Kapanga
sigue a quince centímetros (o más) de la realidad
De Quilmes a Londres,sin escalas
Los
mejores alumnos de la escuela decadente el rock fiestero argentino
que se impuso en la década pasada dan su segundo paso discográfico
aludiendo, nada menos, a Los Beatles y su mítico estudio de grabación,
en una típica bravuconada argentina. Así que, George (Martín):
andá prendiendo el fuego que ya llegan los muchachos con Ramón,
la Mona, los chorizos y los chinchulines.
Textos: JAVIER AGUIRRE
Fotos:TAMARA PINCO
Después de escuchar un disco de Kapanga, puede quedar la sensación
de que tal vez el arte la música no sea algo tan serio
y solemne como se cree. Cuesta creer que el Mono, Balde, Maffia, Príncipe
o Maikel (voz, bajo, batería, teclados y guitarra de Kapanga) puedan
sentarse en la misma mesa que Beethoven, Gardel, Phil Collins, Spinetta,
el Indio Solari, Silvio Rodríguez, Luis Miguel, Hilda Lizarazu
o Caramelito Carrizo. Por una cuestión muy simple: para bien o
para mal, evidentemente los Kapanga se cagan de risa cada vez que escriben
una canción, tocan en un show y graban un disco. Y no es humor
exquisito, de sonrisa ladeada o fina ironía. Ellos te tiran mostaza
en la cabeza y se te ríen en la cara. Así son.
Su irreverencia llega incluso hasta tomar para la joda al sagrado mundo
del rock and roll. ¿Pruebas? En sus temas (rock, cuarteto, hardcore,
reggae) aparecen solos de viola que siguen melodías de viejos hits
de Soda Stereo, Europe, Elvis Presley, Led Zeppelin, Los Beatles o Depeche
Mode.
Y lo mejor de todo; el reciente Un asado en Abbey Road, cuyos nombre y
arte de tapa lograron construir un concepto bien cercano al espíritu
que los anima. En la foto, los cinco cruzan la mítica calle londinense
cargando chorizos, parrillita, carbón, tira de asado y unas botellitas
de vino. El chiste es total. Parodiaron la tapa del disco de Los Beatles
porque, se supone, ellos son capaces de mandarse un choripán con
chimichurri en la sagrada catedral del rock británico. La
idea de hacer un asado en Abbey Road partió de que sería
algo muy argentino, como si fuese nuestro propio gol a los ingleses,
explica Marcelo Spósito alias Balde, y queríamos
ir allá, prender el fuego y que nos llevaran presos y todo.
Klaudio Maffia agrega: Cuando se nos ocurrió, quisimos viajar
allá especialmente para sacar la foto, así que fuimos a
la compañía discográfica e hicimos el pedido formalmente.
Nos miraron como diciendo que alguien les consiga chalecos de fuerza.
Así que terminamos haciendo un fotomontaje. Más fácil
y menos problemático. Sobre todo teniendo en cuenta que la compañía
discográfica que edita a Kapanga en Argentina es la misma propietaria
de los famosos estudios ¿no?
El otro elemento que pesó a la hora de elegir esa tapa y ese título
para su segundo disco, sucesor del exitoso A quince centímetros
de la realidad (el del mono relojero, ramón y lo demás),
fue la sincera pasión que sienten hacia Los Beatles: La primera
vez que nos hicieron una nota, en un diario de Quilmes, cuenta elMono
Martín Fabio, el título que nos pusieron fue Queremos
ser los Beatles de Quilmes. Maffia interviene: Yo quiero gloria,
como Los Beatles. Me crié con esa filosofía, con la de la
película Help!, en la que ellos se cagan de risa todo el tiempo
y estaba todo bien. Yo quiero eso. Hacer locuras es parte de la vida de
Kapanga, nosotros vivimos medio así, estamos todo el día
a quince centímetros de la realidad. Y Balde remata: Por
eso hacemos chistes sobre lo que pinte. Y, si pinta, nos podemos reír
de Los Beatles y de Beethoven. Tomá.
Sin embargo no sólo hay chistes. La canción Indultados
pide cárcel para los genocidas (y los nombra) Videla, Menéndez,
Massera, Galtieri, Astiz, Camps, Viola y Suárez Mason. El sintético
último verso de la canción, gritado por el Mono, dice simplemente:
¡¡Hijos de putaaaaaa!! Balde explica el llamado
ala seriedad que esto significa, aun en ellos: De pronto queremos
decir cosas que nos pasan y nos preocupan, y una canción es una
buena oportunidad para hacerlo. Es como ir ala casa de esos tipos a putearlos.
Es raro, porque el estribillo del tema suena refiestero, aunque la letra
te recuerda que los asesinos andan por la calle. Pero eso está
bueno; ya que los estribillos de las canciones se te pegan, mejor que
se te pegue ese mensaje. Quiero que los pibes de 14 años sepan
que Massera no es la heladería, sino el hijo de puta ése.
