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Jueves 3 de Febrero de 2000
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Herr WestBam, teórico de las bandejas, y una certeza:
Los Djs fueron

“Ya deberíamos ser reemplazados por otra cosa”, dice este alemán parte de la primera cosecha del Love Parade, de paso por el sur del mundo. Resulta ser que su ¿temeraria? afirmación se sostiene en una serie de artículos que lo revelan como un pensador de la avanzada electrónica. Entonces, pues, el hombre parece tener derecho a decir y opinar lo que quiera.

TEXTO:ROQUE CASCIERO
Desde Punta del Este

Dj WestBam pasó por Mar del Plata y Punta del Este como estrella de sendas fiestas auspiciadas por un desodorante (!). No usó ni el típico bombo saturado del house ni las clásicas sirenas, recursos facilistas para levantar temperatura (y sudor) en la pista. A este pinchadiscos alemán de 35 años no le hacen falta esos trucos: elige estructuras rítmicas más complejas, mezcla en vivo, remixa sus propios temas y los de otros (Moby, por caso), y es capaz de mantener a una multitud bailando sin descanso. “Es una cuestión de energía”, dice, mientras pasa una mano sobre su cabeza rapada a la Brujita Verón. En 1983, Maximiliam Lenz se convirtió en WestBam (el nombre deriva de Westphalia, la zona alemana donde nació, y de Afrika Bambaataa, nombre clave del “movimiento”). Bajo ese nombre fue Dj Domingo Faustino Sarmiento –no faltó nunca– en cada Love Parade, desde aquel primero que Dr. Motte organizó para 150 personas hasta el último, cuando la cifra se multiplicó cien mil vez: un millón y medio de bailarines coparon las calles de Berlín. Max, como lo llaman sus amigos, es el cofundador del sello Low Spirit, se lo reconoce como una de las máximas figuras del dance y, como si fuera poco, piensa: es una suerte de teórico del género que ayudó a crear y cada tanto publica artículos con la clarividencia de un Julio Verne de las bandejas. El propio Westbam admite que no es muy frecuente que sus colegas reflexionen sobre su labor. Y supone que su caso es especial por el medio ambiente que lo rodeó durante su crecimiento: sus padres son profesores de arte. “Cuando empecé como Dj, enseguida me di cuenta de que esto podía ir más allá de mezclar discos y mantener el beat, que ésta era una nueva forma de producir música. No me parecía una idea inusual, porque en el arte existe el collage desde hace un siglo. Incluso había un manejo de los sonidos parecido en la avant garde: John Cage o la música concreta usaban loops y componían ruidos, lo que guió a un nuevo entendimiento de lo que podía ser la música. Para mí, convertirme en Dj fue una forma de protesta contra mi formación artística, pero me doy cuenta de que al final eso se metió dentro de mi modo de hacer música. Creo que era inevitable.” En 1984, WestBam escribió un artículo para una revista de arte en el que ya hablaba del abordaje musical de los Djs como “más radical que la avant garde” y de cómo eso transformaría no sólo la concepción de los sonidos, sino la cultura toda. “En esa época no había demasiados indicios de que eso pudiera ocurrir realmente, así que fue una especie de predicción -recuerda–. A fines de los ‘80, con el acid house, fue la primera vez que la gente no sólo bailaba con una música sino que la consideraba como propia y la hacía su estilo de vida. Era una cultura especial, aunque se mantenía en el underground. En ese momento pensé que ésa era la next big thing, que debía ir a los primeros lugares de los rankings, que debía entrar en la televisión. Algo así estaba pasando a pequeña escala en Inglaterra, pero allí cualquier cosa tiene sus quince minutos de fama. Y algo así debía ir a lo grande”. Fue entonces que WestBam publicó un single llamado “No more fuckin’ rock and roll”: creía que “algo debía reemplazar a la música de los últimos treinta años”. Más predicciones. En 1989, en su artículo titulado “La era del Dj”, anticipaba la explosión del dance (aunque hoy reconoce que nunca imaginó las dimensiones que finalmente cobró en países como el suyo). Siempre en su papel de teórico de las bandejas, en 1994 –plena expansión de la marca Love Parade–, refutaba a aquellos que deseaban que el género permaneciera en el under y hablaba de una “sociedad ravera”. “Hubo quienes salieron a decir: ‘Oh, esto ya no es más lo que era’. Lo que en parte es cierto, pero... ¿a quién le importa? Cuando se hizo Woodstock, estoy seguro de que no todos sabían qué buenos eran los Grateful Dead o qué cuerdas usaba Hendrix: estaban ahí porque había una gran celebración y querían pasarla bien. Ese es el objeto de esta cultura. Y el hecho de que a mediados de los ‘90 se diera una explosión popular era precisamente el paso adelante de la música dance”, afirma. WestBam no piensa en escribir artículos al respecto, pero cree que la música de Djs “ya debería ser reemplazada por algo completamente nuevo”. “Supongo que debería venir algo en la tradición de los Djs pero que, al mismo tiempo, cortara con esa tradición. Todavía no lo veo suceder, a pesar de que mantengo los ojos abiertos. Igual, no es mi objetivo inventar esa música nueva sino tratar de desarrollar lo mío: mis cosas más revolucionarias las hice cuando tenía 19 años y nadie me conocía.” Y ve como “fundamental” para la evolución del dance la “sangre nueva” que aportan los Djs de remotos parajes como la Argentina: “Los Djs hemos globalizado la música antes de que se empezara a hablar de globalización. En el caso del rock, las bandas siempre salen de Estados Unidos y de Inglaterra: las alemanas siempre han sido una copia de los Beatles, los Stones o los Sex Pistols. El tecno es la primera música en la que da igual que venga de Alemania, Argentina o Islandia. Ya no estamos en un momento del tecno similar a lo que fueron los ‘50 para el rock, pero sí hay lugar para la invención, para aparecer con cosas nuevas. Siguiendo con la analogía con el rock, todavía pueden aparecer unos Sex Pistols del dance para reinventarlo todo. Y nada indica que tengan que salir de Europa”.

Mi generación

–¿En qué estado están las personas que fueron a aquel primer Love Parade? Las drogas habrán hecho algunos estragos...
–Bueno, hay otras cosa que puedo decir, de acuerdo con mi experiencia como Dj: cada cuatro años cambia la gente de la vida nocturna. En Alemania, la gente empieza a salir a los 17 y durante los dos años siguientes está en todos lados, va a los clubes, experimenta con todo y todo es nuevo, la música es fantástica, la energía está al máximo nivel, algunos toman drogas. Pero cuando esa gente tiene 21, empieza a ver que está rodeada de chicos de 17, la energía ya no le parece igual, la música no le parece tan buena como la de su momento. Y es un juego que se repite cada cuatro años. Hay alguna gente que se mantiene por más tiempo, como yo, pero es porque es su vida, su trabajo.
–¿Cómo hacés para conectar musicalmente con chicos que tienen la mitad de tu edad?
–Funciona bien, porque nunca tuve problemas de actitud con los chicos jóvenes. La generación joven es siempre sangre fresca y lo que sea que suceda, para ella es nuevo. Puedo conectar mejor con esa gente que con esos que tienen 23 y dicen: “Oh, ahora son todos jóvenes, ya no es lo de antes”, porque ellos ya no tienen 17. Encima, dicen que todo está llenándose de chicos, en lugar de reconocer que son ellos quienes están poniéndose más viejos.