muchos
hijos. Lo que muchos ven como promiscuidad descontrolada,
otros lo asocian con el amor a la vida. Sin embargo, hay un grupo de la
organización que da charlas informativas para controlar los índices
de natalidad, cuyo promedio alcanza los seis o siete hijos por pareja.
Pero... En general, las rechazan por cultura. Enseguida piensan
el padre Luis no quiere que tengamos hijos. Además,
enseguida asocian afecto con sexo. Pasa esto porque hay un despertar sexual
muy temprano. Un chico de 8 años ya ve cosas y habla sobre temas
que no entiende.
La jornada, agotadora, llega a su fin. De repente, un grito: ¡Yo
no creo en Dios!. Un hombre, pantalón corto, algo malhumorado,
no quiere sacarse una foto con Farinello. Para todos la foto es algo serio,
algo que los eterniza. No es cosa de todos los días. Pero ese hombre
se niega. Para Luis, no es nada grave. Dios es tan esencial, tan
necesario que no me puedo concebir sin él. Pero tengo ateos amigos
del alma, con quienescompartimos una misma visión sobre el hombre
y la pobreza. Soy mucho más amigo de ellos, que de tipos que se
dicen religiosos. Creo que entre los ateos y los creyentes hay muchas
cosas en común. En el tipo que dice que cree mucho, hay dudas.
Y en el tipo que dice que no cree también. Miente quien afirma
que no duda. Dios es difícil, no es para cobardes. Te mete en cada
lío... Ya de regreso a la fundación, Luis va por su
auto, un Renault 12 azul, de los viejos (basta que ande, todo bien).
Está apurado, luego de unos mates, tiene que rajar
a una charla. En el viaje de regreso, la duda es bien fuerte. ¿Qué
sería del país si en vez de multiplicarse los problemas,
se multiplicaran Farinellos? El sol se pone en Quilmes. Las villas del
Camino General Belgrano siguen ahí, en ese sur distante, tercamente
ajeno.
This
is hardcore
C.V.
Historia
1: En tiempos de Alfonsín, una chica de 14 años
fue a unas vacaciones para chicos muy pobres que había
organizado el gobierno radical. Pudo ir a Córdoba. Allí
estaban las sierras, comía todos los días, bailaba
cumbia. Y conoció a un chico de Jujuy, de su misma edad.
Se enamoraron. Cuando regresó, se fijó en un mapa
donde estaba Jujuy. Cuando lo vio allá lejos en el norte
dijo qué lejos queda, jamás lo voy a volver
a ver. Tomó veneno de ratas y se mató.
Historia 2: Una chiquita era sordomuda. Cuando entraba
a la villa se agarraba de mi pantalón, vaya a saber qué
me quería decir. Un día se incendió su casita,
había como 500 pibes alrededor. Pero nadie se acordó
de ella. Cuando terminó el fuego, entraron para ver si
podían salvar algo. Ella estaba debajo de la camita, muerta.
Pobrecita, no pudo gritar.
Historia 3: Esta es de amor. Una chica, hermana mayor,
criaba a todos sus hermanitos. La madre había muerto y
el padre estaba paralítico. Enfrente vivía un muchacho,
pelo largo, cumbia, guitarra y se enamoraron. Ambos deciden irse
de la miseria. El con su guitarra, ella con su ropita. Empezaron
a irse, agarraron la calle Pasco, caminaron, empezó a llover.
Sentían ambulancias, sirenas de policía, imaginaron
que sus padres habían hecho la denuncia, que los estaban
buscando. Se metieron en un baldío lleno de yuyos, se escondieron,
quisieron hacer el amor, no pudieron porque ella lloraba, tenía
frío. A los seis días regresan, muertos de hambre
y frío, ¿dónde iban a encontrar un lugarcito
para formar una familia? Vino a verme: mi papá me
mata. Fui a ver al papá, le dije no le pegues,
es tu hija, tiene 17 años, vos también los tuviste,
se enamoró, es buena piba. Además no pasó
nada. A la noche, cuando la chica se acercó a la
cama con la comida, el padre la manoteó, la agarró
y le dio una paliza terrible. Le dije: la próxima
vez que se escapa no viene nunca más.
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