Es una canción muy adulta, observa el Mono. Un
escrache cantado, define Balde. Rebobinando. Kapanga es el resultado
de la fusión, en 1995, de dos bandas: una la del Mono
era Kapanga y los Yacarés (cuarteteros, hacían covers de
la Mona Jiménez), y la otra la de Maffia, Mikael y Balde
se hacía llamar Beto Medrano y Sus Perros Largos y Verdes (que
llegó a grabar dos discos con un sonido, según ellos, entre
Sumo y Mano Negra). Tal vez por eso sea que en Un asado en Abbey
Road flote la incertidumbre sobre cómo va a sonar el próximo
tema. Nosotros nos metemos en cada ritmo sin tener ningún
problema, asegura Balde, y nos metemos en el espíritu
de cada cosa. Podemos tocar cuarteto, hardcore, ska o lo que sea. Eso
sí, si vamos a hacer un reggae, primero llenamos el estudio de
humo. Interviene Maffia: Y si queremos sonar fuerte, lo hacemos.
Fijate que el productor del disco, Pablo Durand, nos dijo que le hacíamos
acordar a Divididos. La mención a la aplanadora no es casual,
ya que tanto Ricardo Mollo como Diego Arnedo eran los candidatos que Kapanga
quería para la producción del disco. Sin embargo no pudo
ser, pero al menos el guitarrista fue uno de los músicos invitados
y metió voz y guitarra en el tema Demasiado.
Tuvimos el honor de que músicos grossos como Mollo o como
Andrés Giménez, de A.N.I.M.A.L., vinieran a tocar con nosotros,
apunta el Mono, a quien su corazón cuartetero lo traiciona. Pero
para mí lo más grande fue que la Mona Jiménez aceptara
actuar en el video de Elvis. Es que el Mono ama a la
Mona, e incluso tiene una anécdota muy especial: Lo escuché
por primera vez en el 88, mientras hacía la colimba, porque
el cabo Ledesma me había prestado un casete. Al año siguiente,
la Mona tocó en Cemento y yo fui a verlo, de la cabeza, ya hecho
un fanático total. En el show, me puse a hacer mosh por arriba
de la gente, y en un momento me subí al escenario. Lo abracé,
y llorando le pedí que por favor que no me bajaran, y empecé
a cantar la canción que estaba cantando que era del último
disco, y como me sabía toda la letra el chabón no
lo podía creer. Así que la terminamos cantando y bailando
los dos. Ahí conocí a la Mona, así que no soy ningún
improvisado en el cuarteto.
Después de un disco debut muy cuartetero (tenía cinco covers
de la Mona Jiménez), Kapanga considera que Un asado en Abbey Road
como un disco que les abre muchas puertas para el futuro. Balde dice:
Nuestra música no es complicada, pero tiene arreglos muy
interesantes que para hacerlos, tenés que ponerte. Hemos usado
desde acordeones hasta violines. Ahora podemos darnos algunos gustos musicales,
y esto significa abrir el juego para lo que está por venir.
Y atentos con la amenaza de Maffia: El próximo paso de nuestro
plan es ser como Los Beatles. Ricos y famosos.
Manu,
mi amigo
Para
toda nuestra mezcla de estilos cuarteto, reggae, hardcore, rock
and roll tenemos como principal ejemplo a Mano Negra y Manu Chao,
cuenta Maffia. Y Balde dice: Tuvo que venir un tipo de Europa para
mostrarnos lo que vale lo latino. Cuando Manu Chao estuvo en la Argentina,
en el 98, hicimos toda la movida en la compañía para
poder conocerlo, y lo conocimos. La verdad es que nos rompió la
cabeza. Pasamos dos días enteros con él, le regalamos nuestro
primer disco, y ahora que está en Barcelona le hicimos llegar el
segundo. Ojalá algún día nos produzca un disco.
El Mono también recuerda: Manu Chao nos decía Kapanga,
los mafiosos, los italianos, porque nosotros tenemos apellidos re-tanos
(Spósito, Maffia, Fabio). Y a Maffia, le decía Al
Pacino.
¿Ramón?,
¿cuál Ramón?
Ramón
fue uno de los grandes hits del disco debut de Kapanga. Su letra habla
de... la ramita verde... La rama grande... El ramón... Pero resulta
que una vez dio lugar a un curioso malentendido. Y con una de las anécdotas
más insólitas como complemento ideal: Fue el año
pasado. Habíamos ido a tocar a Tucumán, recuerda Balde,
y nos llevaron a una radio para hacernos una nota en un programa
político, para hablar sobre Ramón. Entonces
fuimos, y nos empezaron a preguntar por la caravana de la esperanza. Nosotros
no entendíamos... Hasta que nos preguntaron si la letra hablaba
de Palito Ortega. No lo podíamos creer. Lo que pasa es que la letra
dice ...muchachos, no pierdan la esperanza/ Ramón ya está
por llegar... y los tipos pensaron que se refería a Palito
y a la caravana. Le contestamos que jamás se nos ocurriría
fumarnos a Palito Ortega. El conductor del programa se quedó muerto.
Pidió un corte comercial y nos rajaron a la mierda.
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